010 - hora, roy - la elite social argentina del siglo xix

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Anuario del IEHS 17 (2002) LA ÉLITE SOCIAL ARGENTINA DEL SIGLO X I X . ALGUNAS REFLEXIONES A PARTIR DE LA HISTORIA DE LA FAMILIA SENILLOSA Roy Hora' I. Introducción La historia de Felipe Senillosa y sus descendientes ofrece la oportunidad de re- flexionar sobre algunas características de los grupos dominantes argentinos. Los Senillosa se cuentan entre las familias más conspicuas de la élite socioeconómica decimonónica, y su historia coincide en muchos aspectos con la de este grupo social en el primer siglo de vida de la Argentina independiente. Felipe Senillosa, fundador de esta familia en el Plata, arribó a Buenos Aires poco después de la Revolución de Mayo y rápidamente alcanzó los estratos superiores de la sociedad porteña. Sus hijos ocuparon lugares expectables entre la élite de la segunda mitad del siglo XIX, tanto por la posición que habían heredado como por su propio prestigio como empresarios y figuras públicas. En más de un caso, los miembros de la tercera generación de esta familia tuvieron trayecto- rias menos destacadas que sus antecesores. A comienzos del siglo XX, algunos de ellos ya no se encontraban entre las familias mejor posicionadas de la Argentina, y comenza- ban a confundirse con las clases medias altas. La trayectoria de un grupo familiar está signada por eventos singulares y por tanto irreductibles a toda determinación general. Sin perder de vista todo lo que de azaroso tiene una historia familiar, conviene señalar que, colocada en su propio contexto, una deriva como la que aquí nos concierne contribuye a explicar procesos que afectaron a todo un grupo social. Esta es la perspectiva en la que este artículo busca colocarse. El estudio de los Senillosa ofrece elementos valiosos para entender cómo las clases propie- tarias de Buenos Aires se vieron afectadas y a su vez reaccionaron frente a las transfor- maciones experimentadas por la sociedad y la economía argentinas en el siglo XIX y comienzos del siglo XX. En otra parte nos hemos referido con mayor detalle a las estra- * Universidad Nacional de Quilines. COjMICET. E-mail: [email protected]. Esta investigación contó con el apoyo de la Fundación Antorchas.

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010 - Hora, Roy - La Elite Social Argentina Del Siglo XIX

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  • Anuario del IEHS 17 (2002)

    LA LITE SOCIAL ARGENTINA DEL SIGLO XIX. ALGUNAS REFLEXIONES A PARTIR DE LA HISTORIA

    DE LA FAMILIA SENILLOSA

    Roy Hora'

    I. Introduccin

    La historia de Felipe Senillosa y sus descendientes ofrece la oportunidad de re-flexionar sobre algunas caractersticas de los grupos dominantes argentinos. Los Senillosa se cuentan entre las familias ms conspicuas de la lite socioeconmica decimonnica, y su historia coincide en muchos aspectos con la de este grupo social en el primer siglo de vida de la Argentina independiente. Felipe Senillosa, fundador de esta familia en el Plata, arrib a Buenos Aires poco despus de la Revolucin de Mayo y rpidamente alcanz los estratos superiores de la sociedad portea. Sus hijos ocuparon lugares expectables entre la lite de la segunda mitad del siglo XIX, tanto por la posicin que haban heredado como por su propio prestigio como empresarios y figuras pblicas. En ms de un caso, los miembros de la tercera generacin de esta familia tuvieron trayecto-rias menos destacadas que sus antecesores. A comienzos del siglo XX, algunos de ellos ya no se encontraban entre las familias mejor posicionadas de la Argentina, y comenza-ban a confundirse con las clases medias altas.

    La trayectoria de un grupo familiar est signada por eventos singulares y por tanto irreductibles a toda determinacin general. Sin perder de vista todo lo que de azaroso tiene una historia familiar, conviene sealar que, colocada en su propio contexto, una deriva como la que aqu nos concierne contribuye a explicar procesos que afectaron a todo un grupo social. Esta es la perspectiva en la que este artculo busca colocarse. El estudio de los Senillosa ofrece elementos valiosos para entender cmo las clases propie-tarias de Buenos Aires se vieron afectadas y a su vez reaccionaron frente a las transfor-maciones experimentadas por la sociedad y la economa argentinas en el siglo XIX y comienzos del siglo XX. En otra parte nos hemos referido con mayor detalle a las estra-

    * Universidad Nacional de Quilines. COjMICET. E-mail: [email protected]. Esta investigacin cont con el apoyo de la Fundacin Antorchas.

  • tegias empresariales de varios miembros de esta familia, as como tambin al contexto en el que les toc actuar como tales, por lo que en este artculo slo haremos algunas breves consideraciones sobre estos aspectos de su historia1. Este trabajo tampoco se ocupa de estudiar las estrategias familiares frente a las alianzas matrimoniales, la heren-cia, el acceso a recursos econmicos o la formacin del patrimonio. En rigor, no adopta una perspectiva analtica centrada en la historia de la familia sino que se propone consi-derar a un grupo familiar como va de entrada para abordar aspectos de la historia de la lite socioeconmica. Especficamente, intenta dar respuesta a interrogantes vinculados a la relacin -econmica pero fundamentalmente cultural- entre este grupo social y la propiedad rural. La historia de los Senillosa permite reflexionar sobre el proceso que dio origen a un conjunto de grandes propietarios rurales en las dcadas que sucedieron a la Revolucin de Independencia, y sobre las transformaciones que este grupo experiment a lo largo del siglo XIX. En particular, permite avanzar en la comprensin de la percep-cin que los integrantes de este grupo tenan de s mismos, un elemento central a la hora de dilucidar si nos encontramos en presencia de una clase propietaria que puede califi-carse de terrateniente, as como de qu tipo de clase terrateniente se trata. En sntesis, a travs del estudio de la historia de una familia de lite, este trabajo intenta aportar ele-mentos para la comprensin del proceso de transformaciones sufrido por la lite decimonnica, con especial referencia a la construccin de una identidad terrateniente entre los grandes seores de la pampa

    Conviene hacer algunas breves consideraciones sobre este punto. Durante la dca-da de 1970, la historiografa argentina realiz profundos avances en el anlisis de la conformacin de la exitosa economa de exportacin de la pampa en la segunda mitad del siglo XIX y primeras dcadas del siglo XX. Desde los aos ochenta a esta parte, nuevos trabajos contribuyeron a afirmar y sofisticar las interpretaciones presentadas en aquellos relatos generales sobre las caractersticas del capitalismo agrario pampeano en su etapa de apogeo, pero sin cambiar sustancialmente el cuadro bosquejado por las na-rraciones de la dcada anterior. Desde comienzos de la dcada de 1980 a esta parte, la historiografa rural de la pampa ingres en lo que ha sido justamente calificado como un perodo de "ciencia normal" . aun cuando existen divergencias en torno a diversos te-mas (el patrn de acumulacin dominante entre el gran empresariado, las modalidades de constitucin y caractersticas del capitalismo agrario, la importancia relativa de los pequeos y medianos productores y sus relaciones con los grandes empresarios, etc.), en lneas generales todos los estudios enfatizan los rasgos capitalistas de la economa del perodo, as como la existencia de una poderosa y dinmica clase empresarial rural que habra coexistido con una mirada de productores menores, agrcolas y ganaderos, guia-

    1 Al respecto, remito a mi "Transformaciones de la lite econmica de Buenos Aires en el siglo XIX: consideraciones en torno al ejemplo de los Senillosa", ponencia presentada en el 5o Congreso Internacional de Historia de Empresas, Sao Paulo, Brasil, septiembre de 2001, prximo a publicarse en Hispanic American Historical Review.

    2 La expresin es de Eduardo J. Mguez. Vase su "El capitalismo y la polilla. Avances en los estudios de la economa y la sociedad rural pampeana, 1740-1850", Boletn del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, 21:1 (2000), p. 124,

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  • dos a la vez por el objetivo de maximizar el beneficio y garantizar la reproduccin de la familia productora3.

    En estos ltimos veinte aos, las principales innovaciones interpretativas sobre el mundo pampeano se refieren a un perodo anterior, que comprende la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX. Elaborando las ideas bosquejadas en algu-nos trabajos pioneros escritos en la dcada de 1960, numerosos estudios recientes de historia agraria contribuyeron a ofrecer una imagen ms ntida del contexto y de las fuerzas que impulsaron el crecimiento econmico y demogrfico y la expansin de la frontera en el perodo colonial tardo y las primeras dcadas de vida independiente, as como de las caractersticas de la sociedad que emergi en ese remoto rincn del imperio espaol. Estos trabajos han renovado profundamente la imagen de la campaa heredada de narrativas anteriores, que repetidamente subrayaban el peso social y productivo de la gran propiedad ganadera y de una clase terrateniente habitual mente descripta como po-lticamente poderosa pero carente de dinamismo empresarial. Estos estudios han llama-do la atencin sobre la importancia muy secundaria de la propiedad rural para la lite tardo-colonia!, cuya principal base econmica no era la tierra sino la actividad mercantil. Asimismo, han puesto de relieve el grado de autonoma social y productiva de los grupos subalternos. Para algunos autores, antes que una sociedad signada por la presencia de la estancia ganadera, nos encontramos con una sociedad campesina en la que la gran pro-piedad representa slo una parte (significativa y de creciente importancia, pero siempre secundaria) del panorama social y productivo de la pampa4.

    Los estudios recientes han puesto en cuestin la omnipresencia de la estancia y de una clase propietaria de base rural como rasgos distintivos del paisaje de todo el siglo XIX argentino. Sin embargo, uno de los puntos hasta el momento menos tratados por esta literatura se refiere a las caractersticas y transformaciones de la lite socioeconmica5.

    3 Entre los trabajos de referencia conviene mencionar: Roberto Corts Conde, Ei progreso argentino, IS80-1914 (Buenos Aires, 1979); Alfredo Pucciarelli, El capital ismo agra r io pampeano , 1880-1930 (Buenos Aires, 1986); Ezequiei Gallo, La p a m p a gringa. La colonizacin agrar ia en San ta Fe, 1870-1895 (Buenos Aires, 1983); Eduardo Mguez, Las t ier ras de los ingleses en la Argent ina (1870-1914) (Buenos Aires, 1985); Jorge Federico Sbato, La clase dominante en la Argent ina m o d e r n a : Formacin y caracters t icas (Buenos Aires, 1988); Hilda Sabato, Capital ismo y ganader a en Buenos Aires: la l iebre del lanar, 1850-1890 (Buenos Aires, 1989). Para un anlisis de esta literatura, vase Hilda Sabato, "Estructura productiva e ineficiencia del agro pampeano, 1850-1950: un siglo de historia en debate", en Marta Bonaudo y Alfredo Pucciarelli (compiladores), La problemtica agrar ia . Nuevas aproximaciones (Buenos Aires, 1993), lomo III; y Eduardo Mguez: "Expansin agraria de la Pampa Hmeda (1850-1914). Tendencias recientes de sus anlisis histricos", Anua r io I E K S , 1 (1987).

    4 Entre las principales contribuciones se cuentan: Jonathan Brown, . Socioeconomic History of Argentina, 1776-860 (Cambridge, 1979); Carlos Mayo, Estancia y sociedad en la p a m p a , 1740-1820 (Buenos Aires, 1995); Samuel Amara), The Rise of Capitalism on the Pampas . The Estancias of Buenos Aires, 1785-1870 (Cambridge, 1998); Jorge Gelman, Campesinos y estancieros. Una regin del Ro de la Pla ta a fines de la poca colonial (Buenos Aires, 1998); Juan Carlos Garavaglia, Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia ag r a r i a de la c a m p a a bonaerense, 1700-1830 (Buenos Aires, 1999). Evaluaciones de esta produccin en los trabajos de Juan Carlos Garavaglia y Jorge Gelman, "Rural History of the Ro de la Pala: Results of a Historiographical Renaissance", La in American Research Review, 30:3 (1995), y "Mucha tierra y poca gente: un nuevo balance historiogrfico de la historia rural pilense (1750-1850)", Historia Agrar ia 15 (Murcia, 1998), y de Eduardo Mguez, "Ei capitalismo y la polilla", cil.

    5 Para un agudo anlisis del problema, vase Ral Fradkin, "Tulio Halperin Donghi y la formacin de la clase terrateniente portera" en Anua r io IEHS, 10 (1995), reproducido en Roy Hora y Javier Trmboli

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  • Es comprensible que desde la perspectiva ofrecida por ia visin hoy tenida por tradicio-nal (que afirmaba que los atributos fundamentales de la clase terrateniente se haban definido muy tempranamente, y a partir de all caracterizaran su entera trayectoria his-trica), la pregunta por el proceso de constitucin y las transformaciones sufridas por la clase propietaria resultara poco menos que ociosa, en tanto los autores que sostenan esta visin consideraban que ningn cambio de envergadura la haba afectado a lo largo del decurso histrico. De diversas maneras, los estudios recientes han contribuido a erosio-nar este paradigma. Sin embargo, hasta el momento se ha avanzado poco en el anlisis del proceso de construccin de una lite terrateniente cuya presencia, como ahora sabe-mos, resulta imposible de rastrear en los aos de la Independencia, pero que para fines del siglo XIX constituye una de las notas distintivas y ms caractersticas de ia sociabi-lidad argentina, a punto de haberse convertido "en el primer estamento del reino"6. En cierta medida, el hecho de que los trabajos sobre la historia rural pampeana suelen divi-dirse entre aquellos que abordan el perodo tardo-colonial y de la temprana independen-cia y aquellos que concentran su atencin en la etapa de gran expansin iniciada en el ltimo tercio del siglo XIX ha dificultado e! abordaje de procesos que, como el que aqu nos ocupa (as como tambin la transicin entre la sociedad campesina del perodo c. 1760-1830 y aquella que, comenzando por la de la "expansin ganadera" post-indepen-diente, termin por hacer de la Argentina uno de los grandes exportadores mundiales de productos agrarios), pueden ser encarados productivamente desde una perspectiva que atienda tanto al punto de llegada como al de partida.

    Considerando estas circunstancias, el estudio de la trayectoria de una familia de lite que abarca todo el siglo XIX y parte del XX se revela particularmente prometedor. En tanto permite combinar una mirada sobre fenmenos de largo plazo con un estudio de primera mano de un nmero aceptable de fuentes primarias que hablan de la historia de una familia de lite, este abordaje se presta admirablemente bien para un tratamiento del problema de la constitucin de la clase terrateniente, y ms en general, de las caracters-ticas de los sectores social y econmicamente predominantes de la Argentina republica-na.

    Conviene sealar, antes de comenzar, que un estudio de los Senillosa como miem-bros de la lite social se revela particularmente sugestivo precisamente por la calidad de los elementos con que abordarlo. Ello se debe a que su historia puede reconstruirse bien gracias al notable archivo que, con aguda conciencia de su excepcionalidad, los miem-bros de esta familia coleccionaron a lo largo de tres generaciones, y que luego legaron al Archivo General de la Nacin. Esta coleccin de documentos es la fuente ms sofisticada y ms completa hoy disponible en los archivos pblicos argentinos para introducir.se en el mundo de una familia de la lite portea del siglo XIX y comienzos del siglo XX. La abundante correspondencia all contenida permite reconstruir aspectos centrales de su universo mental, y. de modo ms general, aporta elementos de valor inestimable para avanzar en la comprensin de una historia tan central a la Argentina moderna como poco conocida: la de su lite socioeconmica.

    (cds.). Discutir Halper in . Sk'fr ensayos sobre la contr ibucin de Tulio Halper in Donghi a la historia argent ina (Buenos Aires, i 99?).

    6 'Julio Halperin Donghi. "Clase terrateniente y poder poltico en Buenos Aires", Cuadernos de Historia Regional V: 15 (Lujan, 1992). p. 42.

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  • II. Los caminos del ascenso econmico y social en el Ro de la Piala revolucionario

    Hacia el final del siglo XIX, los Senillosa se vean como una de las familias de mejor linaje de Buenos Aires. Su presencia en el Plata, sin embargo, era relativamente reciente. Felipe Senillosa, el fundador de la familia en Amrica, pis por primera vez Buenos Aires en 1815. Senillosa haba nacido en Valencia en 1790, y sigui, como su padre, la carrera de las armas en el Ejrcito Real. Sus estudios de ingeniera militar en Alcal de Henares se vieron interrumpidos cuando, en 1808, fue movilizado con motivo de la invasin francesa a la Pennsula. Senillosa haba sido cautivado por el ideario republicano, y es probable que ello lo decidiese, tras caer prisionero en 1809, a ponerse al servicio del ejrcito francs. Es as que despus de realizar nuevos estudios en Nancy, sirvi a Francia en las campaas del norte de Europa. Tras la derrota de Napolen, Senillosa intent volver a la Pennsula, pero la Espaa restaurada le brind un recibi-miento hostil, por lo que pronto decidi abandonarla. En Londres, donde se haba refu-giado, entr en contacto con Ri vadavia y Belgrano, que lo invitaron a trasladarse a Bue-nos Aires; a los pocos meses se embarc hacia el Plata, apenas cumplido el cuarto de siglo de vida.

    Seniliosa arrib a Buenos Aires sin ms recursos que los saberes que resultaban de sus diversas inquietudes intelectuales. Este capital cultural le result de gran utilidad, y gracias a l este joven ingeniero militar gan rpidamente una posicin expectable en la sociedad portea revolucionaria. En esos aos, las destrezas intelectuales de las que era portador gozaban de gran prestigio en el Plata. Hay que recordar que en el siglo XVIII la catrera de las armas no se limitaba a un entrenamiento especializado y constante en el arte de la guerra. En tanto terreno natural de la vida de las lites (a cuyos estratos inferio-res Senillosa perteneca), la vida del cuartel ofreca, tanto en tiempos de paz como en los largos y tediosos perodos que separaban una accin blica de otra, un mbito especial-mente hospitalario para el cultivo de otras artes. La repblica de las letras y el mundo de Marte no se repelan, sino que se combinaban. Y ello era especialmente cierto en esa era ilustrada, en particular en la Francia absolutista y luego revolucionaria7. Los cueipos de ingenieros del ejrcito napolenico en los que Senillosa haba completado su formacin profesional eran un mbito especialmente hospitalario con las ideas sobre la ciencia y la tcnica que se haban desarrollado en la Francia ilustrada, de las que nuestro hombre fue un distinguido cultor, y que tambin aparecan como formas de distincin legtimas en la sociedad republicana rioplatense.

    No sorprende entonces que, en ese tramo de su carrera, sus destrezas intelectuales fuesen el mayor capital de este inmigrante. Siendo un republicano decidido, desde que arrib a Buenos Aires Senillosa intent mantenerse al margen de los conflictos polticos que dividan a la sociedad portea, y toda su carrera pblica estuvo asociada a los pro-yectos de afirmacin y consolidacin de las instituciones del nuevo estado republicano.

    7 David Bell. "Whcn the barracks were bursiing with poets''. London Review o' Books. 23:17 (Septiembre 200 i). pp. 26-27,

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  • Los cargos que ocup a poco de llegar ya sugieren las lneas principales de este proyecto, e indican bien cmo sus servicios al estado le permitieron ganarse rpidamen-te un lugar expectable en la sociedad portea. Senillosa fue nombrado profesor de la Ctedra de Matemticas del Estado en 1816, director de la Academia de Matemticas al ao siguiente, y catedrtico de geometra descriptiva de la Universidad de Buenos Aires en 1822. Un hombre de vasta cultura para los trminos del Ro de la Plata revoluciona-rio, en esos aos tambin particip activamente en diversos proyectos culturales impul-sados por la lite letrada de Buenos Aires: recin desembarcado edit el peridico Revis-ta Los Amigos de la Patria i de la Juventud, fue miembro de la Sociedad Literaria y presidente de la Sociedad de Ciencias y de la Sociedad de Medicina, y colabor en publicaciones como el Argos y La Abeja Argentina. Senillosa haba publicado a poco de llegar a Buenos Aires una gramtica castellana que en su momento mereci una nota de felicitacin de la Academia Espaola. Su formacin como ingeniero explica, tambin, su designacin como miembro de la Comisin Topogrfica y luego como organizador del Departamento homnimo, creado en 1824, y que presidi desde 18278.

    La fundacin del Departamento Topogrfico ilustra la creciente importancia atri-buida a la propiedad rural en Buenos Aires despus de la independencia. Tras la ruptura del vnculo colonial y la apertura al libre comercio, la economa del Ro de La Plata, que giraba en tomo a la minera potosina, comenz a orientarse hacia el Atlntico, y en particular hacia la exportacin de productos pecuarios9. La produccin ganadera, hasta entonces de importancia marginal, emergi como una actividad particularmente dinmi-ca, atrayendo recursos de otros sectores de la economa, y concitando la atencin del estado, cuyos conductores vieron en ella la nica alternativa para reorganizar no slo la economa rioplatense, sino tambin las finanzas pblicas. Prueba de ello es que la fron-tera entre los colonizadores y las tribus indgenas, poco menos que esttica a lo largo del siglo XVIII, comenz a moverse a mediados de la primera dcada revolucionaria. La ocupacin de tieiras indgenas se aceler en las dcadas siguientes. Senillosa fue, en varios sentidos, un protagonista de este proceso. A lo largo de la dcada de 1820, puso sus destrezas tcnicas al servicio de esta expansin, impulsada tanto por particulares como por el estado. En el invierno de 1825 encabez junto a Juan Manuel de Rosas, que haca las veces de representante de sus primos Anchorena, una expedicin de "60 hom-bres y 8 carretas con vveres" destinada a mensurar los campos que stos haban compra-do en Los Camarones10. En el verano de 1825-6 volvi a recorrerlas en una expedicin

    8 Archivo Senillosa, Archivo General de la Nacin, Sala VII (en adelante, AS), 2-5-10; Vicente Cutolo, Nuevo Diccionario Biogrfico Argentino (1750-1930) (Buenos Aires, 1985), tomo IV, 67-71; Fernando Aliata, "Senillosa, Felipe", en AAVV, Diccionario Histrico de Arquitectura, Habitat y Urbanismo en ia Argentina (Buenos Aires, edicin preliminar s/f), 360-363. Las obras escritas por Senillosa entre 1817 y 1835 han sido compiladas por Juan Maia Gutirrez. Vase Felipe Senillosa, Obras (Buenos Aires, 1862).

    9 El estudio clsico sobre este proceso es Tulio Halperin Donghi, "La expansin ganadera en la campaa de Buenos Aires", en Torcuato Di Telia y Tulio Halperin Donghi, Los fragmentos del poder (Buenos Aires, 1969). Sobre las contribuciones ms recientes, vase 1a bibliografa citada en la nota 3.

    10 Felipe Senillosa, "Viaje de Buenos Ayres Camarones", junio y julio de 1825, manuscrito, en AS, 176.

  • oficial de reconocimiento de i as nuevas tierras que encabez junto a dos cuerpos de ejrcito al mando de Rosas y Juan Lavalle11.

    El conocimiento de la geografa de la frontera que alcanz en estos viajes le permi-ti hacerse una idea muy acabada de la calidad de esas tierras, que ms tarde pondra al servicio de su enriquecimiento personal. Para fines de la dcada de 1820, gracias a la enfiteusis (un rgimen de arriendo de tierras estatales a bajo costo, que pareca diseado para ingresar en el negocio sin necesidad de inmovilizar capital), ya arrendaba ms de 35.000 hectreas12. El momento de comprar en grandes cantidades lleg durante el go-bierno de Rosas, cuando este gobernante impuls una poltica de transferencia de tierras pblicas a manos privadas a bajo costo. En esos aos, Senillosa adquiri dos grandes fracciones de tierra ubicadas en la zona de nueva colonizacin allende el ro Salado: unas 9.000 hectreas en Pila, y unas 33.000 hectreas en Mar Chiquita (ms tarde partido de Ayacucho). Estas tierras posean abundantes aguadas permanentes, y estaban ubicadas sobre cursos de agua (unas sobre la margen sudoeste del Salado, a la altura del paso del Venado, y otras atravesadas por el Arroyo Chico), por lo que resultaban particularmente aptas para la primitiva ganadera previa a la era del alambrado y las aguadas artificiales, que comenzara a transformar la campaa en las dcadas de 1870 y 1880.

    Es preciso sealar, empero, que la actividad rural era para Senillosa slo parte de un emprendimiento ms vasto, que se desplegaba en diversas esferas. Al igual que mu-chos otros empresarios que se volcaron a la produccin ganadera tras la crisis de la independencia, Senillosa complement sus emprendmientos rurales con inversiones en otros sectores de la economa: comercio de importacin y exportacin, actividades fi-nancieras y mercantiles, construccin y renta urbana13. Esta conducta pareca adecuada para sobrevivir en un contexto inestable como el que caracterizaba al Ro de la Plata: las recurrentes crisis polticas de la primera mitad del siglo, las guerras civiles y externas, los bloqueos que por largos aos sufri el comercio de exportacin, aconsejaban no depender de una nica fuente de ingresos. Ello explica por qu, adems de sus estancias, Senillosa invirti parte de sus recursos en chacras suburbanas y propiedades urbanas, y tambin en la instalacin de una casa comercial, ubicada en Buenos Aires, dedicada a la importacin y venta de productos extranjeros, especialmente de la Pennsula. Controla-ba, asimismo, dos pulperas en la campaa, ubicadas dentro de sus estancias, que, ade-ms de la venta al menudeo, servan para acopiar frutos del pas (cueros, lana, tasajo, pieles, etc.) para su traslado a Buenos Aires y eventual exportacin a diversos mercados del Caribe y Europa. En la dcada de 1840 Senillosa compr el saladero El Reloj, su-mando un nuevo engranaje a sus negocios14. A su muerte en 1858, este empresario dej

    11 Diario de la Expedicin de reconocimiento de ja lnea de fronteras, 1825-26, manuscrito, en AS, 176.

    12 Jacinto Oddone, La burguesa terrateniente argentina (Buenos Aires, 1967), p. 88. Sobre la enfiteusis, Mana Elena Infesta, "La enfiteusis en Buenos Aires (1820-1850)", en Marta Bonaudo y Alfredo Pucciarelli (compiladores), La problemtica agraria. Nuevas aproximaciones (Buenos Aires, 1993) voi. 1, pp. 93-120.

    13 Juan Carlos Garavaglia, "Patrones de inversin y 'lite econmica dominante': los empresarios rurales en la pampa bonaerense a mediados del siglo XIX", en Jorge Gelman, Juan Carlos Garavaglia y Blanca Zeberio (eds.), Expansin capitalista y transformaciones regionales. Relaciones sociales y empresas agrarias en la Argentina del siglo XIX (Buenos Aires/Tandil, 1999).

    14 M. Churchill a Senillosa, 8 marzo 1854, AS, 2-5-10. Senillosa a Pedro Bernal, 14 junio 1853, AS, 2-5-10. Halperin Donghi, "La expansin ganadera", p. 34.

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  • una fortuna considerable, estimado en unos 800.000 pesos fuertes. Si bien las empresas rurales tenan en ella un peso notable, pues alcanzaban prcticamente a la mitad de su patrimonio, se trataba de una fortuna extendida en diversos campos de inversin. La misma estaba compuesta por estancias y propiedades rurales (48%), chacras suburbanas (1,5%), propiedades urbanas (12,8%), la casa comercial (9,3%), las pulperas (3%), el saladero (7,4%), y dinero en efectivo (16%)15.

    Detengmonos por un instante en las pulperas de este empresario. Si bien stas no eran otra cosa que modestos almacenes que servan las necesidades locales desarrolladas al calor de la expansin ganadera en tierras recientemente incorporadas a la produccin, de todos modos resultan significativas en cuanto revelan la complejidad de una sociedad rural que ciertas interpretaciones presentan polarizada entre estancieros y peones16. El inventario de sus existencias, realizado en 1862, nos informa que ofrecan a la venta ms de 200 artculos. Esta diversidad indica el elevado grado de mercantilizacin de la socie-dad pampeana de mitad de siglo y sugiere su complejidad social. Entre estos productos (amn de gran variedad de textiles, vestimentas y herramientas), encontramos tinta, mquinas de caf a vapor, vino jerez y copas de cristal. Ello indica bien que no nos hallamos frente a una sociedad rural pobre e iletrada y que las modalidades de consumo de la poblacin rural eran complejas, y que no se reducan a la carne asada, supuesta-mente el nico alimento del gaucho17.

    La historiografa de las dos ltimas dcadas ha insistido justamente en la comple-jidad social y productiva de la sociedad pampeana antes de la gran expansin productiva del ltimo tercio del siglo XIX, poniendo de relieve el dinamismo de ese mundo agra-rio18. En particular, Juan Carlos Garavaglia ha remarcado la importancia de las transfor-maciones tecnolgicas que afectaron a la produccin agrcola y ganadera, y ha contribui-do a resaltar la complejidad y sofisticacin de las estancias y otras unidades de produc-cin19. Desde una perspectiva de largo plazo, que comprende todo el siglo XIX, algunos de estos cambios quiz no debieran exagerarse. Es precisamente el carcter muy modes-to de las innovaciones experimentadas por la actividad productiva en la primera mitad de siglo lo que ayuda a explicar la supervivencia de la actitud despectiva, heredada de la

    15 Sucesin Felipe Senillosa, Archivo General de la Nacin, Sucesiones, legajo 8194 (en adelante SFSX ff. 15-25.

    '6 Vase por ejemplo, John Lynch, Argentine Diclaor, Juan Manuel de Rosas, 1829-1852 (Oxford, 1981), pp. 92-125.

    ]1 SFS, ff. 15-25. 18 La complejidad social y productiva de la pampa ha sido sealada tempranamente por Halperin

    Donghi en su Revolucin y guerra, y por Jonathan Brown en su A Socioeconomic History of Argentina. Para visiones ms recientes, vase Garavaglia, Pastores y labradores de Buenos Aires, y Gelman, Campesinos y estancieros. Para las dcadas centrales del siglo XIX, Sabato, Capitalismo y ganadera en Buenos Aires, que sin embargo presenta una imagen ms tradicional de la sociedad rural hasta mediados de siglo. El punto de vista que enfatiza el dinamismo del mundo agrario post-coloniai ha sido expuesto con conviccin por Juan Carlos Garavaglia. Vase, por ejemplo, su "Notas para una historia rurai pampeana un poco menos mtica", en Mara Mnica Bjerg y Andrea Reguera (compiladoras), Problemas de la Historia Agraria. Nuevos debates y perspectivas de investigacin (Tandil, 1995).

    19 Consltese, por ejemplo, Juan Carlos Garavaglia, 'Tres estancias del sur bonaerense en un perodo de 'transicin' (1790-1834)", en Bjerg y Reguera (compiladoras), Problemas de la Historia Agraria, pp. 79-123.

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  • colonia, con 3a que las lites urbanas juzgaban la vida rural20. Senillosa no poda emular a Nicols Anchorena, que como es sabido, se ufanaba de no haber visitado jams ningu-na de sus muchas propiedades rurales. Pero al igual que el hombre que pasaba por ser el mayor terrateniente de la pampa en las dcadas centrales del siglo, Senillosa administra-ba sus propiedades rurales a la distancia.

    La actitud de estos miembros de la lite no debe sorprender, ya que no se distingua de la del resto de sus congneres de clase alta. A mediados del siglo XIX la figura del empresario rural todava no se haba desgajado de la ms prestigiosa de gran empresario urbano, y la lite portea se conformaba con ejercer una supervisin atenta pero distante de sus asuntos rurales. Ello se deba, en parte, al enorme peso que todava tenan las inversiones urbanas en los principales patrimonios del perodo, incluso entre los habi-tualmente considerados terratenientes. Para no mencionar ms que un ejemplo, de por s extremadamente revelador, basta sealar que los activos rurales de Nicols Anchorena (fallecido en 1856 pero valuados y repartidos en 1871), que superaban las 200.000 hec-treas, representaban apenas el 21% de su patrimonio inmobiliario, mientras que sus propiedades urbanas y suburbanas daban cuenta del 79% restante21. Aquel que es tenido por el mayor propietario de la pampa era, antes que nada, un gran constructor y rentista urbano. Seran sus hijos Nicols y Juan los que daran un giro sustancial a los negocios de esta familia, profundizando su carcter rural22.

    Es razonable que Senillosa, cuya fortuna era ms reciente (en rigor un producto de la expansin ganadera), poseyera mayor cantidad relativa de activos rurales que hom-bres como Anchorena. Pero a pesar de que su fortuna era mucho ms pequea, su actitud frente a la vida rural era en esencia la misma. Si bien Senillosa, a diferencia de Anchorena, no estaba en condiciones de proclamar que jams haba pisado ninguna de sus muchas estancias (un gesto que ha sido interpretado como una manifestacin de arcasmo cuan-do en realidad no era sino un reclamo de distincin social), de todas maneras comparta con ese gran propietario un profundo desdn por ese mundo poco menos que brbaro. El carcter primitivo de la vida en la pampa y la simplicidad tcnica de la explotacin ganadera ayudan a explicar por qu un hombre cultivado y a la vez muy atento a la suerte de sus negocios como el ingeniero Senillosa seguira siendo, como muchos otros inte-grantes de la lite, un propietario ausentista hasta el fin de sus das. Senillosa no tena inters alguno en visitar sus estancias, lo que se advierte bien cuando consideramos el equipamiento de sus empresas rurales. Como era corriente entre los mayores propieta-rios de entonces, ninguna de ellas posea comodidades como para alojar a su dueo, menos aun a su familia. El Venado, aquella con mayor cantidad de dinero invertido en mejoras (y a la vez ms prxima a Buenos Aires y mejor comunicada que Arroyo Chi-co), fue valuada a comienzos de la dcada de 1860 en la suma de 2.200.000 pesos mone-da corriente (o su equivalente de $F 137.500), de los cuales la tierra y el ganado repre-sentaban (prcticamente en partes iguales) el 93,3% del valor total, y las mejoras ("po-

    20 Para un ilustrativo ejemplo de la visin de ese sector de la lite que era el clero, vase Roberto Dislfano, "Pastores de rsticos rebaos. Cura de almas y mundo rural en la cultura ilustrada rioplatense", Boletn del Inst i tuto de Historia Argent ina y Amer icana Dr. Emilio Ravignani, 21:2 (2000), pp. 8-9.

    21 Sucesin Nicols Anchorena, AGN. 22 Vase mi "Landowning bourgeoisie or business bourgeoisie? On the peculiandes of the Argentine

    cconomic elite, 1880-1945", prximo a publicarse en Journal of Latn American Studies, 2002,

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  • blaciones, corrales, alambrado, cueros y dems enseres demostrados en el inventario"), apenas un 6,6%23.

    Como en otras estancias, sobre todo en las ubicadas en las tierras de poblamiento reciente al sur y al oeste del Salado, en El Venado, aparte de unos ranchos muy modestos, no haba mucho ms que tierra y hacienda. Si bien la sociedad rural pampeana que estaba tomando forma al calor de la expansin de la produccin rural era socialmente ms compleja de lo que las visiones tradicionales sugieren, de todas maneras all no resultaba posible reproducir el estilo de vida propio de la clase alta urbana. Se entiende entonces que la lite social de Buenos Aires de las dcadas centrales del siglo careciera de la identificacin con la tierra que para entonces caracterizaba a las lites brasileas o chilenas, cuyos fundos y fazendas ocupaban un lugar ms central en su vida social. Como lo ha recordado Tulio Halperin, de forma caracterstica, la imagen que Senillosa tena de s mismo enfatizaba su actividad como comerciante urbano. As lo testimonia, por ejemplo, una carta que este propietario de 40.000 hectreas de tierras ganaderas le escriba a su corresponsal en Washington en 1850. All le informaba que si bien "siempre desempeo graciosamente algunos servicios en los ramos de mi primitiva carrera, tal como gegrafo ya como ingeniero arquitecto, dems de la tarea de juez y vice Presi-dente en la alta corte de justicia (que llaman Tribunal de Recursos Estraordinarios) mi principal ocupacin es hoy la de comerciante en los negocios de ultramar."24

    El ascenso social de Felipe Senillosa fue notablemente veloz. Para 1819 ya haba contrado matrimonio con Pastora Botet, una de las fundadoras de la Sociedad de Bene-ficencia, y desde la segunda mitad de la dcada de 1820 ocup por largo tiempo un silln en la Sala de Representantes de Buenos Aires. A pesar de la amistad que mantena con Rosas, quizs estrechada en las expediciones a la frontera que compartieron a mediados de la dcada de 1820, en su momento se opuso, junto a unos pocos federales moderados, a la concesin de facultades extraordinarias al Conquistador del Desierto, con el argu-mento de que "el orden legal robustece el poder". Esta manifestacin de independencia de criterio de un hombre que siempre se concibi como un "republicano independiente", resultaba poco habitual en la Buenos Aires rosista25. Ella no fue obstculo, sin embargo, para que Senillosa se contase por dcadas entre los notables de la Legislatura (un cuerpo por el que no pareci sentir demasiado respeto, y que calific de "mero cuerpo consulti-vo [quej si alguna rara vez habla es relativamente al ramo de hacienda.").26 No slo su paso por la Legislatura indica que gozaba tanto del reconocimiento de la buena sociedad como del propio dictador: diversos encargos de planes para residencias (entre las que se le atribuye la del propio Rosas en Palermo), edificios y paseos pblicos, iglesias y monu-mentos mortuorios, testimonian su lugar expectable en la Argentina rosista. Descripcio-nes de la alta sociedad del perodo nos devuelven la imagen de los Senillosa como una de las familias ms destacadas de Buenos Aires. Santiago Calzadilla, por ejemplo, los retra-ta entre "las familias ms conocidas del barrio sur", entonces "el faubourg St. Germain de la capital portea"27.

    23 SFS.f f . 10-14. 24 Felipe Senillosa a Angel Caldern de la Barca, 2 junio 1850, en AS, 2-5-10. 25 Felipe Senillosa (hijo), Acontecimientos los m s notables de la -vida de! finado Sr. Dn. Felipe

    Senillosa, que falleci en 20 de Abri l de 1858, en AS, 161. 26 Felipe Senillosa a Angel Caldern de la Barca, 2 junio 1850, en AS, 2-5-10. 11 Santiago Calzadilla, Las beldades de mi t i empo (Buenos Aires, 1944), pp. 37,34.

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  • La carrera de Senillosa no sufri mayores contratiempos despus de la cada de Rosas en 1852, en parte quiz porque durante esos aos la misma estuvo puesta ms al servicio del nuevo orden que del dictador republicano. Ya mayor, Senillosa no volvi a detentar cargos en las instituciones representativas de la provincia, pero se integr cmo-damente en el nuevo clima liberal posterior a Caseros, y fue nombrado en diversos cargos consultivos y honorficos. As lo encontramos reorganizando el Departamento Topogrfico, y entre el nclpo de fundadores del Club del Progreso, el principal mbito de interaccin social de las lites de Buenos Aires por un cuarto de siglo28. Tambin lo hallamos entre los miembros del Instituto Histrico Geogrfico presidido por Bartolom Mitre. Con esta figura central de la vida pblica portea mantuvo relaciones muy cordia-les, y sus hijos conservaron hacia Mitre una lealtad que se mantuvo por dcadas29.

    Una aceptacin social tan rpida no puede dejar de llamar la atencin, e invita a preguntarse por sus condiciones de posibilidad. En rigor, el avance de Senillosa hasta el centro de la lite socioeconmica portea debe ser entendido en el marco de la crisis del mundo colonial, y en particular, de sus giupos dominantes. El colapso del orden imperial no slo arras con las formas de acumulacin sobre las que la lite virreinal haba basado su supremaca econmica; esa crisis tambin erosion sus jerarquas de prestigio y en definitiva la debilit socialmente, tornndola ms propensa a aceptar la incorporacin de hombres nuevos, muchos de ellos inmigrantes que arribaron sin fortuna, pero que logra-ron prosperar en el clima ms democrtico de la Argentina republicana. Con la Revolu-cin, se aceler el desplazamiento de un orden social basado en la nocin de pertenencia a jerarquas estables por otra, ms moderna, que fundaba el prestigio social en la pose-sin de algn mrito individual30. Como la todava reciente experiencia de los burcra-tas o comerciantes peninsulares venidos al Ro de la Plata en la ltima parte del siglo XVIII lo sugiere, la lite tardocolonial difcilmente puede ser descripta como un grupo especialmente cerrado. Pero en general, en ese orden marcado por fuertes rasgos estamentales, slo quienes estaban dotados de un capital poltico, econmico o relacional significativo lograban integrarse en las filas de la lite31. En este sentido, lo que resulta notable de la sociedad republicana de la primera mitad del siglo XIX es la facilidad con la que hombres como Senillosa, que llegaron sin otro recurso que su bagaje cultural y sus talentos, lograron alcanzar velozmente la cima de la sociedad portea, adquiriendo en ella una posicin lo suficientemente firme como para sobrevivir a los bruscos avatares del perodo. Slo en un contexto de crisis y recomposicin de la lite socioeconmica (de sus formas de legitimacin tanto como de su base econmica) como el que sucedi a la independencia es posible entender trayectorias como la que nos ocupa.

    28 Jorge Arturo Scotto, Club del Progreso. Crnica Histrica (Buenos Aires, 1902), pp. 5-9. 29 Cutolo, Nuevo diccionario, tomo IV, pp. 70-1; Alala, "Senillosa", pp. 360-3. 30 Jorge Myers, "Una revolucin en las costumbres: las nuevas formas de sociabilidad de la lite

    portea, 1800-1860", en Fernando Devoto y Marta Madero (directores), Historia de la Vida Pr ivada en Argentina. Pas antiguo. De la colonia a 1870 (Buenos Aires, 1998), pp. 111-45.

    2 1 Susan M. Socolow, T h e Merchan te of Buenos Aires, 1778-1810: Family and C o m m e r c e (Cambridge, 1978); The Bureauc ra t s of Buenos Aires, 1769-1810: Amor ai Real Servicio (Durham, 1987).

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  • II. Los Senillosa y la construccin de una lite terrateniente

    Al matrimonio conformado por Felipe Senillosa y Pastora Botet lo sobrevivieron cuatro hijos. Elvira y Carolina, las dos hijas mujeres, contrajeron matrimonio con co-merciantes cuyos apellidos revelan tambin su pertenencia al mundo mediterrneo. Jai-me Mayol, e! marido de Elvira, descendiente de una familia de mercaderes catalanes, fue socio en el comercio de su suegro por varios aos. Mayol incursion tambin en la explotacin rural, pero fueron los miembros de la siguiente generacin quienes volcaron ms decididamente sus recursos hacia la actividad rural, abandonando sus emprendimientos comerciales. Su hi jo Felipe Mayol de Senillosa, por ejemplo, que ha-ba heredado de su madre 4.200 hectreas en Ayacucho, hizo fuertes compras de tierra en la zona de Tres Arroyos, que alcanzaron unas 21.000 hectreas. Su otro hijo Carlos Alberto tuvo una trayectoria similar. A comienzos de la dcada de 1880 adquiri 2.500 hectreas en Balcarce, y otras 17.000 en el sur de Crdoba, en la zona de La Carlota. Estos hermanos tambin invirtieron en inmuebles urbanos, tanto en Buenos Aires como en Biarritz y Pars, pero los activos rurales conformaron el corazn de sus fortunas. Gracias a las abundantes rentas que generaban sus tierras agrcolas y ganaderas, los Mayol disfrutaron de una vida sin apremios: viajaron extensamente, pasaron largas tem-poradas en Francia, e incluso casaron a alguna de sus hijas con miembros de la nobleza gala32. Una calle bautizada con su nombre recuerda, incluso, las acciones de Felipe Mayol como benefactor de la villa veraniega de Biarritz. Felipe tambin ocup parte de su tiempo en la escritura. Dio a la imprenta diversos trabajos, entre ios que se cuentan poesas y una novela alusivos a su actividad como empresario rural y a su gusto por la temtica criollista, as como un volumen de memorias33.

    Carolina, por su parte, contrajo enlace con Horacio Harilaos, un comerciante llega-do del sur de Italia. Harilaos tambin mantuvo fuertes lazos con la Europa mediterrnea, y de hecho falleci en Palermo hacia fines de siglo, cuando se encontraba al frente del consulado argentino en esa ciudad. AI igual que su hermana Elvira, en esa sociedad en la que la subordinacin de la mujer pareca un dato inmodificable, la historia de Carolina Senillosa queda opacada por la de su esposo, y nos resulta poco conocida. No sucedi lo mismo con Adela, su nica hija mujer. Mientras sus tres hermanos seguan carreras profesionales o comerciales de escasa relevancia, Adela contraa matrimonio en Pars con Ambrosio Olmos, un poltico y propietario cordobs que lleg a poseer unas 300.000 hectreas en Crdoba y La Pampa. Adela alcanz notoriedad en parte gracias a su pre-matura viudez, que la independiz de la tutela de su consorte, y le permiti disponer libremente de su enorme patrimonio. Olmos alcanz una de las mayores fortunas del cambio de siglo, y cuando muri dej ms de 20 millones de pesos, ms del 95% de ellos en empresas rurales34. Adela hered un vasto imperio territorial, compuesto por estan-cias y colonias agrcolas. Por sobre todas las cosas, la trayectoria de la viuda de Olmos como propietaria ejemplifica los rasgos ms parasitarios de la lite terrateniente argenti-na. Para cuando, hacia el Centenario, la expansin de la agricultura mediante el sistema

    32 Sucesiones Felipe Mayol de Senillosa y Carlos Alberto Mayol, Archivo de la Justicia Federal. 33 Felipe Mayol de Senillosa, Payador (Barcelona, 1916). 34 Sucesin Ambrosio Olmos, AJF.

  • de arrendamientos haba terminado de definir los rasgos que la caracterizaran por varias dcadas, Adela se haba convertido en una de las principales perceptoras de renta de la repblica. Adems posea el dudoso honor de contarse entre los propietarios que eran habitual mente descriptor como ios ejemplos ms acabados de codicia y rapacidad. En el informe de 1912 que Ricardo Caballero, Toribio Snchez y Daniel Infante escribieron para dar cuenta de las razones del conflicto de Alcona, su nombre integra la lista de los terratenientes ausentistas ms egostas. Juan B. Justo tambin la record algunos aos ms tarde en la Cmara de Diputados cuando se refiri a los "contratos leoninos" que impona a sus arrendatarios como "modelos de injusticia social"35.

    A pesar de las duras condiciones que impuso a sus arrendatarios, la nieta de. Felipe Senillosa sobresale entre una clase alta que no se distingue (ni entonces ni ahora) por su desprendimiento o sus inclinaciones filantrpicas. Viuda y sin hi jos, piadosa y rica, Ade-la sirvi con dedicacin y energa la causa de la fe catlica. Para desagrado de sus fami-liares, que hubiesen preferido destinar sus recursos a fines menos elevados, durante su larga vida coloc su enorme fortuna a disposicin de los emprendimientos tpicos que la Iglesia Catlica reservaba a las mujeres de su condicin. Y lo hizo con un desprendi-miento poco habitual. Presidente de la Sociedad de Beneficencia y dirigente de otras muchas asociaciones religiosas, Adela culmin una vida de servicio a la Iglesia donando a la Nunciatura su gran palacio urbano sobre la avenida Alvear (donde se encuentra actualmente la embajada del estado vaticano en Buenos Aires). Por estos servicios, ver-daderamente excepcionales entre los miembros de la lite argentina, fue decorada con e ttulo de marquesa pontificia por este estado. Adela fue Junto a Mara Unzu de Alvear, una de nicas dos argentinas que alcanz a ingresar en dicha nobleza de servicio, en parte gracias a sus donaciones, en parte quiz tambin a la relacin que estableci con Eugenio Pacelli, a quien hosped durante la celebracin del Congreso Eucarstico de 1934. El poder que le confiri esta relacin privilegiada con el que pronto sera Po XII le permiti, incluso, humillar discretamente a Eva Pern cuando sta la visit en su residencia en 1947, como parte de los preparativos del viaje de la primera dama al Vati-cano36.

    La coexistencia de tres generaciones en una misma residencia resultaba habitual entre las familias de lite hasta entrado el siglo XX. En general, eran las mujeres las que al desposarse, se alejaban de su familia de sangre para integrarse plenamente a su familia poltica. Es por ello que el rastro de las hijas de Felipe Senillosa, y de los descendientes de stas, se torna opaco tras su alejamiento de la casa paterna. En cambio, el de los hijos varones del ingeniero, incluso despus de casados, resulta ms fcil de seguir gracias a los papeles familiares. Tras la muerte de Felipe en 1858, sus hijos Felipe B. y Pastor se hicieron cargo de la administracin de los negocios de la familia. A estos jvenes les toc desenvolverse en un mundo bien distinto del que marc la vida de su progenitor. En el ltimo tercio del siglo XIX el proceso de consolidacin del estado se aceler, y a! mismo tiempo comenz a definirse un nuevo pacto neocolonial. En ese marco, la econo-ma rural tom un notable dinamismo, que impuls en primer lugar ei crecimiento y !a

    35 Diario de Sesiones de la C m a r a de Diputados de la Nacin. 1919, Tomo I. p 59. 36 La Nacin, 16 septiembre 1949; La Prensa. 16 de septiembre de 1949.

    S03

  • transformacin de la economa lanar. Una inversin ms sostenida de capital, as como una mayor atencin a los problemas especficos de la produccin, que creci en comple-jidad, se volvieron necesarios para asegurar la rentabilidad de una empresa rural3 '. El alza de los precios de la tierra subtendi este proceso. Estas transformaciones ofrecieron un nuevo marco para el desarrollo de la actividad empresarial en la pampa, que habra de dar lugar a la aparicin de nuevos tipos de empresarios, y -ms lentamente, en especial desde la dcada de 1880- a una reevaluacin del prestigio atribuido por las clases altas a la actividad rural. La segunda generacin de Senillosas ejemplifica bien este cambio. A diferencia de su padre, que siempre percibi a la explotacin rural como engranaje su-bordinado de una empresa mercantil ms.vasta, la conducta empresarial de los jvenes Senillosa se ajusta mejor al modelo de terrateniente especializado e innovador de las dcadas finales del siglo XIX38.

    Los hermanos Senillosa fueron miembros muy activos de la Sociedad Rural desde sus primeros aos de vida, y ocuparon puestos de relevancia en esta institucin de terra-tenientes modernizadores: Felipe B. alcanzara la vicepresidencia y Pastor hara las ve-ces de secretario a fines de la dcada de 1870. Felipe B. siempre se mostr ms inclinado que su hermano Pastor a hacer pblica su vocacin de propagandista de la moderniza-cin rural. En 1870, por ejemplo, arengaba a sus colegas a travs de las pginas de los Anales de la Sociedad Rural Argentina afirmando que "muchos son los hacendados ricos que tienen sus estancias cuidadas por el sistema indicado [el de "la ignorancia y la desidia"] y que cuando tienen dinero sobrante, no se preocupan de mejorar las condicio-nes econmicas de sus establecimientos y que se admiran de que su administracin y direccin d a otros una ocupacin constante, cuando a ellos les basta con ir a hacer cortar la lana y vender los novillos. Pocos, poqusimos, son los establecimientos en que se saca todo el provecho que pueden y deben dar."39 En 1873 volva a insistir en que "los hacendados que cuidan a la antigua, no pueden ya prosperar, ni hacer producir sus esta-blecimientos en proporcin del capital empleado. La antigua estancia con la rutina de costumbre concluy y los que se empean en no seguir el progreso, caro pagan su toipe aberracin."40 Cuando en las dos ltimas dcadas del siglo el inters por la moderniza-cin ganadera se generaliz entre las clases altas, Felipe B. y Pastor fueron ampliamente reconocidos como verdaderos modelos de empresario rural. En su galera de estancieros destacados, el peridico rural La Agricultura, por ejemplo, afirmaba en 1895 que Pastor "claramente... no pertenece la categora de los estancieros rutinarios que todo lo espe-ran de la accin de la naturaleza, sino que es un hacendado inteligente y observador que presta su dedicacin la industria ganadera elevndola al grado de ciencia."41 Y otro tanto deca de su hermano, a quien describa como "uno de los estancieros y cabaeros ms progresistas, enemigo por principio del empirismo y la rutina, innovador por natura-

    37 Sabato, Capitalismo y ganadera, pp. 165-168. 38 Sobre este tema, remito a mi The Landowners of the Argentine Pampas. A Social and Political

    History, 1860-1945 (Oxford, 2001), pp. 46-68. 39 Felipe Senillosa, "Economa rural", Anales de la Sociedad Rural Argentina, VI: 11 (1870), p.

    344. 40 Felipe Senillosa, "Economa rural", Anales de la Sociedad Rural Argentina, VH: 1 (i873), p. 18. 41 "Establecimiento San Felipe, en Ayacucho, del Sr. Pastor Senillosa", La Agricultura, 25 julio

    1895, p. 572.

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  • leza, anhelando siempre obtener lo mejor dentro de lo mejor, buscando el confort y desechando el lujo estril."42

    Esta prdica modernizadora se fundaba en la propia experiencia de los Senillosa como empresarios. A tono con un sistema de produccin ganadera que se volva ms especializado y ms intensivo en capital desde que asumieron la direccin de los nego-cios familiares, estos hermanos comenzaron a hacer fuertes inversiones para mejorar sus empresas rurales43. Los Senillosa se contaron entre los primeros estancieros del Plata en prestar atencin sistemtica al mejoramiento de sus rodeos, y en 1859 sentaron las bases de una cabaa de ovinos destinada a dotar de reproductores a la empresa de la familia. Para la dcada de 1870 las lanas y los reproductores de los Senillosa se contaban entre los mejores del pas, y la cabaa del establecimiento El Venado comenzaba a comercia-lizar sus productos con marcado xito44. En 1885, Felipe B. fue invitado a prologar un libro sobre La cra del merino y el cultivo de la lana, y all daba cuenta de los resultados de la transformacin de su empresa. Senillosa se ufanaba de que en 1858, al hacerse cargo de las explotaciones rurales de la familia, haban encontrado ovejas ordinarias "cuyo rinde era exiguo y de poqusimo precio". Gracias a sus trabajos, stas haban dejado lugar a animales que producan no menos de seis libras de lana al ao, y que "alcanzan desde diez aos a esta parte los mejores precios de la plaza."45

    Pastor y Felipe terminaron de dividir sus negocios en la dcada de 1880. Felipe B. qued con las tierras del Salado y parte de las tierras de Ayacucho. Felipe concentr sus energas en su propiedad de El Venado, e hizo de ella una de las estancias ms renombra-das de la pampa. Como muchos de sus pares de las dcadas de fin de siglo, Felipe se deslig de los diversos emprendimientos econmicos que haba llevado adelante su pa-dre, y destin todos sus recursos a la explotacin rural, a punto tal que al morir sus tierras representaban ms del 95% de su patrimonio, que superaba los 4 millones de pesos m/n. A diferencia de su progenitor, que nunca haba mostrado inters alguno en la vida rural, Felipe fue seducido por este estilo de vida, y erigi en su estancia una gran residencia, "un precioso chalet, estilo suizo" de catorce habitaciones, adems de una casa para el mayordomo y otra, "un grupo de cinco piezas, incluso escritorio, comedor y piezas para huspedes", donde pas parte importante de su tiempo46. Para comienzos de la dcada de 1890 Herbert Gibson, un destacado estanciero y experto agrcola, sealaba que "la estancia El Venado se cuenta entre aquellas que honra el pas en la que prospera, y su dueo es uno de los ms encomiables constructores del futuro de la nacin Argentina."47

    Despus de ms de treinta aos al frente de El Venado, Senillosa contrat a Pedro Pags (uno de los primeros ingenieros agrnomos graduados en la Argentina, y presi-dente de la Sociedad Rural en la dcada de 1920) como socio administrador, y

    42 "Seor Felipe Senillosa", La Agricultura, 21 febrero 1B95, p. 169. 43 "El Venado, del Sr. Felipe Senillosa", El campo y el sport , 18 marzo 1893, pp. 693-694; "San

    Felipe, del Seor Pastor Senillosa", El campo y el sport , 18 abril 1893, pp. 808-809. "Establecimiento San Felipe", pp. 571-573.

    44 Estanislao Zeballos, A t ravs de las C a b a n a s (Buenos Aires, 1888), pp. 91-100. 45 Felipe Senillosa, "La cria", p. 316. 46 Sucesin Felipe B. Senillosa, Archivo de la Justicia Federal, legajo 2808, ff. 291, 844-7. 4 7 Herbert Gibson, The History and Present State of the Sheep-Breeding Indus t ry in the Argentine

    Republic (Buenos Aires, 1893), p. 206.

  • crecientemente tom distancia de la gestin cotidiana de su empresa. En 1889 io encon-tramos comprando reproductores en la Exposicin Internacional de Pars, y recibiendo premios por sus productos48. Para entonces alternaba su residencia en Buenos Aires y en El Venado con prolongadas estadas en Europa. En esos aos finales de su vida, dio mayor amplitud a una serie de emprendimientos que evocan la multifactica figura de su padre. Felipe B. hered un marcado inters por el conocimiento cientfico y una elevada opinin del valor de la ciencia, que dirigi en particular hacia una crtica del catolicismo, entonces un declarado enemigo de la ciencia y el mundo moderno. Tambin se interes vivamente por el espiritismo, al que consideraba una disciplina estrictamente cientfica que deba desplazar a una Iglesia Catlica oscurantista y reaccionaria. De esta inquietud fue producto su Concordancia del espiritismo y la ciencia, que reconoci publicaciones en castellano y francs49. Como se advierte en su testamento, que desafa los dogmas de la fe, Felipe B. mantuvo estas convicciones hasta el fin de sus das.

    Felipe se interes tanto por la reforma de las almas como por la reforma poltica. Al igual que su hermano Pastor, Felipe B. sigui siendo, hasta el fin de su vida, un republi-cano convencido de la necesidad de regenerar un orden poltico al que describa como fraudulento y corrupto, y que consideraba un obstculo para la democratizacin de la Argentina. Este hecho merece destacarse, pues contradice las visiones historiogrficas que insisten sobre el carcter esencialmente antidemocrtico de los grandes propietarios de la pampa del periodo50. En verdad, al igual que muchos de sus pares del cambio de siglo, Senillosa crea que la sociedad argentina, en particular la sociedad rural pampeana, se encontraba libre de grandes tensiones sociales, y que por tanto un orden poltico ms transparente y menos sometido a la presin oficial no iba a significar un cuestionamiento de los privilegios de las clases propietarias51. De hecho, Felipe se manifest pblicamen-te a favor de un sistema que garantizase la independencia del votante. En una conferen-cia que ofreci en 1898, reclamaba "el establecimiento del voto secreto, la supresin de los grupos electorales, elemento de presin y de amenaza. El que v las urnas cumplir con su deber, debe ir slo y tranquilo como ira a su trabajo; debe depositar, consciente de lo que hace, su boleta debidamente controlada, sin que ningn miembro de la mesa receptora pueda saber jams por quien ha votado ste o aquel ciudadano"52. Para Senillosa, el sufragio secreto no hara ms que desplazar a los arribistas que medraban gracias a un sistema poltico corrupto, reforzando la posicin de los que gozaban de posicin y pres-tigio social. "Ms que a favorecidos desprovistos de las condiciones requeridas, se dara

    48 Gibson, The History, p. 195; "Seor Felipe Senillosa", p. 169; Carlos Lix Klett, Estudios sobre produccin, comercio finanzas intereses generales de la Repblica Argentina (Buenos Aires, 1900), tomo II, p. 1185.

    49 Para una biografa de Felipe Senillosa, con un detalle de sus escritos, consltese Boletn de la Liga Agraria, X:9- I2 (1906), pp. 159-161.

    50 Una formulacin relativamente reciente de esta hiptesis puede encontrarse en Waldo Ansaldi, "Reflexiones histricas sobre la debilidad de la democracia argentina, 1880-1930", en Anuario, 12 (Rosario, 1986-1987).

    51 Para un tratamiento ms extenso de este problema, remito a en mi The Landowners, pp. 88-90, 121-31, 141-46.

    52 Felipe Senillosa, "Actual Estado Poltico-Social de la Repblica Argentina y Reformas que reclama" folleto de la Unin Liberal, conferencia del 7 agosto de 1898, en AS, 2-6-15, p. 16.

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  • la direccin administrativa hombres que por su preparacin tcnica y su intachable conducta, dignamente correspondan la confianza en ellos depositada/'53 Fiel a esta visin defereneial de la sociedad argentina, y a ia creencia de que formaba parte de una aristocracia republicana que se haba elevado gracias a sus trabajos y sus mritos, en varias ocasiones intent pasar del terreno de las ideas al de la accin. Uniendo sus in-quietudes reformistas y anticatlicas, en 1898 impuls, sin mayor eco, la creacin de la Unin Liberal, argumentando que era imprescindible formar un partido abiertamente liberal, por lo que entenda una fuerza anticlerical y progresista. Pocos aos ms tarde lo encontramos, junto a su hermano Pastor y a otros grandes terratenientes, entre los funda-dores del Partido Demcrata, una fuerza antirroquista igualmente efmera.

    Felipe falleci en Barcelona en 1906, a los 58 aos. Vista en perspectiva, la vida del hijo mayor del ingeniero Senillosa resulta singular por su inters en perseguir objetivos pblicos o privados poco frecuentes en el mundo empresarial argentino. En otros aspec-tos, sin embargo, su trayectoria ofrece un ejemplo de esa figura caracterstica del fin de siglo: el estanciero innovador y progresista que tras asegurarse una fortuna se dedica a vivir de la renta de la tierra. Felipe dej una sola hija legtima, Pastora Blanca, que hered el grueso de su patrimonio, en el que destacaban las 9.000 hectreas de la estan-cia El Venado, y que se cas con un hombre de slida posicin. Tambin haba tenido una hija siendo soltero, Sofa. Esta recibi recursos suficientes a lo largo de su vida como para casarse con un noble francs, el barn de Jess Levas, y hered a la muerte de su padre sus tierras de Ayacucho, que entonces alcanzaban a 7.000 hectreas.

    El hecho de que Felipe entrara en el otoo de su vida gozando de un importante patrimonio debe haber contribuido a que en sus ltimos quince aos se desentendiera parcialmente de la administracin de su fortuna, adoptando la posicin de un rentista antes que la de un empresario. Como veremos, la historia de su hermano Pastor sera en algunos aspectos bien distinta. Su familia extremadamente numerosa lo oblig a adoptar una actitud que contrasta con el sereno otoo en el que se consumi la vida de su herma-no.

    Tras la divisin de la sociedad familiar en la dcada de 1880, Pastor qued con la parte principal de la estancia San Felipe, en Ayacucho, que comprenda una superficie de ms de 8.000 hectreas. Al igual que El Venado, San Felipe gozaba de gran reconoci-miento. a punto tal que en 1895 obtuvo los precios ms altos pagados en Buenos Aires por lanas finas. Sus caballos tambin eran particularmente renombrados.54 El semanario La Agricultura afirmaba en 1895 que gracias a antecedentes de este tipo "el estableci-miento San Felipe ha alcanzado la fama que merecidamente goza y... se le puedfe] en justicia citar como modelo."55

    En la primera mitad de la dcada de 1890, el sector rural atraves aos difciles vinculados a una fuerte y sostenida baja Je los precios de la produccin rural, a la que se sumaron una seversima sequa, y los efectos de la crisis financiera de 1890. Pastor fue uno de los afectados por esta situacin. En esos momentos sus hijos mayores paseaban

    5' [bul. p. 18. "Establecmiento San Felipe'', p. 572. La Agricultura, 3 octubre 901. p. 743.

    - "Establecimiento San Felipe", p. 573.

  • alegremente por Europa, pero debieron emprender el regreso para reducir gastos. En diciembre de 1890 el joven Juan Antonio, que se encontraba en Francia se lamentaba porque la crisis le impeda estar en Londres "tanto tiempo como en Pars" y "hacer un viaje en globo con rumbo al centro del continente"56. La situacin se torn ms difcil en los aos siguientes. A fines de 1894 la esposa de Pastor, Elvira Chopitea, le relataba a su hermano las penurias que atravesaban. Las ventas de ganado haban sido especialmente malas, probablemente por la sobreoferta provocada por la sequa y las urgencias de muchos productores: "anoche eran las tres de la maana y la rueda era en el comedor... se hablaba de irnos al campo por tres aos, hasta tanto se compongan las cosas y se pueda ir realizando algo, sin quemar todo ahora por cuatro reales y quedarnos sin nada."57

    La idea de residir en el campo le hubiera resultado extraa a cualquier gran propie-tario rural apenas dos dcadas atrs. En verdad, el gusto por la vida rural (y la transfor-macin de las rusticas estancias de la pampa en sofisticadas residencias de recreo que la acompa) es un fenmeno muy tardo, que revela una notable transformacin en el mundo de valores de las clases altas. Todava a mediados de la dcada de 1880, Emilio Daireaux sealaba que el nmero de personas que dejaban la ciudad para pasar el verano en el campo era muy reducido. Para entonces, afirmaba este agudo observador de las costumbres de la lite portea, los porteos de clase alta preferan pasar los calurosos meses del esto en la ciudad o en las quintas de los alrededores, y eran muy pocos los que se trasladaban hasta sus rsticas moradas rurales58. Y los que lo hacan, seguramente, eran aquellos que posean propiedades en las cercanas de la ciudad. Pero pronto el viajar regularmente a la estancia, y residir all al menos parte del verano, se volvi distinguido. La construccin de una densa red ferroviaria, la afirmacin del orden estatal y las trans-formaciones que experiment la ganadera en las dos dcadas finales del siglo (todas stas lideradas por grandes propietarios), hicieron posible que las clases altas se despla-zaran fcil y cmodamente hasta los lugares ms remotos de la pampa, y les permitieron apropiarse simblicamente de un mundo que hasta entonces haban considerado ajeno y poco menos que brbaro. En las dcadas que van de la primera presidencia de Roca a la Primera Guerra Mundial la campaa asisti a una verdadera fiebre de construccin o ampliacin de grandes residencias rurales, as como de gigantescos proyectos de parquizacin, que acompaaron (y expresaron) la recreacin de la identidad de segmen-tos fundamentales de las clases altas como una clase terrateniente59.

    El caso de la familia de Pastor Senillosa muestra bien este proceso de afirmacin, a veces de invencin, de las races rurales de las familias ms ricas de la Argentina. Desde la dcada de 1890 San Felipe comenz a desempear un papel central en su vida social. En esos aos, la estancia, que slo era visitada por miembros masculinos de la familia por motivos vinculados a su funcionamiento como empresa, sufri una gran

    56 Juan Antonio Senillosa a Juan Antonio Chopitea, 15 diciembre!890, AS, 2-5-11. 57 Elvira Chopitea de Senillosa a Juan Antonio Chopitea, 15 octubre 1894, AS, 2-5-11. 58 Emilio Daireaux, Vida y cos tumbres en el Pla ta (Buenos Aires, 1888 -primera edicin en francs,

    1884), vol. I, p. 130-4. S tandard , 1 marzo 1882, p. 3; 16 enero 1886, p. 1. Ricardo Hogg, Yerba Vieja . Episodios histricos y recuerdos del c a m p o a rgen t ino (Buenos Aires, 1940), p. 194.

    59 Vase, por ejemplo, El c a m p o y el sport ,24 septiembre 1892, p. 43; La Agricul tura, 18 abril 1895, p. 316; La Agricultura, 30 junio 1898, pp, 385-386. Para una perspectiva ms general, vase mi L a n d o w n e r s of the Argent ine Pampas , pp. 56-80.

  • transformacin edilicia. Los Senillosa, que hasta entonces pasaban los meses del esto en su residencia de Flores, en los alrededores de la ciudad, veranearon por primera vez en San Felipe a mediados de la dcada de 1890. Para ellos, como para muchos otros terra-tenientes, se trataba de una experiencia radicalmente nueva: "A mam y los nenes les ha sentado divinamente el campo. Van ya tres meses que estn y no han sentido ni un resfrio siquiera, as que estn contentsimos con la estancia, pensando en volver el verano prxi-mo, con ms comodidades, puesto que estarn listos los chalets y el nuevo parque", relataba uno de los hijos de Pastor a fines de marzo de 189560. Algunos meses ms tarde Pastor sealaba entusiasmado que "este ao seguramente se comer mucha fruta de aqu, del parque, pero despus la tendran no solamente para la familia, sino para todo el establecimiento y aun para la vecindad"61. Desde ese ao los Senillosa alquilaron y luego vendieron su residencia suburbana y permanecieron regularmente en San Felipe de diciembre a abril, salvo cuando estaban en Europa. En el cambio de siglo, la residen-cia ya contaba con lnea telefnica, electricidad y cancha de tenis, y poda albergar hasta unos cuarenta visitantes62. Para entonces, San Felipe tena una casa principal de 286 metros cuadrados, una capilla de 600 metros cuadrados, una casa habitacin para hus-pedes de 135 metros cuadrados, as como tambin otra casa principal, compuesta de 2 chalets de madera de dos plantas, de origen norteamericano. Se trataba de un estableci-miento en el que "se ha querido que no falte ninguna clase de comodidades"63.

    Para las dcadas del cambio de siglo, entonces, la vida rural apareca asociada, por primera vez, no slo a la esfera de la produccin, sino tambin a la de la recreacin. Confortable, bien comunicada, la estada en la residencia rural se haba tornado una experiencia placentera. Esta prctica resulta parti cu lamiente novedosa, y sin duda era una forma local del descubrimiento del ocio que se popularizaba entre las clases altas del hemisferio norte. A ella debe haber contribuido el veloz crecimiento que entonces expe-rimentaba la ciudad de Buenos Aires, que cre nuevos incentivos que invitaron a las clases altas a alejarse temporariamente de ese centro de febril actividad (y que tambin est en la base del xito del balneario de Mar del Plata). Conviene sealar que, para los Senillosa, el vertiginoso ritmo asociado con la vida en una gran urbe apareca ms incon-veniente que amenazante: en 1896, por ejemplo, Pastor le escriba a su hijo Felipe G., que pasaba el verano en la estancia de su to Felipe, "supngote muy tranquilo y gozando de ese aire puro y lejos de las impertinencias del campanilleo a la puerta de calle."64

    Para el cambio de siglo, Pastor Senillosa encar con su mujer y varios de sus hijos menores dos largos viajes a Europa, lo que nos sugiere que para entonces su situacin econmica haba mejorado. Las deudas que contrajo en los aos noventa lo acompaa-ran hasta su muerte. Lo que es ms importante, en esos aos del cambio de siglo Pastor debi enfrentar un nuevo problema, de muy difcil resolucin: el de ayudar a sus once hijos, que alcanzaban la mayora de edad, a instalarse en forma independiente. Senillosa se crea en la obligacin de dotar a sus .numerosos vstagos de medios que es permitie-

    60 Ricardo Senillosa a J. A. Chopitea, 30 marzo 1895, AS, 2-5-! 1. 61 Pastor Senillosa a Felipe G. Senillosa, 20 junio 1895, AS, 2-5-11. 62 Pastor Senillosa a I A. y Julio Senillosa, 3 febrero 1907, AS, 2-6-4. 63 Sucesin Pastor Senillosa, AJF (13.907), f. 319. 64 Pastor Senillosa a Felipe G. Senillosa, 13 noviembre 1896, AS, 2-5-11.

  • sen reproducir ei estilo de vida de clase alta que la familia disfrutaba desde los tiempos de Rivadavia. Es probable que si este empresario hubiese tenido una familia nuclear ms

    * pequea, sus ltimos aos no hubiesen sido muy distintos a los de su hermano. El nme-ro de personas a las que senta la obligacin de sostener en niveles de consumo cada vez ms altos (que eran los de la aristocracia territorial argentina en su etapa de esplendor) y, en muchos casos, buscarles ocupacin, amenazaba desbordar sus recursos, que, por otra parte, no haban sido aumentados sustancialmente con las tierras que su esposa Emilia Chopitea (hija de una tradicional familia del patriciado uruguayo), haba aportado ai matrimonio, pues stas apenas alcanzaban a 1.200 hectreas. En consecuencia, ia divi-sin del patrimonio entre sus once herederos simplemente haca imposible que sus tie-rras siguiesen cumpliendo el papel que hasta entonces haba desempeado como base de sustentacin de la segunda generacin de Senillosas. Ello tuvo consecuencias econmi-cas, pero tambin sociales, sobre esta familia.

    IV. La declinacin de una familia terrateniente

    Sabemos de los dilemas de Pastor porque en 1898, Eduardo, uno de los hijos, declar que deseaba estudiar agronoma. Como ya hemos sealado, en las dos dcadas finales del siglo XIX, la gestin de la empresa rural haba adquirido mayor prestigio que en cualquier momento del pasado y Eduardo, como su hermano Felipe G., se haba convertido en "un ardiente propagandista de los estudios agronmicos."65 A pesar de que Pastor se vea a s mismo como un terrateniente modernizador, recibi esta noticia sin entusiasmo. La administracin de los negocios rurales de la familia slo requera, adems de la direccin de Pastor, de los servicios de Ricardo, uno de sus hijos mayores, que viva en San Felipe (se trataba del primer Senillosa que resida permanentemente en la estancia, que hasta entonces haba permanecido a cargo de un mayordomo, Pedro Alchourron). Para Pastor, la insuficiencia de! patrimonio territorial de la familia conde-nara a Eduardo a trabajar para otros y a renunciar a la posibilidad de hacer fortuna. La actitud de Pastor sugiere bien que consideraba que una empresa rural slo cobraba ver-dadero sentido si se dispona de una gran explotacin, que hiciese posible obtener ga-nancia (en concepto de retribucin a la actividad empresarial) a la vez que renta (en concepto de retribucin a la propiedad del suelo)66. La posesin de una gran propiedad constitua la base del xito de una empresa rural, y, adems, tena el incentivo adicional de la valorizacin a largo plazo67.

    Pastor no abrigaba dudas sobre el valor de la tierra, a la que prefera por sobre cualquier otra forma de inversin68. Esta confianza en el valor de la propiedad inmueble

    65 Feiipe G. Senillosa a J. A. Chopitea, 17 mayo 1899, AS, 2-5-11. C(l Este problema ha sido analizado por Ernesto Laclau, "Modos de produccin, sistemas econmicos

    y poblacin excedente. Aproximacin histrica a los casos argentino y chileno", Revista Latinoamericana de Sociologa (1.969), V; y Guillermo Flichman, La renta del suelo y e! desarrollo agrario argentino (Mjico, 1977). Tambin Sabato, Capitalismo y ganadera, pp. 163-165.

    07 Pastor Senillosa a Felipe G. Senillosa, 15 marzo 1898, AS, 2-5-11. 68 Pastor Senillosa a Juan A. Senillosa, 9 abril 3.905, .AS, 2-6-2.

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  • se fundaba en el fuerte proceso de valorizacin que la misma haba experimentado a lo largo de toda la vida de este empresario. Para Senillosa, sin embargo, este proceso tena dos caras: al mismo tiempo que incrementaba el precio de las propiedades que ya posea, se eriga como el principal obstculo para futuras adquisiciones. Significativamente, todas las compras de tierra realizadas por Pastor en esos aos tuvieron lugar no en la pampa sino en zonas nuevas. Pero ya no se trataba, como en los tiempos de su padre, de tierras de frontera de gran fertilidad, sino de calidad inferior, en Salta o la Patagonia, que nunca seran objeto de un marcado proceso de valorizacin. Como iba a advertirse con el paso de los aos, comprar tierras fuera de la pampa poda resultar un negocio atractivo, pero estaba lejos de abrir el camino hacia la prosperidad. Para el cambio de siglo, las condiciones que a lo largo del siglo XIX haban hecho posible la construccin de las grandes fortunas territoriales de la Argentina ya no se encontraban vigentes.

    Este fenmeno contribuye a explicar por qu este terrateniente impuls a sus hijos a ingresai' en campos de actividad distintas a la produccin agropecuaria de exportacin. Desde la perspectiva de este empresario, fuertemente identificado con el sector rural, pero tambin abierto a la innovacin, reas como la produccin industrial o la provisin de servicios para el consumo domstico quiz aparecan como ms riesgosas y menos conocidas, pero en cambio ofrecan la posibilidad de obtener ingresos ms altos con un desembolso inicial menor. De una pequea explotacin agraria, de "una chacra", como afirmaba Pastor, se poda sacar slo un "lrico provecho"; nicamente una gran explota-cin rural garantizaba un ingreso sustantivo69. Constreido por su limitada dotacin territorial, Pastor Senillosa opt por ayudar a sus descendientes varones a ingresar en actividades que exigan inversiones iniciales menos cuantiosas que una explotacin ru-ral en la pampa. Alternativamente, se propuso hacer el gasto necesario para impulsarlos a "seguir una carrera cuyo capital sea su ttulo".

    Veamos, primero, algunos ejemplos de este segundo camino, como el que ofrece Felipe G., uno de los hijos mayores de Pastor. Felipe se gradu como abogado en 1891, y despus de un tpico Grand Tour por el Viejo Mundo, abri un estudio con Toms Le Bretn y Fernando Saguier, sus amigos y compaeros de causa radical. En esos aos contrajo matrimonio con Hortensia Cumplido, una propietaria uruguaya, y desde enton-ces complement sus honorarios profesionales con las rentas provenientes de las tierras de su mujer. Felipe G. manifest inters en la vida pblica y asociativa. En i 894 gan una banca en la cmara de diputados de la provincia de Buenos Aires por el radicalismo; tras el primer ocaso de este partido en la segunda mitad de los aos noventa, hizo de diversas asociaciones de empresarios su principal campo de accin pblica. Fue directi-vo de la Sociedad Rural Argentina a comienzos de siglo y ms tarde presidi la Sociedad Rural de la Pampa, del Neuqun y Rio Negro y tambin en la Liga Agraria. Tras el triunfo radical en las elecciones presidenciales de 191 , este yrigoyenista de toda la vida, amigo de juventud de Marcelo T. de Alvear, fue nombrado director de Agricultura y Defensa Agrcola, y mantuvo este cargo mientras Honorio Pueyrrcdn y Alfredo Demarchi ocuparon la cartera de Agricultura. Para 1917, sin embargo, Felipe G. se alej de la funcin pblica y de la figura de Yrigoyen, inclinndose por seguir una carrera judicial,

    69 Pastor Senillosa a Felipe G. Senillosa, 15 marzo 1898, AS. 2-5-11.

  • quizs con la esperanza de mantenerse al margen de los conflictos polticos que dividan al radicalismo y a la repblica. En 1921 fue designado juez de cmara; permaneci en ese cargo hasta su jubilacin en 193870.

    Felipe G. se distingui por su larga militancia en asociaciones empresariales y reparticiones estatales vinculadas al sector agropecuario, y porque a io largo de su vida logr hacerse de varios miles de hectreas (en su mayor parte de ellas en tierras patagnicas). De todos sus hermanos, fue quien, a primera vista, pareci continuar con mayor fidelidad la trayectoria de su padre. Al igual que Pastor, insista en la necesidad de comprar propiedades, y se negaba "a vender ni un palmo de la tierra con la que dar fortuna a mis hijos."71 La continuidad entre estas dos trayectorias es, de todos modos, slo superficial. Felipe G. se convirti en propietario rural gracias al ingreso que obtena como profesional del derecho. Al casarse, aument su patrimonio con las tierras que su mujer aport al matrimonio. En verdad, parecen haber sido sus honorarios y su sueldo como magistrado, ms que la renta del suelo, los que generaron la parte fundamental de su ingreso. En este sentido, nos encontramos frente a un propietario rural de un tipo distinto que su padre. Para Felipe G., la tierra era un complemento antes que la principal fuente de sus ingresos.

    Pastor Senillosa se interes vivamente por dotar a varios de sus descendientes va-rones de formacin en campos menos tradicionales. Un hombre de progreso, prefiri a Estados Unidos antes que a Europa para darle formacin a sus tres hijos que estudiaron en el extranjero. De ellos slo Julio adquiri una formacin profesional, como arquitec-to, primero en la Universidad de Cornell y luego en la de Nueva York. Julio fue un arquitecto menos destacado que su abuelo. De todos modos, a su regreso a la Argentina realizara diversos proyectos de cierta trascendencia, entre ellos el edificio de vivienda conocido como Palacio de los Patos72. Al igual que su hermano Felipe G., se gan la vida como un profesional liberal.

    Eduardo y Ernesto no completaron sus estudios en Amrica del Norte. A su vuelta al pas, Ernesto recibi ayuda de su padre para iniciarse en los negocios. Muy influenciado por el ideal de alimentacin sana que entonces ganaba adeptos en Estados Unidos, Er-nesto instal el que fue quizs el primer restaurant norteamericano en Buenos Aires, e incursion tambin en la fabricacin de alimentos. Para ello alcanz un acuerdo con la Natural Food Company, que lo asisti en la instalacin de "The Yankees". Ernesto fue, muy a su pesar, un adelantado a su poca. Pronto descubri que la empresa no estaba a tono con la cultura gastronmica argentina, orientada hacia Europa, y que nunca genera-ra ms que prdidas. 'Tenemos un riqusimo pan, el que nadie por nada cambiara, y nuestro nmero de diavticos [j/c] y enfermos del estomago es muy reducido", se la-mentaba tras la liquidacin de su empresa. Cuando mont su restaurant pareca confiar en que con l obtendra ingresos ms altos que con una inversin equivalente en tierra. Tras su fracaso como empresario del rubro de la alimentacin, su optimismo era menor,

    70 La Gaceta. Historial biogrfico de las fuerzas vivas del pas y de los valores de su vida poltica, econmica y social. Ao XXVII I (Buenos Aires, julio 1932), pp. 151-2; Quin es quin en la Argentina (Buenos Aires, 1947).

    71 Felipe G. Senillosa a Juan Antonio Senillosa, 5 octubre 1906, AS, 2-6-3. 72 Anah Ballent, "Senillosa, Julio", en A A W , Diccionario Histrico, p. 363.

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  • e insista en que "no hay ms mina en esta tierra, que el campo, y en profesiones: medi-cina y arquitectura."73 A partir de entonces colabor en la administracin de San Felipe, y ms tarde se dedic a negociar seguros y remates.

    Ernesto no fue el nico hijo de Pastor que fracas como empresario. En medio de la Crisis del Noventa, Roberto tambin haba perdido una suma aparentemente signifi-cativa, y desde entonces vivi endeudado74. Pastor tambin suministr los recursos ne-cesarios para que sus hijos Ricardo y Carlos montaran una fbrica que manufacturaba productos de cemento armado. "The American Cement Construction Company" (as se llamaba la empresa) estaba orientada a satisfacer la demanda generada por el sector rural, y produca tanques, baaderos, vigas, caos, columnas, galpones, cocheras, casas y oros objetos de ese tenor. Los Senillosa invirtieron el capital necesario para montar la empresa, cedieron la direccin tcnica, y se aseguraron la direccin administrativa75. Las finanzas de la compaa nos son desconocidas; en sus primeros aos la firma parece haber prosperado, y lleg a tener 235 operarios en 190576. Pero luego su rastro se pierde, y por lo que sabemos, los Senillosa se desvincularon de la empresa.

    El nombre de la "American Cement Construction Company" indica el inters que los Estados Unidos despertaban en esta familia. A comienzos del siglo XX, el acelerado proceso de crecimiento urbano e industrial que experimentaba el pas hizo de la expe-riencia estadounidense un espejo en el que muchos argentinos desearon mirarse. En el caso de los Senillosa, el inters en Estados Unidos fue estimulado por Juan Antonio, uno de los hijos mayores de Pastor, que pas varios aos en Amrica del Norte, gran parte de ellos como cnsul en Canad77. Este cargo, que no era rentado, fue el inicio de una carrera diplomtica que nunca lleg a consolidarse del todo, y que ms tarde abandon. Para equilibrar su cuenta de gastos, que caa sobre las finanzas de Pastor, apenas nom-brado cnsul Juan Antonio se dispuso a interesar a empresas norteamericanas en el mercado argentino. Entre muchas otras, hizo gestiones para atraer a empresas frigorfi-cas y para establecer una fbrica de cemento portland. Estas gestiones no dieron fruto78.

    Los gastos destinados a hacer frente a las erogaciones de la extensa prole constitu-yeron un pesado lastre para las finanzas de Pastor. En 1906 les escriba a sus hijos en Estados Unidos invitndolos a moderar sus gastos, y recordndoles a sus vastagos que "no son hijos de Vanderbilt"79. Dos aos despus volva a solicitarle, esta vez a Julio, que no se excediera80. Esta insistencia revela problemas muy graves, vinculados al debilita-

    73 Ernesto Senillosa a Julio Senillosa, 5 octubre 1906, AS, 2-6-3. 74 Elvira Chopitea de Senillosa a Juan Antonio Chopitea, 28 agosto 1894, AS, 2-5-11, 75 Ricardo Senillosa a Juan Antonio Senillosa, 7 octubre 1903, AS, 2-5-12. 76 Carlos Senillosa a Juan Antonio y Ernesto Senillosa, 13 abril 1905, AS, 2-6-2. 77 Juan Antonio haba logrado este nombramiento gracias a influencias familiares. Su designacin

    sugiere que gobierno y oposicin no eran compartimentos estancos, ya que fue Hiplito Yrigoyen quien, a instancias de Felipe G., intercedi ante el presidente Roca para obtener el nombramiento. Enterado de este pedido, Juan Antonio, que no senta admiracin alguna por el lder radical, le adverta a su hermano "que no entienda este caballero que esto cohibe mi independencia poltica, como sera el drmelas de radical pirotcnico. Antes que eso me afiliaba francamente al socialismo." Juan Antonio Senillosa a Felipe G. Senillosa, 26 julio 1903, AS, 2-6-2.

    78 Juan Antonio Senillosa a Walker (borrador), 4 octubre 1906, AS, 2-6-3. 79 Pastor Senillosa a Juan Antonio Senillosa, 2. diciembre 1906, AS, 2-6-3. 80 Pastor Senillosa a Julio Senillosa, 18 julio 1908, AS, 2-6-5.

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  • miento de su principal fuente de ingresos. En el ltimo tercio del siglo XIX, San Felipe se contaba entre las estancias ms modernas y prestigiosas de la pampa, pero para me-diados de a dcada de 1900 ya no formaba parte de ese grupo selecto. Esta empresa parece haber sufrido un proceso de desinversin relativa precisamente cuando, tras la Crisis del Noventa, la ganadera pampeana entraba en una acelerada fase de mejora-miento, impulsada por la apertura de las exportaciones de carne refinada. En esos aos, las empresas ganaderas requirieron de nuevas inyecciones de capital para renovarse y mantener sus mrgenes de beneficio. Pastor Senillosa no logr adaptarse bien a este cambio. Es cierto que su empresa no estaba en condiciones de sacar las mayores ventajas de esta nueva etapa de expansin, ya que sus tierras de Ayacucho no eran las ms aptas para el desarrollo de las praderas artificiales favorecidas por las nuevas tcnicas de pro-duccin de ganado refinado. De alguna manera, el azar aqu se volvi contra Pastor. Las tierras que su padre haba elegido con conocimiento y cuidado, especialmente aptas para la ganadera previa a la era del alambrado y las aguadas artificiales, se revelaron menos adecuadas cuando cambi la tecnologa ganadera. De todas formas, San Felipe perdi terreno precisamente en aquel campo que hasta entonces haba sido su fuerte: la cra de reproductores y haciendas finos, y para mediados de la dcada de 1900, segn afirmaba su administrador, los mrgenes de beneficio slo alcanzaban a la mitad de los esperados. De una explotacin que vala $ 2,5 millones apenas se lograba obtener una ganancia del 5%, unos $ 125.000 anuales81.

    La cada de su ingreso no le permiti mantener su nivel de consumo y simultnea-mente servir sus deudas, que se iran abultando con el paso del tiempo. Con el objetivo de compensar la cada de su ingreso rural, Senillosa incursion en nuevas actividades. As, intent organizar un banco y una compaa para explotar la paja del lino. La suerte no lo acompa en estas aventuras, por lo que comprometido por pesadas deudas, se vio forzado a liquidar activos. En 1907 vendi casi toda su hacienda (ms de 60.000 anima-les) y una parte sustancial de la cabaa, y arrend la mayor parte de su estancia82. El dinero obtenido de la venta fue destinado en su mayor parte a saldar compromisos y refinanciar su pasivo. Pastor tambin les compr a sus hermanas su parte de la vieja casa familiar ubicada en el centro de la ciudad, que, cuando se traslad con su familia, al ao siguiente, a una gran residencia en el Barrio Norte, destin a casa de renta. Dado que los ingresos por la venta fueron menores a lo esperado, en parte debido a que una fuerte sequa deprimi los precios, poco pudo destinarse a reequipar la cabana83. A partir de entonces, los Senillosa se quedaron con una explotacin reducida a menos de 2.500 hectreas. La renta de San Felipe y de su antigua residencia en el centro de la ciudad les brindaba un ingreso de casi $ 140.000 anuales, a lo que debe sumarse el ingreso genera-do por las tierras de Salta84.

    No fueron pocos los estancieros que en la etapa final de su trayectoria se alejaron de la gestin de sus empresas para adoptar ms plenamente la figura del rentista. No es ste el caso que nos ocupa, pues la liquidacin de la hacienda y el arriendo de San Felipe

    81 Eduardo Senillosa a Julio y Juan Antonio Senillosa, 19 septiembre 1907, AS, 2-6-4. 82 Sobre la venta, La Nacin, 27 noviembre 1907, p. 4. 83 Pastor Senillosa a Roberto Senillosa, 14 octubre 1908, AS, 2-6-5. 84 Ricardo Senillosa a Roberto y Felipe G. Senillosa, 20 mayo 1908, AS, 2-6-5.

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  • haban sido resistidos por Pastor desde ei momento mismo en el que esta posibilidad le haba sido planteada por sus hijos a comienzos de 1906. Su renuencia no se deba a motivaciones de ndole econmica, ya que coincida con eilos en cuanto a las ventajas de la operacin. No se trataba tampoco de un rechazo a la figura del rentista, que para Senillosa, como para muchos de sus congneres, no se distingua del todo de la del empresario (lo que revela la centralidad de la renta territorial como modo de apropiacin de valor para estos hombres de negocios). En verdad, para Pastor, ser estanciero no era simplemente un modo de ganarse la vicia: era asimismo un elemento constitutivo de su identidad. Ello se advierte bien en una carta que su hijo Felipe G. escribi en marzo de 1906. All Felipe G. se manifestaba en favor de liquidar el ganado y reducir la empresa, pero saba bien que su padre se iba a resistir: "dejar de ser estanciero? No tener lanas, novillos y capones por miles! Da pena, pero me guardara muy bien ci evitarlo."8-"* Por cierto, Pastor slo cedi a la presin familiar despus de caer gravemente enfermo, y de ser intervenido quirrgicamente a fines de 1906. Y an entonces vea el remate de la hacienda como parte de una operacin de rescate de su cabana. Pastor, deca su hijo Eduardo, "quiere que su cabaa sea -y ser- una de las mejores del pas y que cuando se hable de los productos de San Felipe sea slo para ponderarlos."86

    Esta promesa no se cumpli. La cabaa nunca recuper su antiguo esplendor, y Senillosa, disminuido fsicamente, falleci en su querido San Felipe en la primavera de 1910. Pastor pas sus ltimos aos atormentado por la certeza de que no haba logrado emular la notable trayectoria de su padre. Su imagen pblica, sin embargo, fue otra: la de un destacado empresario rural que haba servido con distincin a su pas tanto en la actividad privada como en las numerosas comisiones honorarias que desempe a lo largo de su vida, entre las que se cuentan su paso por instituciones tan centrales para la vida econmica del pas como el directorio del Banco de la Nacin y la Caja de Conver-sin. En sus aos finales, Pastor fue repetidamente celebrado como uno de los grandes protagonistas de la historia empresarial de! pas, y su muerte se produjo cuando ocupaba la presidencia de la Caja de Conversin87. Al fallecer, Senillosa fue honrado como "una de las figuras ms descollantes de nuestro mundo social", y el da de su entierro la bandera nacional flame a media asta en todos los edificios pblicos del pas88.

    Pastor no haba disimulado su orgullo cuando