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análisis de los antecedentes de la revolución mexicana

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Page 1: 004 Primera Etapa de La Revolucion Mexicana Condiciones Revolucionarias y Cauida de Porfirio Diaz. Pp 6 a 16

NUE\'A EPOCA, VOL. 2 JUL-SEPr 1993, NUnl. 3

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ÍNorcEPRESENTACION

ENSAYOS

Primera etapa de la Revolución Mexicana:condiciones revolucionarias y caída de PorfirioDiaz, f910-1911Santiago Portilla

Caciques y caudillos en el oriente mexicano,1919-19292 el caso de Veracruz y TabascoJavier Ros¿s

Sindicatos y partidos políticos en MéxicoJuan Felipe Leal

De cómo llegó Fidel...Somuel León

1959: crisis y restructuración capitalista.Crónica de una derrota obrera

t7

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Rocío Guadarrama

III TEORÍA

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IV

v

La democracia como problema de la sociedadde masasUmberto Cerroni

COMENTARIOS POLÍTICOS

RESEÑAS

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ENSAYOSPRIMERA ETAPA DE LA

REVOLUCIÓN MEXICANA:CONDICIONES REVOLUCIONARIAS YCAÍDA DE PORFIRIO D1AZ,1910-1911

Santiago Portillo

Entre quienes estudian el Estado mexicano actualdifícilmente hay quien niegue que el origen de su for-mación es la Revolución Mexicana, entendiéndola co-mo la década 1910-1920. Hablar de momentos de con-solidación posteriores no invalida el reconocimientoanterior. En el estudio de esos años es fácil advertircuatro etapas: 1910-1913, caída del viejo régimen ygestión del gobierno democrático; l913-1914, golpemilitar, dictadura y lucha constitucional contra ella;1914-1916, lucha de facciones: proyecto de Estado yaspiraciones populares, y l9l1-1920, primer gobiernoconstitucional, pacificación y caudillismo. Si bien lasrebeliones armadas no terminaron ahi, si fue la últimavez que el poder cambió de manos por esa vía.

La primera pregunta sobre ese decenio es: ¿en qué con-diciones se inició la Revolución y cómo cayó el régimende Porfirio Diaz? El presente ensayo intenta dar res-puesta a esa pregunta.*

En 1908 prácticamente nadie en México pensaba quePorfirio Díaz pudiera se derrocado por las armas, ex-cepto los militares del Partido Liberal Mexicano, cu-yos jefes principales, con Ricardo Flores Magón a lacabeza, se encontraban exiliados en Estados Unidos.Sin embargo, el viejo presidente presentó su renunciaen mayor de l9ll, obligado por una insurrección na-cional que estaba por destruir su ejército.

Desde 1909, como preparación para las elecciones ge-nerales de 1910, surgierón algunas organizacionespoliticas de oposición al régimen porfirista. Para lospropósitos de este ensayo baste considerar las doscorrientes más importantes, el reyismo y el antirreleccionismo.

Los orígenes del primero se remontan a los primerosaños del siglo, cuando empezó a manifestarse una esci-sión entre los grupos porfiristas que dominaban por

* Para el estudio documental y narrativo del mismo problema, remi-

to al lector a mi trabajo Una sociedad en armas: insur¡ectión an-

tirreeleccionista en México, 1910-1911. Tesis, El Colegio de México,t982.

completo la escena política. La división se hizo patenteen 1904, a propósito de la designación para la vicepre-sidencia, que había sido restablecida. Dos fueron lospersonajes que se mencionaron como posibles paraocupar el puesto: el general Bernardo Reyes, que pocoantes había sido secretario de Guerra y a la sazón eragobernador de Coahuila y comandante de la tercerazona militar (Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas), yRamón Corral, exgobernador de Sonora y secretariode Gobernación; a Corral lo apoyaba el personaje másimportante del gabinete y enemigo más notable de Re-yes: el secretario de Hacienda José Ives Limantour, ca-beza del grupo conocido como los "científicos".

En 1909 revivió la disputa con intensidad. Como seisaños antes, los dos grupos no ponian en duda la presi-dencia del general Díaz; luchaban por la vicepresiden-cia. Pero esta vez esa lucha tenía una trascendenciarfayor, pues la edad avanzada del Presidente hacíaprobable su muerte durante el siguiente sexenio, con loque el vicepresidente sería el sucesor virtual. Nueva-mente la competencia fue entre Corral y Reyes.

La candidatura de Ramón Corral fue la primera en serformalizada, en una asamblea del Club o Partido Re-eleccionista, agrupación formada por quienes se aline-aban con los "cientifícos". En el Círculo NacionalPorfirista se encontraban quienes apoyaban a Bernar-do Reyes. Las dos organizaciones eran las encargadasde reelegir aDiaz con el beneplásito y promoción ofi-ciales. En 1909 no se permitió al Circulo Nacional Por-firista nominar a Reyes. Durante su convención, quedeseaba esperanzada el visto bueno del Presidente a sucandidato, Diaz envió su decisión, que era una ordeninapelable en favor de CorraL Además, fueron losrepresentantes del círculo quienes ofrecieron formal-mente las candidaturas de la fórmula Diaz-Corral, el 2de abril.

Como esa fecha era todavía lejana a las elecciones, losreyistas buscaron otras instancias de organización,confiando en que el Presidente cambiaría su parecer.Desde fines de 1908 algunos de ellos, entre quieneshabía diputados federales, habían formado el PartidoDemocrático. Éste, sin declararse abiertamente reyis-ta, tenia esa orientación, esperando hacer su nomina-ción en una convención. Después de abril, sin embar-go, ellos mismos, junto con otros reyistas, formaronclubes en algunas regiones del país para sostener abier-tamente la candidatura del general Reyes.

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ENSAYOS ESTUDTOS POLTTTCOS

Que hayan aparecido estas organizaciones debe desta-carse porque se trata de porfiristas (su fórmula electo-ral era Díaz-Reyes) que rebasan las instancias oficialespara promover sus intereses políticos; una oposiciónnacida de las filas mismas del régimen es el resultadomás relevante de la escisión de los grupos dominantes ydel carácter monolítico de las decisiones gubernamen-tales. Otro hecho importante es la amplitud que alcan-zó ese movimiento. Participaron en é1, principalmente,sectores medios de Ia población, en regiones del centroy el norte del país; por sus antecedentes, Reyes teniamuchos simpatizantes en el ejército, y en 1909 lo se-

cundaron algunos grupos de oradores. En varios luga-res del país hubo mítines y manifestaciones. En algu-nas ocasiones se dio el caso de que actos preparadospor corralistas fueron boicoteados y convertidos en re-yistas.

Acaso el dato más interesante del reyismo es que fueun movimiento sin cabeza. Aun cuando sus promoto-res más importantes eran conocidos por su cercaníacon el general Reyes, y su hijo, el licenciado RodolfoReyes, se contaba entre ellos, el viejo militar nuncaaceptó públicamente Ia candidatura que se le ofrecía.Atento a los deseos del Presidente, rechazó reiterada-mente la oferta. Como sus partidarios persistieran, hi-zo una declaración definitiva en ese sentido. Simultá-neamente, Diaz le hizo ver la conveniencia de que se

alejara temporalmente de México, con la consecuenciade que sus amigos quedarian desprotegidos si insistíanen organizarse para las elecciones. Reyes fue enviado aEuropa con una comisión menor y en la gubernatura yzona militar fue sustituido por el general JerónimoTreviño, enemigo político que de inmediato se dedicóa disolver las bases del poder reyista en la región. Losorganismos reyistas optaron entonces por disolverse.Esto ocurría en septiembre de 1909.

Que el reyismo haya crecido intensamente en pocotiempo y haya tenido la fuerza para poner en alarma alos corralistas, aun con la renuencia pública del gene-

ral Reyes, indica que en sectores amplios de la pobla-ción privaba el deseo de un cambio, aunque fuera apa-rentemente menor como la vicepresidencia' La partici-pación posterior de muchos reyistas en otro partido re-fuerza esta idea.

Toda la maquinaria política fiel a Limantour y a

Corral se había movilizado en contra de Ios reyistas,considerando la fuerza del exsecretario de Guerra. Encambio, habÍan subestimado otra corriente que habiainiciado su organización en mayo, y estaba de-

sarrollándose tan ampliamente como el reyismo. Unhacendado coahuilense, Francisco L Madero, que habiaparticipado en 1905 en la política estatal, era el almadel Centro Antirreeleccionista de México. Había ini-

ciado una serie de giras de propaganda, con actos muyconcurridos.

El programa antirreeleccionista era sencillo: sobre labase de que México estaba en riesgo de verse sometidoindefinidamente a un régimen de poder absoluto si sepermitía la imposición de Ramón Corral, había queorganizar clubes en todo el país, para después realizaruna convención nacional en la que se nominarían can-didatos a presi<lcnte y vicepresidente. El primero, en lamente de los dirigentes, podria ser Porfirio Díaz sólo siéste aceptaba ser postulado con un independiente, pa-ra que la elección vicepresidencial fuera libre. Pero enprincipio el antirreeleccionismo se refería también a lapresidencia.

Gracias al ferrocarril, Madero hizo cuatro giras por va-rios estados cada una. Además, dedicó una exclusiva-mente a Coahuila. Recorrió aproximadamente dos ter-ceras partes del país. En varios estados encontró resis-tencia de las autoridades, que impedian la realizaciónde actos politicos. Aun entonces Madero establecíacontactos para canalizar a los independientes locales.En donde el reyismo había prendido, convocó a los re-yistas a que se le unieran, lo que logró en buena medida.

Con su actividad intensa y con la partida de Reyes,Madero se perfiló como la única figura de la oposiciónque llegó a ser cc¡nocida en casi todo México. En abrilde l9l0 se efectúo la Convención Antirreeleccionista,con representación de casi todos los estados y dos or-ganizaciones afines. Asistieron ciento veinte delega-dos, cada uno con derecho a un voto por cada quinien-tas firmas o fracción que llevara su credencial. Hacien-do un cálculo sobre el número de votos para la elecciónde candidatos, el minimo de antirreeleccionistas repre-sentados era de treinta y cinco mil. De la convenciónsalió el Partido Nacional Antirreeleccionista, unifica-do y con candidatos propios, pues en una plática entreMadero y Diaz éste se negó incluso a hablar de asuntospolíticos, con lo que se cerró la posibilidad de unatransacción. ¡

Conforme se aproximaban las elecciones, programa-das para el último domingo de junio y primero de ju-lio, la represión se acentuó. En numerosos lugaresfueron encarcelados dirigentes y militantes antirreelec-cionistas y muchos se escondieron o se exiliaron. El 4de junio Madero emprendió su segunda gira como can-didato presidencial. Fue ovacionado en estaciones deltrayecto, en San Luis Potosi, en Saltillo y en Mon-terrey, aun con la oposición de autoridades y policía,insuficientes ante el número de partidarios. Al día si-guiente de su llegada a Monterrey, el7 de junio, Made-ro fue aprehendido frente a la casa de su padre; se leacusó primero de encubrir la fuga de su compañero

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ENSAYOS ESTUDIOS POLITICOS

Roque Estrada y, después, de insultar al Presidente en eldiscurso que había pronunciado en San Luis Potosí. Sele mantuvo preso indefinidamente.

A pesar de que el gobierno federal y los localesmostraban claramente cuál era su posición frente a laparticipación electoral de los antirreeleccionistas, eldía de las elecciones primarias se presentaron a las ur-nas numerosos votantes independientes. Pero los por-firistas recurrieron a numerosas formas de fraude,auxiliados por las autoridades, desde ocultar el lugaren que se instalaron las urnas, hasta el uso de la fuerzaarmada para alejar a los antirreeleccionistas de las ca-sillas, y aprehensiones. La fórmula oficial fue declaradavencedora prácticamente por unanimidad. Por cierto, es-te tipo de resultados era considerado por Madero comosíntoma de la inexistencia de una democracia. Maderofue conservado en prisión, con lo que el régimenparecía suponer que su figura podía ser explosivatodavía, en lo que no andaba errado. En general, sinembargo, para los porfiristas el resultado electoral fueel fin del peligro antirreeleccionista. Pasadas las elec-ciones los presos fueron casi todos paulatinamente li-berados.

Cuando se celebraron los comicios ya eran intensos lospreparativos para celebrar el centenario de la Indepen-dencia. A los cien años de independencia se agregó elbrillo apoteótico y heroico de treinta años de gobiernoporfirista, con el que México entraba por derecho pro-pio al gran mundo de las naciones modernas. Fueroninvitados, y llegaron, representantes ceremoniosos detodo el mundo, hasta de los remotos países orientales,que fueron alojados en el lujo deslumbrante de la aris-tocracia mexicana. Durante todo septiembre y los pri-meros dias de octubre fueron testigos de innumerablesfiestas, ceremonias e inauguraciones de todo tipo. Fuela consagración internacional del "orden y progreso"con el "héroe de la paz" , Porfirio Diaz, en la cúspidedel reconocimiento.

El régimen no advirtió lo que habían significado laparticipación electoral y el fraude. La respuesta dadapor el nuevo Congreso a un inmenso memorial de losantirreeleccionistas por el que solicitaban la anulaciónde las elecciones fue un escueto "no ha lugar". El me-morial estaba compuesto por cientos de testimonios detodos los estados; a cada uno se le agregaron las refe-rencias precisas a las leyes electorales infringidas porlos porfiristas. Pero este proceso legal ya no era el ob-jetivo mas importante de los antirreeleccionistas: em-pezaron a preparar el terreno para una insurrección ar-mada.

Por debajo del triunfalismo oficial, la respuesta del ré-

gimen a una organización nacional se volvió en su

contra como una crisis politica, en la medida que

empleó la fuerza y frustró la participación civil. Laac-tividad política entre 1909 y l9l0 no tenía precedentesen el periodo porfirista, ni lo tenía una oposición na-cional unificada. Por eso el fraude electoral hizo másevidente la ruptura de la legalidad por parte del gobier-no; la convicción no necesitaba más, pues habia sidocaracterística del porfiriato el uso y abuso de los códi-gos legales para Ia monopolización del poder. Para losoposicionistas perseguidos había quedado muy claroque su acción podía justificadamente tomar otras vías.Se trataba de una crisis de legitimidad.

Justo cuando se concentraban la atención, la satisfac-ción y el cansancio del régimen, al finalizar la gran ce-lebración secular, el 5 y 6 de octubre respectivamente,Madero y Estrada se fugaron de San Luis Potosí,ciudad que tenían por cárcel en libertad caucional.Cruzaron la línea fronteriza y llegaron a San Antonio,Texas, donde se reunieron con los principales dirigen-tes antirreeleccionistas.

Trlunfo de la Democn¡cia

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Madero llevaba esbozado un plan para convocar alpueblo a una insurrección armada en contra de lasautoridades generales, con el argumento básico de laevidente inconstitucionalidad de su representación apartir del fraude en las elecciones. Con ayuda de suscorreligionarios en pocos días se dio forma definitivaal plan, que fue fechado el 5 de octubre en San LuisPotosí. Se imprirnieron cuarenta mil ejemplares, cuyadistribución se hizo mediante correos a diversas partesdel país, aprovechando la red tejida en la organizaciónelectoral.

Conforme se avanzó en esa organización, Madero se

trazó un plan optimista, al que dedicó la mayor partede sus esfuerzos y sus recursos. Se trataba de golpes rá-pidos que darían el control casi inmediato de Puebla,Pachuca y Ia ciudad de México, donde pensaba que losecundaría una parte del ejército. Esto levantaría deinmediato una insurrección general, con lo que en doso tres meses el país estaría bajo control de los insurgen-tes. Por su parte, él se pondría en el norte de Coahuilaal frente de un ejército reforzado por el levantamientogeneral, incontenible.

Sin embargo, el plan se descubrió en los primeros díasde noviembre. Se puso una vigilancia estrecha sobrelos antirreleccionistas de la ciudad de México, que es-taban bajo el mando del ingeniero Alfredo RoblesDomínguez, y pronto se descubrió que estabancomprando armas, y algunas conexiones con personasde Hidalgo, Puebla y Guerrero. Las aprehensiones porestos descubrimientos en la capital y en Pachuca hicieronque se pusiera en alerta a las autoridades locales, queiniciaron investigaciones sobre los antirreeleccionistas,cuando los había.

Las pesquisas en Puebla llegaron al jefe de la policía apracticar un cateo en la casa de Aquiles Serdán, pues

sospechaban, acertadamente, que éste había regresadoa esa ciudad ocultamente. En ese momento Serdán ysus hermanos repartían armas entre una veintena de

conjurados; había doscientos rifles, con su respectivoparque. La resistencia obligada hizo presente al ejérci-to y se desató un asalto que fue resistido varias horas,hasta que casi todos los defensores fueron muertos;entre éstos habia mujeres y niños. Si bien lo de los ni-ños no se supo públicamente, la noticia se esparció portodo el país, dramáticamente.

En estas condiciones, el 20 de noviembre hubo trecepronunciamientos, siete de ellos en Chihuahua. Elmismo día, el intento de Madero de pasar a Méxicofracasó, pues de trescientos hombres supuestos se pre-

sentaron sÓlo diez y los conjurados de la poblaciónfronteriza cercana, ciudad Porfirio Diaz, tampococumplieron su parte del plan por haber sido descubier-tos.

Simultáneamente, las autoridades norteamericanasdictaron orden de aprehensión contra Madero, y éstese vio forzado a disfrazarse y ocultarse; se dirigió conuno de sus hermanos a Nueva Orleáns, con sentimien-tos encontrados. Por un lado, el desaliento lo llevaba apensar que había fracasado y lo mejor sería desistirse.Por otro, su convicción del estado político de Méxicolo sostenía; planeaba hacerse de armas y un bote y de-sembarcar en alguna parte del Golfo de México. Tam-bién lo sostuvieron noticias de Chihuahua, donde larebelión parecía haber prendido, con éxitos sobre fuer-zas del ejército federal.

Aunque no como Madero lo pensara, el proceso in-surreccional se había iniciado. A partir de Chihuahua,donde se sostuvo constante, se fue extendiendo prime-ro a los estados adyacentes, después a otras regiones.En Veracruz hubo hechos constantes, pero de diversosgrupos sin mucha conexión ni fuerza. Tabasco tam-bién fue afectado en diciembre. En los primeros dosmeses, fuera de Chihuahua, hubo pocos grupos persis-tentes y las victorias en enfrentamientos fueron casisiempre para las tropas gobiernistas. Esta relación fuecambiando en los meses posteriores, en la medida enque aparecieron nuevos grupds en zonas del centro y elsur. A base de experiencias bélicas tentativas y deunión entre gíupos cercanos, los rebeldes acumulabanfuerza.

No podemos continuar sin preguntarnos sobre el ori-gen profundo Ce la movilización insurreccicnal. Apa-rentenlentc c\ consecuencia de la lucha política. Prrcantes vimos que los organizadores de esa lucha se be-neficiarorr, a su vez, de una corriente de opinión gene-ralizada que deseaba el cambio. A su convocatoriaelectoral respondieron principalmente sectores socialesde las ciudades mayores y otras poblaciones relativa-mente importantes en el país. Los dirigeníes de los clu-bes antirreeleccionistas fueron, si bien con algunas ex-cepciones, personas ilustradas y de posición social me-dia y alta. Eso explica que para Madero el levanta-miento ocurriria primero, y sobre todo, en ciudadesimportantes. Pero esto no fue así y en el proceso de in-surrección se advierte una participación de signocontrario, en que los actores fueron más población ru-ral, de sectores populares. Si bien la jerarquía generalse mantuvo entre los primeros líderes políticos y lomismo se puede decir de casi todas las estatales, apare-cen jefes militares de extracción popular, o cuandomenos rural, con dominio local; en el caso deChihuahua, con una coordinación efectiva desde elprincipio. Los soldados revolucionarios eran en surnayoria campesinos, rancheros, mineros y peonesferrocarrileros.¿Cómo se puede explicar esta nueva participación, queen última instancia decide la posibilidad de la rebeliónarmada? Por un lado, cabe la posibilidad de que a pe-

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sar de la poca participación en la etapa política de sec-tores rurales y populares, también hayan sido sensibili-zados por la campaña antirreeleccionista y por larepresión en las elecciones; pero es dificil pensar que lasbanderas electorales y la represión de un movimientoajeno fuera motivo suficiente para que se levantaran enarmas. Una razón más profunda puede encontrarse enel modelo porfiriano de modernización sindemocratización.

Desde antes de Porfirio Díaz los liberales buscabanaplicar en México los sistemas vigentes en los países yapara entonces industrializados, tanto en lo económicoy administrativo como en lo político y gubernativo. Enlo económico, se buscaba la industrialización en base ala libre empresa; dado que los sistemas productivosmodernos tenían que ser importados se hizo necesariala participación del gobierno como promotor de laeconomía. En lo politico, se queria un régimen de-mocrático con ejercicio efectivo de garantías indivi-duales.

Cuando Porfirio Díaz llegó al poder, en 1876, en laeconomía mundial se iniciaba el auge de la expansiónfinaniiera de los países capitalistas europeos y de Esta-dos Unidos, un elemento que hacía inevitable una ma-

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yor vinculación de México a la producción interna-cional. Otro aspecto fundamental de ese momento erala estabilidad política interna alcanzada a partir deltriunfo liberal sobre franceses y conservadores. Estadicotomia: estabilidad y flujo de capital extranjero,determinó el carácter básico del porfiriato. Está tradu-cida en su lema "orden y progreso".

El orden se alteró momentáneamente en 1872 y 1876por rebeliones de Porfirio Dia7.. Contra Benito Juírezno tuvo éxito, pero si contra Sebastián Lerdo de Teja-da. La bandera en los dos casos fue la implantación dela no reelección. Como presidente, Diaz continuó elproyecto de desarrollo liberal en cuanto a la aspira-ción de implantar los sistemas productivos modernos.El excedente de capitales producidos por los paisescentrales le amplió enormemente las posibilidades deesa modernización. Díaz vio que era necesario dar fa-cilidades y garantías para la inversión de aquellos re-cursos en el país. Sin embargo, la política económicano rinde frutos a corto plazo. Por esta raz6n, unida ala idea de que todavía no se podía confiar en un siste-ma político en que se alternara el mando democrática-mente, Diaz decidió continuar con el poder para ase-gurarse el éxito de su proyecto. En otros términos,sacrificó la modernización politica por la económica.

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Los logros del desarrollo porfiriano son notables: se

tendió una red amplia de ferrocarriles, se recuperó laminería, aumentaron las exportaciones de minerales yalgunos productos agrícolas, creció el mercado inter-no, se ordenaron las finanzas públicas, se equilibró labalanza comercial, se superó el déficit del presupuesto,se desarrollaron parcialmente algunas industrias ma-nufactureras. En el terreno agrario se optó por estimu-lar la creación de grandes unidades productivas; la de-cisión tenia un aspecto político, que era la continuidadde las Leyes de Reforma en lo referente a imponer co-mo regla universal la propiedad privada.

Este dinamismo económico tuvo repercusiones impor-tantes en la estructura social: aparecieron nuevos gru-pos sociales, como el de los ferrocarrileros, peones yoperadores; otros crecieron, como el de los mineros y,en menor escala, el de los obreros industriales, así co-mo los sectores medios, administradores, profesiona-les y empleados; otros se fortalecieron, como los ha-cendados, los exportadores y los extranjeros capitalis-tas; otros fueron debilitados, como los campesinos decomunidades cuyas tierras pasaron a ser propiedadprivada, y aun dispersados en dos sentidos: forzadosa emigrar por la falta de tierra y ocupación, y aniquila-dos o deportados cuando presentaron resistencia a losproyectos modernizadores.

\a negación, en lo político, de la bandera original anti-rreeleccionista llevó al abuso de la ley para justificar lapermanencia del Presidente y los gobernadores en elpoder. El mismo esquema se repitió a nivel local conlos jefes políticos, que dejaron de ser elegidos para sernombrados por el Presidente, dándoseles preeminenciasobre los municipios. La monopolización del poderfue causa y efecto de una concentración paralela de lariqueza. Además, impidió que los sectores socialesafectados negativamente por el desarrollo porfirianotuvieran representación política en la toma de deci-siones.

En los primeros años del siglo se dio una declinaciónpaulatina en los precios de los productos que Méxicoexportaba. La caida de mayores consecuencias fue ladel precio de la plata. Entre 1907 y 1908 hubo una cri-sis financiera internacional. En México se redujo la ac-tividad minera y disminuyó el ritmo de construcción deferrocarriles, a lo que se añadieron malas cosechas.Aumentó el flujo de migración de mano de obra alnorte del país y al sur de Estados Unidos, pero la crisishabía afectado las posibilidades de empleo en esas re-giones. Las tensiones sociales se hicieron más agudas,pero no tenían vías de expresión política.

También algunos sectores beneficiados en general porel desarrollo encontraron cerradas las puertas al po-der, ya fuera por sus ideas políticas o por tener intere-

ses encontrados con los de grupos hegemónicos. Fue elcaso de personas de la clase media y aun de medianos ygrandes propietarios. La educación y posibilidades deestos sectores, sobre todo en las poblaciones importan-tes,''los hacia más concientes de la necesidad de orga-nizarse políticamente. Esto explica el éxito, primero,del reyismo y, después, del antireeleccionismo en lalucha electoral, y las condiciones sociopolíticas del de-sarrollo en el porfiriato explican la respuesta que pro-vocó cl llamado a las armas entre sectores rurales y po-pulares. Estas características generales se expresaronen cada caso según la dinámica socioeconómica y polí-tica estatal o regional. En Chihuahua, por ejemplo, elacoso desde fines del siglo xIx del clan gobernanteTerrazas-Creel sobre tierras de comunidades indepen-dientes (sobre todo de colonias militares) y la pérdidade derechos municipales determinaron la resistencia delos afectados por la politica estatal, su participación enclubes antirreeleccionista durante 1909-1910 y su coor-dinación efectiva, a pesar de divisiones internas, para lainsurrección en l910- l9l l. La dirigencia política en laentidad estuvo a cargo de Abraham Gonziúez,administrador de empresas que pertenecía a unafamilia políticamente import¿nte en el estado.

La respuesta inmediata del régimen a la insurrecciónfue insuficiente. Militarmente, ante los brotes enChihuahua de los primeros tres días de noviembre, sepensó en México que las autoridades locales, con elauxilio de hacendados y comerciantes, podrían reclu-tar fuerzas para oponer a los rebeldes. Los primerostriunfos de Pancho Villa y Pascual Orozco, y la inca-pacidad general de las autoridades locales para levan.tar su propia defensa, obligaron pronto a enviar fuerzafederal. En conjunto, se pensó que setecientos cin-cuenta hombres serían suficiente refuerzo para contro-lar la situación en el estado.

Políticamente, Porfirio Diaz aceptíla iniciativa de ungrupo de chihuahuenses, entre los que se encontrabaun pariente de Abraham GonzAlez, para negociar conlos insurrectos y terminar politicamente el conflicto. Elintento no prosperó por las exigqncias de los rebeldes yporque los hombres fuertes del estado, Enrique C.Creel y Alberto Terrazas, se opusieron a la conci-liación. Creel era secretario de Relaciones Exteriores ygobernador constitucional de Chihuahua. Aunqueausente, Terrazas era el heredero del mayor poder eco-nómico en la entidad. Convencieron al Presidente deque sería mejor usar la fuerza para acabar con los gru-pos alzados y así escarmentarlos. Terrazas fuenombrado gobernador interino en sucesión de JoséMaría Sánchez, de quien se sospechó que había con-sentido la misión del grupo conciliador. Asimismo, fuesustituido el jefe de la zona militar correspondiente.

Entre diciembre y enero se enviaron a Chihuahua sol-dados hasta completar más de cinco mil, aproximada-

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mente una cuarta parte de todo el ejército. Las opera-ciones militares del gbbierno se ejecutaron bajo elmando directo y lejano del presidenteDiaz, quien asu-mió la dirección de la campaña desde el principio.

Esa centralización no se correspondía con la jerarquíaque operaba en el terreno. Con pocas excepciones, loscontingentes federales que entraron en acción, no sóloen Chihuahua, estaban formados por fracciones dedistintas unidades. Cada batallón estaba repartido en va-rios lugares. Ese fraccionamiento se acentuó por nece-sidad, pues inicialmente los revolucionarios actuabanen grupos pequeños en varias regiones, y se mandabancontingentes proporcionales a enfrentarlos.

Además, el ejército mostró otras debilidades: la mayorparte de sus efectivos eran de infanteria, lo que le res-taba eficacia frente a grupos montados, especialmenteen zonas alejadas de las vías férreas; no era frecuenteque los jefes y oficiales conocieran el terreno en queactuaban; en varias ocasiones el mando fue torpe, es-pecialmente en lo referente a la persecución del enemi-go y a la información sobre sus movimientos; los sol-dados, reclutados a fierza, carecian del espiritu sufi-ciente para sostener una campaña cuyo teatro de ope-raciones se amplió a casi todo el país, contra un enemi-go móvil.

Por su entrenamiento, la capacidad de combate de lossoldados federales era mucho mayor que la de los in-surgentes. Éstos tuvieron a su favor una moral de com-bate más elevada y, sobre todo, el apoyo de la mayorparte de la población civil. Entre febrero y abril del9l I se multiplicaron los grupos rebeldes; en el últimomes hubo acciones en dieciocho estados. El ejércitono fue suficiente siquiera para rnandar refuerzos a to-dos los lugares donde prendió la rebelión. Además, envarias regiones se dio un proceso de concentración degrupos y de amenazas a poblaciones cada vez más im-portantes, incluidas las capitales de algunos estados.Desde marzo, ta iniciativa estaba definitivamente enmanos de los insurgentes y los federales estaban a ladefensiva.

El ejército porfirista se había mostrado en las fiestasdel Centenario muy bien pertrechado, con armamentomoderno alemán y francés, como uno de los símbolosde la estabilidad y de la modernización. En aquellaocasión también desfilaron contingentes de policía ru-ral en trajes de gala. Las dos fuerzas eran, efectiva-mente, un pilar importante del sistema, que cumplíancon eficacia la tarea de enfrentar las resistencias so-ciales al proyecto de desarrollo.

El ejército no era grande; ni estaba todo tan bienequipado como los que desfilaron en el Centenario; dehecho, su número había disminuido en el porfiriato,

aunque a cambio se le había incluido en el proceso demodernización, dotándolo de armarnento y mejoran-do su sistema educativo; fue el primer paso importantehacia la profesionalización de las fuerzas armadas. Elrégimen era civilista, no militarista, a pesar de queDiazhabia ganado su prestigio como militar. Sin em-bargo, su ejército fue suficiente para los retos que sepresentaron, siempre circunscritos a una zona o regióndeterminada. Sus limitaciones se hicieron patentes sólofrente a una insurrección de sectores sociales que hastaentonces habían sido pacíficos, en lugares dispersos,primero en Chihuahua y el Norte, y después en casi to-do el país. Esta debilidad relativa frente al movimientoarmado fue un estímulo para la proliferación de gru-pos rebeldes.

El gobierno se puso a la defensiva tambiénpolíticamente. Al terminar enero dio un nuevo giro enChihuahua, donde Terrazas fue sustituido por MiguelAhumada, cuyo propósito era lograr una negociacióncon los rebeldes. Fue el primero de cuatro cambios,degobernadores muy impopulares. En marzo el gabinetefue renovado casi totalmente, medida que no tuvo nin-gún efecto pacificador, pues entre los nuevos secreta-rios no se incluyó a ningún representante de los in-surrectos. El primero de abril Díaz anunció ante elCongreso medidas que retomaban las banderas princi-pales de los antirreeleccionistas: restablecimiento, enla Constitucióh, del principio de no reelección, refor-ma de las leyes electorales y fraccionamiento de gran-des propiedades agrarias. El desprestigio del régimenera tal que todos estos gestos de aveniencia fueron in-terpretados como signos de debilidad y sus efectosfueron contrarios a la pacificación.

Entre abril y mayo de l9l I se multiplicaron las zonasen conflicto. También se hizo estable el dominio rebel-de de algunas regiones; las poblaciones.ocupadas erancrecientemente importantes. En todas fueron desti-tuidas las autoridades políticas y generalmente se susti-tuyeron con personas cuando menos afines al movi-miento. El dominio territorial de los federales se redu-jo considerablemente. En algunos estados sólo retu-vieron la capital; en los que había más actividad elcampo quedó prácticamente en poder insurgente. Es laimagen de una crisis político-militar.

Los elementos mencionados como componentes de esa

crisis se circunscribieron a México. Pero hubo otro, decarácter externo, fundarnental para la insurrección: lavecindad de Estados Unidos, en particular la fronterade ese país con el nuestro.

Con el siglo xx se inició una intensificación de la emi-gración de trabajadores mexicanos al mercado laboralnorteamericano, que en poco tiempo sobrepasaron elnúmero de los mexicanos "viejos", es decir, los

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descendientes de qurenes habitaban California, Arizo-na, Nuevo México y Texas antes de 1848. Entre 1900 yl9l0 se duplicó el número de mexicanos que vivianen Estados Unidos. Los trabajadores se empleaban enplantaciones, huertas, minas y tendido de ferrocarri-les, principalmente; una buena parte de esa emigraciónera estacional, por lo que constantemente había mexi-canos que cruzaban en ambos sentidos la línea fronte-riza. A ese movimiento laboral se agregó uno político,de perseguidos por el gobierno porfirista.

A finales de 1903 los dirigentes del Partido Liberal Mé-xicano se vieron forzados al exilio. Desde allálanzaronun programa de reformas y convocaron a un levanta-miento armado para luchar por ellas. En 1907 se insta-laron en los Ángeles, California, y a los pocos mesesfueron encarcelados por dieciocho meses; poco des-pués de obtener su libertad fueron metidos otra vez enprisión, de donde salieron el 3 de agosto de 1910, pocomenos de cuatro meses antes de la insurrección antirre-eleccionista.

La prensa que los liberales sostuvieron tenazmente,con cortas interrupciones, difundió, tanto en amboslados de la frontera como en muchos lugares de Méxi-co, una ideología combativa que denunciaba en tonossombríos las injusticias del régimen y proclamaba lanecesidad de combatir a la tiranía. Los lectores de Re-generrción, Revolución yPunto Rojo fueron muchosy muy variados. Los escasos hechos de armas que pro-tagonizaron los liberales en 1906 y 1908 fueronampliamente divulgados.

El número de expatriados en Estados Unidos aumentóconsiderablemente en l9l0 con los antirreeleccionistasque huían de la represión desatada a raiz de la luchaelectoral. Estos se concentraron en San Antonio, Te-xas, a donde también llegó Francisco I. Madero des-pués de fugarse de San Luis Potosí. El mercado de ar-mas norteamericano era muy amplio, sobre todo en lafrontera, donde era común su posesión y los agentes delas fábricas viajaban continuamente de ciudad enciudad y de pueblo en pueblo. La Iibertad de ese co-mercio hacía fácil adquirir pertrechos discretamente.Los antirreeleccionistas aprovecharon esa facilidad ymetieron a México armas y parque de contrabando;era el origen del arsenal de los Serdán en Puebla. Tam-bién hicieron una campaña de reclutamiento en laspoblaciones fronterizas norteamericanas.

Cuando los porfiristas descubrieron el proyecto sub-versivo solicitaron de inmediato a las autoridades esta-dunidenses la aprehensión de las cabezas visibles bajoel cargo de violación a las leyes de neutralidad; laspruebas aparentemente irrefutables, eran el Plan de

San Luis Potosí y una proclama que lo acompañaba,en que sé invitaba el ejército a unirse a la rebelión. Sin

embargo, las gestiones no tuvieron la respuesta que es-peraba el gobierno mexicano.

El Departamento de Estado hizo ver al embajador enWashington que en ese país había libertad total deexpresión y que las ideas políticas, no importabacuáles fueran, podían difundirse por todos los medios.Lo único que se podía hacer era vigilar para evitar quese formaran grupos armados en territorio norteameri-cano para invadir el país vecino. Conforme se acercó el20 de noviembre, fecha fijada para estallar el movi-miento, Madero fue más estrechamente vigilado. Sudesaparición el 18 motivó que se dictara orden deaprehensión en su contra, que logró burlar. Más tarde,Madero dejó de ocultarse en Nueva Orleáns y se fue ala zona de El Paso, Texas, para estar más cerca de loshechos en Chihuahua. Ahí fue detectado en febrero,por lo que se vio forzado a internarse en territorio me-xicano; este hecho fue un incentivo para la apariciónde nuevos grupos insurgentes en varios puntos delpaís.

Descontando a Madero, los principales organizadoresantireeleccionistas en el exilio permanecieron libresdurante la insurrección. Abiertamente hacian unapropaganda intensa; clandestinamente, hacian acopiode armas y parque, contrabando de lo mismo y reclu-tamiento. Contaban con el mejor auxilio que se puedetener: una simpatía muy amplia de la poblaciónfronteriza, tanto mexicanos como norteamericanos, yde una buena paite de la prensa. Hubo algunos casos deaprehensiones, por violación a la neutralidad, de solda-dos y jefes rebeldes sorprendidos en flagrante contra-bando o armados en compañía del lado norteamerica-no. Pero se trataba de una justicia aplicada siempre demanera individual; después de algunas diligencias sepodia salir generalmente con una fianza, aunque huboquienes no pudieron pagarla. Este procedimiento se

amparó siempre en los estatutos de neutralidad norte-americanos, que no podían usarse en contra de los de-rechos individuales básicos.

Esta neutralidad del gobierno estadunidense no se apli-ca sólo por su legalismo. Internámente, pesaba la opi-nión pública que favorecía la insurrección y una si-tuación política en que la mayoría en el Congreso erademócrata, siendo republicano el Presidente, WilliamH. Taft. En relación a Porfirio Diaz, se había enfriadoel aprecio que se le tenía por algunas decisiones queafectaron intereses de Estados Unidos: la nacionaliza-ción de los ferrocarriles, el acercamiento a los capitaleseuropeos, el retiro de la concesión de la bahía Magda-lena, Baja California, y el asilo concedido al presiden-te Santos Zelaya, depuesto en Nicaragua con apoyonorteamericano.

Por su parte, los antirreeleccionistas no se limitaron enaquel país a la propaganda y fomento clandestino de la

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sublevación. Casi desde el principio nombraron unrepresentante en Washington que promoviera su causaante el gobierno y ante el cuerpo diplomático. Respal-daban su posición con un respeto total por las pro-piedades estadunidenses en el teatro de operaciones.Aunque nunca fueron recibidos oficialmente por auto-ridades norteamericanas, sí llegaron a ganarse su con-ftanza cuando el fin de Porfirio Diaz estaba próximo.

Con informe de los cónsules norteamericanos en Méxi-co, recibidos por el Departamento de Estado en febre-ro, en los que se decía que el proceso de insurrecciónestaba en marcha y había un degcontento general, elpresidente Taft decidió movilizar en los primeros díasde marzo veinte mil soldados a la frontera, previendola posibilidad de una intervención, para proteger a losnorteamericanos en México y sus propiedades. Estoprovocó un gran impacto en México, sobre todo en lasesferas oficiales. A partir de ese momento la posibleintervención fue un temor constante, lo que contribu-yó a que el gobierno buscara una salida negociada a lacrisis.

Simultáneamente a la movilización de la tropa norte-americana, se envió un cuestionario a los cónsules enMéxico pidiéndoles información sobre número de re-volucionarios y soldados porfiristas, número de norte-americanos y valor de sus propiedades susceptibles deser destruidas, y capacidad de los mismos para defen-derse de turbas hostiles mientras llegaba auxilio de supaís. De las respuestas se puede hacer la siguientesíntesis: prácticamente en todas partes existía un des-contento generalizado que de un momento a otropodría derivar en brotes armados; donde ya los habia,los insurrectos cobraban fuerza y los soldados gobier-nistas perdían terreno; con muy pocas excepciones, losnorteamericanos no habían sufrido perjuicios en laszonas en conflicto, además de la suspensión de algunasde sus actividades, y lo más importante: casi unánime-mente los cónsules pensaban que una intervención delejército estadunidense sería lo peor para los interesesnorteamericanos, pues consideraban que si ocurrieralos bandos mexicanos olvidarían sus diferencias paracombatir la invasión; a¡1adían que en cuanto ésta seiniciara se desatarían asesinatos en masa de norteame-ricanos y destrucción de sus propiedades. Entonces sedecidió en Washington no intervenir en México mili-tarmente, aunque sin hacerlo público.

Las posibilidades de organización en la frontera norte-americana, la simpatía general hacia los exiliados e in-surgentes y la actitud de las autoridades entre laneutralidad y la intervención dieron un margen de ac-ción a los rebeldes, sin el cual su lucha hubiera sido,cuando menos, mucho más dificil.

En mayo los contingentes federales más importantes;estaban concentrados en algunas de las principales

ciudades, a la defensiva, con el movimiento revolu-cionario en plena efervescencia. Su destrucción eracuestión de poco tiempo. El l0 de mayo fue tomadaciudad Juárez, Chihuahua, por la fuerza mejor orga-nizada y pertrechada de los insurrectos, al mando deFrancisco I. Madero. Agua Prieta, Sonora, fue ocupa-da al día siguiente por abandono de la tropa federalasediada. Estas poblaciones fronterizas dieron, consus aduanas, elementos nuevos de financiamiento ymejores condiciones para adquirir armas en EstadosUnidos. El 15, después de una semana de asedio ycombates intensos, cayó Torreón, Coahuila, que eraun centro ferrocarrilero estratégicamente importante.En el sur, el 14, fueron ocupadas Chilpancingo e

Iguala, Guerrero, sin combatir, y el 19, en Xalitla,fueron sorprendidos y capturados con toda su impedi-menta y armas los quinientos federales que anteshabían burlado el sitio de Chilpancingo. También el 19cayó Cuautla, Morelos. Varios gobernadores escri-bieron a Porfirio Díaz sobre el poco control que teníande sus estados; el de Puebla, uno de los recién nombra-dos, solicitó que se le aceptara la renuncia.

Los sectores sociales privilegiados, a los que el gobier-no acudió para su defensa, no respondieron sinomínimamente. También muchos entre los favorecidospor el régimen estaban desencantados del mismo ypensaban que era conveniente un cambio para romperel monopolio'del poder a nivel federal, estatal y local.Los pocos grupos de defensa civil que se organizaronfueron militarmente incompetentes, con muy contadasexcepciones. Por el contrario, el apoyo a los insurrec-tos era generalizado y por lo común eran bien recibi-dos o aceptados en las poblaciones o zonas que llega-ron a controlar.

Estos hechos militares y sociales tuvieron sus corres-pondientes políticos en el cambio del gabinete en la se-gunda quincena de marzo y en el recoñocimiento quehizo el Presidente de las demandas revolucionarias elprimero de abril. Los ofrecimientos cle su discursofueron seguidos, a los poeos días, de una misióndiscreta y extraoficial para entablar contactos con losdirigentes antirreeleccionistas y explorar las posibilida-des de negociar el fin de la insurrección. Además de lasmedidas anunciadas, los enviados llevaban autoriza-ción para ofrecer casi la mitad de las gobernaturas,puestos en el gabinete y nuevos diputados y senadoresde los estados que fueran cedidos. Fueron primero aWashington a entrevistarse con el doctor FranciscoYíu;qu.ez Gómez, representante del gobierno provi-sional insurgente en esa ciudad, quien los escuchó confrialdad y los encaminó hacia Madero. El20 de abrilllegaron a El Paso, Texas. La ciudad contigua del ladomexicano, ciudad Juárez, se encontraba asediada; latropa al mando de Madero había completado el cercoel día anierior y se aprestaba para el ataque.

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Por negociación de Yázquez Gómez con el embajadorde México en Washington se acordó una tregua paraentablar pláticas de paz. Al cabo de unos días, en queMadero vaciló en cuanto a la exigencia de que renun-ciaran el Presidente y el vicepresidente, cedió ante losenviados oficiosos del gobierno. Entonces se nombróun representante oficial, con autorización plena parapactar con delegados de la insurrección, el magistradoFrancisco Carvajal, quien llegó a ciudad Juárez el 2 demayo. Pero a última hora Madero cambió nuevamentesu decisión, presionado por sus principales colabora-dores y sus propias dudas. Carvajal no estaba faculta-do para tratar la renuncia presidencial, por lo que serompió la negociación el 4 de mayo.

El día 7, sin embargo, el peso de la expansión del mo-vimiento armado a casi todo el país hizo que PorfirioDíaz reconociera en un manifiesto la posibilidad de su

retiro, con lo que hubo una nueva base para dialogar.Pero antes de que se reanudaran formalmente las pláticas los soldados revolucionarios iniciaron espontáne-amente el ataque a c'iudad Juárez, el día 8; Madero nopudo evitarlo y tuvo que ordenar el ataque general. Laplaza fue rendida dos días después, con las consecuen-cias y en la situación ya expuesta. El 2l de mayo el Pre-sidente aceptó renunciar en un lapzo de diez dias, perolo hizo el 25, cuando ya su casa era apedreada por ma-nifestantes que exigían a gritos la renuncia. Seis diasdespués se embarcó en Veracruz rumbo a Europa. Asíterminó una época que nueve meses antes había sidocelebrada como la consagración en México del progre-so y de la estabilidad política. Ese final del porfiriatofue también el comienzo de la Revolución Mexicana.

La imurrección antirreeleccionista y la caída de Porfi-rio Diaz se deben, en síntesis, a la concurrencia de los

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siguientes elementos diversos: un desarrollo económi-co y politico esencialmente concentrador de la riquezay el poder; una contradicción entre el dinamismo eco-nómico y el anquilosamiento político

-modernizaciónsin democratización; una escisión en dos de los grupospoliticos dominantes, que disputaban la sucesión delviejo Porfirio Diaz, reyista y corralistas; una inclina-ción en la sociedad hacia el cambio en el poder, en for-ma de participación civil en la esfera urbana y de secto-res sociales medios y ricos; la acción de una personali-dad activa y unificadora de las tendencias relativamen-te moderadas al cambio, Francisco I. Madero; la orga-nización de un partido politico nacional de oposiciónpara las elecciones de 1910, el Partido Nacional An-tirreeleccionista; la incapacidad del sistema de poderpara reconocer el peso político y social de la oposición,demostrada en la represión y el fraude; la participa-ción nacional reprimida en sus objetivos electoralesprovocó el derrumbe de la legitimidad porfiriana anteuna porción significativa de la sociedad. La combina-ción de estos elementos produjo una crisis politica, en-tendida ésta como conciencia de la necesidad de uncambio,político fuera de los marcos institucionales, ensectores amplios de la sociedad.

La crisis política derivó en crisis político-militar por laconjunción de los siguientes aspectos: una voluntad de

rebelión entre los antirreeleccionistas, que fue puestaen acción aprovechando la organización política pre-via para el compromiso y acopio de armas; el régimenno advirtió pronto los efectos de su intransigencia, porlo que sólo tardíamente intentó ganar la iniciativa a losinsurreccional, el movimiento se amplió geográfica ysocialmente al campo y a sectores populares debido alas situacion socioeconómica originada en el modelode desarrollo porfiriano y al impacto ideológico delantirreeleccionismo; la frontera norteamericana fue unespacio social y politicamente favorable para la propa-ganda, acopio de armas y reclutamiento de los rebel-des, de gran importancia para el movimiento; el ejérci-to federal no estaba preparado para enfrentar un mo-vimiento disperso geográficamente, y esa debilidad re-lativa se hizo cada vez mayor; las medidas políticas delgobierno para contener los levantamientos, cerradasprimero al diálogo y conciliatorias por fuerzas más tar-de, fueron inútiles; la proliferación de grupos insurrec-tos en casi todo el pais y el paso de los más importantesde una guerra de guerrillas a una de posiciones hizocreciente la debilidad relativa del ejército, que fue obli-gado a replegarse a las ciudades más importantes. Porúltimo, la destrucción inminente del ejército federalfue evitada con la renuncia de Porfirio Diaz, que per-dió su poder personal a cambio de conservar lo quetodavía se sostenía en pie del sistema.