biblioword.files.wordpress.com€¦ · web viewve con dios. cuando volvió, vio a su esposa...

28
El pescador y el pez dorado Alexandr Puchkin Érase una vez un pescador anciano que vivía con su también anciana esposa en una triste y pobre cabaña junto al mar. Durante treinta y tres años el anciano se dedicó a pescar con una red y su mujer hilaba y tejía. Eran muy pero que muy pobres. Un día, se fue a pescar y volvió con la red llena de barro y algas.

Upload: vanbao

Post on 01-Sep-2018

223 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

El pescador y el pez dorado

Alexandr Puchkin

Érase una vez un pescador anciano que vivía con su también anciana esposa en una triste y pobre cabaña junto al mar. Durante treinta y tres años el anciano se dedicó a pescar con una red y su mujer hilaba y tejía. Eran muy pero que muy pobres.

Un día, se fue a pescar y volvió con la red llena de barro y algas.

La siguiente vez, su red se llenó de hierbas del mar. Pero la tercera vez pescó un pequeño pececito.

Pero no era un pececito normal, era dorado. De repente, el pez le dijo con voz humana:

-Anciano, devuélveme al mar, te daré lo que tú desees por caro que sea.

Asombrado, el pescador se asustó. En sus treinta y tres años de pescador, nunca un pez le había hablado. Entonces le dijo con voz cariñosa:

-¡Dios esté contigo, pececito dorado! Tus riquezas no me hacen falta, vuelve a tu mar azul y pasea libremente por la inmensidad.

Cuando volvió a casa, le contó a la anciana el milagro: que había pescado un pez dorado que hablaba y que le había ofrecido riquezas a cambio de su libertad. Pero que no fue capaz de pedirle nada y lo devolvió al mar. La anciana se enfadó y le dijo:

-¡Estás loco! ¡Desgraciado! ¿No supiste qué pedirle al pescado? ¡Dale este balde para lavar la ropa, está roto!

Así, se volvió al mar y miró. El mar estaba tranquilo aunque las pequeñas olas jugueteaban. Empezó a llamar al pez que nadó hasta su lado y con mucho respeto le dijo:

-¿Qué quieres, anciano?

-Su majestad pez, mi anciana mujer me ha regañado. No me da descanso. Ella necesita un nuevo balde porque el nuestro está roto.

El pez dorado contestó:

-No te preocupes, ve con Dios, tendrás un balde nuevo.

Volvió el pescador con su mujer y ella le gritó:

-¡Loco, desgraciado! ¡Pediste, tonto, un balde! Del balde no se puede sacar ningún beneficio. Regresa, tonto, pídele al pez una isba1.

Así volvió el viejo al mar y este estaba revuelto. Llamó de nuevo al pez y este le preguntó:

-¿Qué quieres, anciano?

-Su majestad pez, mi anciana mujer me ha regañado aún más. No me da descanso. La anciana amargada pide una isba.

El pez dorado contestó:

-No te preocupes, ve con Dios, tendrás una isba.

Cuando volvió, se encontró a la anciana sentada en una piedra y, a sus espaldas, había una maravillosa isba con chimenea de ladrillo y un gran portón.

No quedaba rastro de la cabaña de madera.

-¡Estás loco! Desgraciado! -volvió a gritarle la anciana-. No quiero vivir como una pobre campesina, quiero ser una burguesa.

De nuevo, volvió al mar a buscar al pez. El mar no estaba en absoluto tranquilo. Llamó al pez y este le dijo:

-¿Qué quieres, anciano?

-Su majestad pez, mi anciana mujer me ha regañado nuevamente. No me da descanso. Ella quiere dejar de ser campesina, quiere ser burguesa.

-No te preocupes, anciano. Ve con Dios.

Cuando volvió, vio a su esposa ataviada con ropas caras, un collar de perlas, botas rojas y una corona. Tenía criados a los que azotaba continuamente.

El viejo le dijo:

-¡Buenos días, noble señora! ¡Estarás ahora contenta!

Pero ella ni lo miró y lo hizo llevar a las cuadras.

Volvió a obligarle a ir al mar por la fuerza. Incluso llegó a pegarle en la cara.

Ya no quería ser burguesa y le dijo que le pidiera al pescado que la convirtiera en zarina2. Eso hizo el anciano. Volvió al mar, que estaba de color negro y agitado y le pidió al pez lo que su anciana mujer le había solicitado.

Cuando volvió a la aldea, su mujer estaba sentada en una gran mesa llena de manjares y servida por infinidad de criados. Detrás había soldados con hachas que vigilaban su seguridad. El viejo hizo una reverencia y le dijo:

-¡Buenas, su alteza zarina! -y ella lo hizo sacar de allí a palos y casi le dan con las hachas.

Esa semana la anciana lo hizo llamar de nuevo. Le dijo que quería ser la dueña del mar y poseer incluso al pez mágico. Lo mandó de vuelta al mar para que cumpliera con sus deseos.

El anciano le dijo al pez que su mujer quería ser la dueña de todo, vivir en el mar y por supuesto, poseerlo a él. El mar estaba absolutamente revuelto. Había una tormenta con olas tremendamente grandes y daba miedo acercarse.

El pez le salpicó con la cola y no dijo nada.

De repente, el anciano se encontró en su barca pescando con su vieja red. En la orilla, su anciana y amargada mujer estaba sentada frente a la casucha en la que habían vivido siempre.

A sus pies, estaba el balde roto.

FIN

La princesa que no sabía reír

Diz que Juan Pereza era el único hijo de un matrimonio. Vivían en la campaña. Y la madre todos los días lo mandaba a cuidar las ovejas. Y allá lejos había una laguna di ande ellos vivían. Y ellos siempre se lo encargaba que no vaya y que no deje llegá279 las ovejas a la laguna porque la laguna era brava.

Y un día diz que 'taba cerca de la laguna, y en eso diz que viene un martín pescador280 y si allega a la laguna y caza un pescadito y se va volando. Y lo que va volando se le escapa el pescadito y cái afuera de la laguna. Y entonce va a verlo Juan Pereza. Y el pescadito lloraba y lo hablaba a Juan Pereza, que haga el favor de tirarlo al agua. Y como Juan Pereza era perezoso, no quería. Y ya el pescadito 'taba a punto de agonizar y tanto rogalo por fin le bajó la voluntar a Juan Pereza, y rezongando lu alza y va y lo tira a la laguna. Entonce el pescadito dice:

-Esperame, Juan Pereza, que te voy a regalá una virtú.  —650→  

Y se pierde pal fondo de la laguna y al rato ya viene y se saca una escamita, y se la regala a Juan Pereza, y le dice:

-Mirá, esta escamita es de virtú. Cuando necesités de mí, pedile a la escamita, que al momento se te lo representará.

Y así hizo Juan Pereza y agarró y lo guardó a la escamita. Y se va a buscá las ovejas. Y a más tenía la orden de la madre que todos los días tenía que volvé con una carga de leña. Y entonce, a la tarde, Juan Pereza saca la escamita y lo pide:

-Por la virtú del pescadito, que mi hagáis llegar a casa una tremenda carga de leña y las ovejas.

Y así jue. Llevó a las casas las ovejas y una gran carga de leña rodando, y encima de la carga de leña iba él.

Y después tomó idea por irse a otro lugar. Y se jue donde había un rey. Y en eso el Rey dispuso buscarle matrimonio para la hija.

La hija del Rey no sabía reír para nadie. Entonce dispuso el Rey que quén lo hiciera reír a la niña, se casaría con ella.

Entonce el Juan Pereza se jue a aquel pueblo.Áhi se jue al monte y preparó un carro y una yunta de bueyes que eran sapos.

Y por disposición del Rey tenían que pasar por delante de la niña todos los que querían hacerla reír para casarse con ella. Llamó para que pasen todos los príncipes, por áhi. Y por áhi cruzaron todos saludandolá y haciendolé chistes y gracia. Lo cual jue que ninguno podía conseguir de hacerla reír a la niña.

Después llamó a la segunda categoría que eran los dotores y abogados. Todos pasaban por el mismo lugar y ninguno conseguían di hacerla reír.

Después llamó la clase baja. Tampoco conseguía nada.Después de la clase baja, venían al último, Juan Pereza con el carro cargar de leña, y

los que tiraban eran los sapos, eran la yunta 'e güeyes. Y entonce, cuando venían cruzando por frente ande 'taba la niña, al ver esta cosa tan rara, le dio gracia a la niña y se rio por primera vez.

Entonce el Rey ordenó que lo detengan a Juan Pereza. Y áhi ordenó de que él tenía que ser el esposo de la niña, y sinó  - penaba la vida, y por no matalos a los dos, llamó un comisario y los hizo botar a los dos lejo, en una montaña di árboles.

Y bueno, allá los botaron pa que se los comieran las fieras, ande ellos no podían volver más. Entonce la niña lloraba amargamente de verse al lado de Juan Pereza y botada tan lejo. Entonce Juan Pereza le dice:

-No llorís. ¿Por qué llorás?Áhi lo contemplaba y lo pregunta:-¿Tenís ganas de comer?Entonce la niña le dice:-¡Sí, cómo no!Y él le dice:-Mirá, cerrá los ojos, yo voy a decir unas palabras y cuando termine de decir las

palabras, tenimos comida.

Entonce agarra Juan Pereza la escamita del pescado y dice:Escamita por la virtú del pescadito que se me representen los manjares más lindos del

mundo.Y así se le presentaron los mejores manjares.-Y agora, abrí los ojos, le dice a la niña.Entonce la niña agarró y si ha servido. Y 'taba mejor que en el palacio del Rey.Y entonce le causó curiosidar de haber sentido decir esas palabras a Juan Pereza.Bueno... Pasaron el día y ya se venía la noche.-Y ahora, qué hacimos -dice la niña.-¡Oh! -le dice Juan Pereza-, vos no ti aflijás, ya vamos a tener casa.Y así él lo engañaba a la niña, claro, de cariño lo engañaba.-Bueno -dice-, cerrá los ojos. Vamos a pedí el palacio.Y entonce agarra y dice:-Escamita, por la virtú del pescadito, que se me represente un palacio de puro vidrio, en

el medio 'el mar, mejor que el palacio del Rey. Y con todos sus vasallos completos y la guardia nacional a la puerta del palacio de cristal.

  Dice:-Bueno, abrí los ojos.

Cuando la niña abrió los ojos ya 'taban en el palacio de cristal en medio 'el mar y era mucho más lindo que el palacio del Rey.

Bueno... Al otro día, a la parte del día281, el Rey acostumbraba a oservar del oservatorio del palacio. Y agarró los antiojos de larga vista y entonce alcanza a ver un palacio en medio 'el agua, y se veían barcos a la vuelta. Y áhi no más ordena el Rey que vaya una comisión a ver qué es lo que se ve áhi.

Llega la comisión allá y encuentra que era un palacio más lindo que el del Rey. Y preguntan quén vive áhi.

-En este palacio vive Juan Pereza con la hija del Rey.Entonce preguntan por comunicar con Juan Pereza.Entonce Juan Pereza pregunta que qué quere la comisión ésa.Entonce le avisan que el Rey manda a investigar de quén era ese palacio y quén

habitaba áhi. Y así se vuelve la comisión a dar cuenta al Rey qui áhi vivía Juan Pereza con su esposa.

Entonce el Rey dice:-¡Caramba! ¿Y cómo alquirió tan pronto semejante palacio Juan Pereza?

Y se jue el Rey. Y llega áhi, al palacio.Juan Pereza lu hace pasar bien custodiado, al sétimo piso. Ya no era como antes. Se

transformó en un Príncipe más elegante y buen mozo que el Rey, por la virtú del pescadito. Y el Rey 'taba ya muy contento. Y ya vio lo que valía Juan Pereza y que su hija había tenido mucha suerte. Y lo regaló áhi no más la corona para Juan Pereza.

Y quedó de Rey él, y el pagre de la niña ya 'taba viejo y pasó la vida descansada. Y todos, claro, vivieron muy felices.

Eusebio Maita, 46 años. Salta, 1952.Muy buen narrador.