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Áreas de Conservación Indígenas y Comunitarias (AICC) — Directrices para un adecuado reconocimiento y apoyo Primer Perfil borrador para comentarios (favor enviar comentarios a [email protected] ) Comisión sobre política ambiental, económica y social de la UICN Comisión Mundial sobre Áreas Protegidas de la UICN

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Áreas de Conservación Indígenas y Comunitarias (AICC) —

Directrices para un adecuado re-conocimiento y apoyo

Primer Perfil borrador para comentarios(favor enviar comentarios a [email protected] )

Comisión sobre política ambiental, económica y social de la UICNComisión Mundial sobre Áreas Protegidas de la UICN

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Prefacio

Este documento presenta un perfil extendido de directrices dirigidas a reconocer y apoyar adecuadamente a las áreas de conservación establecidas y manejadas por pueblos indígenas y/o comunidades locales. Es un borrador para discusión y sin duda alguna será necesario reiterar sobre el mismo antes de que se tenga una publicación completa, si es que se llega a eso.

Resulta importante señalar que dicha publicación puede tener legitimidad y ser usada si involucra activa-mente a muchos de los practicantes de esas áreas de conservación. En la medida en que estas personas se encuentran en todos los continentes, excepto en la Antárida, hablan muchas lenguas diferentes, ya están totalmente comprometidos y tienen un rango de opiniones y prioridades, es probable que sea todo un reto lograr acuerdos sobre un texto con aplicabilidad global. Por otro lado, como lo esbozaremos más abajo, las amenazas para las áreas de conservación son intensas y crecen día a día, y no tenemos tiempo de sobra para refinar nuestras ideas; por lo tanto presentamos este borrador para discusión en el Congreso Mundial sobre Conservación en Barcelona, en octubre de 2008.

Este documento se ha nutrido de muchas fuentes. Fondos provenientes de GTZ, permitieron recientemente a TILCEPA Y TGER, llevar a cabo una serie de iniciativas de base en las que los participantes realiazaron talleres por todo el mundo y facilitaron la discusión local con preguntas acerca del estado de algunas AICC específicas, y las amenzas y necesidades identificadas por las comunidades que las conservan. Entre las personas que facilitaron e informaron acerca de tales discusiones -algunos de los cuales trabajaron como consultores y otros como voluntarios- están Slimane Bedrani, Donato Bumacas, Dave de Vera, Ali Asghar Didari, Mashqura Fareedi, Datu Johnny Guina, Ruddy Gustave, James Hardcastle, Jillian Kennedy, Ashish Kothari, Sudeep Jana, Kira L. Johnson, Jimmy Kereseka, Constanza Monterrubio Solis, Dao Nguyen, Dario Novellino, Paulina Ormaza, Neema Pathak, Bernardo Peredo-Videa, Vololoniaina Rasoarimanana, Juan Carlos Riascos, Vikal Samdariya, Cynthia Silva Maturana, Eddy Terrazas, Stan Stevens, Ahfi Wahyu-Hida-yat y Gonzalo Zambrana. Se extractó más información relacionada de documentos preparados por Rosina Moru Blomley, Li Bo, Mike Ferguson, Hugh Govan, Abdella Herzenni, Adrian Martin, Gary Martin, Fred Nel-son y Martine Ngobo. ¡A todos ellos, y a las comunidades que aceptaron compartir su conocimiento y sus ideas, muchas gracias!

Lo que sigue es un intento inicial de obtener algunas lecciones de este material así como de la experiencia construida en los últimos años por CEESP, WCPA y diversos grupos de trabajo. La primera parte de este documento establece el escenario en términos de cómo las llamadas Áreas de Conservación Indígenas y Comunitarias –AICC, aparecieron en el discurso de la conservación; los tipos y la diversidad que comprenden; y cómo se relacionan con áreas de protección “oficiales”. Mucho de esto resul-tará familiar para aquellas personas versadas en la materia, y podría saltarse. La segunda parte busca evi-dencias de la efectividad de las AICC desde las perspectivas social y ecológica; examina algunas de las amenazas que enfrentan las AICC y de dónde provienen esas amenazas; y desarrolla un análisis general de los niveles de seguridad de las AICC. La tercera parte propone algunos elementos necesarios para recono-cer y asegurar las AICC individuales y profundiza de manera más general en futuras direcciones para el mo-vimiento AICC como un todo.

A lo largo del texto se presentan unos pocos ejemplos. En los Lineamientos completos, estos ejemplos se ampliarán tanto en número como en detalle. El manual mismo será cuidadosamente referenciado. Ofrece-mos disculpas de antemano por la falta de referencias en la presente versión.

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Introducción

Territorio y personas. Desde la perspectiva de muchas sociedades indígenas, la relación entre las personas y la natu-raleza (lo que en otras perspectivas es llamado “manejo” o “gobernanza”) no se puede separar del conocimiento (cien-cia) y de los fundamentos morales/éticos de su comportamiento. Este concepto básico, que puede encontrarse en las sociedades indígenas de todo el mundo y ha sido difícil de traducir para personas de las llamadas sociedades moder-nas, está integrado en el concepto de “territorio”. En este sentido, “territorio” (no importa los diferentes términos utiliza-dos por las distintas sociedades) es una entidad arquetípica relacionada con el “bien común de las personas y/en la na-turaleza”.

Si entendemos el concepto de territorio -una puerta a una multiplicidad de visiones de mundo que tienen muy poco en común con una relación puramente utilitaria de la naturaleza- es claro que la gente ha estado deliberadamente “conser-vando” la tierra por miles de años. Lo hicieron cuando vivían en ella y tomaban de ella los materiales esenciales para la vida. Algunas de las áreas más poderosas de la tierra, con las que la gente se relacionaba de maneras especiales y di-ferentes, podrían incluso parecerse a lo que la gente moderna llama “áreas protegidas”, pero la comprensión que tenían era más compleja y más comprometida que simplemente “apartar” tierra y recursos para la conservación.

A través del tiempo, algunos de estos lugares especiales llegaron a ser controlados por los ricos y poderosos, por ejem-plo como reservas para cacería. Muchos más fueron mantenidos hasta hace muy poco por las comunidades, a través de marcos consuetudinarios tales como el sistema hima de tierras de pastoreo protegidas en la Península de Arabia y otros más que se relacionaban con aspectos concretos de la tierra. Muchos, aunque de ninguna manera todos estos si-tios, perdieron algo de su significado espiritual. En particular, una cantidad considerable de los “territorios” de los pue-blos indígenas en el mundo mantienen todo o mucho del significado, en la medida en que las personas siguen sintién-dose como los custodios -más que los dueños- de la tierra que habitan. Las personas siguen sintiéndose una con su tie-rra. Hay muchos más sitios en el mundo de los que el “hombre moderno” se puede imaginar, en los que territorio, cultu-ra y gente son uno solo.

La reciente “agenda ambiental”. En las últimas décadas, la creciente evidencia de los problemas ambientales a lo lar-go y ancho del mundo ha estimulado el desarrollo de innumerables movimientos locales en el Norte industrializado y en el Sur. Tanto los problemas como las reacciones comenzaron bastante antes de la década de 1970, pero fue en 1972, en la Conferencia de las Naciones Unidas en Estocolmo, que la comunidad internacional tomó conciencia de un movi-miento ambiental de proporciones planetarias y empezó a diseñar una “agenda ambiental”. En la década de 1980 y en los primeros años de la década de 1990, la agenda fue retomada por los estados nacionales y los ministerios del medio ambiente, las agencias de cooperación inyectaron grandes cantidades de dinero a las iniciativas ambientales y el apoyo público aumentó dramáticamente. Este movimiento ha identificado dos temas críticos:

La crisis de la biodiversidad. Se reconoce que muchas especies silvestres de plantas y animales se encuen-tran en peligro de extinción. El alcance total de esta crisis es todavía materia de especulación, debido a que la ma-yoría de las especies del mundo aún no ha sido descrita por la ciencia. Nuestro conocimiento limitado está basado sobre todo en las tendencias de animales y plantas superiores y de algunas especies obvias de invertebrados como mariposas y polillas. La Comisión de la Supervivencia de Especies de la UICN dirige una Lista Roja de especies amenazadas, que muestra la disminución continuada y en algunos casos la desaparición de especies icónicas im-portantes.

El colapso ambiental. Hay evidencias de que muchos de los sistemas ecológicos que soportan la vida en el planeta, incluyendo a nosotros mismos, corren el peligro de colapsarse como resultado de la destrucción de hábita-ts, la pérdida de especies y la polución. Son problemas ambientales clave los siguientes: cambios en los patrones hidrológicos y climáticos; escasez de agua; aumento de la erosión; deslizamientos de tierra y desertificación; mayor número de desastres humanos relacionados con eventos climáticos extremos; la diseminación de especies y enfer-medades invasivas; pérdida de diversidad en los cultivos e inseguridad alimentaria asociada; hambrunas; e -influ-yendo sobre todo- un cambio climático acelerado. Se reconoce cada vez más el papel de los hábitats naturales y seminaturales como fuentes de servicios ambientales.

Estos dos fenómenos son de naturaleza física y biológica, y sin embargo no están separados del (y en la perspectiva in-dígena mencionada arriba están íntimamente relacionados con) cambio humano y socio-cultural. Estos lazos están in-crustados en incontables fenómenos -desde patrones de consumo cambiados hasta dinámicas demográficas- que no podemos tratar en este documento. Uno de estos fenómenos, sin embargo, está estrechamente relacionado con los te-

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mas de este documento, la erosión de la gobernanza comunitaria sobre los recursos naturales (remplazada por la go-bernanza ejercida por individuos, corporaciones privadas y el estado). Con esto, se perdieron instituciones étnico-espe-cíficas configuradas a la medida del contexto, que se habían hecho cargo del “bien común” del territorio y la gente, cada una como resultado de conocimientos únicos, habilidades, recursos y organizaciones que previamente habían pasado la prueba del tiempo. Otros fenómenos “modernos” -como la esperanza de vida aumentada de una gran parte de la pobla-ción humana, el creciente papel de la mujer en los asuntos públicos, la democratización de algunas sociedades y algu-nos de los resultados de las ciencias modernas- ofrecen consuelo a algunos. Para otros, la situación ambiental y socio-cultural actual de nuestro planeta puede ser solo descrita como un tiempo de crisis.

n Áreas protegidas: Una de las respuestas a la crisis ha sido el aumento espectacular en tierras y aguas apartadas de-liberadamente para protección de plantas, animales, geología, ecosistemas y paisajes. La mayoría de las grandes áreas protegidas reconocidas oficialmente fue establecida y es dirigida por los gobiernos, pero otros modelos surgieron tam-bién, incluyendo áreas protegidas por ONG, comunidades y entes privados. Se desarrollaron muchos modelos diferen-tes -parques nacionales, reservas naturales, áreas silvestres, etc.- que se agruparon todas bajo el rótulo de “áreas pro-tegidas”.

Hoy en día, las áreas protegidas son la base de la mayoría de las estrategias de conservación nacionales e internacio-nales. Operan como refugios de especies y de procesos ecológicos que no pueden sobrevivir en paisajes terrestres y marinos intensamente manipulados. Proveen espacio para la evolución natural y para la restauración ecológica futura. Las personas -cerca o lejos- se benefician del potencial genético de las especies silvestres, de los servicios ambientales de ecosistemas naturales, de las oportunidades recreacionales y del refugio ofrecido a sociedades tradicionales y vulne-rables. Las mejores áreas protegidas son tan importantes para el patrimonio nacional como lo son Notre Dame para Francia y el Taj Mahal para la India.

Todavía se están estableciendo áreas protegidas. Hoy en día hay más de 100.000 áreas protegidas designadas en las listas de la Base de Datos Mundial sobre Áreas Protegidas del Programa Ambiental de las Naciones Unidas-Centro de Vigilancia de Conservación Mundial, que cubren 18,8 millones de km2 o más de un décimo de la superficie terrestre de la Tierra, junto con más de 1.300 áreas protegidas marinas, que cubren más del 1% de los océanos. La vasta mayoría de estas áreas fueron identificadas y emplazadas en el siglo XX, en uno de los cambios conscientes de uso de la tierra más profundos de la historia. Pero este crecimiento da una falsa impresión de la fuerza de la red mundial de áreas pro-tegidas. Muchas son remotas e inaccesibles -casquetes de hielo, desiertos, montañas- y no se encuentran en los mejo-res lugares para proteger la biodiversidad o para beneficiar a las comunidades. También hay brechas notables: por ejemplo, solo 0,1% de la selva original es protegida en las Islas del Pacífico Sur, sólo 1% de los bosques húmedos de las montañas Camerún en África Central, la pampa argentina y los manglares del Golfo de Guinea, y solo el 2% de los sistemas de lagos. Especies importantes como tigres y rinocerontes sufren la falta de hábitats adecuados dentro de las áreas protegidas.

Las áreas protegidas fueron un concepto visionario y necesario, pero han cobrado su precio. Apartar tierra y agua signi-fica que los recursos se“encierran”: mientras que unas personas ganan por los servicios de los ecosistemas, tienen la oportunidad de apreciar la vida silvestre y recibir otros beneficios que ofrecen las áreas protegidas, otros pierden. En ge-neral, son las personas que viven dentro o cerca de las áreas protegidas las que han pagado un precio muy alto en nombre del resto de nosotros. Algunas veces, áreas que habían sido efectivamente manejadas por comunidades por largos periodos de tiempo, les fueron arrebatadas debido a un percibido “valor de conservación” que había sido creado, de hecho, por los mismos administradores tradicionales.

Pueblos indígenas y comunidades locales han sido expulsados de las áreas protegidas a lo largo de su historia; justo al comienzo del movimiento de áreas protegidas el pueblo shoshone fue expulsado del Parque Nacional Yellowstone, en 1872. Otros ejemplos incluyen los ik del Parque Nacional Kidepo de Uganda, los vedda del Parque Nacional Madura Oya en Sri Lanka y los batwa de Rwanda, Uganda y Congo expulsados de las reservas de gorilas. Estas inequidades no se han presentado solamente en los países en desarrollo sino que también ha habido conflictos en Norteamérica, Australasia y Lapland. Aparte del impacto social y humanitario de estas confrontaciones, poco se ha hecho en términos de conservación. La pérdida de los derechos tradicionales generalmente reduce el interés a largo plazo de la gente por cuidar la tierra y el agua, y la creación de áreas protegidas puede en algunos casos aumentar el daño sobre aquellos valores que en un principio habían sido la razón de la protección. Cuando los bosques de la aldea Yuhu fueron incorpo-rados a la Reserva Natural Yulongxueshan en Yunnan, China, los campesinos talaron los árboles que antes habían ma-nejado de manera sostenible. Poner una cerca alrededor de un área protegida difícilmente se configura como la solu-ción a largo plazo para los problemas de comunidades humanas insatisfechas, esté o no justificado éticamente. Por for-tuna, la comunidad internacional está buscando formas de reconciliar los derechos de los pueblos sobre sus tierras (y

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“territorios”) con las necesidades de conservar la naturaleza (funciones ecológicas y de biodiversidad) como parte de los planes de uso de la tierra que -idealmente- ponen algo de orden en situaciones complejas y en las crisis ambientales lo-calmente importantes.

n Nuevos modelos de áreas protegidas que están surgiendo, en particular gobernanza compartida y gobernanza en manos de los pueblos indígenas y las comunidades locales: también debido a la preocupación por las implica-ciones de las áreas protegidas sobre los derechos humanos, están surgiendo nuevos modelos que se enfocan más en la toma colectiva de decisiones sobre el manejo de la tierra y el agua; pretenden ser más flexibles acerca de cómo son manejadas dichas áreas (por ejemplo, permitiendo frecuentemente la continuación de actividades tradicionales) y en particular enfocándose en nuevos modelos de gobernanza para las áreas protegidas que devuelven parte o todo el po-der de toma de decisiones a las comunidades indígenas y locales. Al mismo tiempo, se reconoce cada vez más que al-gunas formas tradicionales de manejo de tierra y aguas también ofrecen valiosas lecciones al movimiento moderno de áreas protegidas. Por ejemplo, en junio de 2008 el gobierno de Colombia declaró un nuevo Parque Nacional -un santua-rio de plantas silvestres medicinales- para ser manejado con la estrecha colaboración del pueblo indígena Cofán en Ori-to, Putumayo.

n Algo de contexto sobre políticas: la comunidad internacional no ha ignorado algunos enfoques novedosos. Han sido reconocidos y de alguna forma concretados por medio de la inclusión en un número importante de instrumentos interna-cionales que se relacionan directa o indirectamente con las áreas protegidas y potencialmente cubren otros tipos de in-teracción más complejos entre la gente y la naturaleza, entre las que están:

El Programa de Trabajo sobre Áreas Protegidas del Convenio sobre Diversidad Biológica El Convenio Ramsar El programa de la Unesco El Hombre y la Biosfera y los Convenios sobre Patrimonio Cultural y Natural El Convenio para la Conservación del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unescoi

El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo Los Objetivos de Desarrollo del Milenio La Declaración de Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas

El texto final del manual tendrá más detalles de todo lo anterior, incluyendo la descripción de algunos instrumentos inter-nacionales. Sin embargo, seguirá siendo una parte resumida del texto cuya función es la de presentar el contexto.

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¿Qué es una AICC?

Gobernanza ejercida por los pueblos indígenas y las comunidades locales: un gran número de territorios y áreas en el mundo conservan la naturaleza y sus valores económicos y culturales asociados como consecuencia directa de decisiones y acciones de los pueblos indígenas y /o las comunidades locales -incluyendo el manejo activo-. Estos son conocidos como áreas protegidas de los pueblos indígenas, territorios conservados de los pueblos indígenas, áreas conservadas por las comunidades, y una variedad de otros nombres locales. Para designarlos colectiva-mente proponemos usar aquí el acrónimo AICCii. Es importante que solo unas pocas de estas áreas han sido oficial-mente reconocidas por sus gobiernos y muchas menos se consideran áreas protegidas como parte de un sistema na-cional de áreas protegidas o de otras redes.

Según la UICN, una AICC consiste de “ecosistemas naturales y modificados que presentan biodiversidad signifi-cativa, diversidad geológica, servicios ecológicos y valores culturales voluntariamente conservados por pue-blos indígenas y comunidades locales, tanto sedentarios como móviles, a través de leyes consuetudinarias u otros medios efectivos”.

Los conceptos de gobernanza ejercida por pueblos indígenas y comunidades locales están evolucionando y difieren al-rededor del mundo. Algunos pueblos indígenas quisieran ver que sus territorios conservados se diferencian claramente de los de las comunidades locales. En otros casos, los pueblos indígenas y las comunidades locales cohabitan y mane-jan en conjunto áreas; y en otros casos más, los indígenas utilizan por razones prácticas el término de “áreas de con-servación comunitaria”; por ejemplo, en algunos países el término “indígena” no es reconocido. Hay diferencias regiona-les similares respecto del término “territorio”. Por supuesto los términos varían también cuando se traducen a diferentes lenguas. Entre indígenas y comunidades locales hay casos en los que se usa el término “área conservada”, y otros en los que prefieren hablar de “áreas protegidas”: todos se refieren a enfoques de manejo muy parecidos.

Algunas definiciones importantes. Para tener claridad son im-portantes las siguientes definiciones:

Pueblos indígenas: (a) pueblos tribales en países independientes cuyas condiciones sociales, culturales y económicas los distinguen de otros sectores de la comunidad nacional, y cuyo estatus es regu-lado completa o parcialmente por sus propias costumbres o tradicio-nes o por leyes o regulaciones especiales; (b) personas en países independientes que son consideradas como indígenas por ser des-cendientes de poblaciones que habitaron el país, o una región geo-gráfica a la que el país pertenece, al momento de la conquista o la colonización o cuando se establecieron los actuales límites estatales y quienes, independientemente de su estatus legal, retienen algunas o todas sus instituciones propias sociales, económi-cas, culturales y políticas. [Fuente: definición aplicada por el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes. Los pueblos indígenas subrayan que hay un grado de autodefinición al determinar qué hace a un pueblo indígena o tribal específico.]

Comunidades locales: grupos humanos que comparten un territorio y se involucran en aspectos diferentes pero rela-cionados de la consecución del sustento -como manejo de recursos naturales, producción de conocimiento y cultura, y desarrollo de tecnologías y prácticas productivas. En la medida en que esta definición se puede aplicar a un amplio ran-go de tamaños de los grupos, se puede especificar que los miembros de una “comunidad local” son aquellas personas que pudieran tener encuentros cara a cara y/o influencias mutuas directas en su vida diaria. En este sentido, una aldea rural, un clan en trashumancia o los habitantes de un vecindario urbano, pueden ser considerados como una “comuni-dad local”, pero no así todos los habitantes de un distrito, del barrio de una ciudad o incluso de un pueblo rural. La co-munidad local puede estar establecida permanentemente en un solo sitio o ser móvil. La mayoría de las comunidades locales han desarrollado su identidad y sus características culturales en el tiempo diseñando y aplicando una estrategia para hacerse cargo de su medio ambiente y de sus recursos naturales. Por lo tanto poseen una forma diferenciada de organización social, y sus miembros comparten en diversos grados las características políticas, económicas, sociales y culturales (en particular lengua, normas de comportamiento, valores, aspiraciones y frecuentemente también patrones de salud y enfermedad). Las comunidades locales pueden también funcionar, o han funcionado en el pasado, como cuerpos micro políticos con autoridad y capacidades específicas.

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Características: Las AICC tienen tres características principales:

Algunos pueblos indígenas y/o comunidades locales están estrechamente interesados en los ecosistemas rele-vantes -usualmente relacionados con ellos culturalmente (por ejemplo porque los valoran como sitios sagrados) y/o porque les dan el sustento y/o porque son territorios tradicionales bajo leyes consuetudinarias.

Tales pueblos indígenas y/o comunidades locales son los protagonistas (“tienen el poder”) en la toma de decisiones y en la implementación de las decisiones sobre el manejo de los ecosiste-mas en cuestión, lo que implica que poseen una institución que ejerce la autoridad y la responsabilidad y que son capaces de ejecutar la nor-matividad.

Las decisiones voluntarias de manejo y los esfuerzos de los pueblos indígenas y/o las comunidades locales, dirigen y contribuyen con la conservación de hábitats, especies, funciones ecoló-gicas, diversidad geológica y valores culturales asociados, pese a que

la intención original pudiera haber estado relacionada con una variedad de objetivos no necesariamente relaciona-dos directamente con la protección de la biodiversidad.

Algunos ejemplos de AICCNo hay un modelo simple de AICC. Las áreas protegidas controladas y gobernadas por pueblos indígenas y comunida-des locales abarcan una amplia variedad de tipos de manejo, tamaños, hábitats y designaciones oficiales. Veremos mu-chos ejemplos a lo largo de este manual. Para darle sabor a lo que viene, veamos:

Jardines Tembawang en Borneo: pequeñas áreas mantenidas como cementerios y jardines frutales en paisa-jes que de otra forma estarían degradados en Kalimantan occidental (parte de Indonesia). Se mantienen más de 400 especies silvestres y las áreas resultantes tienen una estructura similar a la de los bosques naturales, pese a que han sido cultivadas. Son frecuentemente el único refugio de la biodiversidad silvestre en paisajes culturales, pero no tienen estatus oficial como áreas protegidas.

Parque Nacional Uluru en Australia: mejor conocido como Ayer´s Rock, es una de las áreas protegidas más icónicas en el mundo. También es un importante sitio sagrado para los pueblos aborígenes anangu. En los siste-mas de creencias aborígenes, Uluru, es la Serpiente Inteligente del universo que emergió de un arco iris y se desli-zó hacia la Tierra; en otras tradiciones, la serpiente salió súbitamente de una colina de arena más grande. Estable-cido originalmente por el gobierno, desde 1985 se devolvió el manejo del parque a los aborígenes.

Reservas naturales de comunidades afrodescendientes en la Costa Pacífica colombiana. Muchas co-munidades de afrodescendientes localizadas a lo largo de la Costa Pacífica recibieron títulos de propiedad colectiva sobre la tierra y los recursos naturales, de acuerdo con la Constitución colombiana. Cada comunidad dirige territo-rios relativamente grandes accesibles solo por vía acuática y virtualmente aislados del resto del mundo, ricos en biodiversidad única y que abarcan manglares costeros, estuarios, llanuras aluviales y bosques de montaña. Una re-visión reciente de la experiencia de una red de consejos comunitarios, denominada RECOMPAS, ha encontrado allí un patrón común mediante el cual estas comunidades establecen y manejan de manera estricta sus propias reser-vas naturales y otras áreas de uso limitado o colectivo, y las ordenan claramente en la zonificación comunitaria y en los planes de manejo.

Valle Regole del Ampezzo (Italia): Los Regole son una institución con una historia registrada de aproximada-mente 1.000 años. Los recursos de propiedad común que manejan fueron inicialmente establecidos como un Área de Conservación Comunitaria por medio del trabajo realizado por los primeros Regolieri, quienes crearon pastos, manejaron los bosques y establecieron reglas (“regole”) para lograr el uso sostenible de una de las esquinas más magnificentes de la región alpina. A lo largo del tiempo, los Regole mantuvieron su autonomía gracias a la unidad interna y a las habilidades diplomáticas. Hoy en día, su tierra es el Parco Naturale delle Dolomiti d’Ampezzo, un área protegida regional reconocida y apoyada por la Unión Europea, el gobierno italiano y el gobierno regional de Venecia, pero así mismo gobernada por los descendientes directos de los primeros Regolieri.

Hay evidencia creciente de que las AICC pueden ofrecer conservación efectiva de la biodiversidad respondiendo a cual-quiera de los objetivos de manejo de las categorías de la UICN, y particularmente en lugares en donde es política o so-cialmente imposible establecer áreas de protección estatales o donde probablemente el manejo podría ser muy pobre. Se empieza a reconocer a las AICC como parte de las estrategias de planeación de la conservación, complementando

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las áreas de conservación manejadas por el estado, las áreas protegidas privadas y diversas formas de gobernanza compartida. El presente manual trata sobre el concepto de las AICC, lo que estas ofrecen, las amenazas que enfrentan, algunos temas de importancia práctica relacionadas con su manejo y algunas propuestas para el futuro.

Esta sección también será más o menos corta en la versión final del manual.

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Diversos tipos de AICC

Las AICC pueden variar en términos de tamaño e historia (incluyendo la cantidad de tiempo que llevan funcionando). Adicionalmente, su establecimiento y mantenimiento son condicionados por un rango de valores y motivaciones subya-centes diferentes, y las elecciones de su manejo diario siguen diferentes objetivos principales. Más llamativo aún es que las AICC abarcan una inmensa variedad de instituciones de gobernanza.

Tamaño e historia

Tamaño del área y/o extensión de los recursos que están siendo protegidos. El tamaño de una AICC indi-vidual puede ser tan pequeño como una hectárea, como muchos de los surcos sagrados de Benin, o tan grande como montañas enteras, lagos, valles, como las Paraku Indigenous Protected Areas en Australia. De igual forma, los recursos pueden oscilar entre una única especie (como la cigüeña pintada o el pelícano de pico punteado mun-dialmente amenazado y cuyos sitios para anidar son estrictamente protegidos por algunas aldeas en la India) hasta clases de flora y fauna más amplias (como las especies arbóreas de Ficus y las arboledas, también en India). Ha-blando más ampliamente, la dimensión potencial del fenómeno de las AICC es enorme. En América Latina, 27% de la Amazonia brasilera está oficialmente demarcada como territorio indígena, cerca del 35% de Colombia está cons-tituido por resguardos indígenas (52% de la Amazonia colombiana) y territorios de las comunidades con ancestros africanos; en Bolivia hay actualmente 44 Tierras Comunitarias de Origen; la nueva Constitución de Ecuador está clamando por denominaciones similares, etc.

Historia, incluyendo la ocasión para establecer objetivos y reglas de manejo. Las AICC se pueden origi-nar a partir de iniciativas internas o externas, como respuesta a una nueva oportunidad (como por ejemplo una nue-va ley o proyecto) o como respuesta a una crisis, una amenaza o una severa escasez de recursos que puede re-montarse tanto en el pasado que puede haberse olvidado. En algunos casos, la AICC es parte de un proceso de empoderamiento local, autogobierno y control recuperado sobre los recursos naturales. Se relaciona con la historia, el tiempo que ha durado el esfuerzo de protección o que la práctica se ha sostenido y se ha hecho cumplir, frecuen-temente reflejada en qué tan fuertemente las AICC han contribuido al sentido de identidad de la comunidad local. Un ejemplo es el de los pueblos indígenas que conservan el territorio Umu Kaja Yepa en Vaupés (Colombia) con el objetivo declarado de asegurar la “buena vida” para todos. Como afirman: “Desde el Origen el territorio ha sido cui-dado por la cultura, el conocimiento tradicional de los Kumuã y el cumplimiento social de las leyes entregadas a cada grupo étnico”.iii

Las AICC amplían nuestra comprensión del concepto de “área”, en la medida en que los territorios bajo protección no siempre tienen límites claros, se asocian con fuerzas de la naturaleza o están influidos por las estaciones o los fenóme-nos climáticos. Esto es particularmente cierto en el caso de indígenas móviles, quienes se relacionan con amplios terri-torios y recursos que se ven afectados por diversas condiciones climáticas y por tanto son manejados de manera dife-rente durante determinada cantidad de meses o años. También amplían los conceptos occidentales de “naturaleza” al asociar con ésta a una variedad intangible de presencias y valores que no son percibidos por todos.

Valores y propósitos subyacentesMuy pocas AICC son manejadas por una sola razón. La mayoría (pero no todos) los sitios sagrados también ofrecen be-neficios prácticos en términos de comida silvestre y abrigo. El manejo de las cuencas con frecuencia va de la mano con la recolección de productos no maderables del bosque. La tierra administrada para pastoreo de ganado domesticado también puede ser usada para la cacería de especies salvajes. El hecho de que la comunidad aparte o restaure áreas de vida silvestre no significa que no quiera también usar el área para caminar o jugar, o que no quiera extraer agua o productos alimenticios. De hecho, las motivaciones únicas parecen ser la excepción más que la regla, y las comunida-des se ven impelidas a proteger los recursos y sitios por una variedad de razones que incluyen las siguientes, aunque no se limitan solo a ellas:

Mantenimiento de recursos alimenticios (incluyendo la diversidad genética de cultígenos) mantenimiento de fuentes convenientes de combustible, plantas medicinales, forrajes y materiales para la

construcción seguridad en el aporte de agua pura para beber

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seguridad en el aporte de suficiente agua para irrigación e hidroeléctricas locales mantenimiento de sitios sagrados y culturales mantenimiento de especies silvestres por razones culturales, espirituales, éticas u otras conservación de áreas para recreación prevención de desastres naturales (p. ej. deslizamientos) oferta de ingresos por trabajo y desarrollo rural (con frecuencia por medio de iniciativas turísticas) para promover la paz (como en el Movimiento Peace Parks) para mantener la paz propia (p. ej. pueblos no contactados en aislamiento voluntario) como medio de empoderamiento político o seguridad contra amenazas externas

La mayoría de las AICC no son puramente utilitarias ni funcionales, o puramente espirituales o estéticas. Subyaciendo la lista enumerada arriba, pareciera haber algunas motivaciones adicionales, que frecuentemente se mezclan o se tras-lapan. Primero que todo, muchas AICC son conservadas para ofrecer bienes y servicios (alimento, medicinas, servicios ambientales, etc.) en tiempos de crisis climática, económica o política, o en tiempos de escasez extrema de recursos. [Ejemplo: los bosques húmedos altos en los territorios indígenas borana]. Son la única seguridad disponible para mu-chos pueblos indígenas y comunidades locales en todo del mundo. En segundo lugar, las AICC con frecuencia son cui-dadas porque encarnan una importante parte de la identidad cultural de los pueblos indígenas y las comunidades loca-les involucradas. Esto puede ser expresado como un valor espiritual o una asociación histórica o incluso algo mucho más reciente como el orgullo por un bosque plantado por una comunidad o el deleite por una reserva natural local. Una tercera motivación es la búsqueda de autonomía política, la habilidad para controlar la propia vida y sus alrededores y de proteger los territorios propios de las amenazas externas.

Objetivos de manejo: en estrecha relación con los valores y propósitos subyacentes, las AICC pueden ser maneja-das por una variedad de objetivos específicos que van desde la protección estricta hasta el uso sostenible intensivo. Es-tos objetivos también reflejan la variedad completa que puede encontrarse en las áreas protegidas “oficiales”, y para ilustrar este punto las vinculamos enseguida con las categorías de manejo de áreas protegidas de la UICN:

Protección estricta: Las AICC que son manejadas por razones de protección estricta y para evitar perturbación y cambio. Son ejemplos típicos los sitios sagrados o áreas que pretenden aislar la vida silvestre. La mayoría de las áreas más estrictamente protegidas en el planeta son apartadas debido a conexiones con una o más creencias tradicionales, pero también por su relación con todas las 14 llamadas “religiones mayores”. Por ejemplo: partes de la Isla Coron, Pa-lawan, Filipinas; muchas arboledas sagradas en India. Los sitios de entierro están relacionados con los sitios sagrados pero con frecuencia se distinguen de ellos. Ejemplos: los cementerios de marabús en Marruecos y otras sociedades musulmanas; sitios de entierro en Madagascar. Algunas comunidades también a veces apartan áreas para protección estricta de la naturaleza, por ejemplo el Santuario Khonoma Tragopan en Nagaland, India. (Equivalente a la categoría Ia de áreas protegidas de la UICN.)

Preservación de grandes ecosistemas en su estado natural para la perpetuación de valores socio-cultu-rales asociados (incluyendo aislamiento voluntario así como cacería y rebaños de bajo nivel), servicios am-bientales (como seguridad de cuencas) y/o ecoturismo. Estas AICC mantienen grandes extensiones de tierra na-tural en estado natural. Un ejemplo extremo se relaciona con los territorios de personas no contactadas que viven en aislamiento voluntario en la Amazonia o en esquinas remotas de las Filipinas. [Ejemplos: Zonas Intangibles de los Cu-yabenos-Imuya y Tagaeri-Taromenane, Ecuador; Río Puré, Colombia, con extensión de un millón de hectáreas, esta-blecidas para proteger el legítimo deseo de la tribu de los yuri o aroje de que los dejen ser por su cuentaiv]. Más común-mente, las AICC son manejadas con la intención de mantener la naturaleza y la integridad de sus relaciones con la gente. Ejemplo: Parque Nacional Alto Fragua-Indiwasi, Colombia. Algunos sitios naturales extensos (particularmen-te selvas, aunque no solamente) se mantienen para ofrecer agua limpia para beber, para mitigar inundaciones o para reducir la erosión y la sedimentación de aguas dulces. Ejemplos: reservas várzea en la Amazonia de Brasil. En algunos casos estas AICC pueden jugar un papel complementario único en la conectividad biológica de otras áreas protegidas, como un complejo de territorios indígenas y áreas protegidas en el noreste amazónico, con una extensión de 30 millones de hectáreas a través de Brasil, Venezuela, Colombia y Perú. (Posiblemente equivalente a las categorías Ib o II de áreas protegidas de la UICN)

Conservación de características naturales específicas. Estas AICC usualmente son pequeñas y se enfocan en una característica del paisaje. Ejemplos: cuevas de piedra caliza, Parque Nacional Kanger Ghati, India; lagos sagrados en Madagascar. (Equivalente a la categoría III de áreas protegidas de la UICN)

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Conservación de especies o hábitats con uso restringido del recurso. Las AICC apartan tierra para conserva-ción de la naturaleza y hábitats asociados, con uso estrictamente regulado de algunos recursos asociados. Ejemplo: re-serva de grullas en Japón; estanques sagrados de cocodrilos, Mali; garzas protegidas Kokkare Bellur, India. A veces las AICC establecidas para propósitos de cacería incluyen la protección de ecosistemas naturales (algunas veces con al-gún manejo) y mantenimiento de poblaciones viables de especies para cacería. Ejemplo: áreas de cacería en Namibia; humedales preservados por cazadores de patos en Irán, esenciales para conservar hábitats únicos de paso para las grullas siberianas; conservación de flora medicinal en el Santuario de Orito Ingi Ande, Colombia, que es una AICC legal-mente constituidav (Equivalente a la categoría IV de áreas protegidas de la UICN.)

Conservación de paisajes terrestres/marinos en su estado manejado/modificado incluso por razones cultu-rales. Muchas AICC se interesan en paisajes terrestres y marinos transformados por la comunidad donde las perso-nas han integrado valores culturales como parte de sus relaciones con los recursos naturales. Ejemplo: parque de la papa, Perú; reserva de la biosfera en Menorca, España. En muchos casos estas AICC involucran áreas de pastoreo: praderas establecidas y mantenidas para permitir (estacionalmente) pastoreo de ganado por medio de quemas contro-ladas, etc. Tales áreas pueden ser importantes para herbívoros silvestres y para especies animales y vegetales de pra-dera y sabana. Ejemplos: territorio de migración de las tribus nómadas kuhi, sashavan y bakhtiari en Irán; los hima de Irán en la Península arábiga. (Equivalente de la categoría V de áreas protegidas de la UICN.)

Uso sostenible (y amigable con la biodiversidad) de los recursos naturales. Estas AICC son ecosistemas na-turales o casi naturales manejados para extraer de manera sostenible recursos naturales específicos, como productos no maderables de la selva, alimentos, materiales para la construcción, combustibles, medicinas. Ejemplo: bosques de nueces y frutas en Kazakhstan, bosques comunitarios en Val di Fiemme, Italia, manglares Pred Nai en Tailandia, áreas comunitarias de pesca en ambientes marinos en el Pacífico y en aguas dulces (conservación de pesca fluvial, Laos). (Equivalente de la categoría VI de la UICN.)

Instituciones de Gobernanza La variabilidad aquí es llamativa, en tanto que los pueblos indígenas y las comunidades locales en el mundo han inven-tado sus propias instituciones (conocimientos, habilidades, organizaciones, reglas, prácticas de manejo, procedimientos de vigilancia y de ejecución de las normas y otras similares) relacionadas con sus culturas y estructuradas para respon-der por la especificidad de su medio ambiente. Estas instituciones pueden ser democráticas o jerárquicas (comités de las aldeas o jefes hereditarios); pueden involucrar a todos o a una minoría selecta (por ejemplo, jefes y líderes religio-sos); pueden ser simples o complejas.

De manera más general, las prácticas de conservación propias de un grupo étnico, basadas en unas instituciones úni-cas y en sus normas culturales --- no se restringen a la asociación exclusiva entre una comunidad dada y un área mari-na o terrestre, sino que comúnmente incluyen derechos traslapados, en los que diferentes comunidades, tribus y clanes tienen derechos legítimos y responsabilidades relacionadas con diferentes recursos, tipos de uso, tiempos de uso, etc. Varios grupos étnicos pueden estar interesados en el mismo territorio y sus prácticas combinadas de manejo pueden ser efectivas para la conservación. En otras palabras, un territorio o área marina puede simultáneamente ser una AICC para muchas comunidades.

Esta sección también discutirá en la versión final del manual acerca de las similitudes y diferencias entre las característi-cas de las AICC de pueblos indígenas y de comunidades locales.

¿Las AICC también son “áreas protegidas”?

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La respuesta rápida es: depende. Que una AICC sea reconocida como un área protegida (esto es, que sea reconocida por el gobierno o incluida en la lista de la base de Datos Mundial de Áreas Protegidas) depende de muchas cosas, entre otras: el deseo de los pueblos indígenas y de las comunidades involucradas; la actitud del gobierno; la capacidad de le-gislación para acomodar las AICC; y la relevancia e importancia del sitio para la conservación de la naturaleza.

La respuesta larga, que puede ser solo una pista aquí, es que tenemos que aclarar la dicotomía entre los derechos re-clamados por los pueblos indígenas y la naturaleza coercitiva de las leyes gubernamentales para la conservación de la naturaleza. La clave está en aclarar tanto los derechos como las responsabilidades del estado para establecer áreas protegidas para el beneficio de todos, y el reconocimiento de que parte de sus territorios están bajo jurisdicción autóno-ma, por ejemplo como consecuencia de la aplicación del Convenio 169 de la OIT. Ambos son derechos válidos, pero con frecuencia el ejercicio que falta es el análisis de si ambos derechos no pueden -de hecho- coexistir de manera com-pleta y productiva. En este sentido, el “reconocimiento” legal de territorios autónomos como áreas protegidas beneficia-ría a la sociedad como un todo, incitándola a trabajar en favor de la protección y el respeto por las culturas diferentes. Pero es distinto hablar en términos de “designación” o “reconocimiento” de un área que hablar en términos de “declara-ción” por parte del estado de un área como área protegida, lo que en realidad parece que disminuye los derechos autó-nomos existentes de sus gentes.

Hay varias opciones: Reconocimiento completo de la AICC como un área protegida e incorporación dentro del sistema nacional e in-

clusión en una lista bajo un Registro especial en la Base de Datos Mundial de Áreas Protegidas y en la Lista de Áreas Protegidas de las Naciones Unidas.vi

Reconocimiento de la AICC como un sistema de manejo de tierra o agua asociado con áreas protegidas, pero todavía separado de ellas (por ejemplo zonas de amortiguación, corredores de conservación o los llamados lugares de paso, esto es hábitats usados periódicamente por especies migratorias).

Reconocimiento de la AICC por fuera del sistema de áreas protegidas. Sin reconocimiento oficial pero con un reconocimiento tácito de los valores de la AICC para los planificadores

de la conservación.

Hay razones para elegir cualquiera de las opciones anteriores, dependiendo de las circunstancias individuales. El reco-nocimiento como un área protegida puede algunas veces atraer financiación adicional, protección legal y fuentes de in-greso. Por ejemplo, algunos pueblos indígenas australianos han “autodeclarado” áreas protegidas por la protección adi-cional que otorga a sus tierras tradicionales. El reconocimiento, sin embargo, también puede atraer atención indeseable o intentos por controlar el área desde fuera, que es por lo que algunas comunidades prefieren mantener ocultas sus AICC: por ejemplo para mantener la privacidad y santidad de un sitio natural sagrado. Ejemplo: los baka en la Cuenca del Congo no le cuentan a los que no son baka dónde están localizados sus sitios sagrados, en tanto que su santidad forma parte de su sistema de creencias.

También tenemos que reconocer que no todas las AICC, tanto como las áreas protegidas oficiales, están destinadas a sobrevivir. Algunos gobiernos no se percatan y no se interesan por las iniciativas de conservación comunitarias, o creen que éstas son menos importantes que otras formas de desarrollo, de modo que no las protegen, o en algunos casos in-cluso las desestimulan y socavan activamente.

Pasos posibles para determinar si un territorio indígena o AICC es un área protegida, y para reconocerla en un sistema nacional de áreas protegidas, una vez que un grupo indígena de una comunidad local decide que esa es su opción deseada

Antes de embarcarnos en un proceso, recomendamos establecer una definición clara, inclusiva y compartida del con-cepto de “territorio indígena” y/o “territorio comunitario” (“terroir”, “dhuar”) y las áreas costeras y marinas correspondien-tes. Esto podría evitar el aniquilamiento de las taxonomías territoriales autónomas por la imposición de un sistema de lenguaje occidental. También se debe ver qué parte de estos territorios puede ser identificada como una AICC (siguien-do las tres condiciones mencionadas en la definición de AICC) incluyendo -en particular- si los usos actuales de los re-cursos naturales son compatibles con la conservación.

La UICN ha propuesto una serie de pasos para identificar si una AICC es o no también un área protegida [Estos perma-necerán en borrador y tendrán que ser probados]. Estos pasos asumen que los pueblos indígenas y/o comunidades in-volucradas quieren que el sitio sea reconocido.

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Saber si el sitio es un área protegida según los parámetros de la UICN: Determinar si el área y su sistema de gobernanza actual coincide con la definición de áea protegida de la UICN.

Saber si el sitio es un área protegida según el gobierno interesado: Determinar si el área también cumple los criterios de un área protegida según la legislación y las políticas nacionales.

Saber si el área encaja en una de las designaciones de áreas protegidas vigentes en el país: Si es así, determinar si encaja dentro de la ley de áreas protegidas vigente y en la tipología de categorías de áreas protegi-das. De ser así, es importante determinar si la legislación y las políticas nacionales vigentes permiten que perma-nezca el sistema propio de gobernanza comunitaria, o si por el contrario el reconocimiento como un área protegida pudiera resultar en la pérdida del control por parte de la comunidad. Así mismo, determinar si se permiten los objeti-vos de manejo que pudieran ser conceptual y/o prácticamente diferentes de la conservación per se.

Reconocer el sitio si cumple todos los requisitos: Cuando la legislación y las políticas nacionales son com-pletamente compatibles con la práctica local, y cuando los pueblos indígenas y las comunidades locales relevantes han expresado su consentimiento previo e informado, las agencias de conservación deben garantizar, o formalmen-te reconocer, que la autoridad y la toma de decisiones para el establecimiento y el manejo del área deben permane-cer en poder de los pueblos indígenas y/o las comunidades locales interesadas. Es importante que esto puede ayu-darles a ejecutar sus propias decisiones (como en el caso en el que un decreto para el control de la pesca puede ofrecer soporte legal a un santuario marino declarado por la comunidad).

Hacer ajustes según necesidad: Cuando hay incompatibilidad entre la gobernanza de un área valiosa ejerci-da por pueblos indígenas o comunidades y las leyes y regulaciones nacionales de áreas protegidas, podrían reque-rirse ajustes legales y de las políticas sobre las disposiciones estatutarias actuales de modo que las personas indí-genas o comunidades locales relevantes puedan retener sus sistemas de gobernanza. Lo que no excluye la interac-ción y/o proposición de cambios y mejoras de parte de las agencias gubernamentales y de otros actores. Con fre-cuencia, lo que los pueblos indígenas y las comunidades locales solicitan es la garantía de derechos consuetudina-rios de tenencia, uso y acceso sancionados mediante la demarcación de territorios y recursos. Para que ello suce-da, sin embargo, podría ser necesario que la institución ejerciendo el gobierno del área sea reconocida como una persona jurídica. Como esto puede afectar las formas como los pueblos indígenas y las comunidades locales se or-ganizan y manejan sus áreas y territorios, es importante que ellos mismos determinen tales asuntos.

Negociar acuerdos contractuales con los pueblos indígenas y/o comunidades: Una vez solucionadas las incompatibilidades, la agencia podría embarcarse en un proceso de negociación, que podría terminar en un acuer-do contractual entre los pueblos indígenas y/o comunidades locales interesadas y las autoridades nacionales o re-gionales. Dicho arreglo contractual podría reconocer el área y otorgarle alguna forma de protección legal o técnica y apoyo financiero, incluyendo su inclusión como parte autónoma del sistema nacional de áreas protegidas. Podría también mediar con resultados de conservación mutuamente aceptables.

Aclarar y publicar los acuerdos, normas y regulaciones asociadas: Una vez que se ha alcanzado un acuerdo, las normas y regulaciones relevantes deben ser aclaradas y publicadas. Podría ser tan solo el registro de las normas consuetudinarias existentes, sin interferencia de las agencias estatales, o la incorporación de nuevos consejos, métodos y herramientas en estas normas. Podría servir aclarar y registrar la separación de derechos y responsabilidades entre los mismos pueblos indígenas y comunidades locales interesados, y especificar disposicio-nes contra el mal uso de los derechos y el poder por parte de las autoridades en todos los niveles.

Trabajar mecanismos de protección: Como parte del proceso de gobernanza, la AICC tiene que ser protegi-da efectivamente de amenazas externas. ¿Qué tipos de mecanismos consuetudinarios de vigilancia local y ejecu-ción de las normas han sido reconocidos por el estado? Por ejemplo, ¿pueden los miembros de pueblos indígenas y/o comunidades locales aprehender a los violadores? ¿Se necesita la ayuda del gobierno? En caso de controver-sia, ¿quién juzga? ¿Quién es responsable por las campañas de información necesarias para que el público general respete las AICC y las áreas protegidas indígenas? Las respuestas a estas preguntas son importantes para que es-tas áreas perduren como áreas protegidas.

Acuerdo sobre mecanismos de vigilancia: También es importante saber si la AICC está trabajando como se pretendía: ¿se están cumpliendo los objetivos culturales y de sustento; se está conservando? El acuerdo sobre lo que se habrá de vigilar es una manera de identificar -y ponerse de acuerdo sobre- qué es importante, y puede por

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sí mismo ser una etapa clave en el proceso de negociación. La vigilancia debe involucrar, donde sea posible, a miembros de la comunidad local que conocen y entienden mejor el sitio, pero también puede involucrar especialis-tas externos.

Esta es una lista de los pasos clave en el momento presente. Muchos de los pasos resumidos aquí en una oración po-drían requerir vastos esfuerzos, recursos y experticia. En la versión final del manual necesitaremos muchos más deta-lles, incluyendo ejemplos de cómo los diferentes pueblos indígenas y comunidades locales han tratado este tema en la vida real, los problemas que han enfrentado y los éxitos alcanzados.

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¿Qué tan efectivas son las AICC para proteger la biodiversidad?

Apenas ahora está dándose el estudio sistemático de las AICC y de su potencial en la conservación y, como es el caso de todos los tipos de áreas protegidas, es escasa la evidencia cuantitativa de su efectividad. Sin embargo, una revisión de la literatura publicada revela evidencia creciente de la contribución de la conservación en el mundo. Por ejemplo, un meta-estudio realizado por Molnar et al. en 2004 calcula que hay por lo menos tantas áreas de bosques bajo figuras de conservación comunitaria -370 millones de hectáreas- como áreas forestales de conservación protegidas por el sector público. La verdadera cantidad podría ser el doble o el triple si se incluyeran los sistemas agroforestales o agropastori-les y las áreas boscosas en la Rusia soviética, Europa y el Medio Oriente. Los autores incluyeron los siguientes tipos de bosques conservados comunitariamente: Bosques tribales y territorios tradicionales de las primeras naciones en Norte América. Latinoamérica: tierras indígenas en la Amazonia, ejidos indígenas y comunitarios en México, bosques y pára-

mos indígenas en la región de los Andes y mosaicos agroforestales en América del Sur. África: bosques colectivos y de las aldeas, mosaicos agroforestales y arboledas sagradas. Asia del Sur: manejo conjunto del bosque en India, redoblado por bosques no reconocidos manejados por la

comunidad en áreas de bosques estatales, arboledas sagradas en India y Nepal, bosques comunitarios a través de la región.

Asia del Este: bosques comunitarios, bosques colectivos y mosaicos agroforestales.

Si bien no todas estas áreas calificarían como AICC atendiendo a la rigurosa definición de arriba, estas figuras dan la impresión de la importancia de los esfuerzos de conservación de los pueblos indígenas y las comunidades locales en el mundo entero.

Ejemplos de resultados de conservación de las AICCUna ulterior revisión de la literatura ofrece alguna evidencia de la efectividad de la conservación de diversos tipos de AICC. (Nota: los siguientes ejemplos son solamente una muestra preliminar; ya se está realizando una revisión de la li-teratura mucho más profunda que se incluirá en la versión final de estas Directrices).

Brasil: Un estudio de imágenes satelitales de cobertura terrestre y ocurrencia de incendios en la Amazonia brasilera realizado por Nepstad et al. (2002) comparó el desempeño de reservas federales desahitadas y de reser-vas indígenas habitadas. Los autores no encontraron diferencias significativas en la tasa de deforestación o de pér-dida de cobertura forestal en los dos tipos de áreas protegidas. Más aún, las reservas indígenas están localizadas en áreas con una presión colonizadora más intensiva (las áreas protegidas federales están en su mayoría localiza-das en áreas remotas respecto de la frontera agrícola) y muchas previnieron la deforestación completamente pese a las altas tasas de deforestación a lo largo de sus límites. También, los autores encontraron que la efectividad de estas reservas no se pierde con el tiempo o la aculturación de los residentes indígenas o por el crecimiento de la población, como se había postulado antes.

Australia: Las Áreas Protegidas Indígenas (IPA sigla en inglés por Indigenous Protected Areas) en Australia son áreas de tierra y de aguas costeras voluntariamente declaradas como áreas protegidas por los pueblos indí-genas que son sus custodios y manejadores. Desde que se declaró la primera IPA en 1998, el 64% de todas las nuevas áreas protegidas en Australia han sido IPA, ocupando actualmente cerca del 20% de las áreas protegidas terrestres a lo largo del país. vii Estudios de las primeras IPA, como Nantawarrina y Deen Maar en el sur de Austra-lia muestran que lo que antes eran áreas de tierras de labranza y pastoreo significativamente despojadas, ahora es-tán significativamente regeneradas, incitando el regreso de especies nativas de flora y fauna. viii Por ejemplo, 36 es-pecies de aves acuáticas han sido registradas en las Yambuk Wetlands en Deen Maar, y después de la restaura-ción del ecosistema, aves migratorias están regresando al área.ix

México: se ha calculado que hasta 80% de los bosques de México están en manos de comunidades que han recibido concesiones colectivas de tierra. En el estado de Quintana Roo, 64 comunidades declararon más de 500.000 hectáreas como “áreas de bosque permanente”. Las imágenes satelitales de comunidades individuales muestran una significativa expansión del dosel del bosque y varias comunidades han declarado prohibiciones de cacería y/o áreas de protección estricta para la conservación de cdeterminadas especies. x

Namibia: en tanto que no todas las iniciativas de Manejo de los Recursos Basadas en la Comunidad (CBNRM por Community Based Resource Management) califican como AICC (sobre todo porque la mayoría de estos proyec-

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tos todavía son manejados de manera vertical sin una real devolución de la autoridad a las comunidades locales) las “Communal Conservancies” de Namibia son un ejemplo en el que tales iniciativas han creado AICC que funcio-nan bien. Las comunidades que forman las Conservancies tienen derechos de hecho pero también legales sobre la vida silvestre como un recurso y toman decisiones de manejo relacionadas con la vida silvestre. Los estudios mues-tran que los recursos en la mayoría de las áreas rurales están siendo ahora mejor manejados, y las poblaciones de animales de caza, los hábitats, la biodiversidad y el ambiente en general han mejorado bajo el régimen de manejo de la Conservancyxi. Las poblaciones de animales de caza han aumentado notablemente en los últimos años; por ejemplo, la cacería en la llanura en el noroeste de Namibia ha mostrado un aumento de 1.000 gacelas, 1.000 orix y 1.000 cebras Hartmann en 1982 a más de 10.000, 35.000 y 14.000 respectivamente en 2002xii.

Islas del Pacífico: Johannes (2002) describe el resurgimiento reciente de la práctica ancestral de manejo de los recursos marinos basados en la comunidad en las Islas del Pacífico, que incluye el establecimiento de áreas de ingreso limitado, áreas protegidas marinas y áreas cerradas por estaciones, y que califican como AICC. En muchas islas del Pacífico Sur los gobiernos han legalizado la Tenencia Marina Consuetudinaria y por tanto han transferido la gobernanza de los recursos costeros a las comunidades locales. Los beneficios de conservación resultantes de estos “nuevos” regímenes incluyen manejo mejorado de las poblaciones de peces y la recuperación o protección de especies vulnerables como grandes peces comestibles o tortugas marinas. xiii

India es probablemente el primer país grande donde comienza a surgir un panorama detallado, y los hallazgos sugieren la presencia de miles de AICC (con o sin -la mayoría sin- reconocimiento y apoyo oficial) dispersas sobre todo tipo de ecosistemas.xiv (En Mendha (Lekha), Maharashtra, la comunidad está protegiendo 1.600 hectáreas de bosque; en Jardhargaon, Uttar Pradesh, ha regenerado y conservado un bosque de robles diverso y bosques mez-clados de rododendros con valor silvestre considerable. En la zona de captación Arvari de Rajasthan, varios cientos de hectáreas de bosque previamente degradado han sido revivida y celosamente protegidas por los aldeanos. Se ha reportado aumento de los herbívoros, así como la ocasional presencia de leopardos. En la aldea Kokkare Bellur, Karnataka, en la aldea Kheechan, Rajasthan, y en el estanque Seelaj, Gujarat, la nidación y los pájaros de invierno son protegidos en tanques o árboles localizados en el corazón del asentamiento humano. Varias praderas localiza-das a grandes alturas en el Himalaya indio son conservadas por medio de una estricta regulación del pastoreo.

Arabia Saudita: las praderas tradicionalmente conservadas de Arabia Saudita, o hemas, representan refugios para plantas y animales locales endémicos que han sido desplazados de otros sitios. Muchas hemas están localiza-das en áreas de alta diversidad de especies, o apoyan bosques y otros hábitats biológicos clave. Su papel como re-servas de germoplasma se tornará más crítico en la medida en que las presiones del desarrollo aumenten. Como fuentes de semillas, las hemas pueden jugar un papel vital en la rehabilitación de las praderas degradadas. xv

Sitios sagrados - algunas conclusiones preliminaresLos tipos de AICC mejor documentados son los Sitios Sagrados Naturales. Hasta hace poco, la creencia de que los si-tios sagrados naturales protegían la biodiversidad era principalmente un asunto de observación personal y de algunas asunciones. También había algo de crítica sobre estos de parte de conservacionistas que pedían datos duros que res-paldaran estas afirmaciones. En los últimos cinco años se ha publicado una serie de estudios cuantitativos que ayudan a ofrecer evidencia científica. Es importante señalar que los sitios sagrados no necesariamente están deshabitados o están estrictamente preservados y que muchos de ellos brindan una variedad de beneficios a la gente, mezclando lo sagrado/espiritual con lo profano (por ejemplo, alimentos).

Un meta-estudio de más de cien proyectos de investigación individual sobre sitios sagrados naturales ha construido un panorama más claro de lo que estas áreas le ofrecen a la biodiversidad. Hay algunos beneficios claros, pero también signos de que muchos sitios naturales sagrados tienen algunas limitaciones en términos de lo que proveen. Las arbole-das sagradas son frecuentemente el único hábitat natural o semi-natural en paisajes culturales y por tanto comportan ni-veles relativamente altos de biodiversidad: muchos estudios encuentran que las arboledas sagradas son los únicos si-tios para especies particulares en una localidad. Debido a que los sitios sagrados naturales son con frecuencia relativa-mente pequeños, su biodiversidad es menor que la de áreas protegidas o reservas forestales más extensas, incluso en el caso de especies pequeñas como las mariposas. Sin embargo, en algunas situaciones la biodiversidad de las arbole-das sagradas puede exceder incluso la de las reservas que son protegidas en teoría de manera más estricta: por ejem-plo si se han ofrecido cuidados particulares para mantener ciertos grupos tales como plantas medicinales o si la condi-ción del hábitat es más importante que el área en general. Algunas veces las arboledas sagradas dentro de áreas prote-gidas contienen una biodiversidad proporcionalmente más rica, o hábitats más intactos, debido a que han sido protegi-dos desde mucho antes de que el área protegida hubiera sido declarada por el gobierno. Las arboledas sagradas en paisajes cultivados pueden funcionar también como importantes corredores para algunas especies. Las arboledas

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sagradas en una región pueden preservar una porción importante de la diversidad local, a manera de redes, en áreas donde no es posible mantener grandes extensiones de bosques protegidos.

Ejemplos de sitios sagrados naturales protegiendo la biodiversidad: la siguiente es una pequeña muestra de li-teratura rica y que va en aumento alrededor de mundo.

India: los estudios sobre sitios sagrados naturales y biodiversidad proceden en su mayoría de la India. Inspec-ciones detalladas en las Montañas Jaintia al noreste de la India encontraron una arboleda sagrada que contiene 82 especies de árboles en 0,5 hectáreas y niveles por encima del promedio de diversidad de plantas vasculares en otras tres arboledas sagradas, incluyendo 54 especies endémicas y 31 especies raras. En el valle Manipur se in-ventariaron 166 arboledas sagradas y se llevaron a cabo estudios detallados en cuatro de ellas. Se registraron 173 especies vegetales, 96 de las cuales tienen alguna forma de uso medicinal, y muchas de las cuales estaban confi-nadas a las arboledas. Se encontró una biodiversidad también alta en el sur de la India cerca de Pondicherry, con arboledas que contienen especies de árboles que no se encuentran en ningún otro sitio en la región. Al comparar las arboledas sagradas con reservas forestales gubernamentales en Ghats Occidental se encontró una densidad de plantas medicinales en regeneración aproximadamente dos veces mayor en las arboledas sagradas, y 40% de las plantas medicinales encontradas eran únicas de las arboledas sagradas. En esta región las arboledas también fue-ron más ricas en especies de hongos. El Parque Nacional Silent Valley, de 90 km2, tiene 960 especies de angios-permas comparado con 722 especies en un área de 1,4 km2 ocupada por arboledas sagradas. Las arboledas sagradas en Kodagu abrigan algunas especies amenazadas de árboles, especies endémicas de aves y especies únicas de hongos grandes que no se encuentran en ninguna otra parte.

Bangladesh: aquí se encuentra la única población sobreviviente de Trionyx nigricans, la tortuga de agua dulce, en un estanque dedicado a un santo musulmán.

Indonesia: un estudio de 10 sitios sagrados en Timor Occidental reveló que 189 especies diferentes de plantas crecen allí; muchas más que en las áreas circundantes. Los “sitios secretos” de los dani en Irian Jaya tienen una composición florística casi idéntica a la del bosque primario; y un estudio sobre los bosques sagrados entre el pue-blo iban de Kalimantan Occidental encontró que los sitios sagrados juegan un importante papel en la conservación.

China: hay arboledas sagradas en muchas áreas de minorías étnicas en Yunan. Un estudio de las arboledas sagradas del pueblo yi, encontró que el total de especies y de especies endémicas era mayor que en la reserva na-tural y el bosque manejado cercanos. Los sitios sagrados tibetanos que se encuentran alrededor del monte Kawa Karpo tienen una riqueza mayor de especies en su conjunto que lotes aleatorios estudiados por fuera, en tanto que en los sitios sagrados se protegen particularmente los árboles de crecimiento lento y la estructura del bosque. Una investigación sobre 28 bosques de montañas sagradas del pueblo dai en Xishuangbanna encontró 268 especies vegetales, 15 de las cuales aparecen en la Lista Roja. Más aún, se encontraron en estas montañas alrededor de 100 especies de plantas medicinales y más de 150 especies de plantas económicamente útiles. Los únicos bos-ques de más de 60 años de edad localizados por debajo de los 500 metros en Hong Kong son los bosques Feng Shui. En estos bosques sobrevive una rica flora de árboles (360 especies) que tienen una estructura comparativa-mente compleja y contiene algunas especies de árboles que no se encuentran en otros tipos de bosques.

Japón: las tierras bajas de sudoeste del Japón estaban antes cubiertas de bosques de árboles perennes de hoja ancha; hoy se encuentran pequeños remanentes de bosques viejos alrededor de los sepulcros sagrados Shin-to. Por ejemplo, el Monte Tatera se considera santo y la Reserva de Bosque Tatera, de 100 hectáreas, ha sido es-trictamente preservada desde la antigüedad.

Ghana: muchas arboledas sagradas sobreviven en el sur de Ghana, donde son con frecuencia consideradas como reliquias degradas de bosque natural. Al comparar cuatro arboledas sagradas y ocho plantaciones no protegi-das de árboles se encontró mucha menos pérdida de árboles en las primeras, así como mayor riqueza de especies vegetales y menor número de especies invasivas. Sin embargo, los estudios de las poblaciones de mamíferos que comparan arboledas sagradas con reservas forestales protegidas encontraron que mientras las arboledas tienen mayores densidades de mamíferos, tienen por el contrario menos diversidad de especies. De manera similar, las arboledas sagradas contienen menores densidades de mariposas frutícolas que las reservas forestales, aunque ambas -arboledas y reservas- son más ricas que las áreas circundantes.

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Togo: estudios realizados en riberas y bosques sagrados en Togo, en general mostraron que muchos de estos fragmentos de bosques son reliquias de comunidades vegetales antiguas en proceso de desaparición. No se en-cuentran algunas plantas de estas fuera de los fragmentos de bosques y la diversidad en plantas es mayor que la encontrada en las comunidades vegetales circundantes. Se registraron 56 especies por primera vez en Togo. In-vestigaciones durante diez años demostraron que las comunidades locales muestran un mayor respeto por las ribe-ras y los bosques sagrados que por las áreas protegidas por el gobierno, que han sido degradadas.

Kenia: reconocimientos botánicos de los bosques costeros en Kenia en un lapso de varios años han seguido desenterrando especies vegetales raras en los bosques sagrados Kaya. Estos bosques sagrados son el único asiento conocido de varias especies vegetales. De los 20 sitios con mayor valor de conservación en las costas de Kenia, 7 son bosques Kaya. En 2008, los Bosques Kaya de los mijikenda, que son 11 sitios boscosos separados, diseminados en cerca de 200 km, fueron inscritos en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO por representar un testimonio único de una tradición cultural y de una tradición viva.

Tanzania: cuando se compararon ocho arboledas sagradas de la jefatura de Uganda de los wanyamwezi en Tanzania central con lotes de bosques en una reserva forestal manejada por el estado, se evidenció mayor riqueza de especies de bosques y mayor diversidad taxonómica, pese a ser relativamente pequeñas en tamaño.

Zimbabwe: fotografías aéreas del valle Zambesi al norte de Zimbawe tomadas a lo largo de tres décadas muestran que la pérdida de bosques es dramáticamente menor en bosques que son considerados sagrados.

El texto final revisará otros tipos de AICC apuntando a un meta-estudio que actualmente se está preparando para publi-cación en un libro que surgirá de los talleres del Congreso Mundial de Conservación de 2008. Pero nótese que la infor-mación sobre las AICC en general no es tan rica como la relativa a los sitios sagrados, y esta sección por lo tanto tendrá que permanecer un tanto sesgada hacia estos últimos.

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¿Qué tan efectivas son las AICC para cubrir las necesidades de la gente?

Las AICC están estrechamente integradas con el sustento a largo plazo, las estrategias de de manejo de la tierra y la identidad cultural de los pueblos indígenas y las comunidades locales. En esto difieren fundamentalmente del enfoque “moderno” que designa áreas protegidas con el único propósito de conservar, manejándolas como islas de paisaje pro-ductivo. Aunque recientemente los proyectos integrados de Conservación y Desarrollo han buscado generar beneficios sociales y económicos para las comunidades locales, esto se plantea con frecuencia como un pensamiento tardío, y el doble propósito de la conservación y la generación de sustento se logra solo muy ocasionalmente. Por otro lado, las AICC forman parte integral de la vida productiva, social y cultural de una comunidad. Por lo que pueden integrar con éxi-to la conservación con la consecución sostenible del sustento, la seguridad social, el empoderamiento político y la su-pervivencia cultural.

SustentoLas AICC brindan a las poblaciones locales que dependen de los recursos naturales para su supervivencia acceso di-recto y poder de decisión sobre los beneficios y servicios generados por estos recursos. Por lo tanto, las AICC contribu-yen con el sustento de algunos de los sectores de la sociedad más pobres y más marginales y juegan un importante pa-pel en el alivio de la pobreza. Las AICC pueden contribuir con sustento sostenible y estable a través de:

Beneficios alimentarios Mantenimiento y mejoramiento de la disponibilidad de peces de mar y de agua dulce (Pacífico, Borneo). Reservas para cacería de animales de presa (ej. Namibia, partes del este de África). Mantenimiento de sistemas tradicionales de pastoreo (ej., territorios de los oromo/borama en Etiopía). Protección voluntaria de parientes silvestres de cultígenos y razas tradicionales (ej., parque de las papas en

Perú, micro-reservas en Armenia) Protección de bosques de tierras altas y bosques de niebla para ayudar a mantener las aguas para irrigación

(ej., Guatemala). Mantenimiento de forraje para ganado (ej., norte de la India).

Servicios ecológicos: Oferta de agua, tierra productiva y estabilización microclimática.

Protección contra el desastre climático: Protección contra inundaciones (bosques inundados en la Amazonia, reforestación voluntaria por encima de

Málaga, España) Protección de costas (ej., protección comunitaria de manglares en Vietnam).

Beneficios de salud (aparte del mantenimiento de la seguridad alimentaria y de la prevención de desastres): Preservación de agua en cantidad y calidad para el consumo y uso humanos. Preservación de reguladores naturales de vectores de enfermedades. Plantas medicinales (ej., tembawang en Kalimantan, bosques kaya en Kenia). Reservas comunitarias establecidas como lugares para la recreación y el eercicio (ej., Gales, Reino Unido).

Acceso a oportunidades económicas incluyendo empresas de recursos naturales y generación de empleos: Reservas de caza para caza deportiva (ej., Namibia). Colección de materiales valiosos (ej., colección de nidos de aves de una cueva en un bosque protegido en Sa-

bah, Malasia). Ecoturismo (ej., playas de tortugas en Turquía). Venta de plantas con valor medicinal.

EmpoderamientoLas AICC con frecuencia ofrecen la oportunidad de empoderar a sectores marginales de la sociedad. Estimulan a las comunidades e individuos a participar más confiadamente en procesos sociales y políticos y a confrontar y resistir las fuentes de explotación.xvi Especialmente cuando las AICC y las instituciones consuetudinarias que las gobiernan son re-conocidas, las comunidades tienen la oportunidad de mejorar los procesos de toma de decisiones, vincularse a otras or-ganizaciones e instituciones e influir sobre el desarrollo de políticas.xvii Este proceso puede llevar a un reconocimiento político y al empoderamiento de comunidades locales que va mucho más allá del ámbito del manejo de recursos natura-

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les. Más aún, cuando las instituciones comunitarias son reconocidas y apoyadas por su manejo de los recursos natura-les, pueden también ser usadas para otros propósitos o se pueden adaptar para encarar otro tipo de esfuerzos. Quizás no es menos importante que las comunidades se sientan orgullosas de lograr manejar exitosamente sus recursos natu-rales y de que esos logros sean reconocidos por el resto de la sociedad.

Diversidad culturalMientras que los “territorios” son simplemente esenciales para la supervivencia cultural de los pueblos indígenas, la ma-yoría, si no todas, las AICC están atadas al sentido de identidad y a la cultura de una comunidad. El establecimiento de una AICC usualmente está vinculado a los propósitos y las aspiraciones colectivas de la comunidad en cuestión, y la mayoría de las AICC son manejadas como parte de las normas éticas de la comunidad y de las características cultura-les.xviii Por ejemplo, muchas tienen un fuerte papel espiritual, como es el caso de los sitios sagrados y de otras áreas ta-bú. El reconocimiento y el uso continuado de medidas tradicionales de manejo de los recursos naturales puede desace-lerar la pérdida de aspectos valiosos de la cultura (y al mismo tiempo mejorar el éxito del manejo). Las AICC, por lo tan-to, con frecuencia se tornan una herramienta para la protección no solamente de la biodiversidad, sino también de la di-versidad biocultural. Al mantener alejadas a las externas y destructivas del desarrollo, o al ofrecer un foro para la autoa-firmación, las AICC ayudan a proteger las lenguas, tradiciones, conocimientos y prácticas que de otra forma están ame-nazadas.xix Esto es parte del “bien común” al que las AICC están intrínsecamente relacionadas.

En la versión final de las directrices se presentará, donde sea posible, un sucinto destilado de información obtenida de fuen-tes científicas referenciadas que ilustren acerca de los benefi-cios sobre el bienestar obtenidos gracias al manejo de tierra y agua por comunidades locales.

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Amenazas contra las AICC

Resulta desafortunado que preciso cuando las AICC finalmente empiezan a ser reconocidas por sus beneficios ecológi-cos, socioculturales y económicos, y cuando están ganando apoyo importante de parte de algunos gobiernos y de la co-munidad internacional, sin embargo, se encuentran enfrentando acelerados niveles de amenazas. Debido a que con fre-cuencia no tienen reconocimiento gubernamental o incluso de las comunidades vecinas, las AICC son vulnerables debi-do a la reapropiación o “reasignación” de tierras y aguas para usos alternativos. Para los extraños, muchas AICC pare-cen a primera vista ecosistemas naturales no cultivados y no utilizados. Por ello, frecuentemente son subvaloradas, no son reconocidas o son ignoradas. Las AICC también se ven afectadas por los cambios en los sistemas de valores entre los grupos indígenas y las comunidades tradicionales, por los aumentos en la presión sobre los recursos naturales o por otras tensiones internas. Las amenazas se pueden dividir en niveles:

Amenazas globales o internacionales Amenazas nacionales Amenazas regionales o municipales Amenazas internas

Amenazas globales sobre las AICC: los territorios tradicionales de pueblos indígenas y comunidades locales, inclu-yendo las AICC, se encuentran en muchos lugares bajo los ataques de las fuerzas del negocio globalizado, con frecuen-cia actuando con, o apoyado por, actores poderosos dentro de la maquinaria estatal. De manera más general, las AICC pueden verse afectadas negativamente por fuentes más indirectas como la polución y en particular por el cambio climá-tico. Las amenazas clave incluyen:

Minería y extracción de combustibles fósiles: las enormes ganancias que deja la explotación de los minera-les, incluyendo particularmente los combustibles fósiles, está induciendo la apropiación legal, semi-legal o ilegal de tierras en muchos países alrededor del mundo. Por ejemplo, en Filipinas se ven impresionantes traslapes entre los dominios ancestrales de los pueblos indígenas, las cabeceras de las cuencas y las áreas de extracción minera, le-gal o ilegal; muchas reservas indígenas en la cuenca del Amazonas identifican como la mayor amenaza a la poten-cial explotación del petróleo, como en el territorio indígena de los yuracarés en el Parque Nacional Isiboro Sécure en Bolivia, una rica zona de selva húmeda. Se han identificado problemas similares en Ecuador, Perú Brasil, Co-lombia, Venezuela y los países vecinos. Un hecho de particular importancia para las AICC es que cuando un go-bierno estatal acepta asignar derechos sobre la tierra a los pueblos indígenas y las comunidades locales, general-mente el gobierno se reserva el derecho del uso de los recursos del subsuelo (lo que también es cierto para las áreas protegidas reconocidas por el gobierno y para la mayoría de los otros usos de la tierra). Esto suma a la ame-naza estructural de las AICC, especialmente insidiosa porque los recursos extraídos y la polución son solo parte del daño inflingido sobre los pueblos indígenas. La verdadera “violación de la tierra” es una preocupación igual, si no más importante, de los pueblos indígenas y de las comunidades locales cuando la tierra en cuestión es considerada sagrada.

Explotación maderera: muchas AICC forestales se han perdido por la explotación de la madera, con frecuen-cia tras un pago único por anticipado o simplemente como consecuencia de la explotación ilegal. Las 8.000 hectá-reas de la comunidad taravelata en la isla Lauru, de las islas Salomón, han sido protegidas con éxito por medio del tabú y son extremadamente ricas en biodiversidad con muchas especies endémicas, incluyendo unas raras y endé-micas especies de murciélagos que viven en cuevas debajo de los bosques. Pero la comunidad identifica la explo-tación maderera como una importante amenaza y los guardias ya expulsaron de su territorio a una compañía corea-na de explotación y destruyeron su buldózer.

Plantaciones de árboles: a la inversa, algunas AICC se encuentran amenazadas por el incremento de las plantaciones de árboles. Aunque esto casi siempre va a la par con la explotación (de hecho la siembra de grandes plantaciones ha sido usada como pretexto para la rápida tala de bosques), las plantaciones también se han estable-cido en praderas y sabanas en ausencia de cobertura previa de árboles.

Conversión a gran escala para la industria agropecuaria, incluyendo las plantaciones de biocombusti-bles: en muchos países las compañías extranjeras tienen bajo propiedad o arrendamiento grandes áreas de tierra para agricultura y algunas de estas se traslapan o cobijan AICC tradicionales. En tanto que el mercado de biocom-bustibles aumenta rápidamente los gobiernos se están apresurando a invertir en este nuevo mercado y muchos sis-temas tradicionales han sido borrados completamente, lo que representa actualmente una importante amenaza

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para muchos sistemas tradicionales de manejo. Por ejemplo, inmensas extensiones en Etiopía han sido vendidas para el desarrollo de la industria de los biocombustibles. En el valle Omo se han practicado por siglos las mezclas tradicionales de producción de cultivos y pastoreo en las comunidades ribereñas que también son muy altas en bio-diversidad, pero las comunidades locales están siendo forzadas fuera de gran parte de estas tierras, y los benefi-cios sociales y de la vida silvestre probablemente se perderán.

Desviaciones del agua: proyectos mayores como represas y esquemas de irrigación han alterado ecosiste-mas inmensos en todo el mundo, incluyendo AICC que existían allí, algunas veces incluso cuando los recursos es-taban específicamente destinados a solucionar los problemas potenciales de las poblaciones residentes. A veces esquemas aparentemente benignos, como el establecimiento de nuevos puntos de agua en áreas muy secas, atraen tanta atención y uso (por ejemplo, por parte de grandes cantidades de ganado, o por agricultores deseosos de usar la tierra cercana al punto de agua) que el ecosistema y cualquier AICC que existiera se ven severamente afectados. [Ejemplo: las principales hidroeléctricas ocasionaron estragos en los territorios de migración nómada en los límites entre Mali y Burkina; las nuevas enormes bombas finalmente tuvieron que cerrar.]

Desarrollos turísticos: los principales operadores turísticos, con frecuencia domiciliados fuera del país, pue-den influir sobre las AICC de varias maneras: tanto por cambios permanentes, como la construcción de infraestruc-tura hotelera tal como canchas de golf, y como resultado de visitas incrementadas y los daños y perturbaciones asociados. En Tanzania, el cierre de la carretera de Arusha al Cráter Ngorogoro, que es manejado por la comuni-dad como un santuario de vida silvestre, ha producido un dramático aumento en el número de turistas transitando, al punto que se han puesto en peligro algunos de los valores de este sitio en términos de vida silvestre. De igual forma, la Reserva Natural Van Longh en Vietnam es manejada en asociación con las comunidades locales y es un hábitat crítico para los “duc langurs”, la especie de primates más amenazada en el mundo. También tiene importan-tes ecosistemas de humedales y bosques. Las visitas aumentadas está poniendo bajo gran presión a los recursos naturales, mientras que aumenta aceleradamente la construcción de infraestructura turística al borde de estos frági-les humedales.

Guerra, conflicto violento y movimiento de refugiados: la desorganización social súbita y violenta ocasiona-da por la guerra u otras formas de colapso de la sociedad también resulta en pérdidas de patrones de uso de tierras y aguas, incluyendo las AICC. Los árabes de Marsh en Iraq, sacados de sus tierras y aguas por el gobierno iraquí y las dos Guerras del Golfo son un caso puntual. Otro caso es el daño ocasionado a los territorios indígenas en Co-lombia por el conflicto armado entre guerrilla, paramilitares y ejército.

Amenazas nacionales contra las AICC: los mismos problemas pueden surgir por acciones de compañías naciona-les (y la línea divisoria entre influencias nacionales e internacionales es difícil de determinar en ocasiones) pero además las instituciones gubernamentales y locales pueden degradar o destruir las AICC como resultado de:

Extracción furtiva de animales y plantas por forasteros: los bosque sagrados Igmale’ng’en de Portulin son parte del dominio ancestral conservado por los pueblos talaandig de Mindanao, en Filipinas. Estos bosques tienen gran importancia para los talaandig y aseguran la continuidad y la supervivencia de la comunidad. Se cree que las normas para la interacción con los bosques sagrados son definidas por los espíritus de los bosques y son transmiti-das al Bailan o chamán (según algunos ancianos, susurrados por los espíritus en los sueños). La existencia de los bosques sagrados juega un papel vital en la conservación y protección de la biodiversidad del Monte Kalatungan. Sin embargo, actualmente aumenta la presión de migrantes no indígenas. La explotación maderera ilegal y la ex-tracción furtiva de flora y fauna representan las mayores amenazas para la continuidad de los bosques sagrados de los talaandig. La declaración del área como un parque nacional ha fortalecido hasta cierto grado la protección del sitio pero también ha arriesgado la autoridad de los talaandig y ha reducido el control que ellos han ejercido sobre las tierras tradicionales; el impacto a largo plazo aún se desconoce. El área conservada por la comunidad mendha (lekha) en India es una de las AICC mejor conocidas en el mundo, donde las personas tribales locales voluntaria-mente protegen el bosque, del que no tienen título legal, con el fin de asegurar el aporte vital de madera, forraje y otros materiales. El área total de la aldea tiene alrededor de 1.900 hectáreas de las cuales cerca del 80% se man-tiene como bosque. Hay aproximadamente 400 personas en la aldea, todos de la tribu gond. Hasta ahora se han registrado 25 mamíferos junto con 82 especies de aves y 20 especies de reptiles; especies importantes incluyen lobo (Canis lupus), leopardo (Panthera paradus), oso perezoso (Melursus ursinus), ardilla gigante de la India central (Ratufa indica centralis) y el pavo de la India (Pavo Cristatus). No obstante en esta AICC representativa quedan al-gunas presiones de cacería y de extracción de recursos por parte del gobierno y de las comunidades vecinas.

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←←←←←←←←←←←← Invasiones de la tierra por otras comunidades o por personas sin tierra: la Reserva de la Biosfera y Terri-

torio Indígena de Pilon Lajas, localizada a 350 km al noreste de La Paz, en el departamento de Beni, es manejada en cooperación con indígenas locales. Se considera que la diversidad biológica y el endemismo son considerables: la riqueza florística es, por ejemplo, extremadamente alta, calculada en 2.000 a 3.000 plantas vasculares. Las ame-nazas identificadas para el área se relacionan con la exploración y explotación petrolera y los asentamientos huma-nos de colonos migrando de otras regiones, particularmente de las tierras altas, así como a la inestabilidad política. Las invasiones de la tierra son las amenazas más importantes para la reserva como respuesta a la gran presión ejercida desde las zonas circundantes por la tierra y sus recursos naturales.

Conservación incluyendo la creación de áreas protegidas: como se mencionó más arriba, muchas áreas protegidas también se han impuesto sobre tierras tradicionales de los pueblos indígenas o de otras comunidades locales, con frecuencia sin consulta o compensación. Frecuentemente incluyen las AICC, precisamente porque el manejo de estas áreas ha dado como resultado ricos hábitats para la vida silvestre. En Sumberklampok, Indonesia, la comunidad local ha sido excluida ahora de una gran parte de sus tierras. Los derechos de manejo de los bos-ques habían sido arrebatados a las comunidades locales primero por parte del gobierno colonial holandés y des-pués por el gobierno nacional, para establecer plantaciones, aunque los bosques de las tierras altas eran todavía accesibles (y considerados como sitios sagrados). Más tarde Sumberklampok fue incluida en el Parque Nacional West Bali, que afectó a la comunidad incluso más al restringir también su acceso a las áreas marinas y costeras. Los administradores del parque nacional anunciaron planes de reasentamiento en 1991, que fueron resistidos con éxito por los aldeanos; sin embargo, el tema de los derechos sobre las tierras sigue sin resolverse.

Aculturación activa y pasiva: los sistemas de educación y jurídicos que están sesgados en contra de los esti-los de vida tradicionales por ser considerados como “primitivos” aumentan las presiones sobre las AICC ya que los jóvenes tienden a perder contacto con ellas, tanto filosóficamente como en términos de la comprensión práctica acerca del manejo de la tierra y el agua. Algunas AICC que han existido con éxito por siglos están declinando sen-cillamente porque los valores han cambiado. La aculturación ha sido identificada como una amenaza importante contra los territorios indígenas de los Uma-Kaja Yepa en Vaupés, Colombia, un área de 150.000 hectáreas de bos-que tropical húmedo rico en biodiversidad. Los niños que abandonan la comunidad para ir a los internados pierden los conocimientos sobre prácticas tradicionales de manejo de la tierra y cambian su perspectiva sobre los mecanis-mos de consecución del sustento en tanto que los currículos escolares ni siquiera se refieren a los sistemas tradi-cionales de manejo. Una exploración realizada en 2006 encontró que solo 26 niños de un total de 286 en el territo-rio tienen un entendimiento riguroso sobre las prácticas tradicionales de manejo. Aparte de la aculturación activa en la escuela, también es un problema importante la aculturación pasiva -la aceptación inconsciente y generalmente colectiva de valores y conceptos foráneos.

Falta de reconocimiento oficial: las amenazas mencionadas arriba se ven exacerbadas por una debilidad in-trínseca que las AICC pueden presentar, como es la falta de reconocimiento gubernamental. Esto hace que las AICC sean invisibles desde una perspectiva legal, permitiendo que otros actores más fuertes fuercen su entrada al área y tomen los recursos. Para comenzar, muchos gobiernos todavía tienen problemas para entender el concepto de “gobernanza de áreas protegidas”, para distinguir entre propiedad individual y colectiva o para dar reconocimien-to legal a entes colectivos tales como un pueblo indígena o una comunidad local. Todas estas son condiciones es-enciales para el reconocimiento de las AICC. En otros lugares, incluso cuando las comunidades locales son recono-cidas, son presionadas a adoptar estructuras de manejo que encajen mejor con las concepciones gubernamentales que pueden no ser efectivas para las condiciones locales. Muy raramente se permite a las instituciones locales ser entes autónomos para la toma de decisiones, y también para controlar los problemas económicos locales.

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El Área Conservación Comunitaria Jardhargaon en Uttarakhand, India, nació del movimiento Chipko que apeló a medios no violentos para oponerse a la tala de árboles. Un Van Suraksha Samiti (un comité de protección de bos-ques de la gente) de 10-11 miembros del consejo de la aldea, elegido por consenso, establece reglas que prohiben talar madera verde y pelar la corteza de los pinos y también controla otros usos del bosque y de los pastos. La ini-ciativa ha dado como resultado la regeneración de grandes áreas de bosque degradado, pero el comité ha identifi-cado recientemente que la falta de reconocimiento oficial es el reto más grande para su desarrollo futuro. En Casa-manche (Senegal), las sociedades aldeanas acostumbraban a dividir los recursos en sectores relacionados a cla-nes específicos, que regulaban el uso y compartían los beneficios del uso inteligente con toda la comunidad, como un motivo de orgullo. El estado de Senegal, sin embargo, se niega a reconocer el poder de las cabezas de los cla-nes sobre los recursos naturales (por ejemplo las prohibiciones periódicas de la pesca en las ensenadas costeras) y ha encarcelado a los ancianos que han tratado de hacer cumplir esas reglas. Como resultado de esto, las aguas costeras están actualmente sobreexplotadas y son mucho menos productivas que antes. En Nepal, el pueblo sher-pa que manejó por siglos las muchas AICC incluidas en el paisaje Khumbu (que se traslapa con el Parque Nacional Sagarmatha) ha “declarado” recientemente esas AICC al mundo, pero han sido reprendidos y obligados a retirar esa declaración, incluso en ausencia de ofensas expresas contra la legislación existente. Esto por supuesto no im-presiona a los jóvenes sherpa ni los estimula a mantener esa interacción tradicional con la tierra.

Reconocimiento inapropiado: algunas AICC han sido reconocidas e incorporadas en el esquema nacional con el fin de obtener derechos legales, pero el esquema le ha exigido el establecimiento de una institución local es-pecificada para manejar los recursos naturales, y esas instituciones, administradas por personas “educadas” y “ele-gidas”por los líderes han sido incapaces de mantener el cuidado y el respeto por los recursos naturales que habían sido asegurados por sus predecesores no educados y no oficiales. Existen claros ejemplos de esto en Madagascar. En otros casos, la necesidad percibida de demarcar los territorios ocasiona tensiones innecesarias entre las comu-nidades vecinas que utilizan las mismas áreas en diferentes momentos o por diferentes propósitos, bajo acuerdos de largo plazo.

Amenazas regionales o municipales contra las AICC: también se presentan, además de algunas o todas las ante-riores:

Conflictos entre comunidades locales y la burocracia municipal: tres bosques comunitarios en las zonas de bosque seco del sudoeste de Madagascar --Etrobeke, Vohibe y Ranomay-- ofrecen un ejemplo de los muchos bosques manejados directamente por la gente local. Los bosques secos tienen una rica biodiversidad y, como es el caso en toda la isla, un alto endemismo. Han estado bajo el control de las comunidades locales (fokonolona) desde por lo menos el siglo XIX. Contienen bosques ancestrales, sitios sagrados y áreas tabú y han sido manejados como áreas de conservación comunitaria. Últimamente se han hecho esfuerzos por obtener el reconocimiento oficial e in-cluirlos dentro del sistema de áreas protegidas del país, aunque el corto tiempo disponible para lograrlo se presenta como un reto. Sin embargo, distintas partes del estado tienen diferentes puntos de vista sobre el desarrollo de la re-gión; mientras que un departamento apoya las AICC también hay presión del gobierno local por adelantar la explo-tación minera en el área, lo que podría minar muchos de los avances que se han logrado.

Imposición de impuestos y otros problemas financieros: si el valor de una AICC es reconocido, paradójica-mente puede ocasionar problemas porque el gobierno quiera cobrar impuestos u otras cuotas. Por el contrario, la falta de reconocimiento oficial significa que muchas AICC no pueden hacer uso de donaciones u otros tipos de asis-tencia de fuentes nacionales o de agencias de donantes: acceder a esta asistencia es una importante motivación para buscar el reconocimiento de las AICC como áreas protegidas. Los problemas no se restringen a los países en desarrollo. Por ejemplo, Frieze Hill Community Orchard Group en el Reino Unido es manejada por medio de una se-rie de licencias de un año de duración y la mayoría de las fuentes de financiación exige un contrato de arrenda-miento de por lo menos 25 años.

Destrucción activa por intereses creados: En Ghana, las arboledas sagradas han existido por siglos, con frecuencia incluyendo algo de la biodiversidad que queda en paisajes profundamente transformados. Se ha sabido de algunos ministros de diversas denominaciones religiosas que cortan árboles en las arboledas sagradas, o que los dañan y destruyen, solo para demostrar que las deidades paganas de las arboledas son menos poderosas que sus propias divinidades.

Amenazas internas contra las AICC: hay elementos intrínsecos de vulnerabilidad y debilidad, políticamente sensi-bles, que surgen de cambios en la sociedad inmediata de los pueblos indígenas y tradicionales:

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Valores cambiantes: muchos pueblos indígenas y otras sociedades tradicionales están experimentando ac-

tualmente rápidos cambios sociales y, también algunas veces, algún grado de colapso social. Las AICC podrían re-cibir presión adicional del hecho de que los jóvenes ya no están interesados en ellas, o han perdido las habilidades necesarias para mantenerlas, o definitivamente las rechazan por estar pasadas de moda. Aunque el entusiasmo se puede volver a encender, los valores de las AICC corren el riesgo de perderse definitivamente en el ínterin y mu-chas comunidades se encuentran actualmente luchando por mantenerlas viables a pesar de los rápidos cambios culturales. El debilitamiento de los sistemas tradicionales de gobernanza (basados en clanes, tribus, monarquías, autoridades hereditarias o poderes religiosos y chamánicos) debilita a su vez la capacidad de los pueblos indígenas o las comunidades locales para seguir manejando sus AICC y debilita la capacidad de la cultura local para mante-nerse. En este sentido, perder las tradiciones significa perder la cultura, perder los sistemas tradicionales de mane-jo de recursos naturales y, en últimas, perder incluso los mismos territorios. En las islas Bijagos de Guines Bissau, los jóvenes locales han tenido que elegir entre la educación moderna -disponible solo en tierra firme- y la educación tradicional impartida por los ancianos, un factor que está disminuyendo la cultura local desde la raíz. Es claro que la efectividad para manejar las AICC está estrechamente relacionada con la fuerza y la integridad cultural local, pero es posible que la gobernanza funcione mano a mano y de manera sinérgica con formas más “modernas” sobre la base del mutuo respeto y colaboración. Un ejemplo perfecto es la situación de Colombia, donde la autonomía de los territorios tradicionales gobernados por instituciones consuetudinarias ha sido totalmente reconocido por el go-bierno.

Aumento de presión sobre los recursos y colapso de los sistemas tradicionales: si las poblaciones cre-cen o las expectativas cambian, los que antes fueron sistemas de manejo sostenible pueden sufrir presiones y co-menzar a declinar. En Nepal, el pueblo indígena chepang ha mantenido por mucho tiempo sus bosques de árboles chiuri (Diploknema butvracea o el árbol indio de la mantequilla), que son nativos del país. El área es un grupo de cinco zonas montañosas en el Comité de Desarrollo de la Aldea de Kankada -Kankada Village Development Com-mittee-, localizado en el distrito Makwanpur, en el centro de Nepal. No hay instituciones que gobiernen o manejen el área, pero con el tiempo se han desarrollado normas locales respecto del uso de los recursos naturales y la conser-vación de los bosques que son transmitidas de generación en generación. En la estación de las frutas, los árboles chiuri atraen un gran número de murciélagos que los aldeanos atrapan. Sin embargo, los árboles chiuri empiezan a disminuir en términos de producción de fruta debido a que los árboles han envejeciendo y la regeneración es lenta, pese a los esfuerzos por proteger los retoños. Actualmente hay discusiones acerca de si se han cazado demasia-dos murciélagos, lo que puede haber reducido la polinización de los árboles y por tanto su capacidad de regenera-ción.

Inequidades y politización de la vida en las aldeas: como en todas partes, las inequidades vienen y van dentro de las comunidades y pueden surgir problemas si los sistemas de distribución tradicional se colapsan y una persona, una familia o un grupo intentan usurpar todos o la mayoría de los valores para sí. Infortunadamente, aun-que las ganancias netas de mantener una AICC pueden ser mayores cuando se distribuyen entre toda la comuni-dad, las ganancias inmediatas en favor de individuos o de pequeños grupos pueden ser con frecuencia mayores gracias a acciones que terminan destruyéndola; por ejemplo, talar árboles en el área y vender la madera o vender los derechos de extracción de petróleo y gas. La politización de la vida de las aldeas (por ejemplo por la entrada de partidos políticos más interesados en tomar el poder) también ha creado divisiones internas en muchas aldeas y pueblos en todo el mundo, promoviendo conflictos entre las instituciones “modernas” y las tradicionales y generan-do inseguridad local.

Alcance de las amenazas contra las AICC: dado que no se cuenta con un estudio global o una lista de las AICC, también se desconoce el número de las que están bajo amenaza, pero la información anecdótica sugiere que en la ma-yoría de los lugares es severa y que con frecuencia tiende a empeorar. Las investigaciones en Xishuangbanna, China, por ejemplo, encontraron 400 montes sagrados (sitios sagrados naturales), correspondientes a 50.000 hectáreas. Sin embargo, también se reportó que solo 10-15% de los montes estaban en estado prístino. Un lote en un monte sagrado explorado originalmente en 1959 y nuevamente en 1991 reveló que 21 especies de árboles y arbustos se habían perdi-do en las tres décadas. Las investigaciones en India y Ghana han evidenciado pérdidas similares. Los estudios en Filipi-nas dan testimonio de las tremendas presiones que han sufrido sus dominios ancestrales.

Reconocer y asegurar las AICC: ¿qué quieren las comunidades?

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Las AICC varían enormemente respecto de los enfoques de manejo; los detalles en la gobernanza; las tradiciones y los valores; la extensión y sus hábitats; antigüedad y prospecciones futuras. Claramente resulta imposible desarrollar acer-camientos comunes en el desarrollo de políticas, y las respuestas para las AICC tienen que ser hechas a la medida te-niendo en cuenta el contexto individual. No obstante, cuando las personas que manejan las AICC tienen la oportunidad de opinar acerca de lo que realmente necesitan -como en las discusiones de base que promovimos- surgen algunos hi-los comunes aplicables en muchas partes del mundo. Teniendo en cuenta que solo unas pocas AICC de las que proba-blemente existen en el mundo han sido documentadas o contactadas, esta sección resume algunos de esos hilos y dis-cute sus implicaciones sobre el reconocimiento y el apoyo de las AICC.

Necesidades comunes entre los pueblos indígenas y las comunidades locales responsables de las AICC:

1. Reconocimiento formal de derechos sobre tierras, aguas y recursos naturales. Esto es básico y esencial: la mayoría de los pueblos indígenas y comunidades locales considera de vital importancia lograr algo de reconoci-miento formal de sus derechos sobre la tierra, las aguas y otros recursos naturales para asegurar sus AICC. La for-ma deseada de este reconocimiento varía considerablemente, incluyendo una o más de las siguientes: Propiedad formal y escrituras sobre la tierra o los recursos. Reconocimiento como reserva indígena, territorio indígena o dominio ancestral, lo que implica derechos inalie-

nables y comunales para usar sus recursos naturales. Diversas formas de reconocimiento legal de derechos de usuario. Reconocimiento legal de las capacidades de manejo y de los derechos (por ejemplo, el derecho a definir la es-

tación para la migración por un corredor de trashumancia; los derechos para definir las reglas de uso de los re-cursos a través de leyes paralelas locales; el derecho a excluir o regular el acceso de foráneos.

Reconocimiento de la autodeclaración de la AICC como área protegida, para ser vinculada formalmente al sis-tema nacional de áreas protegidas y para poder recibir diversas formas de apoyo y protección frente a amena-zas externas.

Los pasos dirigidos al reconocimiento formal de derechos sobre la tierra y los recursos incluyen una profunda com-prensión de los límites incluyendo cartografía (que es una actividad bienvenida en muchas comunidades, incluyen-do aquellas en las que los límites se desplazan y cambian en el tiempo y con las estaciones) así como la compren-sión de los valores locales de conservación del área (ej., inventarios de vida silvestre). La gente que vive en AICC ampliamente diseminadas como en India, las Islas Salomón, Filipinas, México, Kenia y Canadá han identificado la importancia de que sus derechos y sus esfuerzos de manejo sean reconocidos por el estado. Allí donde los dere-chos de los pueblos indígenas y las comunidades locales tienen reconocimiento claro -como en Australia, Bolivia, Colombia o Filipinas- se trata de configurar los mejores y más efectivos traslapes entre los derechos de los pueblos y los regímenes de las áreas protegidas que el estado puede ofrecer. En Bolivia, las áreas de traslape entre las Tie-rras Comunitarias de Origen y las áreas protegidas han sido propuestas recientemente como arquetipo de las AICC.xx En Australia, los arreglos contractuales parecen ser muy efectivos en la conservación de las tierras aborí-genes por medio del modelo de Área Protegida Indígena.xxi En donde no existen tales opciones, las personas loca-les han pedido ayuda al gobierno para mantener los bosques tradicionales kaya, que son sitios sagrados además ri-cos en biodiversidad. Su estado como AICC es ahora reconocido con base en el reconocimiento de su valor como patrimonio cultural. Los ancianos locales los manejan en asocio con el Museo Nacional de Kenia. El asunto impor-tante es que el reconocimiento oficial propicia, en vez de dañar o perturbar, las relaciones existentes entre las co-munidades y sus AICC. Resulta interesante constatar que el apoyo al reconocimiento formal no es universal. Las personas que manejan una antigua AICC que todavía funciona muy bien en el Atlas Sahel de Argelia, expresaron mucha incomodidad acerca de los procesos de formalización de sus derechos consuetudinarios. En Nepal, algunos pueblos indígenas involucrados en una AICC local informal se mostraron muy escépticos acerca de su formalización como “bosque co-munitario” porque pensaban que esto podría resultar en la pérdida del control y en la imposición de nuevas normas y regulaciones. Pero también en Nepal, el pueblo sherpa del área del Monte Everest estableció con decisión que Khumbu es su AICC y se mostró muy decepcionado cuando la agencia de parques nacionales planteó objeciones. En general, cuando las personas desconfían de que el “reconocimiento” respete sus intereses, se debe más a que desconfían de la justicia de las relaciones con el estado, del proceso de reconocimiento y de las disposiciones de la legislación más que del reconocimiento oficial per se. Es justo decir que la mayoría de las personas involucradas en una AICC reconocen que la formalización de sus derechos sobre la tierra y los recursos naturales es un primer paso importante en el proceso de reconocimiento de las AICC por el estado. Algunos llegan tan lejos como reco-

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mendar que los derechos sean asegurados primero y antes que cualquier otra cosa. Buscar el reconocimiento de la AICC sin haber logrado reconocimiento de los derechos sobre tierra y recursos podría significar negociar con el es-tado desde una posición de debilidad intrínseca. Las comunidades de Van Long, en Vietnam, saben algo de esto. Ellas han sido las custodias de una AICC que logró mantener el hábitat de una rara población de primates (Dela-cour`s langour) y ahora es una atracción turística espectacular, pero los nativos tienen ahora muy poco qué decir sobre el manejo de su tierra y las principales actividades lucrativas se mantienen estrictamente bajo control de las burocracias estatales.xxii En suma, el reconocimiento de las AICC puede ser una espada de doble filo. No tenerlo puede significar “mantener el sistema de gobernanza de la AICC en un estado de permanente fragilidad” -según lo expresado por un colaborador de Bolivia. De otra parte, obtener el reconocimiento puede atraer una atención no de-seada e imponer nuevas restricciones en situaciones en las que antes se permitían prácticas consuetudinarias.

2. Reconocimiento y respeto por el gobierno ejercido por organizaciones indígenas y locales sobre las AICC. Las instituciones comunitarias de gobernanaza que funcionan con raíces en una cultura y unas tradiciones locales son una ventaja para el adecuado manejo de recursos naturales y la conservación de la biodiversidad, ya que incluyen conocimiento local, habilidades, organizaciones, normas, valores y visiones de mundo hechos a la me-dida a través del tiempo para que encajen con el contexto local. Una característica principal de tales instituciones es que típicamente actúan en beneficio de una comunidad y en función de los derechos colectivos. Si un gobierno de-cide reconocer estas instituciones, hay dos opciones posibles: apoyarlas y permitirles una cantidad suficiente de autonomía desde su propia estructura y procesos, o comprometerlas en el desarrollo e implementación de acuerdos de manejo de los recursos naturales y en la

toma de decisiones conjuntas-hacer grupos... (esto, sin embargo, puede transformar la AICC en un escenario de gobernanza compartida)

Muchas comunidades desean que los gobiernos reconozcan sus instituciones de gobernanza consuetudinaria sin tratar de moldearlas en un anteproyecto de figuras y formas, o de diluir su autoridad. Esto significa evitar la imposi-ción de prácticas supuestamente democráticas como “elegir” líderes locales para dirigir las AICC o traer una canti-dad de expertos foráneos dentro del área para “ayudarles” a trazar límites de la AICC, hacer los inventarios, “mejo-rar” los planes de manejo, etc. En Madagascar, algunas comunidades dijeron claramente que eso molestaría y qui-taría el poder de algunos de sus miembros, con resultados negativos muy graves. Ellos prefieren que su unidad tra-dicional -la fokonolona- sea reconocida como una unidad social capaz de manejar los recursos naturales. Esto es posible y ha probado ser eficaz en otros países. En Colombia el reconocimiento de las instituciones consuetudina-rias está claramente inscrito en la ley: el Cabildo Indígena es la organización consuetudinaria de una comunidad in-dígena, totalmente reconocida por el gobierno como una “entidad de derecho público especial” encargada de repre-sentar a la comunidad para todos los efectos.

El respeto por todas las instituciones locales puede incluir el reconocimiento social en la forma de premios o exposi-ción pública (o demostrando el deseo de dejar a la institución sola si es el deseo de la comunidad). Simultáneamen-te se da el reconocimiento de los orígenes históricos y culturales de las AICC y el respeto por la articulación de ele-mentos de naturaleza religiosa y mística. En Australia, algunas de las razones que los aborígenes adujeron para autodeclarar Áreas Protegidas Indígenas fueron las de mantener los valores culturales y naturales asociados con la tierra, particularmente los valores sagrados relacionados con el Tiempo del Sueño.

Respecto de la posible dilución de la autoridad mencionada antes, los filipinos ofrecen un ejemplo puntual. En Min-danao, los bosques sagrados Igmale’ng’en de Portulin son reconocidos por su biodiversidad, y han sido incluidos formalmente dentro de un área protegida más grande declarada por el estado. En términos legales, se le entrega la toma de decisiones a una Junta de Manejo de Áreas Protegidas en la que los pueblos indígenas están representa-dos pero no son mayoría. En la medida en que los talaandig aceptan encantados una capa extra de protección, también creen que la imposición de una autoridad foránea sobre sus bosques sagrados no es culturalmente acepta-ble. Creen que han recibido de sus ancestros el papel de guardianes de los bosques y solamente sus ancianos y chamanes son capaces de interpretar las reglas encomendadas por los espíritus. Están muy preocupados de que la confusión acerca de la autoridad signifique que las actividades ilegales puedan comenzar muy pronto dentro de sus bosques sagrados.

En muchos países el interés actual por las AICC probablemente induzca a los gobiernos a desarrollar/diseñar algún “tipo institucional” estándar pensado para representar a las comunidades en el manejo de las AICC. En Nepal ya han advertido contra esta posibilidad, donde los líderes sherpa en Khumbu recomendaron que las AICC sean reco-

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nocidas según sus propias organizaciones endógenas, respetando tanto el Convenio 169 de la OIT como la decla-ración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas.

3. Protección contra la usurpación externa y contra la imposición de iniciativas de “desarrollo”. La mayo-ría de las comunidades que participaron en las discusiones de base reportaron algún nivel de amenaza contra sus AICC, aunque las fuentes de presión varían ampliamente y proceden tanto de fuentes distantes, como compañías nacionales o internacionales y el gobierno, como presiones locales de comunidades vecinas o de inmigrantes re-cientes. Infortunadamente, los pueblos indígenas y las comunidades locales a veces están en posición de proteger sus tierras tradicionales y recursos de otras personas que son tan pobres o más que ellos mismos. Se solicita apo-yo de las siguientes maneras: Existencia y reforzamiento de leyes que protegen derechos y modelos de manejo tradicionales (como se men-

ciona arriba). Respaldo político más amplio para esos derechos, tanto en el ámbito nacional como internacional, desde insti-

tuciones tales como el Convenio para la Diversidad Biológica y la aplicación de acuerdos internacionales rela-cionados con los derechos de los pueblos indígenas.

Apoyo práctico (incluyendo apoyo económico para salarios) para guardias, estructuras legales locales (como consejos comunitarios o de las aldeas) y protección contra la invasión de gente organizada proveniente de fue-ra.

Apoyo de organizaciones, incluyendo apoyo de ONG para ayudar a las comunidades a identificar y entender las amenazas que se ciernen sobre ellas, vincularse con otras comunidades en situaciones similares y encarar con éxito las amenazas (ej., por medio de procedimientos legales, respaldo político, demostración abierta y boi-cot, desobediencia civil, etc.).

Muchas AICC que han sido exitosas encaran ahora amenazas que incluyen la pérdida de valores ecológicos y cul-turales debido a poderosas fuerzas externas que logran imponer proyectos de “desarrollo” tales como grandes re-presas, minería, carreteras, industrias y urbanización. Con mucha frecuencia las comunidades implicadas no son suficientemente fuertes para resistir tales desarrollos y necesitan que las apoyen la sociedad civil o el gobierno. Por ejemplo, los bosques manejados por la comunidad en el estado de Orissa, India oriental, solicitaron apoyo a las ONG para enfrentar las amenazas de la minería y las plantas de acero propuestas para la zona. En Bolivia, los resi-dentes indígenas de la reserva de la biosfera y territorio indígena de Pilón Lajas identificaron que las principales amenazas contra sus AICC son la exploración y explotación de hidrocarburos y la “invasión de la tierra” por colonos provenientes de las tierras altas. Los intereses mineros son calificados como la principal amenaza sobre las AICC en todo el territorio de Filipinas y de Madagascar.

Las AICC que han sido reconocidas oficialmente o por otros medios encuentran facilidades para obtener apoyo o para detener las amenazas, pero incluso con limitaciones. Una fábrica de cemento está literalmente destruyendo la cadena montañosa de piedra caliza del área vecina de la reserva Van Long, en Vietnam, que era antes una cordille-ra contigua a la reserva misma. La reserva ha sido grandemente impactada por la explosión diaria de dinamita, la emisión de polvo y el ruido, lo que afecta a personas y animales y ha alterado el paisaje por completo. La reserva ha sido reconocida a cabalidad pero la gente local no tiene voz ni voto en este asunto. Es claro que los principales retos del “desarrollo” son resueltos raramente por medio de negociaciones locales solamente, y se necesita la ayu-da política y técnica de los gobiernos.

4. Apoyo para comprometer y estimular a los jóvenes de las comunidades: Uno de los retos importantes que enfrentan las AICC en todo el mundo es la ruptura cultural local y el cambio de valores impuesto a los jóvenes por la educación, la publicidad, la propaganda política y la constante ficción de los medios. Mientras que algunos de los mensajes que la juventud escucha pueden ser positivos y empoderadores, muchos desafortunadamente son perju-diciales, incentivan la imitación pasiva de modelos externos y crean dependencias que no son saludables. Como parte de este fenómeno, la juventud local se puede sentir desconectada de su tierra, sus recursos y las institucio-nes en el momento crucial en el que deberían, por el contrario, aprender más sobre ellos, alimentando el orgullo y la identidad vinculados a las AICC. El gobierno nacional y otros actores interesados pueden hacer mucho por contrarrestar esta tendencia al ofrecer diversas formas de reconocimiento de las AICC que comprometan a los jóve-nes. Las siguientes pueden ser iniciativas efectivas: Análisis conjunto, grupos de estudio, investigación acción participación sobre el ambiente local y la sociedad. Generación de oportunidades de empleo local para preparar inventarios y análisis de biodiversidad y diversidad

cultural.

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Recolección de historias orales y escritas sobre las AICC, desarrollo de filmes, canciones y obras de teatro. Festivales locales y competencias relacionadas con el medio ambiente y la cultura. Celebraciones locales, declaraciones de la identidad y el orgullo locales relacionados con las AICC. Visitas de intercambio y visitas de estudio entre los jóvenes de diferentes AICC.

En Nepal, por ejemplo, una de las razones esgrimidas para que los líderes sherpa locales hicieran la “declaración” formal de su AICC en mayo de 2008 fue su intención de inspirar y comprometer a la juventud local. En las islas Blja-gos (Guinea Bissau) se identificó como una de las tareas más importantes para la seguridad de las AICC locales la necesidad de comprometer las energías de la juventud local y encontrar la manera de reconciliar el entrenamiento tradicional impartido por los ancianos con el entrenamiento moderno en los colegios (con frecuencia en tierra firme).

5. Apoyo para generar medios de sustento: En muchas comunidades se evidencian graves insuficiencias de sustento y opciones de empleo, y a veces las nuevas generaciones pueden incluso cuestionar la conservación de iniciativas que consideran que obstruyen el desarrollo de oportunidades. El apoyo a la generación de medios de sustento que estén directa o indirectamente vinculados con las iniciativas de conservación por medio de la produc-ción y venta de productos naturales, ecoturismo dirigido por la comunidad, investigación y vigilancia y otras activida-des parecidas podrían ser inversiones significativas para el sostenimiento de las AICC. De hecho, la mayoría de las AICC están tan estrechamente relacionadas con la vida de sus comunidades amaenzadas, que igual que éstas vi-ven, prosperan, pierden o se deterioran. En Sur América, los pueblos indígenas dependen de sus territorios para obtener su sustento y para el desarrollo económico, y buscan ayudar a desarrollar enfoques que sean ecológica y económicamente sostenibles. Las necesidades son similares en el Norte. Los huertos comunitarios -una forma co-mún de AICC en el Reino Unido- son apreciados por hospedar a la vida silvestre y por contribuir con la identidad cultural local, pero también como una simple fuente de frutas y vegetales.

En algunos casos el apoyo para adquirir habilidades es necesario para el mantenimiento de las AICC. La gente ta-ravelata de las Islas Salomón solo hasta hace poco pudo regresar a una zona costera que había estado fuera de los límites debido a problemas de seguridad, y están teniendo que aprender nuevamente muchas habilidades rela-cionadas con las áreas marinas. Los tipos de desarrollo comunitario que se requieren y que se consideran de apo-yo también para el mantenimiento de las AICC incluyen:

Entrenamiento laboral para nuevos empleos posiblemente vinculados con las AICC, tales como ecoturismo. Entrenamiento en habilidades que pueden ser desconocidas, previamente innecesarias o cambiantes -ejem-

plos comunes incluyen manejo de incendios e investigación para asegurar cosechas sostenibles (es posible que aumente este tipo de “re-entrenamiento” en la medida en que el cambio climático altere condiciones que antes eran familiares y conocidas).

Infraestructura básica y requerimientos de salud que estimulen a la gente para que se quede en el área.

Por último, y por ello no menos importante, existen situaciones de indigencia local que pudieran aliviarse mediante el apoyo gubernamental a la creación o re-creación de una AICC que combine iniciativas contra la pobreza y por la con-servación. Un ejemplo de Rwanda es el de la ciénaga Rugezi, en la Provincia Norte cerca del límite con Uganda. Las personas del pueblo batwa son los habitantes aborígenes de estas áreas y -a diferencia de sus parientes en los bos-ques del país- gozaron de acceso sin restricciones a los recursos del humedal que les brindaba animales silvestres y peces para su subsistencia, pastos, arcilla y plantas medicinales para comercio a pequeña escala. Desde 1980 comen-zó una serie de trabajos de ingeniería e iniciativas de conservación mal concebidos que han destruido gran parte del há-

bitat del humedal y ha empobrecido gravemente a las comunida-des locales al prohibirles el acceso a los recursos que tradicional-mente usaban. Se ha desarrollado un análisis de factibilidad para examinar si la creación de unas AICC locales pudiera animar y ser aceptadas por el gobierno y por las comunidades locales ba-twa.

6. Apoyo para alcanzar los retos de conservación de las AICC: mantener las AICC en buenas condiciones ecológicas puede ser un reto hoy en día por una variedad de razones, incluyendo los cambios climáticos a gran escala que no se originan localmente y que son difíciles de entender. Los pue-

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blos indígenas y las comunidades locales son francos acerca de la necesidad de ayuda para mantener y en algu-nos casos reclamar o regenerar sus AICC. El apoyo puede ser financiero (ej., pagar por semillas en una iniciativa de reforestación de una microcuenca en Ecuador); o técnico (ej., entender los retos de manejo como descubrir las razones por las que los árboles chiuri están disminuyendo en las aldeas chepang en Nepal y apoyar inventarios); o cultural (ej., mantener una lengua local apoyando un nuevo currículo y escuelas de entrenamiento adaptadas). Algo que varias comunidades están pidiendo también es información completa y transparencia de parte de las agencias de conservación y del gobierno, así como reconocimiento del valor de su trabajo.

7. Creación de redes: muchas personas involucradas en las AICC reconocen la importancia de trabajar juntos con otras entidades similares y con individuos y grupos sensibles, aunque, como en el tema del reconocimiento le-gal, la situación no es tan sencilla. La conformación de redes puede darse en cuatro escalas:

Dentro de la AICC y con sus alrededores inmediatos. Puede incluir contactos con comunidades vecinas y áreas protegidas. Estos contactos pueden ser una fuente de tensión; la mayoría de las AICC están influencia-das por las comunidades vecinas, autoridades municipales, administradores de tierras vecinas y administrado-res de áreas protegidas que se traslapan o que incluyen las AICC. Aquí son muy importantes las relaciones po-sitivas y, pese a que los conflictos son comunes, existen muchos ejemplos de colaboración. Un ejemplo es el de seis comunidades reunidas a partir de la AICC Parque de la Papa en Perú. Otro ejemplo es uno de las mu-chas comunidades que manejan juntas la AICC Guassa, en las tierras altas de Etiopía y cobran impuestos en-tre sí para poder pagar a un grupo de guardias comunitarios.

Entre varias AICC. Esto puede suceder a través de redes formales e informales para compartir ideas y expe-riencias, tanto dentro del país como con otros países. La mayoría de los que participaron en las discusiones de base expresaron su apoyo a esta iniciativa pero también pidieron cautela en tanto que las comunidades tienen que fortalecerse internamente primero antes de beneficiarse de los viajes de intercambio y las conexiones con otros, como se sugirió en la India. Las comunidades también se sienten intimidadas tanto por el tiempo que se necesita para viajar como por la participación en las reuniones, como lo expresaron en las Islas Salomón.

i Esto es importante dado que los sistemas de conservación están estrictamente relacionados con la percepción intangible y las regulaciones de la naturaleza como parte de sistemas tradicionales de conocimiento y gobernanza. Este instrumento jurídico interncultural puede llegar a ser muy útil para proteger los sistemas de gobernanza que llegan a ser incomprensibles entre culturas. ii Para estar seguros, esta es una terminología moderna y tiende a integrar las connotaciones de un objetivo y una función particulares, algo lejano de los conceptos originales de muchos “territorios”. AICC es, de hecho, un esfuerzo por recoger experiencias y conceptos de diferentes culturas.iii ASATRIZY y Riascos, 2008.iv El área protegida fue declarada explícitamente con el objetivo de garantizar la supervivencia de esa tribu “sin contacto con el resto de la sociedad “. v Esta área de protección está destinada a la conservación y al uso material e inmaterial de las plantas medicinales por parte de los chamanes indígenas. Los usos están explícitamente reconocidos en la ley.vi Es de notar que al ser registrada en la WDPA (Base de Datos Mundial de Áreas Protegidas, por su sigla en inglés) no requiere reconocimiento previo como un área protegida formal. vii Smyth 2006viii Langton and Palmer 2005ix Krishnapillai 2000x Bray et al 2003xi Skyer 2003xii Skyer and Saruchera 2004xiii See Hoffmann 2002, Johannes and Hicker 2004, LMMA 2006, McClanahan et al 2006xiv Kothari 2006; Pathak in pressxv Grainger and Llewellyn 1994xvi Pathak et al 2005xvii Govan 2008.xviii Borrini-Feyerabend et al 2004.xix Pathak et al 2005, Govan 2008xx Zambrana y Silva, 2008.xxi Kennedy, 2008.xxii Nguyan, 2008.

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Entre una AICC y otras instituciones de apoyo, tales como ONG sociales y ambientalistas, negocios colabo-rativos y otros actores. Muchas comunidades apuntan a la colaboración exitosa con ONG y departamentos gu-bernamentales sensibles para desarrollar el tipo de estructuras de apoyo y la capacidad necesarias para que sobrevivan las AICC.

← Entre AICC en todo el mundo. Varias comunidades, pero no todas, mencionaron y parecen apreciar esta

idea. La variedad de lenguas, culturas, ecosistemas, estructuras de gobernanza e instituciones representativas hace de este un reto que intimida.

Todavía falta estudiar los beneficios de la conformación de redes y las formas que deben adoptar estas redes para que sean tanto posibles como efectivas. Se necesita trabajo adicional para identificar los mejores medios de comu-nicación entre las AICC.

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El futuro

El futuro de las AICC depende tanto de las acciones emprendidas por los pueblos indígenas y las comunidades locales que las gobiernan y las manejan, como del contexto externo de fuerzas regionales, nacionales e internacionales. Las AICC enfrentan su mayor reto en un contexto físico, social, económico y político rápidamente cambiante. Quizás en nin-gún otro punto de su historia es tan importante que la sociedad civil toda reconozca y apoye a las AICC para que logren enfrentar los retos.

El contexto global

Diversas fuerzas globales afectan a las AICC en una miríada de formas. La difusión revolucionaria de la comunicación y las tecnologías de la información, la disponibilidad de nuevos métodos de cartografía, la generalización de las políticas de gobernanza descentralizada, el creciente apoyo por tratados ambientales internacionales y el rápidamente creciente interés público por los temas ecológicos se configuran como oportunidades importantes de las que las AICC pudieran beneficiarse. Sin embargo, en por lo menos el futuro cercano, los factores globales que están afectando negativamente a las AICC podrían seguir dominando, incluyendo el cambio climático, la estensión de los mercados globales y las fuer-zas corporativas, la homogenización de las culturas y la expasión del consumismo, entre otros. La sociedad civil y las agencias gubernamentales que están genuinamente interesadas en el futuro de las AICC, o por lo menos acerca del fu-turo de las conservación y de las comunidades en general, tendrán que brindar cualquier apoyo sensible que puedan a los pueblos indígenas y a las comunidades locales para maximizar el aprovechamiento de oportunidades positivas y re-ducir el impacto de las fuerzas destructivas.

Un ejemplo de esto es el intento de las redes de conservación dentro de la UICN de facilitar el compromiso de las comu-nidades AICC en foros globales como el del CDB. Tales redes están también ayudando a diseminar la conciencia sobre nuevas oportunidades de políticas entre estas comunidades y ayudar en el cabildeo internacional contra los principales amenazas provenientes del “desarrollo” y de los procesos económicos indadecuados.

En el ámbito internacional, pasos clave que podrían ayudar a las AICC son los siguientes (entre otros):

1. Facilitar la participación de las AICC en foros internacionales, no solo sobre tratados internacionales sino, igualmente importantes, sobre instituciones y tratados políticos y económicos; de especial importancia serán las negociaciones sobre cambio climático que conducirán a la próxima convención en 2012.

2. Reconocimiento apropiado (con consentimiento pleno de las comunidades implicadas) por parte de foros globa-les. Esto incluye la Base de Datos del Centro de Monitoreo Mundial del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente -CMMC/PNUMA (UNEP/WCMC por sus siglas en inglés), que ya ha aceptado incluir a las AICC, y la Lista de las Naciones Unidas de Áreas Protegidas. Particularmente importantes son los mecanismos de apoyo bajo las negociaciones sobre cambio climático que las AICC encuentren aceptables. Se requiere mucho trabajo para ganar reconocimiento de las AICC en entes como el Convenio de Lucha contra la Desertificación, la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Ali-mentación y el Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. La Comisión Mundial de la UICN sobre Áreas Protegidas (WCPA por sus siglas en inglés) y la Comisión de la UICN sobre Política Ambiental, Econó-mica y Social (CEESP por su sigla en inglés) pueden seguir facilitando tal reconocimiento.

3. ‘Monitoreo de amenazas’ contra las AICC por parte de organizaciones de la sociedad civil, para alertar efectiva-mente y tomar acciones globales relacionadas con diversas amenazas que surgen de fuerzas económicas y políti-cas internacionales.

4. Guía continuada, a través de foros internacionales como el CDB, a los países que están dando pasos para re-conocer y apoyar a las AICC, con el fin de asegurar que estos pasos sean tomados de manera que no vayan a so-cavar las iniciativas comunitarias.

5. Reconocimiento social en los ámbitos internacionales, ej., a través de premios de conservación apropiados, mayor integración de las AICC dentro de programas y currículos de organizaciones internacionales, y exposición pública sensible en los medios.

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6. Los programas de intercambio entre países pueden ser de ayuda, aunque algo costosos. Es importante revisar que las condiciones sean comparables para que la visita sea significativa para las comunidades.

7. Podría irse desarrollando con el tiempo una red global o foro para las comunidades AICC y sus grupos de apoyo, que sea abierta y no jerárquica, de modo que ofrezca un foro para muchas de las actividades enumeradas arriba.

El contexto nacional

En tanto que se ha progresado considerablemente en el tema del reconocimiento en el nivel internacional (y en particu-lar en el CDB y a través de los foros de UICN), todavía hay un largo camino por delante en la mayoría de los países. Una amplia exploración sugiere que muy pocos países han adelantado en la implementación del Programa de Trabajo sobre Áreas Protegidas del CDB en lo que concierne a las AICC. Por otro lado, también algunos países, de cuyos ejem-plos se ha tratado en los capítulos precedentes, han adelantado mucho en esta dirección.

En el ámbito nacional, por tanto, los pasos claves que se requieren son (nuevamente, entre otros):

1. Todavía queda mucho por aprender acerca de las AICC y su manejo y efectividad. Por ejemplo, el excelente trabajo académico sobre vínculos entre sitios sagrados naturales y conservación de la biodiversidad no se ha apli-cado de manera más amplia a otras AICC. Todavía sabemos muy poco acerca de sus historias, muy poco sobre datos cuantitativos de sus beneficios sociales y económicos, tenemos una comprensión muy inadecuada de las dis-tintas dinámicas institucionales que hacen funcionar a las AICC, pobre conocimiento sobre los temas de equidad in-terna, y muchos otros aspectos. En la mayoría de los países, incluso, la presencia de las AICC se desconoce ex-cepto por las comunidades conservacionistas. Adicionalmente, las personas involucradas en las AICC tienen mu-cho que ofrecer en términos de conocimiento y prácticas tradicionales y contemporáneas, y esto debería ser recogi-do y difundido (con su permiso) para que otras comunidades y los conservacionistas del sector formal aprendan.

2. El respaldo a las políticas es crucial, no solo en términos de reconocimiento de las AICC en su propio derecho o como áreas protegidas, sino también como prerrequisitos para que las AICC exitosas aseguren sus derechos de posesión. Las leyes y políticas relacionadas con la conservación en la mayoría de los países tienen mucho camino por recorrer todavía antes de que puedan integrar completamente a las AICC y apoyarlas de maneras que no soca-ven la autoridad y la capacidad comunitarias. Los grupos de la sociedad civil en cada país tendrán que comprome-terse en considerable cantidad de cabildeo y guía del gobierno para esto, y podrían recibir ayuda de las redes inter-nacionales cuando sea necesario.

3. Podrían ser de importancia también diversas formas adicionales de apoyo, determinadas individualmente para cada sitio por o con las comunidades conservacionistas. Esto incluye asesorías técnicas como estudios ecológicos y cartografía, información acerca de esquemas gubernamentales y políticas, apoyo político para cambios de políti-cas, oportunidades de entrenamiento y construcción de capacidad, manejo del conflicto humanos/vida silvestre, fi-nanzas. Las AICC con frecuencia requieren mayores recursos, y tradicionalmente esto ha sido difícil de conseguir en parte debido a su naturaleza no oficial. El trabajo sobre financiación de áreas protegidas ha desarrollado una carta de muchas docenas de opciones para captar fondos, que van desde precio de entrada hasta esquemas de pago de servicios ambientales. Muchos de estos tienen sus críticos y pueden perjudicar más si son pobremente aplicados, pero también tienen la posibilidad de apoyar a las AICC si se aplican cuidadosa y responsablemente. Hay apoyo adicional disponible en términos de algunos lineamientos de buenas prácticas (por ejemplo respecto de pago de servicios ambientales a las comunidades) que pueden ayudar a evitar quedar atrapados en arreglos explo-tadores y no satisfactorios. Son particularmente útiles las visitas de intercambio entre comunidades y organizacio-nes de apoyo.

4. Redes nacionales y regionales (sub-nacionales) de AICC o de AICC vinculadas con otras iniciativas de conser-vación que podrían ofrecer foros poderosos para intercambio de información, cabildeo conjunto, recaudación de fondos y manejo, abordar amenazas clave y otros.

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Ninguno de los pasos enumerados asegura completamente el futuro de las AICC. Pero bien pueden mejorar la capaci-dad de los pueblos indígenas y las comunidades locales para sostener y difundir sus iniciativas de conservación, tarea que no es despreciable para el futuro mismo del planeta.

Notas