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ADVERTENCIA.

La necesita indudablemente esta leyenda.El autor vió por casualidad en Los Andes, pe­

riódico de Guayaquil, una invitación de Im Es­trella de Chile para el certamen literario que aca­ba de verificarse en Santiago. Al dia siguiente re­cibió un ejemplar de la misma invitación suscrita por La Redacción de esta revista; pero tanto Los Andes, como la esquela, le llegaron atrasadísimos.

El certámen debió cerrarse definitivamente el 1? de setiembre, y lieclia por el autor la cuenta del plazo que le quedaba, atendiendo al dia en que debía partir de Guayaquil el vapor para estar en Chile en la fecha citada, apenas podía contar con dos semanas, las cuales debían ser absorbidas por las atenciones, á la sazón recargadas, de un labo­rioso empleo público.

Resolvió, pues, no escribir cosa alguna, pues nunca se ha preciado de improvisador.

Sinembargo, no había contado con otra volun­tad poderosa. Una persona, para ól carísima, le puso en el empeño de forjar la leyenda para el certámen, y hubo de rendirse á tal exigencia.

Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo"

Robó entonces algunas horas al descanso de cada noche y escribió el M azorka A pluma corri­da y sin volver la vista A lo que dejaba trazado. De igual manera se hizo la copia que filó remi­tida A Santiago, la cual se concluyó pocos momen­tos Antes de que partiese el correo.

Conservaba inódito el autor un corto romance que con el mismo título habia escrito años atras, y creyó hallar en ól una de las condiciones exigi­das en la invitación que publicó Los Ancles, A sa­ber, que la leyenda habia de estar sujeta á la mo­ral católica; pero, fuera de la idea principal, eso trabajo, Antes que ser provechoso, le sirvió A ve­ces de estorbo, y hubo de hacerlo todo nuevo.

Corrido mAs de un mes después de la remi­sión de la leyenda, supo, no sin alguna estrañeza, que el plazo para el concurso, que debió cerrarse definitivamente el 1? do setiembre, se habia pro­longado por sesenta dias mAs, lo cual mejoraba la condición de los que podian aprovecharlo, que no la de quienes habían escrito apremiados por la es­trechez del tiempo, y cuyas obras estaban ya en camino.

El resultado del certAmon se sabe y a : Mazorra ha merecido mención honorífica.

No so crea que las líneas anteriores vayan en­caminadas A desarmar la crítica, en gracia de la festinación con que ha sido forjada la leyenda; al contrario, el autor se confiesa culpado de temeri­dad por haberse presentado al concurso con una obrilla trabajada en .pocas horas. Y sin tratar de disminuir su falta anteólos ilustrados y competen­tes jueces que han dadei el fallo ni ante el públi­co que también va A ser juez y fallar, da A luz su trabajo dejAndole A posta sin lima ninguna y tal como ha sido visto en Chile,

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MAZORRA,

Fací Hits est camelum per foramen, acus transiré, quam divilem inir are in regnum coelorum.

S. Malh. X IX — 24.

Ubi enim thesaurus vester est, ib i el coi’ vestrum erit.

S. Luc. X I I —34,

A MI ESPOSA.

Tú lo mandas, mi bien, y obedecerte Debo yo de justicia:

l Yo es tu querer mi ley? ¿no es complacerte Mi honor y mi delicia!

Forje el númen al punto la leyenda Que deseas ¡ oh amada!

Y sea tan feliz que te suspenda La historíela cantada.

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2 —

Es una tradición que no se borra De mi pueblo; es aquella

Fama vulgar del español Mazorra Y de su esposa bella.

¡ Lección terrible asaz! . . . . Pero no se usa Comenzar de este modo:

Oyelo de los labios de mi musa Claro y en orden todo.

Siéntate junto á mí, y escucha. Hermosa La noche está; la dulce luna riela Sobre la ODda que corre presurosa,Y en la orilla favonio apenas vuela.

Blandos son de la selva los rumores Cual suspiros de ninfa allí escondida; Percíbese el aroma dé las flores....¡ Todo al solaz del corazón convida!

Todo invita A' la musa, de estas horasY de esta grata soledad amiga,Donde voces del cielo arrobadoras A los amables céfiros prodiga;

Donde evoca recuerdos de tristura Suaves como los rayos de un lucero,Y lágrimas derrama de ternura De su lira al acento plañidero;

O da preceptos de virtud austera,O aclama espiritual filosofía,Y la acritud de la verdad modera Del olímpico rey con la ambrosía.

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I .

INTRODUCCION A UN DRAMA.

PERSONAS.D. B altazar Carriedo, (lias MAZORKA. F ray Antonio, franciscano.María, esíosa dk M azorra.

La escena pasa en Quito por 1780-

Mazorra. ¡ Qué dislate, fray Antonio! ¡Llamar santa la pobreza!

F ray Ant. IJues ¡qué! ¿santa es la riqueza Que da presas al demonio ?

Maz. Se conoce que nn fraile balda, Y además de fraile, loco.

F. A nt. Hijo mió, poco á poco,Que aun la cuestión no se entabla

Maz. i La cuestión ?

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— 4 —

F. A nt. Aun no me explico Quiero decir, Baltazar.. . .

Maz. j Qué un rico no lia de alcanzar irse al cielo? ¡Pobre rico!

E. A nt. Y mira que eso lo dijo El mismo Dios. Pero atiende: Esa verdad no se entiende, Cual tú, tan ad verbum, hijo.

Maz. Vamos, padre, en castellano, Que yo no entiendo latines.

F. A kt- Digo que los buenos fines Quiere Dios en el cristiano.

Si el rico los tiene y cuida De atajar con diques de oro Los ríos de amargo lloro De la orfandad desvalida;

Si á la viuda consuela,Si á la desnudez da abrigo,Si de comer da al mendigoY á la ignorancia da escuela;

Si del paciente en el lechoDerramar alivio sabe;Si el noble tesoro cabe De la templanza en su pecho;

Si á la injuria da perdónY al euemigo bien hace;Si en elevar se complace Al cielo su corazón:

Entonces ¡ al rico albricias ! Pues halló fácil camino De irse al alcázar divino De las perpetuas delicias.

Pero ¡ ay, hijo mió! el peso De las riquezas es tal,Y á la vida mundanal Inclina con tal exceso,

Que por cada alma beata Que sale bien de la prueba,Hay diez que el diablo se lleva Envueltas en su oro y plata.

E l oro á veces pervierte So capa de generoso:Con puñal de oro precioso Se da á las virtudes muerte.

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— 5 —

Maz.

F. Ant. Maz.

F . Ant. Maz.

F. A nt.

Oro cierra el corazón A la bendita piedad,Da al despique habilidadY aleja el dulce perdón.

Verdugo de la pureza,Al casto amor estrangula,Protege la infame gula,Patrocina la torpeza.

Entrañas de oro resisten De la miseria al gemido,Xo dan pan al desvalido Xi nunca al desnudo visten.

Corto suele ser el trecho Del ser rico al ser avaro,Y la avaricia, está claro,Solo del diablo es provecho.

¡ Cáspita! que sermonazo Me ha espetado fray Antonio Mas lo dicho es testimonio Falsísimo que rechazo.

Y si he de juzgar por mí,Como debo de juzgar,Juro á fe de Baltasar Que soy bueno como fui.

¡ Va, va! si aun no eres muy rico. Y'a lo soy con la intención,Y tengo tal corazón. . . .Muy bueno lo tienes, chico.

¿ Y mejor no ha de ser cuando Tenga un millón de doblones ? ¡Quiá! tan buenas intenciones Ya te irán abandonando.

Pobre viniste de España,Pero de bondad provisto;Como eres joven y listoY en trabajar tienes maña,

Tus anhelos llenarás,Te verás acaudalado,Y quizás el marquesado Que imaginas lograrás.

Mas cada paso (pie des Del oro en solicitud,Te quitará una virtud;Y si llegas á marqués,

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El márqués (le la avaricia Te llamará el mundo todo,Sin que puedas el apodo Eenunciar sin injusticia.

MAZ. Me anuncias cosas tan fieras,Padre, que asustan por cierto;Pero felizmente advierto Que sor. profecías hueras.

En lo que primero hablasteis Acerca de mis riquezas Futuras, y mis grandezas Del marquesado, acertásteis.

¡ Yive D ios! rico he de serY marqués, y de marquesa,Según mi formal promesa,H a de verse mi mujer.

j No merece por ventura Ser marquesa mi María?

F. ANT. Bien lo merece, á fe mia,Tan celestial criatura.

H abía (Abriendo lentamente la puerta de una alcobay presentándose con modestia).

Algo he alcanzado á oir.De lo que los dos habíais;Y pues mi nombre tocáis,A la disputa asistirHe querido

MAZ. ¡ Angel de amor!¡ Tesoro de mi alma, ven!

F. AnT. (Aparte) Y el chico la quiere bien;¡ Oh si durase este ardor!

Maz. A Ma r ía . ¿ Quieres discutir? Ya siento Que soy por tí rebatido.

MARÍA. Caro esposo, yo he traídoSolamente un argumento.

MAZ. Niña, si con uno basta:Cuando hablas tú j Quiéu replica ?

MARÍA. Óyeme, eso de ser ricaCon mi caráeter contrasta.

Ni oro ni títulos quiero;No anhelo ser opulenta;Con ser tuya estoy contenta;Tu amor á todo prefiero.

Mediana es en punto á bienes

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Maz.Majiía.Maz.

F. An t . Maz.F. A nt.

MAZ.

Nuestra condición actual; j Para qué de más caudal Ambición tan loca tienes?

¡ Ay, Baltasar! cuando escucho Tu delirante deseo,Ya imagino que te veo Pervertido, y peno mucho.

Quisiera yo siempre verte Bueno como hoy, aunque pobre; Que la miseria me sobre Quisiera, más no perderte.

Y' perdido para mí Serás desde que descuides Amarme, é ingrato me olvides Por el oro baladí.

Entóneos ¡ay, Baltasar!Tu desdichada María,; Qué otro bien anhelaría,Si no al sepulcro bajar?

( Váse derramando lágrimas).¡ Aguarda 1

Todo lo he dicho.Yen, amor mió! So fue.Padre Antonio, mirad qué Pueril y extraño capricho!

Es verdad que corroboro.¿ Verdad 1 Pues ¡ cómo!

¡ Ah, Carriedo! Si supieras cuánto miedo El casto amor tiene al oro!

Salvo tal cual excepción (Dicho lo tengo) el caudal Excesivo es el fatal Tósigo del corazón.

Y amor puro nunca anida Donde hay muerte y podredumbre, Por más que el metal relumbro Cual tentación atrevida.

Razón á María sobra Que tu amor pone en las nubes, Cuando, si á ser rico subes,Temor de perderlo cobra.

¡ Vamos! sois mal agorero,Y tan mal de mí pensáis,

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F. Ant.

Maz.F. A nt. Maz.F . An t .

Maz.

F. A nt.

Maz.

F . Ant.

Que á veces juzgo que estáis l)e buen humor y chancero.

Pero si en serio decís Esas cosas, padre mió,Desde ahora os desafio Con un redondo inentis.

(Con calma y sorna) La injuria perdono: soy Cristiano y fraile. Mas oye,Y que tu razón apoyeLa apuesta que á hacerte voy.

¿Queréis apostar?Devoras.

Devéras ?Apuesto ¿i que

Cuando fortuna te dé Los bienes que de ella esperas,

Ya otro Oarriedo, serás De tu esposo cruel verdugo,Y á fray Antonio un mendrugo De tu mesa negarás.

¡ Ja j a ! bien dijo que os veis Chancero, padre, cual nunca.Pero no dejemos tranca La apuesta que proponéis.

Solo una duda me ocurre:Ya vuestra paternidad Pasa de raya en edad,Y la vida se os escurre.. . .

Ya te comprendo. ¡ Aprensiones 1 No te dé pena mi muerte,Porque he de venir á verte De las eternas regiones.

¿ Tendréis '? Pero ¿ qué cobraros Podré, pobre alma bendita?¿ O acudiréis á la cita Porque yo os deba pagaros?

Claro se está; pues la apuesta Seguro ■ es que lie de ganarte;Y si bien de no cobrarte llago desde ahora protesta,

Vendré, porque tengo antojo De admirar cumplido aquello De que se pase un canyllo De una aguja por ef ojo.

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Dijo el fraile y se filé. Mollino en tanto Lie vio partir el español Oarriedo,Y repasando el diálogo se estuvo Largas horas después en su aposento.

Yació su corazón para las cuitas,Dulces á veces, del estado estrecho En que se riegan con sudor los surcos,Mas las santas virtudes dan consuelos.

Su fantasía juvenil y ardiente Aéreos jardines fabricar empero Hízole, y vino del hispano clima A dar vida en América á sus sueños.

Amontonar caudales, y algún noble Título conquistar, eran objetos Que le robaban los sentidos todos,Y enardecían sin cesar su pecho.

Sin oro y sin nobleza (¡ oh qué menguado Mezquino y miserable pensamiento!)Yo concebía el desdichado joven Virtud ni dicha ni lioura—nada bueno.

Y no se juzgue que egoísta á su alma De puros y virtuosos sentimientos Los génnenes negó naturalezaY le hizo adrede á la ambición propenso,

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Y á la codicia vil, no; que el ambiente Corruptor de la corte su venenoSobre ellos, como suele, derramando Les impidió nacer y alzarse al cielo.

En modesto retiro esas simientes,Y de un hábil cultor con los desvelos,A ser flores bellísimas llegaran,Grato' adorno talvez del patrio suelo;

Mas del destino la tirana diestra Arrojó á Baltasar, aun jóven tierno,De Madrid al tumulto y á los vicios, líeinando el grande rey Carlos tercero.

Sin apoyo, sin guia, vivo, ardiente,Un breve lustro fué sobrado tiempo A que del mundo en su ánimo imprimiera Huella profunda el pernicioso ejemplo.

Yió el lujo, oyó la fama de los ricos, Contempló sus placeres, á él agenos,Quiso alcanzarlos, se sintió sin fuerzas Yr á la roedora envidia abrió su seno,

Y el despecho nació; más de él llevado De ser rico hizo un dia juramento,Y de alzarse al nivel de aquellos nobles Yr brillar á su vez de envidia objeto.

¡ Pobre don Baltasar! dado no le era Presentir que al colmarse esos deseos,El corazón desnudo de virtudes,De las repletas arcas triste siervo,

Seria cual escarcha á tiernas flores A todo noble y generoso afecto,Y cual azor á tímidas palomas,A la honra, la ventura y el contento.

Juró ser vico, sí; y abierto campo Fué el mundo de Colon á sus proyectos.Ya en él está. De las andinas mesas Toma el arduo camino, y grato albergo

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Halla por fia fie la hija del Pichincha, Hermosa Quito, en el bondoso pecho.Pero i qué hacer allí ? . . . . Planes y audacia Trajo, cual avisado aventurero:

Carga que sin trabajo se trasporta,Que el mar na daña ni arrebata el viento, Libre de manos salteadoras, libre He decomisos, pechos y derechos.

Pronto la suerte la ocasión propicia De dar sólida basa a sus proyectos Del matrimonio 1c mostró en los lazos,Do A par de linda esposa halló talegos.

Bella y encantadora fue María Como esos misteriosos aéreos seres,Ideal de fantásticas mujeres,Que finge la ardorosa poesía.

Sílfide, fada ó ninfa, su hermosura Por voz común se arrebató la palma;Mas tuvo otro tesoro, y era su alma Como el amor de un ángel tierna y pura.

Ojos negros y dulces cual sus ojos Nadie espere encontrar si no ea los cielos; Causa de justa envidia y justos celos,No tuvieron rival sus labios rojos.

Su ondeada y sedosa cabellera No diseñar mi indocto lápiz osa,Ni convendría á su esbeltez de diosa El símil de romántica palmera.

Y á tantas corporales perfecciones Vivo esplendor de inteligencia unia,Y tal virtud que suavizar podría De las fieras los duros corazones,

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Ménos el de un avaro___De la viudaDe un oidor única hija, con decencia,No con boato que empaña la inocencia,La madre le crió,—madre sesuda.

Cien rendidos amantes la conquista De ser tan adorable pretendieron,Y de ellos, en verdad, algunos fueron Dignos de bailarla á sus requiebros lista.

Más el destino cruel postróla en brazos De Carriedo, el oscuro advenedizo :¡ A y ! fascinada por su amor postizo Del himeneo se prestó á los lazos.

Creyó en ellas gozar dichosa suerteY llevar se dejó, mansa ovejilla,A las aras de un ídolo de arcilla Donde encontró dolor y lenta muerte.

No era objeto de amor al castellano,Que nunca rindió culto á la belleza:Solo quiso del doto la. riqueza Alcanzar de María con la mano.

Y mano y dote ¡pobre niña! al darle Le entregó sin reserva el corazón :Vió en él un númen y llegó á adorarle Con el fuego de insólita pasión.

¡ Ay esposa infeliz cuando la venda Venga á rasgarle el desengaño cruel!¡Cuando al infausto amor ya no halle enmienda,Y apure acíbar en lugar de miel!

j Qué hará entóneos 1 ¡, qué hará ? La flor bendita Del casto y puro amor brota una vez;Cualquier malsano viento la marchita;Métanla ingratitud y sordidez,

¿Qué hará María, el alma despojada De las dulces delicias que soñó,Kota en su mano ol ánfora encantada Donde mil ilusiones encerró ?

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¿Qué hará? Llorar bu juventud íloridá, Azucena arrojada á un cenagal ;La esperanza del bien llorar perdida; Llorar muerto su amor angelical;

Llorar, llorar, sin ver amigo puerto Donde pueda sus velas dirigir,Y solo del sepulcro amparo cierto Esperar, y dichoso porvenir!

, De San Francisco una tardé Las campanas clamorean Con el son que de haber muerto Algún fraile es clara seña.

¿ Quién, los curiosos preguntan, El religioso es que deja La vida — • Quien ? Fray Autonio; El santo, dan por respuesta.

Murió fray Antonio, y santo Religioso, en .verdad, e ra :Su laiga vida fue solo Larga y ruda penitencia.

Nació rico; más bien presto Juzgó mal de la riqueza;Y sondeóse el corazón,Y halló en él patentes muestras

De que al esplendor del oróTorpes vicios la cabezaPoderosos alzaríanDel alma con grave mengua;

Y sus bienes á hospitales Legando y pobres iglesias,Abrazó del franciscano La abnegación y pobreza.

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María el alba siguiente,Turbado el tímido pecho,Dejó de súbito el lechoY se puso á orar ferviente.

Carriedo, también turbadoSu poco, la preguntó:—Prenda mia, ¿qué te dió?¿ Por qué así te has asustado ?

—Acaba de sucederme Tener una pesadilla:Cubierto de su capilla Fray Antonio vino á verme.

■—Y ¿ que te dijo 1—En voz tarda, Pero amable, cual solía,“Sé buena siempre, M aría...Yo volveré. . . . sufre. . . aguarda.”

—Me gusta mucho el consejo.Pero ¿ no sabes que á m í. . . . ?— 1 Qué 1 ¡, vino también á tí 1 —Vino también . . . ¡ Fraile viejo 1

—¡ Esto es raro !—CoincidenciaY nada más.—i Qué te dijo ?—Me trató cual siempre de hijo,E hízome seria advertencia....

¡Vamos! chistoso filé el sueño: Advirtióme en clara frase Que la apuesta no olvidaseY en pagarla hubiese empeño.

¡ Fantasías caprichosas 1—Y que á mí me causan susto.—Y que á mi me dan disgusto, Porque son de un fraile cosas.

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Los sueños son como cifras Dibujadas en arena,Que á un leve soplo del aura lío queda vestigio de ellas.

Así también es la vida: Cifra ó punto que en la tierra Brilla y se mueve un instante Y la muerte borra á priesa.

Largos años trascurrieron; Nadie del fraile se acuerda: Sobre su losa y su’ uombre Tendió el olvido sus nieblas.

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u —

ni.En la derecha orilla

P e í caudaloso y bramador Patate ; (1); P e estéril loma que continuo bate E l sojflo de los Tientos, en la falda Hay una deliciosa praderilla De coJor de esmeralda.ECácia la parte superior borbota De puras aguas fuente cristalina;Pero 4<? ella vecinaBajo capa de céspedes, ignotaCiénaga treme, que el ganado nunca,Por miedo acaso de sumirse, huella.

Aquellos sitios otro tiempo líennosos, Eran muy más que ahora:La dulce caña con el fresco prado Alternaba, y la bella Huerta de raras frutas y hortalizas; Largas, rectas hileras de frondosos Sauces eran la linde y el cercado;Al centro un bosque umbrío y elevado; Aquí jardines de olorosas flores;Allá caballerizas;En otra parte máquinas diversas Activas y ruidosas,Y en lugar conveniente las hermosas. Habitaciones de paredes tersas,Blancas como la nieve, y rojos, techos, Cual si de vivas ascuas fuesen hechos. De este cuadro la. vida completaban, pordas y lucias vacas de repletas

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Ubres que en leche el césped rociaban ; Alegres potranquillas que en corbetas Entre sí competían, y eu veloee Carrera circular infatigable;Corderos que esmaltaban, cual lucientesTrozos de plata, las cercanas lomas;Bandada innumerableDe pintadas polomasQue en aérea palestra diferentesEvoluciones hacen y figuras . . .

Tal Yataquí era entóneos, la preciada Flor del Patate y de las quintas perla, i Quién mansión tan risueña y agradable Nido de amores y de dichas puras No la juzgara con razón al verla ?¡ Ay duro y triste eugaño! pues morada Era de maldición y de dolores.Así del Amazonas en la rica Vega la liana cunde entrelazada De árbol en árbol, de preciosas floresY anchas hojas cuajada,Y encantados alcázares fabrica.Favonio juega entre ellos Inebriado en suavísimos olores;Enjambre volador de insectos bellos De alas de oro y rubí deslumbradoras Concurre inquieto y bigarradas aves De gargantas canoras.i Quien no juzga que allí su predilecta Mansión tienen las ninfas Eeinas del bosque umbrío,Y que aun, por recrearse, las del rio A ella suben, dejando el de suaves Flexibles algas y rizadas linfas Escondido palacio y misterioso í¡ Engaño ! engaño ! Un tigro temeroso Allí se esconde, y cuando airado brama Aves y mariposasAmedrentadas huyen; y aun es fama Que las flores hermosas De susto se estremecen, y que entre ellas Muda y tímida el aura que las ama Se apresura á plegar las alas bellas.

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Carriedo el castellano (le Yataquí es la fiera,Que en popular lenguaje Mazorra se llamó, Hambriento de caudales, tardía la carrera He la labor honrada común le pareció.

Los indios de aquel tiempo, cual miserables párias, Al ponderoso yugo doblaban la cerviz;Pero el despecho dióles en veces harto varias Audacia q u e ....¡su suerte volvió más infeliz!

Corría de los blancos la sangre á manos de ellos; Terrible era su furia y atroz su criieldatl;Más luego las cadenas doblábanse á sus cuellos,O eu la horca se les daba. . . . ¡ perpetua libertad !

He un bárbaro alzamiento Mazorra á la venganza Con esforzado pecho prestóse una ocasión;Pero las arterías á penetrar se alcanza He su única perversa, diabólica intención.

¡ Ay malhadados hijos de las andinas tierras!¡Ay, miseros que al crimen la fuerza del penar Los impelió, y rodaron cual de empinadas sierras Hesencajada roca que á hundirse va cu el m ar!

Mazorra, de secuaces seguido, sable en mano,A los alzados indios terrible acometió;Piedad la mujer no hubo ni el niño ni el anciano Y muerte y latrocinio por donde fue sembró.

Ya es rico Mazorra, muy rico, ¡y el alma Abrásale aun de oro maldita la sed!Y' el mísero pecho no conoce calma,Y' no hay generosos afectos en él.

Cual voraz incendio su codicia crece,Y' el cebo es el propio soberbie caudal;Kn medio á sus llamas la virtud perece,Y hasta sus cenizas borra el vendaval.

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¿ Qué tesoros puedéh saciar al que cnfemid Do mal de codicia siente el corazón,Y seco, y ardiente, y estéril y yermo Lecho és desolado de infame pasión?

Desciende la lluvia, se empapa el desierto;Más pasa la nube,' cesó de llover,Y ansia el de arena mar árido y muerto Que vüelva uü mar de agua sobre él á caer;

Y cae cien veces y el polvo le absorbe;Y cae mil veces y absórbele mil.Así el códicióso: si fuera oro el orbe;Faltaran riquezas á su ansia febril.

El doté iñuy pronto que trajo María Le puso Mazorca tres veces mayor;Más ella con pené mermarse veía El que sonó un tiempo tesoro dé amor.

Cuando él de los indios gozóse en la muerteY envuelto en su sangre ganó un Potosí,Se cuenta que dijo:—Va dando la suerte;Más ¿cuándo un mar de oro será Yataquíl

Y que ella, la pura, la angélica esposa,De angustia y despecho gimiendo exclamó: '—¡Cuán dura es mi suerte, cuán negra y odiosa! j Creció la riqueza y amor acabó!

Predilecta niansion del rico avaro Aquella quinta deliciosa fué,Y en ella puso las henchidas arcasY otras Vacíds que henchirá también.

Y junto ál oro estáü su mente inquieta De fantasmas Creándose un tropel,Y el miserable cofaztm que punza De la sospecha el aguijón cruel;

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Ya de aleve ganzúa escucha el ruido; Ya siente el quicio roto ó la pared; Brillar del asesino ve el acero,Y existencia y caudal desparecer.

Ladrones teme en la cercana selva; Brotar ladrones las praderas ve ;Ladrones en la huerta y en el rio ;La casa cueva de ladrones es.

De cuanto!) mira y trata desconfía j Halla en todos y en todo qué temer,Y de su esposa celestial recela,¡ Qué á tanto llegó al fin su insensatez I

Cuando se aleja de la quinta, vuelve La macilenta faz más de una vez Buscando con el ávida mirada Dónde su ídolo está, su único bien;

Y suele en ocasiones, desalado,Cual ciervo perseguido del lebrel,A sus arcas volar, verlas, palparlas,Y á su camino retornar después.

A guisa de rosario veinte llaves Cuelgan del cuello, presas de un cordel,Y con mano convulsa oprime ó cuenta Keceloso eu el dia veces diez.

Las silenciosas horas de la noche De blanda paz y de descanso á quien En penosa labor consume el dia, Manando ríos de sudor la sien;

En que si ajena la virtud al sueño Del alba espera la sonrisa ver,En la santa oración halla delicias,O de otro en aliviar dolencia cruel;

En que el artero amor visita el pecho De casta virgen por primera vez,De genio aéreo en indecisa y vaga i'orma, y anida para siempre en é l;

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En que los puros ángeles custodios De la inocente y cándida niñez Junto á su cuna cariñosos velan Con las alas formándoles dosel,

Y pintan en su tierna fantasía Visiones deliciosas del Edén,—¡A y ! solo la niñez y en sueños goza Dichas qne al hombre arrebató Luzbel !—

En esas horas el avaro, presa Su alma de angustias en estrecha red; La terrible conciencia por delante; i'iscal y á un tiempo inexorable juez.

En el angosto lecho batallando Del insomnio y del pánico á merced,De su imaginación calenturienta Las espantables creaciones ve.

Espectros mil de pechos desgarrados. Suelta melena y triste palidez,Dan vueltas, suben, bajan, saltan, corren En incansable y rápido vaivén;

Y con vago mirar de fatuo fuegoY con ceño terrífico le ven,Y á la cara le tiran negra sangre,Y horrenda maldición lanzan contra él.

Éntre esa turba que sn lecho cerca Puede á la pobre viuda conocer,Y al desvalido huérfano y al indio Infeliz y misérrimo también.

Desnuda aquella va, desnudos éstos; Tiemblan de frió y lloran de hambre y O dan quejidos que el dolor arranca,O rechinan los hierros de sus pies.

Y si conjura al fin esas visiones,Otras en pos asoman y otras cien,Y otras mil en cadena interminable Que le hacen el espirtu estremecer.

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De Sirviente sangre vaporoso lago Súbito mira de su lecho al pié,Y hundirse allí sus adoradas arcas Cpjj asombro y dolor al punto ve.

Arroja un grito y en nervioso salto Hace el fornido catre conmover ¡Más desparece el lago en aquel punto,Y se presentan prados y vergel;

Y en el césped trazados halla signos Cual los que vió de Babilonia el rey, Que el nuevo Baltasar puede entenderlos Sin la ciencia divina de Daniel.

“ ¡Ay! dicen ¡ ay del criminal avaro Cuando suene la voz del sumo Juez,Y el terrible castigo sobrevengaQue no deje en el mundo rastro de él!”

Junto á las vacas y los potros mira A sus dueños inmobles y de pies,Cual si el castigo que el letrero anuncia Presto aguardaran realizado ver.

Luego un enjambre de esqueletos bulle De la entornada puerta en el dintel,Y un viejo fraile entre ellos clamorea Bn huecas vpr.es porque un pan le den.

Vuelan después en tonto de la casa Negras y enonnes aves en tropel,Y en la selva susurran vagas voces Cual las del aura entre la seca mies;

Y en vez de gotas de rooío, penden De las hojas del sauce y del ciprés Trémulos globos de cuajada sangre Del tiento al roce prestas á caer.

Las del cerrado huerto blandas frutas Muestran de fresca sangre la rojez,Y de sangre los cálices rebosan De la blanca azucena y del clavel.

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De la menguante luna pobre rayo De lúgubre y siniestra palidez Por entre nubes enlutadas baja,Que tal cuadro esa luz há piencster,

Rompe el alba y desvanece De fantasmas el enjambre,Y Mazorra deja el lechoY reza, de sus caudales

Delante; sus oraciones,En vez de al cielo elevarse Como el perfume del alma,Al suelo abatidas caen.

El ánimo emponzoñado,Hosco y miedoso el semblante, E l pecho dispuesto á la ira,De su aposento al fin sale;

Y cual siempre indiferente De la miseria á los ayes,Ve ya su quinta animada Del trabajo en todas partes.

Allí está el abyecto esclavo Que arrastra hierros infames,Y agobiado en sus tareas Siente la vida agotarse.;

Allí el indio, dueño un dia Feliz de campos y hogares, •De su tirano al servicio Consagra duros afanes;

Allí en rígidas fiienas Se fatiga el sexo amable,Y la niñez inocente En servil aprendizaje;

Allí ¡ oh crueldad! condenado A indignas pruebas un ángel, Tender las alas anhelaY á su mansión elevarse....

(¡Misterio triste y profundoY que no penetra nadie,Que un puro ser de los cielos

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— 25 —

I ’ene del mundo en la cárcel!___Y del rebenque el chasquido

Que resuena á cada instante,Y la queja dulorosa Del esclavo miserable,

Y el orugir de las cadenas,Y el ladrido de los canes Que adentellan al mendigo Que se acerca á los umbrales,

Y el eco desapacible De feroces capatacesQue nunca la lengua ifiueven Sin vibrar el látigo antes;

Forman concierto infernal,De cuadrúpedos y de aves Con los destemplados gritos Que lleva léjos el aire,

Con el chimo de ruedasY el tras tras de los telares,Con el rumor de las aguasY el golpe de los batanes:

Concierto que el pecho oprimeY que hace cortar la sangre De quien á él no acostumbrado De oirle se ve en el trance;

Pero que encanta á Mazorca Cual pudieran celestiales Melodías á quien alma Cual la suya no animase.

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— 2G —

Brilló con luz macilenta Una aurora de febrero,Y entre vaporosas nubes A poco la faz de fuego

Del sol asomó, cual haclip, fúnebre tras negro velo Ardiendo : ¡ presagio triste P e algún terrible suceso!

La neblina que rastrera Vagaba por los risueños Verdes campos, sus opacos "Vellones desenvolviendo,

En mil formas caprichosas; Ver dejaba los objetos,Que allá hundidos parecían f u un abismo funesto.

Gigantescas son lgs vacas, flaneas moles los corderos,Y montañas que se mueven Semejan los rojos techos.

Los árboles son fantasmas En negras caudas envueltos, Cuyas cabezas so pierden Eu el entoldado ci,elp.

El rio que existe avisa Tronando oculto, eu el seno De un caos ; más de sus, ondas Nadie ve el rodar violento.

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Imagen de quien al mundo Quiere esconderse modesto, Jliéntras suena poderosa La noble voz de su genio.

El gorrión y el mirlo temen Batir las alas al viento,Y entre el follaje escondidos Guardan extraño silenció.

Xaturaleza enlutadaY llorosa, del supremo Juez parece que aguardando Está algún fallo tremendo ;

Y se estremece y conturba Del Tunguragua á los ecos Quo de rato en rato suenan De su furor mensajeros. (2)

— 27 —

Empero antes que del albá Luciera el tinte primero,Toda era afau Yataquí,Toda activo movimiento.

En la faena las manos.La frente inclinada al suelo; En triste voz levantaban Indios y negros su rezo.

La luz brillaba, y crecía La actividad al momento,Y á empaparse comenzaba En sudor el triste obrero.

A hebras aquí reducido'Era el vellón con esmero,Y del algodón los copos,De la nieve fiel remedó;

Máquinas allí sonaban Tejiendo el paño y el lienzo; Acá del batan los mazos Iban á compás cayendo ;

Más allá la ardiente fragua Bramaba co mo un infierno,Y fulminaba centellas

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— 28 -

Al golpe el candente acero;En ese campo surcaba

La reja el fecundo suelo,Y en aquel cerco se hacía De cien vacas el ordeño.

Itostro Ceñudo y altivo,Burda bata, gran sombrero,Botin de piel de caballo,Calzones de pana viejos;

Tipo de avaro colono,Cuasi vestiglo, y objetol)e odio y teiTor para muchos,Para algunos de desprecio;

Mazorra en tanto, en la diestra Un gran rebenque batiendo,Sus fábricas visitabaY sus abundosos huertos.

Hallaba por un segundo Un telar sin movimiento?Al punto el ramal hería La espalda del triste obrero.

¿ Faltaba el frato de un árbol O una legumbre del suelo?¡ Ay del mísero hortelanoQue cedió un instante al sueño! . , .

E iban siempre con los golpes La blasfemia y el denuesto,Que el oido lastimabanY eran al alma veneno.

Era la mañana aquella De aspecto triste y sombrío.De la mansión de Mazorra Se abrió repente el postigo,

Y entró con pasos muy lentos

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20 —

i Tu religioso franciscano,Henales claras mostrando De haber de lejos venido.

Sombrero tieso traía ])e amplias faldas y amarillo, Hacia la pálida frente,Acaso á posta, caido;

Al hombro siniestro alforjas De pobreza con indicios,Y en la diestra mano un'tosco Largo bastón de muidles;

Las sandalias aforradas Con el barro del camino,Y los hábitos mojados <!on la niebla y el rocío..

—; Fraile otra voz! exclamó Mu zorra enojado al verle; j Que siempre haya de tenerle Como una estantigua yo !

liállolc si. estoy dispiorto, Suéñele si estoy dormido.I Si seré de él tan querido Que me busque hasta de muerto

Y luego i quién me responde Que ese fraile (pie masculla Su Patcr, so la cogulla Siniestra intención no esconde !

Más de nn ladrón por aquíDisfrazado mi oro husmea.......¡ Hola, padre ! ¿ qué desea '!¿ Qué le trajo a Yutmjui?

—Perdonad si os importuno,Y una limosna, por Dios . . .-—Yo la tengo para vos Y'i para ocioso ninguno.

—Pobre fraile mendicante,Os pido con humildad.—; Idos !—Tened caridad.—Jlaragan, ¡fuera al instante!

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C o n t i l i )

; Os oiendc Ta pobreza Que tan duro la tratáis ?

Yo pensó que' uir caballero Que lleva nombre cristiano, lis más piadoso y humano .Mientras cuenta más dinero.

—¡Y miren cual me replica! —Perdonad si os be ofendido.— ¡ Fraile!—¡ Penlon !—¡ Atrevido ! —¡Perdón! un fraile os suplica!

—¡ Idos,, idos, miserable!Y cargue el diablo con vos.—Señor, calmaos y á J >ios :No por mí pleito se entable

—; Fuera ! hiera de mi Citt-ifcT Siguió iracundo Cavriedo,Y concitó contra el padre'La furia de doce perros.

Abalanzáronse todos Al cuitado pordiosero $■Cual suelen allá en la caza Sobre el fatigado cierva:

Turbado el rostro de susto«Corrió al postigo, batiendo El bastón con ligereza Contra la jauría; empero

Cual por detrás le cargaba.Cual por el frente, y á un tiempo Por derecha y por izquierdaY con creciente ira y fuego.

Caía el bastón á vecesSobre las ñeras, que á trecho Corto huían, en agudos Alaridos prormnpiendo;

Pero con él embestían Con más ahinco al momento.La alforja cayó del hombro,Podó el enorme sombrero,

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El hábito era girones, Dentellad« estaba el cuerpo,Y salpicado de gotasDe caliente sangre el suelo,

Cuando asomé por ocaso ' Del fraile en auxilio un negro Que & !a labranza salía A un campo de allí no lejos ;

Ahuyentó los fieros galgos, Tíecogió alforja y sombrero,Y al religioso volviólos Con palabras de consuelo.

—Véngase, añadió, pasito Por aquí, mi reverendo,Y que asome otra jauría Sumereé (3). no tenga miedo.

Y una tortuosa vereda Tomaron que daba al huerto, El esclavo por delanteY ambos á dos en silencio.

Aun halda parda nieblaQue en pesado y tardo vuelo Se enredaba entre Las ramas O cubría el jirado á trechos.

Al ver al fraile y su guia Entre ella moverse envueltos, Fantasmas se los juzgara Hijos de un delirio ó sueño;

O el vulgo dijera acaso Que eran ánimas que el cielo Fecha»), por ser impuras,De las puertas de su reino.

ríazorra de impío gozo Sintió palpitarle el pecho AI ver sus feroces galgos Desgarrar al pordiosero;

Y á cavar luego volvía En un antiguo proyecto, Cabizbajo el corredor A largos pasos midiendo:

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—'Muchos <lc marqués, me tratan,Y tengo antojos de serlo,Por unir á mis riquezas Título tan noble y bello;

Pero ¡ diablo! un marquesado Cuesta montes de dinero .... ¿«Valdrán lo que mi oro ralo Esas altezas que anhe lo? ....

i Qué hacer ?.. . .Indeciso ^estoy Place larguísimo tiempo.Hoy me animo. . . . Sinembargo,¡ Qué dineral!. . . . Esperemos.

Puede que baje en la corte De los títulos el pi;ecio,Y á noble marqués me encumbre Sin mengua. de. mis talegos.

Estos planes tan alegresY dorados pensamientos,(tópente desvanecidosSon á impulsos de un gran miedo

Del temido Tunguragna El bramar ronco y funesto,En las breñas de los Andes Prolongado por los ecos,

Del empedernido avaro Vibra en el fondo del pecho,Y le para cual estatuaDe mármol fija en el suelo,

También se detuvo el guia Del fraile breve momento,Y dijo:—Mi padre, ¡ escucha?Ese es el grito del cerro.

Noches hace, el Tuuguragua Bramando -.está y echa fuego,Y á cada bramido tiembla Aquí muy cerca un potrero.

Yo lo lie visto: mire, padre,De veras da susto el verlo.Hasta' el ganado se espanta Y' váse á otra parte huyendo.

El fraile no habla; sus labios Mueve silencioso rezo, .Y á andar su ?amino tornan El detrás, delante el negro.

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33 -

De un pobre altar junto "al ara Está mi crucifijo hernioso,Del quiteño Caspicarn ('4) K'cultura que bastara A hacer su nombro famoso.

Aun era muy ele mañana,Y con pereza y desmayo De la luz un breve rayo,Partiendo de una ventana,Daba al Cristo de soslayo.

Postrada al pié del altar Desde ilutes de amanecer Está inmoble una mujer,A quien se escucha llorar Sin poderse eoutener.

Que es (le la mujer el llanto,De la mujer desvalida Por el dolor perseguida,La oración del cielo santo Sobre todas preferida.

¡ A1Q cuando su lengua celiaY se explica el corazón;Cuando su gemido estallaY de sus lágrimas llalla Libre curso el aluvión,

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Al contemplarla imagino Que es la plegaria Tiviento De la humanidad doliente,Cuvo celestial destino l a có la astuta serpiente!

Gime, pues, aquella dama, Escondido entre el capuz iíl rostro. Algo inás“ de luz Ku el cuarto se derrama,Y ella alza á ver á Jesús.

Gracias á la luz bendita Que hacerlo posibilita,La faz á verle se alcanza,*Y es una faz tan bonita Que excedo á toda alabanza.

Más que huellas de los años Muestra su pálida frente Dé funestos desengaños Y' de un dolor permanente Los ultrajes y los daños!

La virginal tierna llar Abrese y luce su gala ;Pero luego el tallo escalíy Vil insecto roedor,Y el dulce seno le cala.

En los pétalos asoma Poco á poco- el daño oculto; Más no perece su aroma,Cual su color, al insulto,Y amante el aura lo loma.

Así esa señora bella Tiene el alma destrozada,Y' (u su face demacrada Del dolor que la adentella tic ve la señal grabada;

Mas vive sin deterioro De su virtud el perfume;

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— 35 —

La causa bien se presume: Como es celestial tesoro E l dolor lio lo consume.

La palidez, lá flneufa,I)cl mirar la languideza Y el aire de honda tristeza Han cambiado su figura,No han borrado su belleza,

Parece un ser divinal Que para al ciclo tornarse Quiere desembarazarse De la forma corporal A ([lie hubo de sujetarse.

Esa mujer es Ufaría.El cambio que ella temía No tardó en sobrevenir:¡ Llegó, llegó el triste din De padecer y gemir!

Ya no es Carriedo el esposo" A quien sil vida entregó,A quien con delirio amó Es un tiranuelo odioso Q" e su ventura mató.

De amarle empero no cesa ; No es el dulce amor priiueio, Es el amor grave, austero Que en proseguir se interesa Del deber por el sendero:

Infausta pasión ingerta En el tronco de! dolor,A veces parece muerta;Mas á dar siempre está alerta Erutos de amargo sabor;

Frutos que solo devora ¡Ay! su propio corazón En silencio, bofa tras hora, Pues jamas del mundo implora Consuelo ni- protección.

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3G —¡ Acaso el mundo podria

Tornar á Mazorra bueno?....¡ Hace bien , pobre María,De oculta? su angustia impía En lo mas hondo del seno!

Orar humilde y llorar Del Crucifijo á los pies,Y al desvalido amparar,El único alivio esQue su alma puede gustar.

Sin que lo advierta Mazorra Llena siempre de prudencia, Cercena gastos y ahorra Algo con que ‘Yi la indigencia Que clame á su puerta, acorra.

Jamás del enfermo en vano Oye el trémulo clamor,Y al bien que obra con la mano Junta un consejo cristianoO un dicho consolador.

Mazorra vierto amargura;E lla , vaso de dulzura,En templarla se desvela;Hiere el esposo, ella cura;El injuria, ella consuela.

Esta lucha'es incesante,Mas no se cansa M aría,Y sigue, y signe adelante Con pecho (irme y constante De la virtud en la via.

Mujer tan santa, _ c-s muy claro' Que cautiva corazones;Solo excepto el de un avaro,Frió saco de doblones,Pues fuera caso bien raro.

En Yataquí tanto la aman, Cuanto á su esposo aborrecen;

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Con gratos nombres la llaman.Y cuando un bien le agradecen Su providencia la aclaman.

Cuando de amor y respeto Tan vivas muestras recibe,Con modo suave y discreto,Por lo que ella ora en secreto Que oren los demás prescribe.

Y tras un suspiro luego Añade en su corazón:Oh Diosmio! á tí me entrego,

Y que me salves te ruego De este abismo de aflicción !

En su oratorio encerrada Ora, pues, María puesta De rodillas ; de sus ojos líios de lágrimas ruedan,

Y del inf'elice pecho En que hay perenne toimcnta De dolores, se le escapan Mil suxniros y mil quejar,

Al altar se arrima luego Y eu silencio ó inmoble (.nula, Cual de una santa la imagen . Tallada en marmórea piedra :

Consintió el cielo que su alma •Se elevara de la tierra En éxtasis delicioso Hasta su mansión eterna.

Allí goza tales dichas,Que no es dable á humana lengua Explicarlas, y se juzga l'ara siempre dueño de ellas.

Pero desdeesas lesiones Donde feliz vi ve* y reina, laíis miserias y los males De la humanidad contení pía.

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— 3'8 —T uélcse de (illa, y postrad*

-Vuto la Deidad suprema l ’orquc la alivie y la salve Humildemente la ruega;

Que es de la virtud empleo La oración por los que penáis,Bien goce del cielo vida,Bien peregrino en la tierra.

Al liu , del místico sueño»El ruillo que hace la puerta Al entreabrirse la saca,Y una voz que dice apellas s

—Amita, (5) pide limosna('n franciscano aquí cerca,Y es el mismo sobre el cv.nl Cayó toda la perrera .

; No oyó la bulla?—Es el negro» Compasivo que en defensa Del fraile asomó quien habla. Extendiendo la cabeza

Dentro del cuarto. María»Se alza al punto; una gaveta'Tira en silencio y con pausa Toma unas pocas monedas.

Después se envuelve en un mant<Y á salir dándose priesa,—(luíame, al esclavo dice,Y en el huerto ambos penetran.

En un cenador umbroso Cercado de llores bellas,Que- para solaz de fadas l ’arece que alzado fuera,

Sentado en un banco el fraile, La v ista baja y modesta.Hozaba, de su rosario Pasando las gordas cuentas

i Tía á una, cuando vino I Licia él la esposa bella Del avaro, cual celesto- Apariciou hechicera.

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Del padre el saludo limnilde lilla devolvió risueña,Tendiéndole al jnismo tiempo <Jon la limosna la diestra.

Luego nota desgarrad«El hábito, y sangre fresca Que del pordiosero mancha Los pies y manos; recuerda

Entóneos que de los galgos Oyó el ladrar, y suspensa ■Queda y pálida, y sus ojos Vierten dos nítidas perlas.

—Amita, dice el esclavo, j So lo conté á simicrcct C’óino se encuentra ya ve Su reverencia; y al cabo,

Si al tiempo iio llego yo,Lo comen; ¡Ave María!Pues estaba la jauría Hecha un infierno.—Escuchó

Al negro apenas el ama,Que, á la caridad atenta,Las llagas lava del padre fo n su propia suave diestra:

Y solícita las cubre Con improvisadas vendas Que hace rasgando un costoso Pañuelo de blanda seda.

—Que el cielo en pago se os ubr Dice el fraile agradecido,Y añade dando sentido Misterioso á su palabra:

No está vuestro galardón En el mundo que habitáis,Y si á obtenerle aspiráis,Volad Inicia otra región.

Dios os bendijo, señora:Sabéis lo que es caridad:<1 lacias dadle,"y esperad___3 Puede que ya venga ¡a hora!. . . .

— ¿De qué hora habíais, padre m — De aquella que anheláis vos; Pues ¿lio pedís siempre á Dios Que os libre deJ mudoii impío?

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— 40 —

—Es venliul; mas me sorprende (¿ue sepáis mi pensamiento.—Lo sé, y en este momento. Tanto para mí trasciende,

Que aseguro sin recelo Queréis (juu. á Dios yo le pida I.a gracia de (pie esta vida Os cambie- por la del cielo.

—¡Olí padre! oh padre! María Kxi'lama de asombro llena,Y á los pies del sacerdote De hinojos caer se deja ;

Y como ílor que al doblarse Al viento que la atropella,De su cáliz el rocío Cristalino y puro riega,

Así de lo hondo del pecho Derrama lágrimas ella, buitre sollozos que el habla Del todo á impedirle llegan,

Con semblante compasivo El buen fraile la contempla;Pero al fin su labio anima ..Melancólica y ligera

Sonrisa y dice ¡ — Señora,Alzaos, que ya se acercan El juicio horrendo para unos.Para otros la recompensa,

Y cuando el rostro levanta María, ¡ con qué sorpresa Halla que ya el franciscano Ha desparecido! En seña

Muda al esclavo pregunta,Pues á expresarse no acierta De otro modo; mas el negro Tampoco innove la lengua,

Y con espantados ojosA su ama ve. Ya repuesta E n tanto su alma, asegura Que en las sombras de la selva

Yió perderse un bulto como Humo que el viento se lleva, Como el girón de una nube O como un vellón de niebla.

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— 41 —

Para explicarse el esclavo No tiene á la postre ideas; Pero se afirma en lo dicho,Y tras un suspiro agrega:

—Yo también á la bondadDel padre ijuise ampararme, Por sí del cielo alcanzarme Pudiera mi libertad.

¡ 1 Jcsgracia m ia! se filé! Pero es una alma del cielo,Y es seguro que mi anhelo Conoce, aunque no me ve.

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42 —

De triste aspecto la mañana s'guc ;Sigue el volcan terrífico bramando,Y de que al fin el cielo la castigue Cobarde la maldad está temblando.

Bajo la tierra so prolonga el eco,.0 las pesadas, frías nieblas cruza,Trémulo, ronco, intermitente, hueco,Fúnebre y que extremece y espeluza.

En sutil voz el vigilante gallo De algún peligro muestra su recelo;Inquieto de temor bate el caballo Con la ferrada mano el duro suelo.

De los perros los lúgubres aullidos Pueblan los vagos aires ; los ganados Corren sin saber donde espavoridos Por praderas y lomas desmanados.

E l viento duerme, y reinan sombra y calma; Su faz naturaleza enseña mustia;Abruma el corazón y abruma el alma El peso de una cruel, horrible angustia.

Mazorra cual sonámbulo vaguea Macilento y confuso por la casa.Mira, y escucha, y siente; algo desea . . .Yo sahc al fin lo que consigo pasa.

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— 43 —

A las fábricas va; sale al instante\ Entra al salón, recorre el patio, el huerto* Los jardines, con paso vacilante,Mudo y desfigurado como un muerto.

Pero súbito á veces ronco grita,Y, cual otro Ponteo desalado,10n carrera veloz se precipita Por su propia conciencia fustigado.

Todos le ven con miedo y extrañeza,Y hay entre los domésticos quieu diga*Con no muy reprensible ligereza,Que el demonio al avaro así fatiga.

Dulce melancolía en la mirada*En los labios suavísima sonrisa.Pozando el suelo apenas, como fada Envuelta en luz y en olorosa brisa;

Ser que ya de este mundo tiene poco Y' que á otro de ventura se avecina;Pavo fugaz que se reeoffc al foco, l)e.' ;de donde partió, de luz divina,

A Mazorva María se presenta.Y con delicadez le palpa el hombro.

él en ella la mirada atenta Y' se pinta en su faz extraño asombro.

Qué tiene nuevo esa mujer hermosa A (piien ingrato al oro vil pospuso í ¿ Esa es María, su olvidada esposa f . . . .O antes bien no la vio, éi boy está ilu so ....

Tiene algo que seduce y no se explica;Algo hay que no lmbo, y es al mundo ageno, Que el pasmo de Mazorca justificaY el latir agitado de stt sen o ....

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— 44

Mas al Un pasa su primer sorpresa,0 indiferencia simulando fria,Con desdeñosa frase así so expresa,E l mirar desviando de María:

—Estoy de mal humor, y tu agasajo Me fastidia, mujer; ¿querrás laigarte?Y ella afable contesta:—Aquí me trajo Una nueva feliz que lia de agradarte.

—‘¿Me traes oro ?—Te dejo con el tuyo.—¡Linda nueva!—Me voy:—En liorabuena !■—En liorabuena, sí ; del muñdo huyo:Me aguarda airiba una mansión serena.

Tu amor era en la tierra mi ventura;Pero acabó ese amor, y el cielo pió Quiere término dar á la amargura Con que injusto me matas, dueño mió.

¡ Con qué ardor he anhelado este momento !Y llega al fin . . . ¡ A D ios!... .Esposo, mira, Alguien con mi alma está .. . .No sé qué siento.. La muerte en torno de nosotros gira. . . .

Con sarcasmo punzante Iba réplica á dar e' íaipio avaro; Pero cual retumbante Trueno de furibunda catarata,O cual de mil horrísonos cañones Simultáneo disparo,El aire atravesó mido espantosoY las entrañas de la tierra ocultas;Y no hubo, al oirlo, bravos corazones Que no sintiesen del pavor el hielo. De Mazorra el sonriso malicioso Disipóse al justante; entre sus labios Murió la frase de veneno henchida; Cubrió su faz de amarillez un velo; Volvióse!« un erizo la cabeza,Y su fuerza vital cayó abatida.

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¡ Poin, l>om, poní! otra vez; y ni luido ahora Temblor violento do 'a tierra signe.De fábricas y cuartos con presteza Sale asustada y en tropel la geute,Que cu alta voz misericordia implora;Quien se postra en el patio; ipiieu consiga»A los campos lanzarse diligente;Quien, adeludo de pavor, no sabe A dónde dirigir el veloz paso,Y coito aquí y allá; quien con el grave Peso á.los pies de grillos y cadenas,Lleno de angustia atroz, se mueve apena*;Quien á la reja de fornido hierroQue resguarda la puerta de su encierro,Asido y sacudiéndola se agita;Quien desde el hondo calabozo grita.

Arrecia el movimiento;Las casas tambalean ;ltómpese la pared, cruje el cimiento,Y de polvo sutil espesas nubes En los aires ondean.Mazorra, llena de pavor el alma,Al depósito vuelaDe su caudal idolatrado; tiendeEn su ansiedad los brazos á él, y al punto¡ t¿ué lrorror! mira que el suelo allí se hiende,Y de sus brazos mismos Puedan sonantes artas y talegosY al seno van do lóbregos abismos.De sus bordes Caniedo retrocedo,Que teme hundirse á su riqueza junto,'Y al fin, aún sin oro, ama la vida.Lánzase fuera y busca sin sosiegoA su esposa exclamando:—Ven, querida!¡ Sálvame! ¡tú eres mi ángel! ¡tú mi amparo!..Y postrado á sus pies los besa luego.

Las blancas manos sobre el pecho juntas,( »jos y corazón al ciclo vueltos,En tranquila actitud ora Alaría.¡Ay! plegaria final que su alma envía Desde la tierra por su esposo avaro!¡ Postrimer pensamiento de ternura Puesto entre Dios y un criminal maldito Por el ángel bendito

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— 4G —Del iuocentc amor y la dulzura!

Secos los labios, turbia la mirada,Mazorra entre su gente consternada Alguien quisiera descubrir.-^ En dónde Está, pregunta al fin, el religioso?....El religioso aquel....e l franciscano....El que limosna ha poco demandaba....Buscadle. . . . ¿ Do se esconde ? . . . .¡ Ea 1 esclavos, llamadle,Y la limosna que pedia dad le ....

Al punto en el zaguan, bastón en manoY la alforja en el hombro, el traite asoma.— lío es menester que se me busque, dice:Heme, hijo mió, aquí.—¡Padre!—j La apuesta Quieres pagarme honrado, por ventura?—¡La apuesta! ¡padre!—Sí; cuando te la hice, jT e acuerdas Baltasar? tomaste á broma ijo que tan serio fué, y hoy de la diestra De Dios vengo guiado;Que perdida por tí la apuesta nuestra Ya e s tá .. . . ¡Mi padre!—Dime desdichado,Por más que responderme no te cuadre,¿ Pasar podra el camelloHoy de la aguja por el ojo ?—¡ Padre !.. ..¡ A y! ,¡ qué veo! . . . . ¡ qué veo !___¡ ¡ Fray Antonio!Quien al avaro en este fiero trance Hora pudiese con la mente vello,De una mísera presa del demonio Viera todo el horror, el cual no humane'Pincel habrá que á bosquejar alcance.

Fin tanto la postrera sacudida Del espantoso terremoto viene.Como de oculta mina y alevosa A la explosión, los edificios-vuelan En menudos fragmentos; la frondosa Selva se pierde en un abismo hundida;Bajarse con estrépito los montesY el hondo valle ocupan; de los aires La enlutada región cruzan violentosY chocan entre- sí vibrados trozos De graníticas rocas, y contra ellas Perecen estrelladas las que huyendo Tienden rápidas alas en el caos Que las envuelve, pavoridas aves;

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— 47 —

JJl rio bate laa nmgientes ondasY en montañas las alza formidables.Sordo clamor de agonizantes pechos Sale de entre las ruinas, y velados En la revuelta polvareda bultos Humanos vénse aquí y allí caidos Lanzando lastimeros alaridos.

Y aun el remate falta al cuadro horrendo: De Yataquí los pantanosos prados, Conmovidos sus lóbregos y ocultos Senos, van esponjándose y subiendo; Tembladoras colinas En un iustante son; al fin revientan Con infernal fragor, y en negras masas Rueda un fétido mar de espeso lodo Sobro las polvorosas tristes ruinas,Y lo arrastra, y lo envuelve y culac todo.

Más < qué súbito lampo De explendor vivo y puro,Rasgando el cielo oscuro,De la desolación desciende al campo! ¡Olí prodigio! una fija Luminosa después queda tendida Entre una blanca nube de do bajaY el ancho mar de cieno;Y la onda suavemente dividida Donde toca la luz, de su hondo seno Deja escapar dos seres misteriosos, Niveos, áereos, purísimos: ¡ MaríaY el santo religioso!... .Sí, son ellos: Que á quien de la virtud sigue la via, .Al dolor oponiendo y la miseriaDe aqueste muudo insano El corazón incontrastable, guia Do Dios así la justiciera mano Por luminosa senda al fin al cielo.

Sí, son ellos; ¡ felices ! . . . . Más la seria Sencilla tradición del pueblo añade.Que cu tanto alzaban el pausado vuelo,

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— 48 —

Q híso la extraña suerteQue surgiese el avaro uu breve instante;lili las crueles angustias «le la muerte,A ellos tendiendo la crispada diestra, lin voz abogada y sorda los llamaba, Mientras Con la siniestra Al torpe corazón agonizante Un manojo de llaves ajustaba. . . .Los dos entre las nubes se ocultaron ;A Mazorra las ondas se tragaron . . .

1 1 >o está el avaro? ¡ Qué se ha hecho Su rico, envidiado alcázar ?; Qué sus huertos abundosos?

¿ Qué sus risueños campos de esmeralda ?

¿Dónde los esclavos fueronY el ganado de las pampas ?¿Quién le robó los tesoros

Df las queridas y secretas arcas ?

¡ Ay ! en aquestos lugares Ayer Yataquí se hallaba,Y hoy es mar de negro lodo

Que asombro al corazón y miedo causa!

¡ Qué pavoroso silencio !•Qué. soledad!.. . .Conturbada ¡ Aquí liendice y adora

Del Dios excelso la justicia el alma! ..

Tero allá del mar de cieno Luchando contra la saña

'S e vé uu árbol cuya copa lialaucea solitaria;

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— 4!l

Y un bulto cu ella se advierta Que aferrado entre las ramas Ave marina semejaSobre el mástil de una liaren.

Después que entre los horrores De una deshecha borrasca Hundióse tripulación,Y pasajeros y carga.

Es aquel piadoso esclavo Cuya caridad cristiana De la furia de los perros Al franciscano salvara;

El seguro confidente De las virtudes de su ama,El que incansable á los cielos Por su libertad clamaba.

Del potrero cenagoso Que vió temblar veces tantas,La reventazón huyendo Que presenció á la distancia,

Buscó la vida en la cima De un nogal que descollaba Gigantesco entre la selva,No muy lejos de la casa.

Desde allí el postrer conflicto, Vió de Mazorra, y las varias Escenas tiernas y tristes. Desgarradoras del alma;

Y vió aquella misteriosa Luz que del cielo bajaba,Y" volar á las alturas Las dos venturosas almas;

Mientras á su árbol asido Ora contra el cieno daba,Ora se erguia, luchando Entre angustias y esperanzas;

De la muerte, ora sintiendo Sobro sí la mano helada,O de vida una vislumbre Divisando apenas vaga . . . .

Al cabo la ira tremenda Del justo cielo se calma,La inundación disminuyeY el negro esclavo se salva. (6)

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Su viil» cual un milagro Filó por el inundo admirada- Que en recompensa obró Dios De sus virtudes cristianas;

Y nadie osó ¡í las cadenas Volverle, que desatadas Fperon por la excelsa mano Do la Providencia santa.

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De Yalaquí.á las praderas La primavera volvió Más nunca la selva umbrosa,Ni el jardín encantador,

Ni las máquinas, ni el ruido De la fecunda labor,,Ni la afamada riqueza,Ni la soberbia mansión; .

Y aun parece que aire trist» Allí todo lo envuelve boy,Y que oprimen los recuerdos El sensible corazón.

En vano el hombre industrioso Con gran fatiga y sudor Los tesoros ha buscado Que allí el avaro escondió:

Del negro, inmenso aluvión, Ya secas y endurecidas Del Ecuador por el sol;

Grillos al -hueso ceñidos De algún esclavo ó peón Que en lóbrego calabozo. Tnlvez sin culpa, gimió,

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Tristes solo ¡ ay ! se encontrare Testimonios de dolor:

Los escombros revolviendo, Del orgullo humillación,

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Y tilia descarnada mauo Qiic Conservar quiso Dios A linas llaves aferrada Que él oriu no consumió. (7)

Tal es, querida, la historia De Mazorra el español'Que mantiene fresca y viva La popular tradición.

En prosa sencilla’ siempre La lie oido contar-jo,Y á tí se debe que en verso La cuente mi numen hoy.

¿ Te agrada ? (límelo: aguardo De tu labio el galardón,Que á tu premio solo aspira J)e la selra el trovador.

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NOTAS

(1) Del caudaloso y bramador PatataKste no, bramador y caudaloso, en efecto, atraviesa la pro­

vincia Tungnragua de NO á Sli, y unido al Chambo, que vie­ne c-n dirección opuesta de la provincia Cliimborazo, Vc-rma e l t'aslaza, uno de los mayores tributarios del Amazonax.

(2) Y se estremece y conturba Del Tunguragua á los ecos,Que de recto en rato suenan De sn furor mensajeros.

K1 terremoto cjue arrasó l ’iobamba y Amliato el 4 de fe brero de 17117, filé precedido de ruidos subterráneos cpic se en i.uc del volcan de Tunguragua, activo á la sazón, v al cual asi mismo se atribuyó aquel espantoso movimiento do tierra. Mu­chas de- las teorías acerca del origen de estos fenómenos eran desconocidas entóneos, y se achacaban todos á los volcanes. I'.l monte Tunguragua tiene 4.9117 metros de altura, y está á seis horas y al SI2 de Ambato.

(3) Sumcrcé. Palabra empleada aun hoy por los c riados \ e d i t o del pueblo en sil trato con los amos y personas notables.

(4) Cafpicara (Piel de palo ó tiesa). Apodo conque aun hov se conoce al célebre escultor quiteño, do raza indígena, c uyo nom ­bre era Manuel Cliil. Floreció en el siglo XV ¿II, v seis obras son muy apreciadas y buscadas por Ices inteligentes."

(5) Amito, amita, diminutivos de unco y ama muy usados por nuestros domésticos.

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(6) La innudacion disminuye Y el negro esclavo se salva.

La tradición no es segura sobre si fue un negro ó un indio el que se salvó de la inundación de lodo de la manera referi­

da en el texto; pero el hecho es histórico, así como muchos de los sucesos que se refieren de Mazorra, cuyas riquezas y avari­cia son proverbiales en el país.

(7) Grillos al hueso ceñidos De algún esclavo ó peón Que en lóbrego calabazo,Talvez sin culpa, gimió,

Y una descarnada mano Que conservar quiso Dios A unas llaves aferrada Que el orin no consumió.

No hace muchos años se hicieron unas escavaciones en Ya- taquí, y se hallaron, en efecto, ese hueso con una grillete y una mano con unas llaves; pero además de otras prendas de insignificante valor, no se encontró tesoro ninguno. Yataquí está al SE de Ambato y á unas tres horas de camino

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