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RELACION CIRCUNSTAKCIADA

DE l.A. COXVERSlON DEL 11\LAN"DES

DEI..lWMANISMO A L1\ RELIJION DE JESU-CRISTO, . . '

Traducida del lnylh al Español

POR

;EL REV'. G. H. RULE,

Ml~JSTRO PRO';t'P.St'ANTJ:f•

••

~N J, A I:-.lPRE~T,\ DR J. A. mm.t~CA ~HL1'fAR pE 91B~~TA~~

h CQSI' A DE J.A SOCIEDAD DE LOS l:STADO$ UXJ~O$

DI:! A;\JJ:;JU(:A PARA LA CIRCU LACJON DE

TJ\ATADOS REL1l10SOS.

1842.

et"-/ r/.L c;f/-(C"--<A.-~-:' © Biblioteca Nacional de España

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ANDRES DUNN .

CAPITULO J.

Andre3 empie:a 6 dudar de Bit relijion; tiene una t'onf~rcllcitt c<m ,!tt Párroco; se le da un

Nuc~o Testamento.

A :o~ oJtES DVN>I era natural de Irlanda, y profesó la. rclijion Católica Romana hasta la edad de cuarenta años. Creía todo lo <¡ue l~ decían sus clérigos, as! como lo creian todo~ sus conocidos. Tenia talento, pero solo lo emplea· ba en los negocios de este mundo, hasta que, llegando á la edad sobredicha, cmpez6 á ¡·cllrcsionar sobre la suma importancia de la relijiou, y á conocer su ignorancia sobre esta materia¡ cuyas consideraciones le det~rminaron á ecsaminarla il fondo, en la conviccion de que debia ante todo procurat· la salvaciou de su alma.

Con este fin acudi6 al Padre Domingo, Cura de su p~rroquia, y le dijo que desearía tener con su merced un tato de con,·ersacion. "¿ Y bien?" le preguntó, "¿En IJllé puedo serie útil ~ " "Con hU licencia," le contest6 Andrés, "estoy pensanclo que, aunque yo sé muy bien ~~u~tar mis cuentas, y tratar con cualqniera sobre todo ~uanto se me ofrezca, entiendo tan~o de relijion como pu,·,te enteutler cualc1uier irracional, lo que me parece

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110 es propi~ de un Crist i~no, y qms1era que ~nestra re1·erencia" we enseñas<- como podrift adquiri r el conoci­mieuto qu e me falta." " i Como purde ser esto?·· dijo el Cura, " nunca te echo de ménos en misa ni en el con­fesionario, y sé adcmas q ue eres muy hombre de bien ; pues (qué mas quieres? " "Debo coufesar, Seí)or Cura, qu e, si a lguno me prcguntnrn porqué soy Católico Roma­no, yo uo ijabria rlarle razou, ~iuo c¡ue le tlijera que porqut: mis padres lo eran ántcs que yo; y, á la verdad, ~Pmcjanle 1 azon me parece poC'O sati~factoria... u Pero 110 sabC$ tú, Andre,; · díjole el P adre Domingo, "que perteneces á la Santa Madre lgluia; que uo hay otra Iglesia •·erdadera fuera de ella; y <¡m: todos los t¡uc flO son de su conwnion son hertjcs, que sin duda han de &cr condenados eternamente ? " " l~sto ~e lo he oitlo decit· á •·ues tra reverencia •·arias veces en la capilla; ¡)ero, s i no le incomotla, me nlegmri a saber como vucstr~ rC\·crcncin •abe todo ésto." " Andrcs, tu eres el priu1ero de mis feli¡¡rescs que se haya nt •·erido á hacerme seme­jante pr•t:unta, y yo no entiendo cou:o tienes la osadía de h~ccrla . Empero, 110 tengo dificultad en sat isfacerte. J.o 6é, por<lu~ ·a,¡ lo dice 1• lglesi•."

Andted 110 quedó satisfecho con tan corta r~pucsta, y se ntlclnn tó á insinuar que había oido d~cir á sujetos mas ilustrados c¡uc él, qu~ nadie puede s1:r testigo en su p ropia cansa, y ~e totn6 la libertad de prcguntarl< como se potlia snbc•· que en es te caso· di ce la Ig lesia la \'crdad. " J'oco á poco," dí,iolf el Pad re Domiugo, ya acalorándose. "(No Mbes que el disputar con la lf:lcs in, como ~¡ ella pudit·r~ errar 6 cngni1ar8e, es casi lo mismo que 1J1asf.:mar contrA

el Jts11Íritu Santo> " ArrcdrúGC algo A odres a l oir tales palabras ; pero, Yolvieudo sobre >Í, Jli"O~i¡;ui6 : " ¡ Se me permitirá preguntar · á \'ucstra rC\'Crcncia como está tan

• Eirtc ca el tratamiento que do.n 5 los Cun.o en lrlancla.

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cierto dr que la Iglesia oo puede errar en eeta materia i Porque bien sabe I'Ucstra reverencia, que no está fuera de razoo <1ue uno sea uo poco ec~ijente cuando tiene taRte que perder 6 g~nar. " El Padre contestó á esto con ayre de triunfo; ".l:'ues, si <Juieres seguir con tus preg,mtM, sabe que Jesu-Cristo tiene prometido es tar con su Iglesia Lnsta .,¡ 6o del mundo, y que de consiguiente la l gle•ia es infalible, es decir, incapaz de errnr." "Bien, Bien," esclam6 A odres, "esto es lo que queria saber; y, 6i nestra r<•vcrcncia me hace el fa•·or de aclararme este punto, quedarl: satisfecho para siempre." El buen Padre tambien lo cataba, creyendo haber ~alido del ¡Jaso con tan )JOCO trabajo, y le dijo que la vromesn de Je>u-Cristo se encontraba en el tíltirno versículo del 6himo capitulo del Evanjelio 8Cgun S. Matéo, y, Mbiéndolo ele memoria, se lo recitó en l,atin. "No dudo,'' díjole Andre•, "que todo eso sea 111uy bneno y muy snuto; pero, perdone vuestra reverencia, no entiendo ni una palabra ele lo que me acaba de decir." "Bien lo sé," n·~pondi6 el Cura. "Nosotros, para el bien de nuestro rcbní10, nos re•erra· mos la facultad de esplicar estos lugares de la Sagrada Escritura, conforme al sentido en que lo lgl~sia los ínter· prcla." "Con ~u licencia," dijo Andre,, "quisiera se me diese unR esplicacion de esas palabras tan hermosas y tau sabias." "Pues bien, Audrc•, c.¡uiercu decir que Jcsu·Cristo promete estar con todo concilio que cour o· ~ár~ el Papa, hast• el fin del ntt•ndo; que todo concilio, así convocado, siendo la misma Iglesia, sen\ infalible, esto es, no e~tará espuesto á errar; y que, de consiguiente, cu;~lquiera que osárc disputarle sus decretos, será casti· gado como hcrt:jc, y su alma atormentarla 110r toda la ~teruidad." "i y es posible," prcguut61e r\ndrc6, admi· rado de lo que acababa de oir, "que todo esto se encierre en la bre•·c ~entencia que Yocstra rc•·c•·cncia cit6 ?" "Si," le dijo, ")' aun mucho mas, como ,·crias si yo toviera

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tiempo de csplic:írtelo. Con e~tc ¡ms•je podemus uos­

otros confundir á todos los que presumen de versados cu

materias de relijion; de modo que no 11'& qu.,da palabra que

decir en su defensa." "Creo qu e n1rstra rcver~ncia dijo

que este pnijnje ~e encuentra' ~~~ el E1·nnjelio sl'gun S. M•téo .

Sé que Matéo fué uu gmn Santo, y no du<io qm• el l!:l'nn­

jclio sea cosa buena; pero des<'o saber cu'l es el E1·anj.Jio

segu n S. Matéo." "Vamos, Andr.•s, que le ,._, haciendo

muy preglmton. Si sigues de este modo, no podré con­

testar á tus preguntas en todo el din. El E1·nnjelio seguo

S. Matéo es aquella parte del Nuevo T estamento que

escribió este Apóstol." "No se incomode •·ue"lra re•·ereu·

cia: solo le quería pr~guntar qué cosa es el Nue~o Tes­tamento." Con esto el buen Padre, un poco alterado, le

respondió secamente: "Es la parte de la Divina Re••cla­

cion que contiene la historia de la vida y muerte de

Jesu-Cristo, y la doctrina q ue enseñaron él y los Após­

toles." " ¡ Es posible ! " eoclamó Andres . '' Pues yo

me alcgrnrin mucho leer ese Test:uneuto. Dígame •·ucstrn

reverenci3 donde podré comprado, por'!ue de muy buena

gana ahorraría de mi jornal cuntro cuartos cada dia para

poderlo t ener en mi poder. P ero ahora me acuerdo h:~­

berle oído deci•· á ,·ue~tra reverencia, que está eu idioma

estranjero. i Qué lástima que no esté t raducido al Iugl~s

para uso de uosotros los pobres! Si yo creyera poder

aprender el idioma en que está ~scrito, dediearia á su

estudio algunas horas caria dia, aun sacrificando parte de

mi trabajo para saber lé~r la palabra de Dios." El Padre

Domingo no quiso cl cscugañarle, ni decirle r¡uc por un

cheliu (5 n·u.) podía comprar una buen>. ' 'ersion del libro,

sino que le dijo que era muy tonto, y le mandó ir á su

casa a trabajar, y no meterse cu cosas d~mn~iado hondas

para su entendimiento. Parecióle á Andres que el clérigo no debería haberle

despachado con tanta aspereza; ptro, sio embargo, acos-

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tumbrado á obedecer, se despidi~ de ~l. y •·oh i6 á su casa pen~ando en la coll\·ersacioo que habian teuido.

Pero siempre deseaba Audrcs loac~rsc de un NuP\'O 'l'est.mcnto. Dccia dentro de si: " i Qué gustoso debe ser el leer In historia de Jcsu·Cri~to, y qut provechoso el aprender In doctrina que eu~eío6, c•n l'l uoisruu libro donde se encucutra, y cu las mismas p•Jalu·11s con que la cspres6! Al Pado·c Domingo no le en\'itlio u:ul:o mas que su saber." Este de~co nunt·a le dejaba, y aun soí1nbn de uoche que poseia un Nnc\·o Testamento.

Audres cm trillador. Cuaudo ni í1o, habia aprendido i leer y escribir, )' como tenia bueua memoria, aun leia y escribía medianam.,nte. Trabajaba cu el cortijo de un h idalgo vecino, y le tenian por buen tr&bajador. La :Se­ñora de la casa era muy caritativa, y, en los dos últimos aí1os que hnbi:m faltado la~ co~echns, se habia es¡ncrado cou tantn eficacia cu socorrer á los pobn•s, que muchos rle ellos le debieron la vida , la que, ú 110 ser por esta Seí1ono, lmbicran prrdiu<>, ó contraído enfermedades incu rablts por el uso de nlimcntos malsanos. ~las no se limitaba á su­ministrarles socon·os temporale$, ~iuo que con,ideraba que sus almas hnbian de snh·arse 6 pcrd.rse e tcruamente ; y, cuando iba á ver á Jos enfermos y á otrns pobre~. acos­tumbraba indicarles, co pocas y sencillas palabo·as, lo necesario qne era el peus<1r seri:uucutc en su sah·acion tierna. Eu at¡uclla época fu.! cuando C> tn S cñoo·a principi6 á comprar T estamentos y rcp:ortirlos ¡.:ratis cutre los f>Obrcs de la coruai'CA, sin distincion de stcta, c~rcycudo fOil 1·azon clue, aun cunndo no sacasen bentfici\) ui1•gunu de ellos, no les peTjud icnrian. El Padre Domingo l11obicra tenido ver­güenza de decir una ~ola palabra contra tan bnPna obra;· pero, ~¡ h cmo~ de decir la \'Prdad, mas bien lmbi~ra de­seado que In Señora no hiciest: n ·galós ele esta clase. S ucedi6 un dia, que, estnndo to·illando Andrcs solo, esta buena Señora pasó por allí, y cntr6 en su casa á preguo-

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tar por uno de sus hijos que habia estado enrermo. Des­pues de alguna convcrsacion, le preguntó ei tenia eo su · poder algun 1\'ue,·o Testamento. l-e re~pond ió que no, pero que detieaba mucho tener uno, y 110 solo tenerlo, Rino poderlo leer y entender . "¡Como!" le replicó, " ¿V. no sabe leer l" " Sí Scí10 ra, sé leer, pero solo el Inglés, porque no poseo otro irlivma." "Pue~ bien," le dijo, "este libro está en Inglés." Pareció le saltar su corazon de gozo. "Esto," dijo. " e~ justamente lo que desea ha. ¿Tiene V., S~ítorn, alguno que proporciot¡ar­me?" Ella, sin perder un momento, fué á caso, volvió con un ejewplar del •agrado libro, v se lo regaló á Au­drcs quien lo recibió con suma alcgrla. Guard6s~ el libro ltasta la hora de dejar el trabajo, y Juego se fué á casa de priesa para principiar su lectura a<¡uella misma noche, é iha pensnndo sobre lo precioso que dcbia ser el libro que llevaba. "Este libro," dccia consigo mismo, "contiene las palabras de Dios . Si tuviera una obra que me enseñase á adquirir riquezas, la apreciaria mucho; mas con este libro aprenderé á conseguir las riquezas e ternas. ¡Y pOr<JI'é he i~norado tanto tiempo que ec~is­tiese tal libro? ¡Y porqué no quiso el Padre Domingo que lo tuviese ? Sea como fuere, estoy resuelto á leerlo, ~i Dios quiere." Con sernejantes reflccsioncs se llegó ú su casa, y habiendo acabado de cenar con su familia, se retiró solo al cuartito donde dormia, sacó el Jlluem 'l'es­tamcuto, lo mir6 por algunos mou1eutos con ~entim i eu tos de la mas profunda vencracion, y dijo entre sí : "Este es el libro que Dios mandó escribir para enseí1ar el camino del cielo á los pobres pecadores como yo . Siendo el libro suyo, espero me dará capacidad para entenderlo, y con esta confianza. voy :1 pedirle que me ilulllinc, para al­canzar á conocer su verdadero sentido, y no engañarme." Esto dicho, se puso de rodi llas, é hizo la oracion siguien­te :- " O Dios, Señor del cielo y de la tierra, yo soy un

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pobre ')UC no sé nada; te ruego ilumines mi entendimiento p•rn qu e, cuando lea tu snnta palallra, la entienda bien, 'i acpa lo que tu quieres que haga, para que se salve n>i alma." Leyó aquella noche a lguroo• capltulos r¡uc le gus­taron mucho, y siguió le yendo el libro todas las noches has ta ac;lll;u·lo. Lo que c u gran lll&uern le llamó la ate n­don durante su lectura, rué el no encontrar ni una palabra de Papa, misa} conft•siomuio, peniteocins, absolucion ca· nó flica, méritos de :Sa nto~, dias de fiesta, come•· pesc~do, rezar >Osario, n i de ot ras •·•rias CO!as que ti P adre Do­n>ingo ltobia predicado con tan la r, CCUCflcia. ,, i Como ! .. csclamó, " he oi<lo l1ablar de esas cosa~ desde nií1o, y me han hecl•o crc•r que tuda la ¡·clij ion consist ia en elln5, y t¡ue mi sah·acion y la de todos lo5 houobres que vi,·en '! h~u virido, depende de ellas; y sin embargo no encuentro ui siquiera una pahabra sobre ellas en todo el N ue,·o Testamen to. ¿No lo sabia e l P adre?" :Sin embargo, auoqu• :\odres no halló uada de é sto en el Nuero Testa­mento, halló oto·as co~as de mucba auayor ÍUlportnncia. Le hicieron mucha impresion pasajes como d signieute: Lo' sanos no tienen necesidad de méd ico, •ino los que están eorermos. " Cierto," dijo, "esto lo entiendo; qu ien: decir, que, sino fuéramos pecadores, 110 necesitaríamos un Salvador." Y t>ombicn ?.ste: No vine á lhomar los justos, s ino los pecadores. " i Coau consoladoras $On e~tas pnlabrns de Jesus c¡ue ns~guran que, sin cn>lJargo do: s~r yo pecador, uo me rechazará, ni a nadie o¡ue acud& á é l por la oracion ! " Y estotro : De t"l mancru amó Dio3 al mundo, que <lió j( su Hijo uuijénito para I]Ue todo aquel qu~ cree en él no perezca, siuo que te nga ,·ida eter-11a. t\l lter esto prorrumpió Audrts adrnnRdo: " i Esto si r¡ue es ama r, que 11nra cato uos enviase Dios á su propio H ijo ! " P ero, \'olviendo á reflccsiouar, n•> pudo >U~uos que mudar de lenguaje, y d ecir: "i Ay de mi ! ¡Qué motivo tengo para alcgranue de ello! ¿ Coauo sé yo que

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me intrrr3~ eM?" H abía lugares que le herían basta lo mns íntimo dd corazoo. Tale~ eran los siguientes : Estos irán al tormento eterno (tllat. xxv. 46.). ¿ l\o sabeii que los inicuos no poseerán el ruyuo de Dios? ( 1 Cor. vr. 9.) DioH retribui rá á cada uno segun sus obras. Tri · bulncion y angustia será sobre toda • lma de hombre <¡uc obra mal (llono. n. 6. 9.). Al leer scmfjaute~ sentencia! á ,·eccs He desalentaba sobremnnern, porque bien conocía que había pecado, y que Dios podía juotameute cond~.· nade A la pcr<!icion eterlí:l. llluy ~ menudo esclarnaba : "¡Miserable de mí! ¿ <¡uicn me librará?" (Rom. vrr. 24.) A•í pasó algunas semauas, or• ll ouo de c•pcranzas, ora abru mado de t emores.

Debo decir que la familia de Audrcs constaba de su mujer, uu hijo de die?: y ocho año$. y dos hijas de die?: y eeis y diez y s iete. No le era posilllc ocultarles en tera­mente los sentimientos que lo ujitabnn, y, en su conse­cuenl'Ía, le pregun taron v-.ias \ 'CCCM q ué le loacia estar tan t riste. Al principio no quiso descubrírsclo, pero, \'iendo que le instaban mas y ma~, les dijo claramente: "Amarla mnj~r, t hijos queridos, la vt•rd:.d es <1ue la relijioo es de mas ionport.1ncia de lo que roo•otr<'S hemos pensado. AC.1·

bode ' 'or, por medio de la l .. cwm del Nne,·o Testamento, que soy"" vccador; y esto es lo que me llena de tristeza:· Andrcs era mu y 'JIICriclo de ~~~ familia, y, al principio, cre y<·urlo que c~ tu,·iesc algo tocaclo, se alarmarO!I; mas, cotuo vcian (Jue, discurrieJ:do sobre otros asunto:i, mostrnbn cs tno· en caba l senticlo, procm:oron con~olarlc con dr:cir que {¡ l• "errlad era pecHdor, mas qnc así lo eran todos. Que él era tan ho111·ado como cual<¡uiera de StlS ••ecinos, t tnia buen corazon, y nunca loabia fOtltado á sus tiebcrcs. "Pobre cousue!o es· ese," les contestó, "remedio poco cñcnz es para una concieucia aflijida por el remordimiento. Si no me potleis dar meJor consuelo, no me digais nada, porc¡uc el oiro5 hablar así aun mas me allij c. ¡ P odcis

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decirme como pod ré librarme de la pena de mis pecados?" " Sí que puedo," díjole su mujer, " vé al Padre Do­mingo, confié~ate con él, y al instante te dar:\ absolucion." "¡ Absolucion !"' esclamó Andres, dando u u profuudo sus­piro : "eso bastaba cuando yo era ignorante, mas ahora >é que necesito de otra c lase de :~bsoluciou. Solo Dios, querida esposa, puede perdonar los pecados, y el Padre Domingo no tiene mas facultad pan1 pcrdomulos que tti ó yo." Estremcci6se su familia al oir aserto tan atrerillo, y empezaron á sautiguarse por miedo que se les pegase algo tle la blasfemia, c¡uc por tal la turierou. "Vuelvo á repetirlo,'' porfió Audres, "no tiene mas poder para perdonar los pecados que vo3o1ro1 ó yo." Miles de \'ec\:s le habían oído prorumpir en los trHIS trcmeudos juramen­tos sin manifestar repugnnncia alguna; le habinn oírlo co11. frecuencia u1aldecir su alma y las de otro• ~in estraítarlo en lo mas tuíuimo; pcr(l, cuando le oyeron negar que el Podre Cura tuviese autoridad park perdonar Jos pecado•, se alarmaron, y se taparon Jos oídos por t•o volver á oír palabras tan sacrílega$. De manera que el I)Obre Andrea &uro que luchar por mucho tiempo con la np<1sicion de su familia y con Jos remordimientos ue su conciencia.

Un dia tomó el T etitameoto, y leyó eu el capitulo quiu· ce del Evanjcliu segun 8. Luca~. Llegando á la porte donde dice: "Me levantaré, é irl: á mi padre, y le diré: Padre, p•qul: contra el ciclo y delnnte de tí, yo no soy digno de llamarrue hijo tuyo," $C pu>o de rodillas, y, to­lllanclo por suya la peticion del pr6tligo, pid ió pcrdou por los méritos de ,Jesu-Cristo, cou el 111avor fervor. Vol­l'Íendo á mirar el libro, paró la atcncion én estas palabrai : "Como aun csturiesc )(:jos le vi6 su padre, y se movió 1\ lllisericordiu, y, C<Jrricndo á él, le echó los bra?.os al cue­llo, y le besó." Cou esto se le recordó otro pnsnje c¡ue l1abia leido: "La saogre de Jesu-Cristo nos lirnpia de todo pecado," Se eoternecill al contemplar el amor que Dio•

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manifest6 enviando á su Hijo para salvar á los peca<lores , y encomendándose como pecador á la mist:ricordia ••o merecida de Dios por Jesu-Cristo, espcriment6 desde entónces un dulce sositgo y cm•~•w l'' de lo que jutuas babia creído fuese po:;iblc espcri!Uentnr.

CA P!TULO Il.

Atulres consigue COtlt't!1lCCr á su fumilia. 1lcnc otra e"· h ·evista ,;-on el P adre Domingo. E.~te se irrita al

principio, pero se apfaca luego.

Desde cntónccs princípi6 :\odres á hablar 11 su familia con · mayor franqueza, ulanifr!'S táudolc como Jesu-Cris to amó á los pecadores que estaban á ptmto d e pcrdcrs(', cntrcgáudose á la muerte pa ra ' edimirl<lS. Ta111bícn les ecsottal>a á no despreciar tau grande sal\'acion; y, con lágrimas en los ojos, ins istía sobre lo u>jcntc que e ra que se arrepintiesen, se renvraseu sus corazooes, y que cambiasen de ,·ida. Por algun t iempo le tuvieron todos, ménos su J,íja la m~nQr, como n uno que está fuera de sí. Esta detitle e l principio le hauia escuchado con mucha at~nciou, y no tard<\ mucho en llegarse á él, y, cou "" semblante que esprcsal>a lo (¡uc pas,ba en su interior, confesarle que sus discur6os le hahí~11 hecho una profunda impresioo, c¡ne no podía méuos de pensar en ellos dia y noche, qne JlOr alguu t-iempo había tenido \'ergüenza de partícipárse­lo, y c¡ue por esto lo tenia ocultado; mas (1ue estaba su ánimo tao perturbado, que había tenido precisamen te <1ue venir á pedirle consejo y consuelo. Al oirla hablar de este

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modo se a1egr6 mucho Andres ¡ le recordó cuant o impor· taba el no tratar tan gra\'cS materia~ con lije reza; le es­plicó, co1110 pndv, el amor de Crioto aun pnrn d mayor oJ o Jos pecadore~, y la ccsortó con in•tancia fi no tardar en aceptar la miscriwrdia ofrecida. La ao;c¡.:nró que no nl'CCSÍtah:\ mas t ecomendnCÍOr1 par-a con C1 iStO <J11C SUS misrn:u; u cccs idadt>~, las t:ualcs socorrería Unnrfndosnrncu­tc. Antlres tn•·o en fin la satisfacriou dt n•r tambit·n á "" mujer (; hijo con\·encirJ.,s de la rcrdad pnr la gracia de Dios, y ¡wdirle la ~nl.-acion por los mérit11s del crucifica­do; de manera 1¡nc solo 'lueolaba cu ~u casa su hija mayor c¡uc no era rcolmcntc n•lijio,a. E.ra se hizo sorda tl MIS ct·~ort;tdonc5, y su ob~tinacion cn.usaba mucho dolor r. sn padre.

!M'" cosas siguieron de c~tc mono por algon tiempo, y ~a hacia mas d~ un aÍlO dcsllc la primera con1•crsacion que ,, nclrcs lt:.bia teuino con el P:•drc Dornin.:o. Por medio del estudio del i'\ut·1·o Testamento, :>1 qn~ se había dedi ­cado en cnniHO le lta!lia sido posible, llc¡.:ó ;\ enterarse bastante bien de ;u contenido, y JlOdia, median te la gracia d e Dios, " rcsponth~r :\ todo ~1 que l~ dcmamlnse tazon de la esperanza que ltahia eu ti , con modestia y temor:· En el ínterin el Cura le ecltaba de ménos eu la Iglesia, y pasó :\ su casa á Jtl"eguntarle porqué no se confesaba ni oia misa. Al princ:ipio, no teniendo bastante l"alor para decirle la ,·crdatl, cl"adi6 la pregunta; pero, dcspues, con­siderando que no debía a1·ergooztme de lo que babia aprendido leyendo la palabra de Dios, y qu e estaba mas bien ol>li¡¡:tdo r. renunciar abiertamente la doctrina errónea t¡uc ltabia creído iínte•, se determinó á valerse de la primera ocasion ¡mra habl•r al Padre con toda franqueza, y, descargando a~l su conci encia delante de Dios, esperar el resultado con sumision á su dirinn 1·oluntnd.

1'\o turd6 mucho aqne l e n l'oh·er á ,·isitarle, y repren­d erle o¡;riameute por faltar á su de ber. H abl6le eu t~r­

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minos muy duros P. irritantes, y parecía quererle tr8tar eomo á un perro mas uien que como á hombre. Esto no le incomodó. Habia estudiado en la escuela de Cristo, y aprendido á ser manso y humilde de corazon; de modo que, sin embargo de no tener ya temor supersticioso al Sacerdote, no quiso imitar su lenguaje insultante, sino que con mansedumbre trató de lwcerle conocer que habia e1Tado en hablar tan destempladamente. "¡Ay! " dijo el Cura, "esto es Jo que yo cspe.raba de ti> manía de in­dagar. Parece que te han enseí1arlo á despreciar tu clero, y ya no temes que te se i111pongan penitencias. Yo no esper;¡ba otra cosa desde (¡ue tu ,•is te el· atrev im iento de leer el Nnero Testamento. Si estuviéramos en Espaí1a ó en Portugal, bie n pronto te quitaría esa herejía metién­dote en la lnqnisicion/ donde pagarías caro tu anojo en dispnt.arcontFa la autoridad del clero . Mas, en este pais, t aque l vil principio de la libertad de conciencia est~ tan en voga, q.ue cnrtlc¡u iera puede pensar por sí mismo, y nuestro poder está bajo- un pié poeo respetable." "Sin querer fallar al respeto que le debo á. V.," replicó And res, "no pncc.lo mé11os de dar gracias á Dios d e que tengo la dichosa suerte d" vi,·i1· e n un pais donde todo hombre puede juzga• por SÍ' mismo; y hace poco honor á una relijion cualquiera el que se deua emplear el ton11ent.o para obligar á Jos l10mbres á seguirla." Esta· ohservacion,. no obsta11te ser justísima, encoler-izó al P adre Dominge has ta tal punto, que se olvidó entCI'amentc del decoro (}UC debiera carac­terizarle como minist ro. del manso ltcdeutor; y, alzando la mano en que te11>a un látigo, pue~t estaba á c.aballo, amenazó á All(;lres castigarltJ allí- mismo· si se atrevía {v

* Entónccs había. lnquisiciob en aquellos paises, ahora fcJiz,.. Dlcntc libres del dominio atroz· de dicho 1'ri1Junal, pero no de!. dcs¡>otismo Romano; y é:;to eu el aíío de lS·i l.

t La Gran Brctaíía y toda!l sus·dopcndeucias.

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hablar de e<te modo.* Andrc<, que hftbia llegodo .í en• tender, por la lecw ra del Testamento, t:omo debe porta rae " " minist ro del Evanjclio, se escandalizó al ver scmcjau te locura, y calló por un rato, hasta que, •·icndo bajar gra­du.llmente el br• zo amenazador, conoció <1uc el Padre empezaba á t:almarse . Ent6nct•s le hobl6 en estos l~nni· nos: " ¿Cree V., Seí1or Sacerdote, con semejante con­ducto, n•comcuñar la •·clijion de que es ministro? é O c~pera atrtltl'lllC ot.·a \'CZ- al gremio de su Iglesia por meUio de seau~jantes argnmcutos? 8i cree conseguido así, estti muy ~<lui,·ocodo. La couviccion de que ,·ivia en el error fné cnusa de la muda nza que tanto le ofencle; y le aseguro que solo razoues mi•S conviuccutes me harÍ1lB •·olrcr ñ la Iglesia ele la que acabo de separarme. Si V. se liso"j cn de poder ttrlclantar algo cmnnigo, tenga la bondad de entt·m· en mi casa, y es ponerme sus razones¡ y, si me ¡larecen satisfactorias, V. no tendrá <¡nc <¡ucjar•e de ')ne soy obstinado ."

Al paso que el Pad re Domingll se fné serenando, em­Jlezó á arergonzar8e de su co111portamiento; y, contras­tHnrlo su intempestivo ncalora<niento con la modrrncion de Andres, se s intió ta11 humi ll ado, r¡ue tlc.dc luego pensó t•n marcharse dejando á A ndres en su hcr~jía. E m pe­ro, dijo <:ntre sí : "Si me voy y me uiego ,¡ debatir In cucstion, será un ¡¡rnn triunfo pa ra él, y dirá á todos ~us vecinos que ha vencido al Sacerdote, y con eso haría que me despreciasen todos ellos. Y co11 todo ~~ un pobre iguornnte, y, aun cuando uo p11cda con,·cnccrlc, podré hocerle callar." Tambicn cou>idcró 11ue, admitiendo la propuesta , quitoria el borrou de su primer arrebato, y daria una prueba de su condescendencia y hnm ild:td. :Estas reflecsioncs le determinaron á entrar en 1" casa de

*Es uotorio que, nuu en el c.lia, H)UChos Snccrdotcs l rlttnUcaes llevan un ll\tigo debajo de lu capa cou que ca~tigau ' SU:il felig•·eae~, hlen eu las CilliBS ú en 1~ calles.

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Andrcs; y, ~pcándost>, ~tó el cab.1llo 11 1~ puerto, y ~e stntó junto r. la chimenea. ScnlÓ>e tambieu Audre", y se acefi'Ó tolla la familia á presenciar la coufcrcucia c¡ue les ]Hircci6 sería muy iuterc11autc.

CAPITULO 111.

La Conferencia y 111·• rcsulta8.

Di6 principio el Cura al di,íJo~o. Domingo . ¿Y no es mucl1o nti'C\'ill) iento que uno corno

V. se nl'cu tnrc á d ispntar sobre la rclijiou con uno como yo, que sé leer La t.in y escribirlo tambicn, y he sido cdu· CHdO pnm estas cosas ?

Andrra. Me parece que Jo c¡ur intcrc'a á todos tlehc ser •cncillo y de fácil iut~lijcn<·in . Por cjcmpl<:>: si quiero medir una pic:7.a de p:t.ÍIO, y uo tengo \'ara, teu~o qu(• adi•·iuar cual puede ser la tm·tlida, ó fiarme del parecer de otro; pero, si tengo un:e \ ':1r:t, mielo la pieza, y uo se IICCr.sita m•u.:laa CÍl'nci:t p:\rn s;,IJc.·r cuantas ,·aras tiene •

. D. ¿ Que quieres decir t~ou CMl?

A. Quici'O ckcir, que DiM '"" ha dndn una medida por lo qu e puedo g uiarme, y C(U O .Icho ln>ccr uso rlc el in; Jlara lo cual, :wj.!ttn yo Cl'l'O, 110 son mc•ucstcl' t;;mtos cono­cimi <·ut<H~ cnmo V. supnuc.

}), ¡Ah! Ya Yc>Q lo <¡u(· iutrnt:>-. Crees que las Sagradas Escrituras te son d;ulas ¡uu'a tu guía, y c¡ue debes ~ n todo arreglarte á ellas.

A. Cierto. )). P~ro ¿no has rcllccsionado e¡ u e ac¡ucl libro no sin·c

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l!í

sino á los sabios, y que los que como hí no han recibido educacion, no deben qu•·hrar>e la c.'beza coo su lectura > .d. S(: 'l''e V. m<: tlijo csu l'ai'Ín< ,·eet•s :btcs d e q ué yo lo hubit·ra ltido; pi' ro, clt·>pue~ de le•·• lo y d~ haber pedttlo á Dios me diese su gr;teia para poder!" ''"'tncler, Jo lnlllé tau cla t·o, qtu.·, :wr•qiH: r.i yo, 11i el ''"'"''• t· was sabio que haya, sepa csplic:u·lo todo, eren hab• r •l••g•do á enlcndcr su conten ido suftt'icntrnH•ntc bit·n P•' • a cousc~ guir la sah·acion de 1ni alma, mediante la gr"c"' de Dios. D. Cicrtalllctotc <JUe en:~ el l•ombr·e ma,; descarado que lw ,-i ~to cu mi \'idn , pues cree-!~ cutt:>ndcr ll'ls Eicritu .. r•s, :•1 p·~>o que los sujetos mas sabios é instruidos apénas pucdc u r~l•lica rl••· A. ('ouc.zco que no soy sabio . Pero, si V. se hace cargo de Jos siguit·utcs l'trsículos que he le ido rn el Nuc1•o T eotnuteulo, tal l'cZ ll(lt•usalznl'á tar• to la l'rntajn de serlo. Dice nucst ro bendi to Hcd~111nr: " Yo LC olabo, oh Padre, Seíl<lr del cielo )' ¡J,. la tit·tTa, (JII<' , habicudu c~~oudirlo estas cosa~ ¡\ lo.s sahiO$ ,. enlc:ndido$, las has rc,·clado á los párvulos" (~bt. xr. :zf..). V en <Hro lugar : "Eu •·er­dad os dig,,, yut.·, ~iuo U:' cou\·ertí~, y o:, hacl;:is como los 11ÜÍ6I, de uiuguu morlo rulr.u(·is en(') reino de los ciclos, (ib. xvr 11 . :J.). S. P:~ulo tawuicu dice : "HeruHIIt O~, ved \'ue~tra ,.ot.:a<:ion, qut• 110 :-.ois mucho~ ~abios SE'gu n )a caruc, no mu chos Jlvd<J'''")~ . ""muchos uobl ~s" l l Cor. 1. 26.). 11 X iogunn se ~ugailc á si wi~mo: si a1~uno entre \'OSotros se tien~ por sabio cu este mund(', h~gasc necio, para <JUC sea sahio" (ib. 111 . 18.\. Podría traer otras citas de In misma clase, mas c>tas basto u para demo•trar que nuestro Sa lra¡lor ,. sus .'\p6stolcs nn tcu imr la s niJid u­ría l1 unr<tna en tan aÍto coJJcepto como mucho~. Y V. debe saber mejor 'J"e )'O que nuesll o amarlo Señor, cuando est,.ba sobre la ti erra, sol ía haiJJar ura~ frecuentemente con

lo~ 110bres, y que algunO$ di~cursos que les dirijió se nos dau eu t i Nue1'0 Tetstamento. l>ues, Señor Cu ra, yo úO

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!G

veo porque un pobre l rlamles no pueda l'ntendl'r las pala­

bras de Ca·isto tau bien como uu pobre Judlo, ni porque:

á los pobres de I rlanda se les pa·ohibn leer lo r¡ne él, que

es mas sabio que nosotros, creyó conrcnicnte que leyesen

los Judíos pobres. El Padre Domingo, que no esperaba •cmejaute racioci­

nio de parte de t\orlrc~, quedó algo perplejo al oir sus

a rgullleutos, y no supo como contestarle. Solo le qu~dó

d a·cc~trso de atrincheraa·sc l'u la infalibilidad d<: la Ig lesia,

y decir que "la Iglesia, en su sabiduría, habin prohibido

la lcc turu de las E sc1·i tun1s." * Mas h<~cia tiempo que

para ,\adres llO te nia fuerza semejante alegato, y con

eeto dijo a·cdondamerHc que " no necesitaba mas para

couvcnccrsc que :H¡uel la Iglesia, en cuya defensa estaba

h ablando su reverencia, no podia ser la rcrdadcra." Esto

era d emasiado para que e 1 Padre lo oyese con paciencia;

pero, '<COl u:\ndosc de COIII O SC !J abia C0 111pr0111Ctido pOCO

áute., !rizo lo posible para reprimir su indign•cion, y le

d Uo que, s i ,¡ la fuerza o¡ucria leer las Escritu ras, podia

]oaccdo, y que él le p robaría po1· las mismas que, á pesar

de las ca•·iluciooes de los herejes, todo lo que reprobaba

e n la l glesi:1 Catól ica era rle D ivina institucio u.

A. Pues, Seí1or, si Y . puede lu1cc r· e; to, pa·ornc to

\'OII'erme al seno de la que llama Iglesia Católica.

[). Couvengo. Di111c los puntos del dogma que no

~dmitcs. A. Todo el dogma nre parece falso; pero al;!unos de

los puutos que mas repruebo son la J1!isa, la Conje8ion

Auricular, la Penitencia .11 la AbsQiucion, la B .trcma Un­

cion, el Purgatorio, /cu oracioncA ofrecida• ll lo1 SaJt/O$,

y, sobre todo, el mérito de las buena-S obras.

• Mí diria el Parlre Domingo, tal vez sin aabc:r que la Congre.

gaciou del lndic.e hnbia tenido que conceder al pueblo una esrcde

üe Hce.ncin. pnru leerla Bihli1\ en lengua Vulgar, con restricciones

re. •mbargo que ca:¡j dejan la prohiLicion en su \'igor,

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J). Bien. Empecemos con la lllisa. Este es un Sacra­menlo en que las especies de pan y "iuo son consagradas por el S:.co·rdotc, <¡ucdnndo el pan y viuo convertido; real­me ni e en el cuerpo y cu la saugrc de Crislo, )'ofrecidos á Dios como sacrif1<·io incruento en propiciacion dd pecado. Solo tieucd que abri r el Tcstaoncntu, t¡oc CJ'ecs tcnc1· á tu fa­''01', y \'erás que Cristo dice tcrminantemcJ te, hablando del pnu: Este es mi cuerpo; y riel ,·iuo : Esta Cij mi sangre. ¿Y 4116 tienes ijUC replicar á palabras tau claras como estas? A. Sé que las palabras e>tán justamente como V. acaba de ci tarlas; pero sírrnse V. advl'l'lir, o¡ne 110 >e debe tomar toda palabra en dU sentido literal. J !ablando S. Pablo dr la roca de ln qu~ sali6 el agua para los lsrneli­t:~s, dice: " La picdm era C• isto" ( 1 (.;or. x. 4. ). Mas tiertnme-utc sería una tontería llgunu·nos CftiC acpu:lla piedra era realmente Cristo; aun4uc trndriamo:; t:mta ra.zou pnra decirlo, como para decir qut• el pan y el 'in o 'loe se u~an eu la mis;•, son realwcnte su carne y su sangre. Yo, Scí10r, no soy sabio, pero auu el "'ntido comu11 me hace conocer que, si las palabras de Jesn-Cristo debe u ser entendidas de modo que no •e le represente como diciendo un puro disparate, se deben entender como yo las entien­do. Porque, si tomo estas palabr.)S cou10 si espres~ ran 'll'~ e l pan y el vino se transmutaron en carne y sangre n:rd>dera, se sigue que, al mismo ti~mpo qnc el Seítor estaba se11tndo corpon•lmeute tí la mesa cuando !Jendijo el pan, su cuerpo estaba puesto sobre ella, ~s decir, que su cueq•o estaha todo en un lugar, y al onismo tiempo que estaba todo entero en otro lugar dist into. Po•qoe ~i las palabras de Cristo "este es mi cuerpo," se townn en sen­tido literal , deben significar 11ue d pan se mudó tn Stl cuerpo enteramente, y no en parte. Luego no me es {.lcil creer que un pedacito de ho$tia q11e no parece pesar mns que unos pocos granos, t enga re~lmeote algunas ar1obas do: peso. Tampoco se me puede hacer Ct'eel' que la cosól

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que tiene l:r aparirncia de pan, y que parrce serlo si la

ecsaminamos por el tacto, y la probamos por el paladar,

sea; en contrndiccion á mis sentidos, carne y sangre. Y,

sobre torio, me repugna la idea de que el pueblo de Dios

no vive de alimento espiritual, sino de carn al.

D. Con que, tú no juzgas por la fé, sino por Jos

sentidos. /1. S i nuc~ tro Señor hu hiera dicho: "Esto que veis

ya no es pau, pero está realmente convertido en la sus­

tn11cia d'l: mi cuerpo, no obstante que parezca pan;·· hu­

biera· sido sin duda el debe•· de todos sus discípulos creer

en sus palabras aun cuando ~s tas fueran repugnantes á sus

BP.Iltidos; pero, co111 0 no se csplicó d" semej:111te modo, yo

no me creo cu la obligacion de entender al pié de b letra lo

que dijo. Oc otro 111 0do, deberin entender asi otras varias

cosas que dice, como ¡>(Ir ~jemplo: "Yo soy el G·ami11o,"

y " Yo ~oy la puerta." Cuando hizo el agua t"ino en las

b1>das d~ Caná, no dió á- los convidados uu líquido insípido

cowtoda la apariencia y propiedades de agua, diciéndoles

qll'e ern vit•O. Cuando resucitó 11 Lázaw, le hizo apare­

cer como ho•nbre t"i~iente, y no ecsiji6 de sus <liscipn los

que creyesen <¡ue 1-~zaro, yaciendo en el sepulcro sin dar

seiial de vida, cstn.-iesc en realidad vil·o, y que carninahn,

!tnblaba y obraba como los demas t·i~itntes. Y , ademas

de ~;sto, V. sabe que el mi smo Salvador nos dió la cla1·e

de todos los pasajes de esr:• clase, diciendo: " El E.•pfritu

C!l' el que da vida, lrt carne nada npro1·ccha. L"s palabras

que- yo os digo, estas son r•pfri t11 y vida." Dice lnmbien :

" Hncetl ésto r¡¡·mtmoria de mí," intimllndonos que quería

que, en la sauta ecuo, los Cristinuos nos aeord:iscmos du

sus padrc;imienros y muerte por nosotros. Mas, cHo apar­

te, uo f)Uedo mén"s de pregu ntarle á V ., si el modo con

que procedió nuestro Seí10r en es ta ocnsion, tiene alguna

scmejan~a con los ademanes de los Sacerdotes que crlebran

b: urisa. Por lo r¡ue · toca á· mí debo decir, (¡ue la gran. di-

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ferencla qoe loe notado entre las ceremonias de la iglesia y la oarrncion sencilla del Evanjelio, me sorprende sobre­manera. Uno que no las hubiese presenciado ántes, pensaría que el Sacerdote esta!Ja representando en una pantomima parn divertir á la jeutc, m1•s bien que ense­ñarla á adorar á Dios en espíritu y en verdad. Tambien quisiera oaber, porqul: Vds. no dan el vino á los leg.os, siendo así CJIIC el que mandó á sus didcipulod come o· el pan, les mandó igualmente tomar In copa y beber de ella.

A e~tas objeciones no era fácil contestar, y así se limitó el Padre Domingo ó. decir, que la Iglesia lo hnbia dispnestu de aquel modo, y que, de consiguiente, debía estar bien loecho. Mas Andrcs estaba yn resuel to á atenerse al Tes­tamento, y no quiso ceder ni una pu lgada Je terreno á 110 ,·erse obligado á ello por citas bien claras, sacadas del mismo E\'anjelio.

" Yo he estado pensando," prosiguió, "porqué los clérigos dt> la Iglesia de Roma mantienen este punto con

1 tanta obstinaeion, puc~, á mi CMto pnreceo·, deben cncon· trar sobre él mas coutradiccion que sol>re otro cualquiera de los que defienden. Sin querer ofenderle á V., dir-é el

1 que me parece ser el motiro verdaucro. Puede ser que hayan pensarlo, que los que los creyesen capaces de mudar un pedacito de pan en el cuerpo de Cristo, les miraria11

1 por Jo mismo con muy profunda ,·cnerncion, y .que, va­liéndose de ésto, podrían sin dificultad euseñorcarse de la herencia del :Seítor.

Puso fin al argumento el Padre Domingo con decirle, que era imprudente, atre,·ido y calumnioso; y que, como

\

no babia buen Cristiano c¡uc duuase de la real presencia de Cristo en In Santa Eucaristía; siguiese con su segunda objecion.

1

A. V. enseña á sus feligre~es que tiene autoridad para mandar le conf1csen al oído sus pecados, é imponer­les luego pe11ite11CÍII4, y al fin darle; la absolucion.

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D: · Seguramente. ; Hubo jamas buen Cristiano que

nos disputase esta facultad ? A. J>,timaria mucho que V. me seítalasc algun pasaje

tlcl Nue•·o '1\:stamcnto en npoyo de scm~j:m te prctcnsiou.

D. A•1uí lo tiene,;. "A tJuieues rctuitiéreis los peca­

dos les son remitidos, y á quiene~ los rctoviéreis les soo

r ctcuidog ·· (J uan xx. :l3.). ¡ Qué d ices á esto?

A. ¡ Está V. cierto que entiende bien t•slas ¡>alahras?

¡Y ¡ouetlc V. creer que cualt1uicra Cura párroco, bajo la

autorizacion de este testo, tiene derecho de manda•· á los

de su panoquia CMfc•arsc con é l, imponerles la pc11itencia

cau6nica, y absolverles de sus pecados? El padre L-, por <:j<:mplo, de la JlOtToquia N-, al que en \'MÍas oc.~-

6Íoues le han bailado borracho, tendido en el camino; 6 el Paclr<! i\1-, de la parroquia 0 - , que es notoriamente

disoluto, y tieuí> 110 oé cuantas damas. ¿ Cree V. que hombre~ como éstos están delegados por Dios para per­

donar a los pecadores? l.\' o Seí10r; esté V. s~guro que

s~nu'jau tes humbrcs, sin embargo de ser Sacerdotes, si no

se arrcpicr•ten, serón mTojados al lago tille arde cu fu~go

y azufre. Empero, deseo saber en donde se hahla de la

coufesion hecha al oido de un Sacerdote. /) . Dice Santiago (''· 16.): "Confesad •ncstros pe­

cados." A . E<traíto que V. cite esto como haciendo al caso.

J,•s palabras que siguen acloran el sentido, 1"'•• el Após­

tol oigu ~ uiócudo: "Confesad ntestros pecados U/10 6 otro, y nm cl los tmo•· por los otros;" lo que indi<"n clara­

mcut~ que Soutia(!n 110 rlijo nada que se pareciese á con­

fesar cou un Soc~rtlnte. ¡ l' <1uicu di6 ti Vds. el derecho

de imponer pcuitencias al pucbln' .D. ¡Ay! bien sospedoaba la ,·prn nd; nhorn está des­

cubierto el secreto. Porqu~ te iucon10da la saludable

disciplinn de nuestrO\ Santa .\ladre la Iglesia, te desatas

eo t¡uejas contra ella.

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A . Señor, mt•y ajeno estoy de esto, pues, desde qn~ l1e l~ido el Nuc••o Testamento, mis co~tumbrcs se l1nn rc·formndo enteramente, d e manera ([U C yo, por la gracia . dt· Dios, ) a u o l'Í\'o en el pecado como ántes, y de consi­gurente no temh ia que temer el que V . n1e mandnse hacer alguuas penih!11cias; pero c¡uisicra saber f• n qué parte de la Santa Biblia e ncu entran Vd•. dicha aurorizacion .

D. ¡No l1a8 leido lo t¡ oe dice S. P ablo i "Sea el tal entregado á Satnnns pam murtif•cncion do la carne, y que su alma sea sal m en e l dia de uucst ro Scí1or J esu-Cris to" ( 1 Cor. v. 5 .) .

.A. El mi smo S. P"l>lo se e~¡,Jica en las palabras qne s iguen : " Quitad de cn111cdio de •·o:;otros á ese inicuo " (ib. •·er• . 1:$. ) . Por lo qne ~e iufiore que el Sacerdote se equivoca, presumic11do l"•ccr lo 'l"e el Após tol 111anda á. la sociedad de los Cris ti:wo~, y t1uc, cuando requie re que uno mortifique su cuerpo, com<·te nu error gra nde, pues no se dice: 'Mnn<ladle hacer pc11 ite ucia, s iuo, "quitad de enmedio de Y0$0lros á c~c iuicuo."

D. l..'\ penitencia cauóuica es muy saludabl~, y coa ella se consigue un fin iwportautc .

./J. l•nport.nntc será 1'""·' e l clero, porque tiene al pueblo sumiso, y le hac•· h·<ufr ai Satcrdote mns que á Dios, y en d ecir esto "" (.,lw á la •·enlarl, pues quebran­ta los 1wtudamicut"os de D10~ to cic)S los dins ; mas, sea como fuere, tiene prr<·i;amcnt~ ... ,. 11b•·•iecer á las órdened que les den los Sace•dot"' · y.,, P'' ' rj emfllo, nce acurrdo de haberme conf({SlldO que ""' halJ¡ a é lll borrnchad o, y V. me impuso una muy leY,. fWuitt:m:i:t; mas. en otrn ocasion sucedió, c1ne, h.thi~nñu ido á oir un scrmon no predicado ¡lor uno de Vds. (:.u .. qnc '"e pnrccia muy bue no), V. me hi zo andar de r·orlilla, todt\ al rtdcdor de la Iglesia, y roe mondó h••·er otros coso, •1"Y penosas, á las que tuve la 6i,npl e1.a de sowctcnu c t•nttl •u:c;~ . Pues, dígnme, Señor Cura, si el oir ur1 sennnn e ; ¡)~cado mas grave que el eru"

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J>orrncharse. Yo creo que no; pero ya entiendo, que con

asistir al sermon parecía ejercer mi juicio en pe~juicio de

la autoridad del clero; mas, cou ernborracharm~, solo

quebrantaba uno d~ los m;~udamieutos de Dios, lo que les

im portaba muy poco, puesto q ue c1uedaba ilcsn su outori­

dad. Parece, pues, 11ue so nos impone la pcnitc11cia mas

bien en desagnwio del clero ofendido, qnc como pena

debida al pecado; y que sirve on as bien para retraer al

pueblo de desobedece•· al c lero, que de ofe11dcr á Dios.

V. dice que la penitencia es saludable; pero ¿como?

¡ Pnra qué sirv<: ? ¡Se libra acaso el pueblo con ella de

Jos pecados escandalosos? V. sabe que no. Vds. pue­

den asustar á los tímidos, y hacerles observar cscrnpulo­

&amen te la Cuaresma y las fiest:os, 6 abstenerse de orar

con los c1ue Vd$. llaman !ter~j es; pero no pueden por este

medio hace rlos sobrios, castos, ni hoorndos. Pues, ( para

q ué sin ·e esa penitencia ? Y lue¡:o; ¡ qué necesidad tene­

mos de vu~s tra absolucio11 í' Si Dios nos perdona, ¡ para

qué ir á buscar la absolucion de un Sacerdote? Y, s i no

nos perdoua Dios, In absolucion que un loombre nos pre­

tenda dar, no puede libraruos de las penas que mCl'cccn

nuestroi pecados. D. ·T e digo, bombre, lo que t e dije lintes ; que eres

muy tonto. La Iglesia lo arrcg16 todo áutes c¡ue nosotros

naciésemos, y tan f<ícilnoentc podrías sacudir los cimientos

del mundo, como derrocar la infalibilidad de In Iglesia .

Creía Audr~s que la Di,·ina Rc,·elacion merecía el título

ele in falih lc mas bien que la que el Padre Domingo llamaba

Iglesia; y, como estaba resuelto á no adu1itir punto alguuo

que no pmliosc probarse por la misma, no pudo conrenir

con él ~obre esta ona teria, y tul'ierou por prccisiou que

dejarlo, y pasa r á la cstrcma tmcion. " Sobo·e esto," dijo el Cura, "roQ cabe disputa, porc¡ue

Santiago dice claramente : ' ¡ Enferma alguno entre .,·os­

otro&? L lame á los presbíteros de la Igl esia, y oren

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~obre (·1, uniiéndole con 61eo en el nombre del St>í1or (v. 14.). ¡'Qué tienes que decir contra esto?"

A . ::;oJo diré qne V. no ha citndo el pasaje por entero, y dt> este modo ha ocultado el l'Crdadcro sentido del Ap6stol quien níi~de: "La ornciou de 1 ~ fé sah·1trá al eujf:rmo, !/ le aliviará el Señor; y, •i esLul'icre en pecados, le senín perdonados." Pues bien ¡ aunq11 ~ yo no entienda perfccta111cntc este pasaje, ''eo en él brtstante para que me atrcl'a lt nsegu rar que V. no lo interpreta bien. V. unje á uno hnjo la suposicion de que ~st:< muriendo, y con esto cree dnrle un pasaporte para el cielo. Pero, si ac~so recobra la salud, creen que es menester unjirle de nuevo en el caso de h~llarse otm ,·ez á la muerte. Hasta un niíio pod1·in l'Cr qne Santiago habla de la eficacia de la fé para curar ni enrermo despucs de unjido con 6Jeo, oranll() por él lo$ presbíteros de la Iglesi:~, de mo<lo que In uution de Vds. y la de Santiago son totalmente di,ersas. Me acue•·do de que, hace ya unos cinco nños, me creí ¡\ punt() de mol'i•·, y manr!é á toda priesa por V. , pensando <¡ue sería condeuado al infierno si no cumplia con mi Iglesia. La cama en que estaba, enteudia tonto de relijion como yo en aquella época, pero de eso no hizo V. caso¡ me di6 los 6Jeos sin dif•cultad ninguna, y me dijo que iria segu­ramente al cielo. Pero, Señor mio, tiemblo ahora al considerar que, si hubiera tnnerto entónces, estaba per­dido sin remedio ¡ me· causa horror el solo pensar en el riesgo que corri• ; Y. no puedo pensar en Ja· misericordia de mi Sal l'aclor sin que un sen timiento profundo de grati­tud me haga derramar lágl'imas )' alabarle desde el fondo de mi corazon.

D. Tu eres muy presuntuoso, y te digo que, si no te diere un Sacerdote los santos 6leos ántes que mueras, sin duda irás al Infierno.

A. Pues, Señor, yo no los pediré. :(i:n las Santas Eecrituras no encuentt() que se baga III'Cncion de ellos, y,

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si muero con Eeocilla confian1.a en los méritos de la muerte

propiciatoria de mi Salvador, no ttmcré ser escluido del

ciclo. Crf an.e V. que, por la grat·ia de Dio~. i al•tl>ado

sea su uombr~! esto•· liht·c del temor de In muerte; v, ~¡

ule llamára ahora á ~u prcocucia, saldría gozoso de· esta

· 1·idn. D. i l\lentecato! A. ~liéntras yo 1·i~ia en pecado, V. nnnca me llam6

meutccato; pues, ¿ porqué me llama así ahora que c~toy

procurando \'Ívi r cri~linnarncnte? . D. i Dejémonos de estas tonterías ! V;omns n otra

co8a. Parece que, dc.dc que hos lt·ido el Nuero Testa­

mento, tampoco cree~ ~o el Purgatorio.

A. Ko encuentro ni una palabra sobre él en dicho

libro. D. ¿ N9? Pu~s esto es estraño, ya c¡ue t:m tos va ro­

nes s••bios eucuenl1'3n mucl•a,. ¿Como entiendes el dicho

~e S. Pablo : " El fu~go p robará In oura de cada UllO ¡ ..

(1 Cor. 111. 13.) A. Su se11tido es ~ mi ver tan claro, que cualquiera

persona despreocupada y ele me(liana intclijcucia fácil­

mente lo cnti .. ndc. :Si V. ecsan,inn el pa~njc, vcrn qn .:

el Apóstol habla de las \'MÍas doctrinas que diferentes

doctores pueden euseÍ10r despues dt• <¡ue se haya echado

1)1 fun rl•nwn~o de la Verrlnrl. Alguuas de ellas, <¡uiere

decir, l~s uucuas, las compara al 01'0, la plata y los pie­

dras pn:ciosas; y );-.~ ~n6nt·a~ las ns(lmC'ja á la 111~dl·ra, tl

hc u(> y la p<~ja . Luq;o d ice <1ne de todos ellos se hará

\lOa prueba; ¿y qué cosa •nas propia que e l fuego para

hacer tal prueba? Si las doctrinas son s•nas y rerdaderas,

pcrmauc<;enin sin lllCugua, como el oro, la plata y las

piedras preciosas de nu edif•cio quedau intactos sin que

pueda deteriorarlos el fuego. P ero, si son falsas, las

~on~umin\ e l fuego, as¡ como á la madera, al heno y á la

paja. ¡ Y qué tieuc que ver esto con ja idea de ¡¡ue haya

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\m lugar en que abrnsnr las almas de los hombres, y puri­ficarlas asl para el ciclo ?

El Cura tom6 el libro y lcy6 el testo, compar~ndolo con la esplicacion que babia hecho Aud res, y no pudo rnénos de confesar que tenia rnzon eu parte; pero le dijo que solo lo miraba superlicialmente, que la Iglesia que lo hnbia ccsnrninado mas á fondo habia declarado haber un Purgatorio, y que eso bastaba.

A. No lleve á mal si digo lo que me pn•·ece sobre este punto. Es que nadie sostendría que hay Purgatorio, si de él no sacase el clero crecidas ganancias. Dien me acuerdo de haber pagado á V. misas para sacar del Pur- , gatorio las almas de mis parientes y conocidos. Pero, si V. tiene facultad de sacarlas diciendo misas, debe usar de ella por compasion á los infelices atormentados en el fuego, sin ccsij ir que se le pague su trabajo. Viendo, pues; que todas estas misas han de ser pagadas, y ésto adelantado, sospecho que el 1•erdadero moti1·o de predicar In doctrina del Purgatorio es el de aumentar las rentas del clero . Y no podré persuadirme de que proceda de buena fé, hasta que lo vea esmerarse en ali1•iar las almas que dicen están penando, sin esperar limosnas ni legados. Y, aun cuando diesen Vds. pruebas de sinceridad, no por esto dejaría yo de impugnar esa doctrina, por<¡ue, ademas de otras y graves objeciones, la mayor es, que atribuye al Purgatorio la 1·irtud c¡ue todos reconocemos ser csclusivamente propia de In muerte propiciatoria de Jesu­Cristo, segun dice ::;. Juan : "La san¡p·e ele Jesu-Cristo nos limpia de todo ¡Jccado" (1 J uan 1. 3.); lo cual sería falso, sí el Purgatorio tuviese parte en purificar á las alruas.

D. Vuelvo á decirte que eres un grnn botarat~, y no vale la pena de hablar contigo, miéntra~ creas oaber mas c1uc la lglc~ia.

D

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A . N o 'conozco guía superior á la palabra de Dios, ni

pucolo admitir cosa que nn concuerde con ella. No siéndolcs posible al'cnirsc sobre e l Pur¡:atorio, t u­

Yicron r¡ue ¡>asar á la cucstiou del culto de los Santo~.

T omó la P"labra Aodres. A . ¿, P uede V . j ustificar, con jm1cbas sacarlas del

Nl,(wo T csinmcoto, la co>t umbrc de orar ú los Saulos >

E l j;¡,dl·c Domirogo quccl6 suspenso, uo pudiendo res­ponderle nada, porque jamas habia 'i>lO nada de aquello en la Sa;¡rnda E~criturn. !lizo, sí, moa lijera alusion á la

peticion qhc el rico dirijió ~ Abraharn tlcsdc el lugar de los tormc:utos; pero r ouoció luego lo poco {, prop6>ilo i¡uc era citnr, para imitacioil de los fie les, el ~jcmplo de nu condenado; y así se c~cud6 corno r.utes con la iufa1i­

bilitlad de la lf;le$ia, y ((uiso ((Ue Andrcs siguiese cou sus objeciones.

" Mucho podría decir," ptosigui6 Andres, " sobre los

títulos que se dan impínoncutc ~ la Ví o:j~u Ma1·ía, ll• mán­dolo JI-ladre de misericordia, ltcfujio tic jlecadores, P uerta del cielo, y otros mucloos. Podría discurrir sobre los ro­sarios, el a¡:na bendita, y otros :tbsurdos; pero prefiero

tocar el punto priucipal, )' e~, El modo c11 r¡ue '"·' Jl<'C(t­

dores puNltli t·nco"ciliarsc cou Dios. A u tes de haber yo leido este ¡wccioso libro, creia (¡uc, s i no hacia nin¡;uu pecado gr:I\'C, y asistin puntoahneutc fl la Iglesia, cum­

plit•lldo, segun dicrn, ron mis deberes, me tenia por buen

Cristiano, y contaba con eutrar cu In gloria, si al punto de morir me rcco uciliaha con l:t l¡;lesi:c. Es to e ra lo r1uc wc habinu rnscl1:1do, '! uunca los Sacc1·dotcs me eusríwJ·oia blrn cosa, y así sc¡t'uí loasta llegar ií la edad •le cua­renta aÍlOS. Pero, habicudo leido el x .. ~··o Tcstanll'uto, •·co que yo uo e ra tan bueno como creía. J,, Di•·ina

Sabiduría 'l"c eu é l se cncic•·ra, me cns~i•a que tori os los loombres somos ¡¡ecadorcs :on t.e Dios, que por Jos pecado~

que hewos cometido todos merecemos la coudeuaciou e ter·

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nn. y qu<' por nntn~leza so~~s todos rr¡alos y corrompirlos. Oiga V. algunas c•tas sobre ésto. " .... para que toda hnca sen cerrmfa, y torio el mundo se sujete á Dios" 1Rom. ru . l!l .) . " El saber humano es enemigo de ))íos" (Hom. vrrr. 7 .) . "La carn e codicia cont ra el ~• píritu, y el es píritu contra la carne " (Gol. v. 17.) . " De lo interior· riel hombre salen los pensamientos malos, adul terios. dcshonestidades, homicidios, hurtos, araricia, ma liguirlad, 'cngniío, l~scivia, codici:t, blasfemia, orgullo, locura" (M:írc. vn . 2 1, 22.) . ' T ambicn me hace saber <tue los 'l"e se ~nlvan lo consiguen por la gracia de Dios, ruNiiante la mu<~rte y méritos de J esu-Cristo, sin que ellos tengan ningu n mCorito propio, segun los pasajes si­¡:nicnles: Todos los r¡ue creen en Cristo, "~on justificados ¡..'l'atuita rn cnte por In gr"cia del mismo, por la rcdcncion c¡ue es en J esu-Cristo, :í r1uicn D ios ha propuesto en pro­piciacion por la fé en sn sangre, á fin de rnanife~tar sn justicia por la remision de los pecados · pasado~. ; 'en In paciencia de D ios, para d emo.~< trar su jostici:i en cstrf tiempo" ( Rom. 111 . 24-26.). I\o por obras de jt:~ticia 'l"e hubiúamos !.echo nosotros, mas 'scgun su mi~cricór­t!ia nos hi zo saii'OS por el bau tismo dé rejencr:lcion, y rcnoracion del E•1•íritu Santo" (Tít . 111. 5.1. · En~cñn igualmente que solamente por la fé se puc~,e tener parte en esta snll'acion. Podría citar muchísiu~o,s ¡iasnjcs, pero hastan lo~ siguientes : " Así concluimos cjue es justifica.Jo fl hombre por In ((., sin las obros de 1':i ' l.ey" (Rorn:· .. ,. 28.) . " .Jnstifrcnrlos, pur:s, po•· la 'ff, tenemos paz con Dios por uuestro :i•·í•or· J~su-Cristo'" ( Rom. \·. l.) . "De ¡:racia sois sah·os por la fé" 1Efcs. 11. S.) . Lurgo c~cuen­tro en este santo libro, que los r¡uc ticueu esta preciosa fí:, estr.n unidos por ella cou Cristo, así como el ramo t"ltá unido con el árbol, lí el miembro con el cuerpo: que 1oc rcsi,ten cons l.an tcmcnt~ :ti JlCC(Jd O, po r lr.rc que pn· rezc:. ¡ ' J"C \'tuccn al n1undo; 'l''c >OII celadores de obras

o:?

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buenas, y se dedican á Dios. Para probar esto, no es

menester mas que abrir el T cstameuto, y se encuentra :í

primera vista por cualquiera que no estA cu teramcnte

preocupado. Y, sin duda, V. mismo dirá que esta doc­

trina es santa y ,·erdaclera. l\'le ha llenado de consuelo,

cot)Suclo tan dulce que no lo daría por todo el oro del

mundo. Al hablar nsl se enardeció Andres, y sintió en su cora­

zon un mnor tan tierno para con el Padre Domingo, y tanta compasion por él y sus feligreses, que no pudo

contenerse, y prormnpi6 asl :-"O Seiíor mio, .. le dijo,

"cuando yo considero el csta<lo crí tico en que V. se halla,

al paso 11 ue profesa cnseírar {, los pecadores el camino de

la sah•acion, siendo nsl que no en tiende el scutido ,·erdn­

dero tle las palabras do Dios; y cuando pieuso que tendrá

V . que ciar cuenta á Dios en el dia del juicio de las al111as

'l"e ha dPjado perecer en su ignorancia, ó aun loa seducido

con cngaílOs, me parece que podrin llorar l;l¡;rimas de

sangre sobre V., y que, si pudiera salvarle de la tremcnd"

suerte que le aguarda, dando mi Yidn en su rescate, la

sacrificnri:r gozoso con la ayuda de Dios. Pero esto no

scn ·irin, Señor Cura de mi alma; es mencst"r qnc V.

reRecsione sobre su estado, y . ..... . . En esto le inter-

rumpió el Padre que se Je,·ant6 airadísimo, le preguntó

como se loa hin ntrerido á insultarle de este modo, y le dijo

<¡ur, si hubiera anticipado lo que había de suceder, scgu­

rameute no hubiera cu trado en su casa. Luego, diriji~n ­

dosc it su f:moilia, les prrguntó: ¡Y \ ' ds . quieren sc¡:uir

it este pícaro cu su apostasía? T odos, méuos la hija

mnyor, le contrstaron sin titubear, 1¡uc, si fcuian dudas

lin tl'S, lo que ncab<tbron de presenciar les loabia conl'cucido

dt• que J\ndres tcuia rfl:on, y su rcn ·rcru;ia no.

D. Siendo esto a~í, os amonc$tO, que, >i no os arrc­

pcntis, os cscou1ulg:tré d Douliugo lJUc viene.

Esto dicho, ac puso el sombrrro, di6 un poo tazo IÍ la

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puerta, montó 11 caballo, y se fué. En el c:unino, riccié' cutre ~í : " Esto le debe asu$tar, 6, sino 11 él, cuando rnénos, á su mujer (; loijos ; y, ann cuando no fuere así, scrtí mt ncstcr trat ;trles con severidad, para escarmentar á ott·os y disuadirles de segui r su cjcnaplo."

A Andrcs 110 le asustaron las :uucnazas del Cana, por· r¡uc bien snhin que és te no pndia lanccrlc flaiao ningu no. l'cro scntin v<•r 'l''e uno que se llnmnhn minist ro de Cl'isto, 110 comprelocndia el sentirlo de sus palabra~, y estaba tan puco animndo del espíritu de >11 ¡~, nnjc·lio . El l'adre j)omi11gn, por su parte, ,·iendo IJ'IC Amln·s y su familia nn cedían, IJc,·ó á efecto su amctJaZ1, y In> cscomu!g6 á todos el Domingo siguiente, con CM"C)H"ÍOn ele aquella ele la que tenia todad a al¡runas •·sprrnnz:t•, ecl::\ndolos por ac¡ucl :~cto fncr:t rle 1:~ lglesi:~, <¡nc él llnmaha de J~su ­Cristo. Al llegnr .t saber!" A11drcs, 110 pnclo d<:j..- de opiradm·se del loomb1·e que pu<l ia ¡·a·<·c·a· 'f"0 co11 Nenwjantc t•:;comun inu h• pcrjndicari ;l de alg-•w 1undo. llien couoda R lo:; indid duos de aquella CO llf!l'l't{<tt'iO n1 <'ny:1s <:ostuml>n!S crau por la ma yo .. p:ntc t:m snmtuncntc <lt:pmradas, qnc no podin mirarlos como pl'rtcU('t'Ít·utt·~ :t la lglC'~ia n :r ­lhutcm de Jc"iu·Cristo l¡ne ~t~ t!i:-tinguc por la f.antid:td. J.::.staba bien Sl"~uro que, ~¡ hnbicrn contiuuado t~u pe~do, jamas le hubiera el P ad re e~coanull(:tdo, y c¡ uo le miraba con encouo solo porque se lo abia cou\'Cot ido l\ la \"CI'd:~dcra 1·elij ion Cri~tinna. 1\o se asuste); li utt•s hi~n se rl'gncijaba •le que se le tuviese por dig-uo 1lc se r ol~j..tu ele t•sc:tr!l io y oproiJrio po1· nmor de su Oi\'iuo Sri1na·, ;\ <Jnicn oraba fcrrorosnmcntc cpu~- )e diese !._!l'tlt'ia ~nlidcn t c para suf1·i•· los iu .:Sultos y la persecucinn que le c~pcraban1 sin mos­t rarse ofendido ni impaciente .

Levcnclo el Xuc,·o T estamento notobo ,·arios alu~ioncs á otrO lil>1 oJ de <JUC 1~0 tenia conOI'Ímicnlo alguuo; pero ,·cía t¡ue ~in é.tc 110 1~ cm f,icil entender m rios pasajes 1le aquel, ó, por mejor decir, c¡uc era imposil>Je. De~eaba m u·

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cho saber como <e llamaba el tallihro, y, creyendo que la

buena Scílorn que le rega16 el Tc~tarnP.nto rra rprir•n podía

mcjnr {1uc na<lic cntemrlc, se dctcnnin6 :í no pe rder tiempo

r n prc¡!untárselo. Tambien <¡ncrin darle ¡rracias por~~~ aprc­

ciadísitno regalo. En efecto, ~e ,·alió ele la primcrn ocasion

-para I'Crse con ella, y IIIOStrarle lo agradecido <1uc estaha

de su bon<lnd; y. al mismo tiempo, snpl ic~ nrlol c le dis­

pens•sc la libenad que se iba á lomar, le prc¡(nntó donde

se lrallaria ,-enal el libro al que se hace referencia en mu­

chos lngm·es del N u e\' O Testmneuto, porque •·e in c lara­

mente r¡ne, sin leerlo, no podrin ei1teudcr rarios de sus

pas.'ljcs. La Scí1ora le dijo qnc el libro á que se refería era

el A11tfguo 'li:.!lamento, que conlicnc las :Sagradas Escri­

turas <1nc se publicaron ~ n te~ de In ''cnidn rle Jesu-Cristo.

Promctilí proporcionarle un ejemplar completo de f.rnbos

Testamentos. y no pasó mucho tiempo ~i n r¡uc J\ndres

ru,·icsc la rli cha de posee r to<la In Santa J3iblia. Leyó el

Antíguo Testnntcnto CCIIJ sumo ,:t ll!~to, y au nqm• encon­

trase partes que no podía cnt~nder, había muchas mas qne

comprdrondia perfectamente. i\1 uchísimo le interesó In

n:lacion de la sa lida rlc los 1-.aditas de la tÍr' rrn. de

Ejipto donde ~ran esclaro•, y su c11trarln triunfante en In

de C:m:~:w. H ro, .. drci~, ,, fui l:unbil'n Pn nn tic•nr)()

esci;wo del prcarlo, prr·o la ¡;rncia rle Dio$ me Ira hecho

libre; y, "unquc estoy ahora pNcgrinanclo por el desierto

de este munrlo, ~e apr-oc,;inra el rirmpo en que mi Dios me

lmrá ent rar en la tierra de prornision etcrua.'' Con la

lecturn de la Epístuln á loti Hehr éos, puno ' 'en ir en cono­

cimiento del oltir·to de gra n parte del ccrcrnonial de la ley

de ~lO) ses, y •·i6 con la mayor satisfact·iuo que Cristo

c~ tabn profetizar! o rnucho:; siglos ~r1tes de su cucr~rnac;ion,

y prefigurado en el culto de l ¡llu:blo de Dio•. El liuro de

los S:~lmos ~ra para (.1 una rica mina de instruccion y

consuelo espiritual; y, cualquier:~ que fncAcn l• situacion y conJiicto en que se lrallnse al abrir ac¡uclln parte del Sa-

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¡:rMlo lihrn, nunca Mjtí de encontrar algo qtie se aplica~e ti ~~~ c;;tado. Eu la; l''f,fecías de lsaía~ i!:ualmeote hallaba abut:dautc y deleytosa instruccion. Por fin. llt•¡tó á \'cr ln concord:wcia perfecta del Antíguo Tcs tanwn to con el l\UC\'0, la Cual le VI'Obaba (]U C fttllbOS fut•fllll tSCI itf>S por la inspir.,cion del mismo Espí ritu de Dios, y t·acb <iia ubuuclabau was eu su interior los gt)t't'~ de mlcs1t:\ Sauta rclijiou. '

CAP!Tt;J.O 1\' .

Se Ntablrcu la costumh•·c de ortiT en lofumilia "" A111lres. J'"c'' jitlt6 pm·a que se qumuírtl la ct1.•a. l lltelll&lla

de 1111 tal J.\lliE Kowt.A:>: co11tra Amires.

Tiempo hacia <¡uc creía Audrcs $Cr ~u obl igaciou, como padre de una familia Cristiana, el introducir en su casa la cootumbrc <le orar Cll comun. Clnramcutc: reía que sería Ítttpcrclonahlc el 0111 iti r el cn111plimicnto de tau ~ngrad a 11bli¡;aci011; y rellccoiouaba que, oi no hubiera otra prueba tic la irrclijion de sn~ rccinos, la falta total de scm~.inntc ohocr\'alltii• sería por sí sola ~uticientc. Desde que se huhn iu•truidu Amlrcs eu la Dirina l{c\'clacion, p:~saba al;.:•u• tiempo todos loo tlia;; en orncion prirada; echó sus ru.•urios y ntumtumirntO.J d á lo~ topo::s y murciélagos .. (1>. 11 . :l\1.), y SÍJ!ui6 orando con scncillc7., manifestando ~ l>ios sus ucccs icladcs, y su deseo de conNcguir su bcn­Jiciou. !>las, aunque pud iese hac~r esto muy bien retando •olo, temía no poderlo hacer delante de su f;unili•; no tenia fónuulas de oracion parn ella, ni tntnpoco s:tbia si

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las lmbia; de manera que t•stahn pcrplrjo por nu lado pot

dt•sconftar rlc su c;•pnci,lad, y por el otro ¡x>r<¡uc deseal>a

cumplir cou In •JIH! cn•ia .!l.N' uua ohli~acion de su tu a ÍlllpOr ..

tanda. Gn clia pude• \'CilCt•r $11 rc:pu~rwnda, y St.: diriji6 a su fruuilia <:u eshh~ tl•l'uli nO!'I. : " 1\mada nmjcl' é hijos; por la

misericordia de Dios los mas de nosotros locmo~ venido en

cono<'imicuto de la I'Crdad , pero no e~ suficieutc que cada

uno de por • í M ¡;lorin á Dios. Debemos ¡:loriliCRrlc todos

unid,>< en familia. Pue~ In ~cítal t¡uc Ul:lti distingue las

familias temerosas de -Dios de las que no lo son, es la ele

invocar Sil su11to """'6n·. llacc ouucho tiempo que lo e es­

t.1rlo pensando en esto, pea o sin determinarme ti principiar

;\ haccdo, por moti1·o de mi iucapacidarl para semejantes

t·jcrcicios; mas :.hom 1·eo que el priucipnl obstiícu lo Ir a

&ido realmente mi amor propio, y, por la gracia de Dios,

c.toy det<·rminado á no diferir por mas tiempo lo que veo

D ios ccs i.ic de auí como padre de familias. Principiemos

••st.1 mism:a noche." Todos courinicron en ello, y, con­

cluida la cena, A ll(lres ahrió el Testamento, y leyó el

Capitulo tercero del E"aujclio segun S. Juan, siendo éste

un capítulo cuya lectura le habia sido muy útil. Hizo al­

g unas brci'CS oi>serr:~cionl'S conronnC iba leyendo, y, al

acabar, $e :arrodillaron todos, y él hizo omciou. La hizo

como se la dictó su corazon, cbtrdo r;rncias all)adre de las

misericordias por su alim~nto, n·~tido y babitaciou, cuando

otros auncloeos carecían de i¡:ualt·~ bc,clicios. Sobre todo le

alnbll por su grande amor en mandar á su Hijo al mundo

para sah·ar ,¡ los pecadores, y por haberle concedido n O

y i la mayor parte de su familia los hrnclicios toda ría mas

p reciosos d~ su gracia, miéntras nancloos de los que Ir:!

rodeaban yaciau en uu estado de total iguorancia. Oró

fcrvorosawcntc por SUti amigos. a:sí como por sus enemigos,

si los tenia, y con especialidad por el P:tdrc Domitrgo.

Hogó con instancia por éste y sus fcligrc.ses, pitlicndo al

Seí>Or que dcrr:umasc soba·c ellos todos los bcncfacios de

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~u Eranjelio. Oró por el pais en que 1•man, y por la propagacion de la l'~rdndera rclijion Cll tod:ts J••rted; y coucluy6 con cnc~omcudar:;e á si mi ~ n1o, ~u familia y cuauto le intcres:aba, al bu~n Pa,tor de hrael que •· uo duenne ui donuita .. (S:tl. cxx. :i.).

Aquella noch« to1·o A udrc~ ocasiou rle reconocer la tnicericordia de Dios en pr~sen·ar á los que ponen en él ou confianza. Cr·eyó pcrduir olor de humo en In caso, y, en cft,.;lo, halló que hnbia caido nlttuua chis¡m en una porcir111 de pajas que habin en un cuartito rle su habitacion, y <¡uc se le cmpezab:o ,¡ pegar fuego. Lo ap:ogó al ins­tante ~in clil\cultnd, )' dnudo dcl'otaruentc gr·aci:as á Dio~, ontor de todo bien, por haberlos protejido dt: un iuc~ndio IJUC pudiera haberles tiido f:atal, •·oh·iósc á su cama, 6in der:ir nada á oadie hasta la uHrÍlana. Est.audo cu t6nccs reunidos todos, como lo des~nba, les con tó lo que habia &ncedido, les enseí>ó la paja mccJj,, <JUCmada, ponderó el riesgo á que habían estado espnc•tns, y tcsortóles á reco­llOCer In bondurl de Dios que por su rlirina Providencia los babia libertado del peligro que les :nnenazaba. En otro tiempo el suceso !rubiera parecido ,¡ t\ndr·cs una mera c:tsua liflnd; mus cntúucc~ vela en todo la uumo protectora de Dios, v la reconoció con la mas •·ira l!r:•titnd.

Yendo :4-ndrcs luego ror el campo ,, -, .. tmhajo, ··i6 á un ma<r ceho robusto, hijo de nu c'" "''·ido >uyo, tendido sobre la yerba, al parecer ;,in >ab•· r rn que ocuparse. "¡ Ola, Tomas! " le dijo, "¡ <lué tienes? ¡ Porqué no \ ':tS á tml>ajal' con este buen tic tnpo ? ¿ E:tt:\:$ lll•do?" "Yo no c:;tov an:.lo," le conteste), <~ IIUut·a ~H .. l'3tRdo me­jor; poro ¡no sabes que hoy es d•a d~ uuntra Señora?" "¿ Y IJUé tenemos con eso? ·• 1' ¡Qué teucmo~ ! i\·lns bien \UC cortaría la nmno det·echn, que trab"jar en u o dia de fiesta corno hoy." "Pero, üi~tle, holllbre," replicó Andres, "¡ no te .,¡ yo scmbrnr pal!ttns nn Domingo do la priu¡avera pasada, con ''arios cow¡>añerO$ tuyo$ 1 :_¡

¡¡

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"Puede ser. ; el Pach-c Doutiugo nos di6 licencia p3ra

ello." "¡Pues á quicu crct•s,"" siguió Andres, "se dcllo

mayor respeto ? ¡ A Dios, 6 á In Vírjen ? " "Supongo

qu~ á Dios.' " ' '¡Y porqué t t·abajns siu cscrtípulo en el

día del Srúor, y ¡:uardas tan ~•crupul<>smncute los di:ts de

)~ Ví1jrn ? •• '' ~{o uu sé; llago C.:C'!hiO me C:it•f' d Paflre

Dowin!!o.'' "i Ay del pobre l 'mh·•• Domiugo!" csrlant6

Anrhes. u¡ Uc cu:tot.as alums e:u~ailcH"I:Is tiene (tlW JCS­

J,Oilder! ·· u Eso 110 fllt! importa ñ wí, " dijo el mozo,

u yo obedezco á los clérigo~. y, si 111(~ cu¡;o1Í1au, t.·llos tic­

JJCn b culpa, 110 yo." "\''crcl:1tl es," Jc c:ontest,;, 11 que

ellos tic11c11 la culpa; pero '"' creas que C>tO te disculpe.

1\o, Tumn.s, cada uno tcr.flr:l tft:c rcspoudcr de sí nlismo;

y dice Crigto tpu!, si un ciego guín á otro Cit·gu, ámhos

caerán cu d ltoyo.'" "i\Jira por tí, y 110 te cu ides du

mi," esclamó el mozo. '• Creo 'l'"l el l'adt·e Domingo,

<\HC sabe lonblru· Lntiu, entiende esns cosas wejor qne ttí."

Y, dicho esto, se puso en pié, y se fué muy ufano de su

respuestu. " ¡ Pobrct:ito! .. dijo Amires cousi¡;o wiww,

¡>ucs uo se paró á cscucltarlo; " vendrá el t.lia e u que co­

tJozcas In \"erdacl de lu t¡ue acallo de decirte. Quiera Dios

que t¡Q sea dcma,iado tarde." El din ync el Cura cscomnlgó .~ Andt·cs y á su faulilia,

l•~u16 mucho de hertjln, y no r~1>nr6 en insinuar que el

matar ú. IJII htrc:-jc nn Hería p~cado n10rtal; ántc~ bíeo, si

no miente la \"07- pública, Jo •-cprcscnt6 como acto merito­

rio. Sut·edió, pues, <¡ue ltabin cutre los oyentes un tal

J uime Nowlan <¡ue cstu!Ja rcsc11tido co11 Antlrcs, por lt nbt r

sid~ preferido éste t•u el arreudamicnto de un tcrreuo, y

muy iucliuado á lt accl"i,¡ r•rpr caro la pt·rf.:rencia. Dicho

Nowlan, al oit· <¡ue Audrcs cm declarado lt erejc, y formal ­

mente maldecido por el Sacerdote, dijo cutre sí: "Altor•

es t iempo de vcngarmo de este pícaro . Dice el Padre que

se debe tener al berQjC por jcntil y publicauo; esto es, en

mi COtJCllpto, tan .malo como el mi~wo D~wouio ¡ ql\c ~¡

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35 esturlcra cr! Espaií" 11 en Portugal, le qnrrnarian ,.¡m por sc1 cucwigo de la lgl~si~; m:-.$ en est~ p;ti~ e$ contra la ley (¡maldita s.-a tal ley !) <'1 quemar ,j los lt trcjc~ . Con todo, ~¡ ¡\ ltdrcs merece ~cr qurrnadn, y •o lo lo impiden la~ malas leY('~, uo serín m"lo, siuo, al coutr:lrio, mnv bueno, rlarle.•wa hucno p:•liza de la •¡ne se or·uNde mi~n:. trB~ ,·ivn, y :uw dc~¡m<-·s. E~t(• Ju trudria yo por un grrm ll1l-l'ito pnra «.:011 Dio~~ y wács im(. <:rl:wdo yo toru, el rit"go de srr mok-,;tado ¡>Or la atroci<lad d., :.<¡ncllas leyes, <1ue no permiten á nosotros ]M bucuos C:ttlll itos ca,ti¡:ar á los rnah·ados herejes como merecen. E.t.~ e, la realidad, y n•í se lo lwré ver al perro." J-l:,biénrlolo n•suclto así, de­terminó ir ú h1 ca:5n de Anch·es la noche si~ni<'nte, y darle el casti!(O que merecía por hab/'fsc portado tan vil­lll<!nte con la nutdrc l:;lesia. De cúu~iguie utc, •ali6 de su casa al tiempo seitahdo, atra\·csó el pr:,clt•, ) lh·g6sc á la puerta rl c Anrlt·es ccr~a rle las ocho de la uodtc, justa­mente cuando :tr.ababa éste de leer un capÍlulo de la Biblia corno rlc ~o~tumhrc, y se ponía de rt•rlill:t~, acompnitarlo de su fami lia, para dar ¡!racias á I>ios por 1(\S bcneticios del dia, (- implor:u· In ~nntinunrion de sns favores. Se par6

tillOS miuutv::s ¡l la IJilcrta para ccrcior~rsc d~ lo que elStu­'"ic•<·n dil"iendo ó haciendo dtntro, y de r.·1wntc oyó una vo" •1uc le era fnmiliar. Com ... ió ser la de Andrcs, perO' no era la de un ltonthre qnc c.tm·iesc lrohlanrlo con otro, 6 d:wd(l tírdeucs, ui, en fiu, como cosa qu e j :unas hubicr;e oido en ~u ,·ida. E,cuchó así uu poco de tinnpo, y luego, min~r~do por uua rt·ndija CJUC h:thia en ]a pu('l'ta , se ROr­prcutli6 ni ,·er que cstal>:t arrvtlilladú orando con su fami­lb. La curio•idad le mori6 :í es"tchar lo que cst:lba didcndo, ltastn t¡t: c 5e olvirló en teramente del objeto de su ,·cuida, y 11tredó sn;;peuso al YCr la deroci~u dr l hombre y de ~u familia, y el rnodo con <¡ue oraba, tan diferente de lo 'l"e hasta entllnces había oído. Le oy6 dar grnci•s !Í Dios por todos los bcuef:cios ele que disfrutaban, y ma~ .&2

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e~recia1mcnte por haber sido •·etli.uidos del pecado y pre•

6CI"\"adO~ OC la 111UCrlr. J'cro lo que 111:1• le arect6 rué

<¡uc orase. Audn·~ pur sus cnc•ni.::;t•S en 4.'5tos tl·rmiuos:

u O St·ñu r, si h'ucnws cuc~t~igos, lt' rm•gu l e~ pl'rdoncs,

6l'OU lo."' .. tuc fut' l ..:u ,.u:; ]ltn::,~mirutos (l ptoyectns contra

l iOSotro:s : cot~t:lddcs el qnc participen etc In sah·ncion, y

8 ) tÍt.l<iLHI~ li. HOSOITOS íÍ. li11 ti O qnc t•n todns OCa~Í(III('S letS

Yoh·nwo~ hieu por m;,l. ·' J\ sí siyui6 ur;tudo un buen

rnto, as• • lnhnludo~t~ m:us y lll n::> .Jtti nu.: l\o\\ lnnJ 1m:--ta <¡u c.

al cnud ui r ]a CH'::duu, hubiera <¡ucridn d ~tr un :•brazo ul

mbmo ~ quien 'ino á maltr:ttar. Por lo crue l•nlJin el icho

e l }Jadr<: 1Ju1uiugo, crcia que C:':stabn t\11rll'l':S eult'l tH1J t•nc c

f'ntn~g:uln :\ toda {'."PCCÍc de malri:td, y que l•~tbiit ii pO.;, ll:l~

tndo flC l:t Fé C& i:,tiun:a; m:•s rió que l'rn todo lo t'Ontrttrio.

Prcgnn1 ÓSt-!, puc~, :¡ ~t mi~1 110: "¿Es rstc lloutbrc un

hereje: ~¡ lo \':-, ¿ tluiéucg ~uu lo:t Critotli;auos? CieJi a­

mcu w no •rrfin lv$ fc li;:resc$ del Pnd re Do111iugo. ¡Ojalá

C)llC tA.ld•'~ los fJ'"~ se IJ:un:w Cristiunos, incluso el mismo

Cura, fu,·,en c<o1uo ,\,.,frc>! De otro modo andaria el

mundo si fuera ¡¡:,i." Al ¡muto rcuuuci6 ti. tod~s .s us nmlas

Ínlctadouc~, )' l'ltJpezQ ri culpan;t! bl'Vt'Tn iHCilfc pOr habrr

pcn,aclo en tu~ltratarlc. " ¡ ~laltratnrl c ! " ~sclam6 ¡

"¡ l\o lo pcr1uiLa DitJs ! l\las bic1o pcrd cria C$1 C brnzo

deH•cltt>, <fUC al1.ulo contra nu buen homb•c C<lmo é l."

Iba {i rctir:n sc, mns lo pcu~ó uH:j or, y ~e fi ctc•·win6 á

('Ui rat· en In (•a:-a de ,\ ndn:ti, decirle con qu e i1ttt>t1to lwbia

vrnido, y pctlirlc perdon ; y en t'dH~ec•wucia ll:uuó á lí\

j)ucrta1 1(:! ach uilicruu ~111 ::tOtlpcdli•t' wuln, y i \ udrcs le

saltidó cuu11, á t·ouo<"ido, JH"t:guulólc por MI sa lud, )' Jc

convidó a!Jt i~lolÍ)i\ llltlllC ¡Í. ~t:fltarsc jutllO :d fuego . , , ¿S;. be

V.," oHjole J aium, "9"" el l'ad1·c Domiii!(O m:o lclijo á V.

y 1i su fumilia d Duuu u;;o !'"~"do en la Iglesia?·· " Lo

~é/' Jc rcspomJió ; · ' tniro con compasiou al pobre ihtM•,

) ce comzou pido á Dios c¡uc le pcrdouc." " ¿ Pero V.

uo ltwc In maldicioo de un Sacerdote ? :: " Yo uo la

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37 trn10, porque sé que Dios me hcndife.'' " ¿Y sabe V., Scí1or Aud•·cs, t¡uc yo venia esta noch ~ á darle uua pnliza cou10 ¡¡ hc1tj~. y,¡ ,·engarme al mismo tiempo por ••1ucllo del trrrcuo?.. tt En cuanto á hci'Cjía,'' replic() Audt'cs, " no hay mas hrreje que el •¡ue •e a pana de la Ley de Dius, y uo tcnao lns t.-ousccu .. ·uctas yuc me pucdau resultar de Hl,cncnnc á dicha Ley cMtra todos los clérigos del muucJo. Y, con rcspt·cto á lo otro, solo digo <tu e V . mis ... n.o clt·be sa ber tJIIC yo 110 hp (alindO ui á In j usticia ni it la nmi !'tnrl; 1wro, ~¡ V. t '$ de otro !Jarccer, tstoy pronto á rt'llt·dc el tcrrelll'l ahur• mistuo con todas las llll'jOras que tcJ•l-!'fl IIC't·has, ~ to111a r t:l t'Jnc V. <lCU J)a, si tol propietario lo pcnuiti(.·rc, p01t1ue, aunt.~nc tengo que mantener á. mi fa~r~i li a, mas bien qnisicrn aUaudomu· cuanto po~co, y con­f¡ar en Din- ¡tara que me prokja, que no dar á nnd ie motim de qutj:o con tra mí." Jaime miraba al buen l•om­bre ('un wm t>:;pccie de ''cucracion , y cou testó lc: u No permita Dios que yo le quite el t•·rreno. Amigo mio, V. Jo logrcí con muy buen derecho y ha procedido j usta­mente. (~ u~dcsc V. con él. Solo le suplico me JWnloue el m:1l que intentaba lmcer1c, y me reconozca por amigo." " S,·gur:uucn tc h· perdono," replicó Amires, " y ru ego á

Dio~ 'l"C le l'"ga conocer su mal estado como me hizo co­nocer d u.io, y que por su gnlCia le conrierta á V. á ~í." Jai""' no entendió bien lo •¡ue quería decir con ésto; sin cmb,rgo, crcy~udo que el deseo er:o bueno en sí, y le scr­l'irin de pro•·ccho ;í él, no pudo méuos que responder á Andr.,s con un Amen que saltó de lo íntimo de su corazon, 1'",..1"" c5t;,ba suullHil cutc connto,·ido por lo que acababa de ver v oit'. ~ntónccs dijo á Audrcs el motii'O que le h"bia hecho mudar de propósito, y le preguntó si acos­tumlmtba á nnu· con su familin con10 lo habia preseu~iado M¡uclla noche. (',ontestndo <¡ne si, pidió se le permitiese acolllpaÍlarlcs a1J.'Uil3S \'CCe:s, no di:; tuudo sus ca~ns mas de un cuarto de suilla. "Cuando V. guste," rc.spondióle

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·ss

Anrlre~, "~i V. ¡lncdc dispensar mi poca práctica." '•Eso

no)·· conte~t6 Jaime, u jounas he oiffO oracion que me hi·

ciesc tan vi"a imprc<ion ('Omo lude V. esta noche . Ahí

tenemos ~1 P•rlr~ Domingo, pero no cntienrlo ui una

palahra de las que dil'e, porque $ liS oracioues son todas

en J.1tin y foco a del alcance de jente como )O; y, si no

fuer• por decir que he ido IÍ misa, creo ([ UC lo mismo sería

pasM el rnto en casa. Y eu •·crdad debo decir <¡ue nunc~l

loe podido entender por qné se reza en iriioma estrnnjero

en la lgl<sia . ¿ Ko •·aldrian las oraciones diclms en buen

lngles,* tauto coono l•s que se ofrecen IÍ Dios eu otro

idioma' De este modo entenderíamos lo que dicen los

Sacerdotes." "i\'lucha ra2on tiene V., S··íoor J aime;

hemos e.o;todo sumirlos en ln ignoraaH'ia dcm<~siat!o tiempo,

y ahoo·a debemos priucipiar á pc•wor por no~vtro• mismo$.''

l'or fiu, díjole <¡ue tc>das l:o8 noches á la misma hora, con

la •yuda de Dios, los h~llaria ocupados del m<>do qur

acababa de presPnciar ¡ y le asegu ró que ~e alcgrarian de

\'erle, y que si !(UStaha renir un pocn mas tcm1or:mo, po­

•l ria participar t1e su pobre cruu. .l:oime le di6 go·adas y

se des pidil) por ent6nces. Al l'OI<cr i\ su c.1sa no pudo

dejar de rcllcc.~ionar sobre los ncontccion icnlos <le aquella

tarde . "Salí," iba diciendo cn:re •Í, "rcsnclto :1 onal­

tratao· á Andres Dunn, y no se me hubiera dado cuidado

de matarle. :'l lns ahc>ra esto.- •·ol;iendo ñ "'''"• no solo

~in haber tocado ni un cabello de su call~za, sino ll~no

de aolmiraciou, y remordiéndonoc la coul'icncia por· loa·

ber intentado hacerle dni1o (, tstc hombre. Yo no sé

en qué iflí :1 l"'rar ésto. En este momento estoy mas

dispuesto :\ Sl'gui¡· •\ Andrcs c1ue al Ct~rn . .l\lc acntrdo

ahora. ann<1uc uotónces no fajé onuclon la atcncinu en ello,

ele 'I "C éste pareció cotar muy alterado cuando l1ablaba de

Aodres en la Iglesia; mns Amires, por el conuario, e$

• O digamos bue>l Castt/lano 6 bum L•i·nnctt,

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todo umnsedumhrc y . composturn. Por lo que parece,. Andres Dnnn tiene ma$ de Cri~tiaoo en su j enio y com­portamiento que el Padre Domingo." En C>to ll egó (¡ ~u ca~a. y se toco>l6 ln ~go, pero no pudo c:ojer el suci1o conm de costumbre. Ocupaban su imajiu:ociou lns ocnrrencins de la fattl t• : "n pcn·crso design io c11 ptrjnicio <le An­drc~ . .... la orn<·ion del buen lootttbre .. .. su dulzm·a ... , su cnten•1.a. Poco durmió "'lucl la nocloe, }' al otro tlia sigul6 peusauclo en lo tUIMttO miéutras trab~jaba. A la uuche fué otra 1·cz ti la casa de ,\udrcs á ollttrse con e ll os en sus oraciones. Orl> éste por o u amigo, pidicmln á Dio$ ihuninasc SU Cllte ndi mient O y Jc cii~(lCIISUSC el (:OIIOci­IHÍCIIt.o perfecto eJe l:t ,.e,·dad. Dc.puPS de la t>racion loablaro11 mucho sobre la rciUion, y los dos estaha~o tan cu~olfados cu la matct·ia, que uo repamróll como pn;aba e l tiempo; )' e ra cerca de media noche cuando por fin se •e­pararon. No :;:t bcmos los pormcnoJ'cs rJc su c.:ou\'c.;rs:u.:ion, mas consta t¡uc no fué un tnero dchatc sobre cual de las Iglesias cm la verdadera . D iscurri• ron sobre lo 'fliC dditJ· ha,•rr el pecador para ga/cllr.•e, convc11cido t¡IIC esté de que Mcrrce la indignacion de Dios, 11~r ser .¡u <'Ofa::oll CllltJra­IIIW/c malo. Audt'Cd hizo 1·er á J aill>C co11 toda darid:od, por citas de la Sagr:ula Escritura, que todns la~ penit<·n­cias c¡ue pudiese lmccr, todas las onortificllcioncs á <¡ne pudiese someto.:rse, y todas las oracio11CS que pudiese rlccir dnrnl) te su vicia, no serían suf1cieotcs parn rccouc.:ilinrle cou Dios; que en la Santa Biblia S<: nos euscila el único modo de conseguirlo, á Haber, el eJe creer de corazon en Jesu-Cris to que detramó su sangre para nuestra •ah·acion. Le ltizo ver tambicn, qu e el nrnot· d" Cristo obl iga a l 1·erdudet'O creyente á dedicarse á su Stn·icio, de maucra que no 1·iva mas en pec;odo, sino <111e lo abort·czca, rc­chazc y venza. Estos fue ron los puntos de que ~e trató. con mas particularidad en aquella noche, y quiao Dios iudiuar el coruzou de Jaituc á admitir las verdades iHtpor.

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t~ntes que habí a oirlo, d e manera que Andres tn,·o muy

pronto la satis fnccion r!c verle poner su esperanza en

Jcs u·Cris to, y dar una prueba de ello renunciando :1 sos

p ecados. Este Jaime l\owbn había s ido muy pendenciero; AC~~­

tnmbrnba ir á 1:\s fC'rias y jut•gos de barr:t, y mo,·cr rifuas

eutre las jcntes, para que se c~tropensc n unos ú Ot i'Oti .siu

misericordia . Era hombre muy fu erre, y llc\·aha un !!•rrore

muy grueso llanmdo por los 1 dan rieses Slúlcfall, y t i suyo

era conocido en aqudlos contornos por la r•arita ele Jaime

(Jcrnmy's Switch) . Con ello l~:~bia derribado (& muchos,

y pocos la \'eian s in te mor. ?lias este hom bre, fiero como

un leon, temido de to<fo~. rnonbió de tal modo por el in­

flujo d e la verd:ulem rdijion, '!"" se ruo~t r· ti manso como

un cor~lcro, ,·erificóndosc •~n él el dicho de S. Pablo: ":Si

alguno cst:í en Cristo, ya f"S uua criatura lillt!\'il ; acabósu

lo que era viejo, y todo •·i~ne :1 ol'r nuevo:· llubo mu­

danza loasta en su sembl:u11e, pnrque fintes de rsto era s u

aspecto feroz, y de notaba cltu·anrt•nlt' la cttlt'ldod de su

cornzon ¡ mas, <lespncs ele com·Ntido á la rertiadl'ra rcli­

jiou, su fisouomia placer.tcnt mani festnlJa la ::icrt·llirlad ele

su almn. U na noche trajo ••1uel farnn<o !!"note á ¡., ca~a

de Andres, y le dijo q tle habia vcuido :~ qt~t·u•ar ea su pre­

sencia el instrunu:ntt') t.¡ue lulhia c::mpleAd~l tnutns reces en

sen·icio drl dc·monio. u Con éstt·,·· Jc dijo, u rwc yo dis~

pue.H lo ¡\ a:>.a ltnr á \ ' , ·~n nque1 la notht~, y aaí, no l1a)' sitio

m3S á pro¡•lisito 1"''" quemarlo." Al •leciolo "'í lo edró

al fuego, y, vicncio que se quc1uaba, CioiCI:wui : " ¡ Htndito

Redentor ! Es t:ts m:mos se han c·mpl('arlo C'on dem:t~ía en

hacer mal; y estos ojM< han HJinHio cou gm~to lu:cho::s, c.p1e

debieron lh•nannc de h•¡rror. ~l:,j pur tn ¡!racia me has

enseiíado ;l aborrecer St"mrjautc u•aldarl. Ahora no deseo

olrn cosa mas que sall'arme por los méritos de tu precio••

muerte, por la que se rescate mi alma, morir al pecado, y

consagrarme enteramente ,¡ tu sauta causa," m corazcu

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41 ¡le .& ndres salw ele go~o, y no Jlt.tdo m.éuos ele csclnmnr : " Engrandece mi alma al Seitor, y :.ll-grns.e mi esi>Íritn •m J)io; uü Salvad,or .'·'

C~PITm~o v. La .familia <fe Jain¡c Nowiau se t:IIIIPÍ!!rte. OtN;~ taml,;~,¡ se uncu ú Andr.eq. )'i'~o•tc anqxu·a ú 'lm c:s/,f'at'.)ero rn· J'-~'1110: Jltucrn el Padre J)omiii!JO· ;l/uerte

tliclmsa de J aime Nowlan. .. . ' ., . Habiendo .Jaime '1\o~··l;m hallado la perJ, prcciosls~ de la l•'t-, <lcsealkt c¡ne SI< familia igualmllJJt~ participa~e ,le ella; y, cspcranclo <¡ uc Dios se di!>>nas!) bendcciilo~ tumuico á ellos, los convidó á neom1•anarJe á la c:tsa de >\mires al tiempo scñalaclo pa.ra la oracion. Ellos mo~­traban mudm rcp~gnancia, y por algunos pins se negaron enteramente ~ complacerle. Esto no obstante, flOtaban lo reformado que estaba Jaime, pues1 !ln lugar de ser :pen­,Jcnciero y borracho como án~es, ~ quedaba en ·su casa, y hacia lo posible 'para el bien de su familia. r\o podinu negar que A odres Dunn babia keclw (segun -decían ello~, no conociendo qoe ·~a ob;a de Di~s), dentro d~ algunns :;emanas, lo que el Padre Domingo no había podido efec­tuar con todns s¡ts prédica~; peoit.encias y aspersiones de agua bendita, en veinte años. No sabían tsplicar esto, y :í la vet·dad tenían cierta curiosidad que I!J• hubiera llc•·ado á sq casa

1 á D(J ~storbárselo el temor supersticio­so. Por fin, cobraron ánimo, y fueron. Andre~ oró con sencillez y uncioo, y nq j10bo ojos en la ilequeí1a congre­gacion que no se li~na~en et' lágrimas al oírle. A In otr¡¡ no;he, alguno.s 4e 'ellos ~peralian ansiosamente. la hora senala'da. Sin entrar en pormenores, baste dectr que In familia de Jaime Nowlan empezó muy pronto 11 ~s~ri­~entar el inllujo poderoso de la rclijion, y dcm<l'tr~ 1"\ V

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re•liúad de su co.n•·ersion, drjaodo el pecado y vi1•ieudo

sautaonentc, lo cual uo pudo méooos de despertar en Andres

la. m~s vil'a gratitud hllcia Dios. Luego tu,·o la satisfac­

ciou de l'~r á su loija la mayor renunciar al Pupisoooo, por

estar íntimamente convencida de sus CI'I'Ores, de ruanera

que toda esta pc~¡ucÍla familia ••i1•ia en la mejor ar .

ou oooía. Todos los Domioogos las dos familias se reunia n

para adnrar á Dios. Audres, des¡oues de ofrecer uooa

brc,·c urncion pidiendo á Dios· bendijese su reuuion, acos­

tumbraba leer un capítulo de la Biblia, 6 loacia que su

hijo lo lcvese, y, acabada la lectura, llamaba la atencion o(

' lo 'was esencial de ~11 contenido, y procuraba csplicarlo de

tal n¡(){IO, que se fortnlecicoen en su f6, y l'iviesen mas

éristiauaouentc. Coucluian con otra brcre oracion. Por

alguoo tieuopo solo estas f~onilias se atrevieron á ~ingulari­

zar·sP, dcjaudo el pecado y adonmdo á Dios cu espiritn y

en ' 'crdad, sin pmcticar las ceremonias inoítiles y superS•

ticiosas <fue se les loabiuu enscí1ado desde su niótz. No

se atrc•·ian sus conocidos á acompaítarlcs, temiendo las

maldiciones del Padre Domingo; y de consiguiente teoian

~¡ue sufrir las bodas, ¡· auu la cnemist;od de varios, por

causa de su constancia en scn·ir á Dios segun las Sagra­

das Escrituras. Sin embargo, pasada la primeo·a imprcsion

loeclotl pur las amcooazas 'del Sacerdote, priocipiaro oo á re­

Oecsionar sobre la grande nooodaooza que lo:obian uot:odo en

hos costumbres de Aooclres Du noo , y cspccialonentc en los

de J aime Nowlan. Se adooirabaoo t.:uoobicn del buen 6rdcn

que reinaba cu sus familias, la perfecta amistad en 'l"e

vivian, tan difereoote dd odio con que ánobos se miraban

át•tes, y ndenoas reparaban lo nwjorudo qoo e era su estarlo.

Habiao cspera•fo, cu cousec¡oeucia de la anwnaza del Padre

Dooniugo, que Dios maooifestnria su enojo .contra la herejía

de A.udres, con algun azote señalado, bien destruyendo >U

casa, 6 haciéudole perder su cosccl•a. M:.s, en lugar de

e,sto, AJodre,s prospcrwa ru as (JUC ninsuno de sus ~·ecj.oos,

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Y no hAy que estraÍ1ar esto; pues la relijion ¡·erdadera le nprovcchó tanto en lo temporal como en lo espirithñl, porque su mujer y sus hijos, 1111e :lnws trno ociosos, se dedicaron á trabajar, y los ratos que solían malgastar en la ociosidaol 6 en dh·crsioncs, los ocupnban útilmente. Compraron toruos cou los que loilnbau lino, y de esto sncabnu una gftnancia regular; de manern <¡ne en In choza de And•·cs emfJCZaban n vt·rsc scí1nlcs de comodidad <¡uc ánres no habin tenido. Miéntras que él estaba trabnjando en la hacienda de su amo, y ~~~ lujo cultirnnrlo el ped•1.0 de terreno que teniau, su mujt'l' y su~ hijas hilaban alegre . n\cnte en sus tornos. Muchos, viendo esto, formaron

mrjor opinion de Andrcs, y, des pues de algun tie1npo, al­gu nos se ntrel'icron á nsisti1· Jos Domingos por la mañana á las reuniones relijiosas que tenia eu su casa ; y otros, deseosos de sabt:r qué clase rle reuniones crau, pero te­merosos de entrar tn In casa ele quien habia sido mnldecitlo por el :-acerdote, escuchaban :1 fuer:~ por las ventanas, y así poco á poco iban co!Jrando ánicno hasta fJUC al f10 en­traban tambicn ellos. Como Ano lrcs se nten ia scncilla­rucutc {. las Sa;:radns Escrituras, y ccsortaba :\ los que nsistian á sus piiÍticn~ á no somctc•·se á otro guín sino solamente á cll<•s, no tardó en ,·er los frutos de. ; us délJi­les esfuerzos. Se esmeraba mucho en J .. ccrles conocer <]ue no trataba de introducir no,·ctlnd •lgun'a, sino quo deseaba inStru irlos en el sentido l'erdndcro de las palabras rle Dios; que debían desechar las tradiciones de los hom­br .. s, v lee•· In Snuta Bibl i:~ como $i · no hubieran s:~biuo co>sa a'lguna tintes; y que, si lo bacian n~l, hallariao que contic1.e todo lo que es necesario saber para la sah•acion dd almn.

Por este tiempo un Yecino relijioso le loizo un regalo que apreció muchísimo. Era un libro de Himno•· * El

*Dr. Wntts' Pll3ln,; aud HymW! • •. 2

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tn~m'o lé tn!C.Íí& algu'IÍM tonaclas, Jns IJ'IIl' k gioRt/lron

mucho ; y desde cnt6nces. añadió el canto dt· Salmos (;

Hiuln"s· fi los otros netos dél eolito; muy pronto cantando

eón' él los demM. Esto }e pareció éonfurmc :í lo que dice

S~ Pablo á Yos Efcs'ro~ (v. 1 9.) : " Hnlolando entre vosotros

noismós en salmos y eu híntnos, y en canciones cspiritna·

les; canta'ndo y loando al Señor en ,·n ~stros cor<~7.0to cs."

Ved a~uf ona gran mudanza de costnfubres. Muy pocos'

;oÍ10s ánt~s, Amhes )' sn familia solian ir n tonas lns ferias

y dircrsione$ noctnrno5 q11e había erí aquel pais, y l'ran

los prinreros qoo cantahau c~tl ciones desl\onestns, ló <·•mi

era tnny difcrenré del ta!l tnr al Seí1or, como dice el Após:­

tol, con gracia en ~ns corazones, sino mas bien eautnr al

Demonio con pecado~ Ji:~ la épocot presente couoéian la

suma maldad de scmcjmltcs p:•satiempos pol' arnor de lo'

que se habiao espue~lo :1 J'a condcuacion eterna ;· y cúandó'

Se acordaban de lo que Di·os babia obrado en su favor, der­

r:tutaban )~¡;rimas de tcrnut·a y de gratittid, por t•cr~e

}ibertadoS' de la perdicion por la gracia no merecida del

~eñor. Hemos dicño que Ta ~sposa d'e¡' loidalgo que regaló ~

Amh'cs· ún Testaliocnto; babia dado otros lathbieu á vn rios

pobre~ vceiuos suyos. !\las, por decir fa ,;erdad, Jos ¡>O·

bres los i~cilíicron mas bien por rio rresnyr•arln, que con

intcncion. de leerlos~. y en su cónsecuenéi~· loS. pusieron á

un la<lo sm pens:or roas en ellos. Peró qu•so Dios Yalcrse

de las ecsortacioncs' sencillds d~ A'mlres par:r dcspet1 nr á

aquella jcutc de sn indifercnd a, é incl inó¡\ nincfoos il lcer

su santo libro ; y, en el' tiempo de que est'amos hablando,

uua docena de famil in~ principiaron :1 pe tlsar seriamente

en la vida futura, y 6C aplicaron á' la lectura del Nue\'o

'restnmenlo, para ver si los dist'lltso~ de Audrcs e~tnban

acordes con él . Los libros que ántes se tirab.~u como

cosaS' inñtilcs, se sacaron eotónces ti luz. Al princÍilÍO

ee sorprendieEon de las que para ellos eran uovedades,

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pero pronto llegaron á conocco· é¡ut! eran verdatlcs. Cé~ l.licron su; preoco11acionc• á la evidencia de la rc•·claciou lJi,•iJJa, y Audrcs tcuia bastautc <¡nt: hact'l' en snti~fact:.·r ;i la• ¡)rc¡:untao de al¡;n•oo, auimar á otroo á 'l"c pcrsc•·cra­scn, y unirse con otros en alabar ni Rcdcntoo· que los ac:oliaba ole ~acar rlc las tinieblas <lcl peca~o {, la lu~ ono­ral'illosa del Jo:vanjclio. En c•la ocupacinn se tenia por dichoso, y esclamab11 con fr~cucncia : "¡Qué marnvillo~as son las dispo>iciooc~ de la Divina Providencia, que one rouplea i\ mí, t¡ue no soy mas q••e 1•il ¡;us:uoo, en ol>rn t:tii :;loriosa y tan importante! " Pero luego, acordándose de las pnlalirns de S. Pablo: "Dius loa escoj itlo á los necios •cguií el mundo, para confuudir á los sabios : y Dios loa <·scnjidó á los flacos del mundo para confundir á Jos fuertes" { t Cor. 1. 27.), decía: "Sr¡;un c~te modo de obrar, Dios tiene t~a la gloria. i Así sea! Demos al Stí1or clojin y 11INban:ta etetoa." Lt habitncion de Andrcs se llcn11ba todos los Domingos por la maílana Y. por la tnrde, y aunque el culto t1ue en ella se tributaba it Dios carccic~e de ccremouial ioupouente, le era sin duda agradable, pon1ue reunidos le adoraban del modo c¡uc loabia ol'(lcnado, esto es, " en esph·itu y en verdad," y por Jo que espcrimcntaban couociau qut• Dios uo despre­cia la humildad del lugar ni de lns personas. Acabados los· ofocios matutinos, acostumbraban reuolir los ahorros de la scomuoa :o nterior, sc¡;uu lo dicho por S. Pablo á los Coriu.­tios: "1!:1 primer dia de la sr:maua cada uno de \'OSolros pouga !l)';ortc, ¡;uardaudo lo t¡uc por la boodnd de Dios pu­tlicrc" { 1 Cor. X\' t. :?.) . Anrlrcs Dunn y Jaiooe Nowlan· fucrou clcjidos to:sorcros, )' cumplian fielmente el encargo sen tando c11 un lil>ro, con minuciosa ecsactitud, las entradas y salidas. Como todos coutribuian en cuanto permitían sus akances, p01li'Crou hacer muchas obras de caridad entre sus ,·ecinos. 'fcnian en lista los nombres do seis infelices­que ya uo l'odian tmbajar por ser anciaoós, y li cada uno'

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de éstos tloban seis peniques y m~din á la semana. Cui•

daban muchu de los enfennos. Yisitñndolos ,. socorriéo­

dolos en cuauto podían. Así brillaba su luz' delaote de

)os hombr~•. y probaban al muudo qne no profesaban una

relijion de palabras ni de ostcutaciou, &iuo la de " la fé

que obra por e l nmor" (Gnl . v. 6.).

Hé aquí 1111 incidente que acn~ci6 en este tiempo. Pa­

sando por aquel pais uu pobre estmujero, tuYO que sus­

peuder su viaje por haber caiclo eufenuo. Lo~ duei1os de

la cagn en que se hospedaba, luego t1uc \'Íeron c1ue tenia

una fH:brc que podia ser contajiosa, d•ll'rmiuaron echnrle

á la calle. Llega u do é•to á noticia de A ndrcs, fué al

instante á la casa en doude estaba alojado d enftrmo.

ncompní1ado de su hijo. Al entrar en la casa hallaron ~¡ue

se •stnhau dis¡10uiendo á cebarle afuera. Les hizo pre­

sente lo cruel de su conducta, y, ¡oyutlado de su hijo,

coloc6 al des¡;rac!ado sobre una puerta que desquiciaron

al in ten to, y, abrigándole lo mejor que pudieron, le IJHa­

ron á su casa, doocic, con el conscotimieuto de su f1unilia,

le acomotlaron y cuidaron do! mejor modo posible. L.~

mujer de Aodres le nsistia con tanta eficacia como si hu­

biera sido su hermano provio, y, th> limitándose á estas

atcncior~t•s, Aodres pasaba muchos ratos, scut,.do á $11

)arlo, en leerle la Santa Biblia, y, arrodillándose cercarle

su caura, oraba con él. Dcs1>ués de algunas semanas se

puso bueno el forastero, metliante la bonrlad de Dios.

Pasado el rigor de su eufer·mcdad, solia rctlccsiouar sobre

su situacion, y no sabia esplicnr el cuidado C>tmorrliuario

que loabiau tcuido d e él, admirrludosc de la •urna bondatl

de sus huéspcrles. "Cicrtamcute," dccia, "si bay Cris­

tianos t•er·daocros en el mundo, son lo~ de rsta familia:

me tr:ojei'Ou :i su cas:t cuando tstaba cnformo y desampa­

rado. csponicudo sus ' 'idas al cootajio, á fin de prescl'var

la rula, ,. mostrándome tanto c..riíw como si hubiera sido

un hermano 6 h\jo suyo." Viendo Audrcs c¡ue estaba tau

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reconocido, se v~li6 de ~Sto para recomendarle In san la re­lijion, por cuyo iutlujo había ya csperimeutado tao opor­tuuo socorro; y, mediante D1os, sus esfuerzos surticl'ou su efect.o. Vino el l•ombre en conocimiento ele la verdad en co•a <1~ A odre•; y, babi(;ndo~e restill!ido á la Sll)'a, de~l'lc¡~.ó el mismo celo pnra hacerla conocer á sus veciuos, v cosi con tan buen écsito como Andres entre los su,·os. ' P or aquel entónCPS supo Andres que el Padre Domi"ngo estabn muriendo. Le habia dado 11 11 ata •¡ue de pcrlcsía, y cada l10rn se esperaba un segundo ataque que se supo­ni a le sería fatal. Dcspucs de luchar mucho tiempo con­sigo mismo, drtr1min6 hacerle una \'isita, )' fué á su casa al •·fecto. Lut•go que Ir. vieron á la pue rta, avisaron al Sacerdote moril}uudo, •uponicudo qu~ había \'Cuido á pe­dirle que le perdonase áutcs de su muerte. Con esta idea admitieron á A odres qm\ sintió mncltO hallarle asi postmdo. Al verle el Paclrc, e~clamó; "¡Amigo Andres! Me estoy muriendo, y lo • que <'S aun pcoo·, 10e temo 1¡nc mi alma esté condenada á las vco.as del iulicruo." " ?\o diga V. eso," le respond ió Andres con mucha emocion, "pues dice Dios que la snugre de Jesu-Cristo limpia de todo pecado." "¡Ay de mí ! " esclam6: "si ) o hubiera hecho caso de su justa reprtheusiou el din en '1"" hablau10s en su CIISa, lou bier:1 podido sah-nrme. Eu tónces V. me dijo que la cur.o de almas es un c,nrgo d e tremenda responsabi­lidad. Ahora veo c¡uc lo es, )' tengo que dar o·azon ante el tribunal de Dios de las muchas que se ltau perdido por causa de mi neglijeucia 6 de n1i ignoraucia. Espantosa co>a es el caer cu las manos del Dios ,.¡,·o." l'\o pudo decir mas: le sobrevino otro ;•taque c¡ue le dejó inseusible, y al cabo d e pocas horas murió. Andres se retiró aprcsuradnmentr, no pudienrln ya serie •ítil, y po•· serie cl · espcct~<:•tlo dt•nwsiado doloroso. Al roh•cr á e<•sa llooó amorgamcute, rcllcc.ionaudo sobre el fatal error de los que 4rjau, hasta la hora de la muerte, eJ ¡¡repararse para el ciclo.

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Concluyp esta narracion con un breve recuerdo de líl

¡uuertc fcli2 de J aime NQw lan, que sucedió unos do~ ai1os

,¡.,~pues. Como esln!J:; ·~en!-n!Jo una tarde A odres ~-on ~~~

familia, se le :l\"is<í que Jain•e c~tal¡11 muy mulo, y dc­

~eaila \'Cric. Se nprcour6 lt ,.,!isfa~er ~:1 <lesco de su mnigo,

v, ni entrar en su cuarto, Jaime le haillt. ~n estos términos i

:~Estoy muy malo, pero mi almn. cstr. llena de consuelo.

~o sé si esta cnfermcdacl me conducirá al sepulcro, perq

salle mi Redeptor lo que me va 11 sm:cdcr, y esto bast~

¡ma·a mi. Hace tiempo que deseaba 'i•ivi~ solamente para

~u gloria, y si ésta se promueve· mas por tili m~crte 11ue

pllr mi yidn, mas bi en c¡uiero 1110rir c¡ue vi,·ir. " . \udres

se regocijó de hallar á su amigo con tauta conformidad, y

Je .:orazon se uni6 con él p11ra alabar al Rerlcutor fJIIC

l-ltnto nos am~. ·~¡O c11nn preciosas l ·: prorrumpiú .lai­

•l•c, "i cva¡1 dulces son lns promesas que Jesns !'o~ tiene

<.Indas t'!• su Santo E•·anjclio ! ¡ O cuan qulce suena ,¡ UJÍS

Qidos el nombre de Jesus!" Siguió 1111 b11C11 rato hn\)lnn­

qo de esta manera, y An¡lrcs 110 quiso ioterruu1pirle ;

11cro, cuando hizo una ¡i:ausa, le preguntó si quería c¡u~

orns~n, y que el le ley~sc algo de la Snota BiiJiia. "J,c~

V.," dtio Jaime, "yo quiero oir la voz de mi Redentor,

pue~ él es el <¡uc habla, y eou toda mi alma le ~spcro."

Tomó i\ll(lrcs ·la Diblia, )' ley~ el capitulo quince de la

Epístola pi·inJera del Apóstol ti. l'a\J.Io ,¡ lo~ Corintio~; y,

despucs de lf.erlo, se puso de rodillas junto á su cama, é

hizo acciou soleanne y fen·orosa de gracias á Dios por

lmber 11Stu1o de ta11ho misedcordia con 5u nruigo, y pidió

al Señor que continuase fo•·ti (•ciludolc en aquel tJ·aocc.'

~ucgo se ,·oh•i6 á casa, y a l Olro rlin, por la mai1ana tem­

p•·~no, le hizo otra ' 'isit.a. Le halló peor de su enfermc­

•la<l, mns con aun mayor coulianza en Dios. Padecía de

ple.uresln, por lo que le snngrnron, pero era e,·idente qu~

empeoraba por momentos; y no solo é l, sino todos los que.

:~111 estaban, crcinu <¡uc ya no tnrdaria mocho en trasla­

darse á las mansiones del ciclo. roco :tntes ~e Sil tr~nsito,

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mandó á llamar ¡\ Andres, y como él llrg6 )' Jos de su fa­milia estaban todos al rededor de su cama, eticlam6 e11 un rapto de alegría sobrenat ural : "¿Donde está, ó muerté, tu ' 'ictoria? ¿Donde está, 6 muerte, tu aguijo11 l Gracias :í Dios que 110s di6 la victoi'Ía por nuestro Señor J esu­Cristo." Al verlos todos llorando, les dijo: "No llorcis por roí, amados mios, ántes rcgocijnos conmigo, y ayu­dadmc para l(UC ensal ce todavía nms e l nowbre de mi lledento•·· Voy á verle en su gloria, y es tar ctunamcnte con él. i O 11ué gloria tao mara,·illosa, tan in menda ! Con ella 1'a á ser coronada mi alma redimida. Pero no creais 11uc yo miro á la muerte como á cosa de poco mo­mento; muy IÍ'jos estoy de mirarla así. Mas puedo poner lllÍ confianza en J I;SU·CitiSTO IIIIC \'CIICi6 la lliUCrte )' me hace in1n0rtal.'' Desde cnt6nces fueron decayendo ni­llidamente sus fucr~as; pero su alma se gozaba de la t•crsptcti..a consoladorn de una dicha eterna, segun lo manifrstó rarias veces r. los qu e le asistían. Dcsputs de permanecer alguu tiempo en silencio, csclam6: ¡Aleluya! " Al que está sentado en d trono, y al Cordero, bendi­¡·ion, y hon ra, y glori:~, y poder e n los ~ig los d e los s ig los." Esta~ palabras son las ültimas 11uc ha1JI6, mas la sereuidad 11ue se u¡aoifcHalla en ~u se1ublantc iuuit:aba á los que le l'cian el estado de su intcrio•·; y t l modo tan e~ presi1·o en <¡uc al~aba las manos y los ojos hácia e l cielo cuando ya no pudo articular, era prueba de que todavía estaba eu sí, )' •1uc su triunf•> de la muerte e ra completo. Denti'O de pocas l1 0ms su dichosa Hlma se tra~ ladó al paraíso de Dios. Diga JlUCS el 11uc lercrc esta rclaciou : "i\ lucra mi alma de la muerte de los jus tos, y mi~ postl'imcrías sean scmc­jautcs ú éstos " (1\úm. x:o.:•u. IU.) .

.FIN.

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