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El valle de Urubamba, ubicado a 78 km de la ciudad del Cuzco, al pie de los nevados Chicón y Pumahuanca, siempre resalta por su bellísimo paisaje y por su saludable clima que invita al descanso. En la actualidad se ha convertido en una interesante propuesta para empresarios, extranjeros y citadinos que desean adquirir un refugio que combine lujo, vanguardia, belleza y comodidad. Por Mari Cooper. Fotografía Arim Almuelle Urubamba, diseño campestre vanguardia en

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El valle de Urubamba, ubicado a 78 km de la ciudad del Cuzco, al pie de los nevados Chicón y Pumahuanca, siempre resalta por su bellísimo paisaje y por su saludable clima que invita al descanso. En la actualidad se ha convertido en una interesante propuesta para empresarios, extranjeros y citadinos que desean adquirir un refugio que combine lujo, vanguardia, belleza y comodidad.

Por Mari Cooper. Fotografía Arim Almuelle

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Las casas, en condominios, se construyen en terrenos de más o menos 10 mil metros (una hectárea) y oscilan entre 250 a 600 metros de construcción.

buen rédito que logran se compran una casa con más comodidades u otras par-celas para continuar su vida de labranza y crianza. Pero, parafraseando al poeta Cé-sar Vallejo, hay todavía mucho por hacer, ya que este renacer de la zona bendecida por la mano de Dios recién comienza. Por algo se llama el Valle Sagrado.

El condominio soñado

Las casas, en condominios, se constru-yen en terrenos de más o menos 10 mil metros (una hectárea) y oscilan entre 250

a 600 metros de construcción, rodeadas de preciosos jardines, a un promedio de cuatro a seis casas por condominio. Estos volúmenes las hacen muy mane-jables, y como se trata de viviendas que generalmente no son para lugareños sino para familias que desean sentir el sabor y la tranquilidad de nuestra serranía, suelen utilizarse para los fines de semana largos o para visitas de una semana o dos como máximo. Así, la organización del condo-minio incluye servicios de guardianía que brinda seguridad y la solución de proble-mas de mantenimiento y emergencias

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sa n lindo viaje a la casa de unos amigos muy queri-dos me animó a escribir este artículo de casas y casonas de campo cuz-queñas, porque pude

apreciar el gran desarrollo inmobiliario que se está dando en la sierra peruana, especialmente en el Cuzco y en el valle de Urubamba. Este último, a 2.850 msnm (500 m menos que en la ciudad del Cuz-co), y a solo dos horas de Machu Picchu.

Ha sido un placer apreciarlo y a la vez un orgullo constatar cómo se está preser-

Uvando el patrimonio ancestral indígena y colonial cuzqueño, tanto su arte como sus costumbres y comidas. Las grandes haciendas desaparecidas por la Reforma Agraria de los setenta dejaron tierras par-celadas y propietarios de 65 hectáreas, que incluían laderas, casas y jardines. Después de casi 45 años vemos que se están comprando tierras, con mucha dificultad por la falta de títulos perfectos y también por la muy comprensible reti-cencia de los lugareños a desprenderse de sus “pedacitos de cielo” (la mayoría de veces es lo único que tienen). Algunos con más visión optan por vender y con el

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cer. De hecho, es como transportarse a las haciendas antiguas cuzqueñas, pero en espacios muy manejables. Uno de es-tos arquitectos es Carlos J. Rey, que ha construido varios condominios muy lin-dos, verdaderas joyas andinas, como Fe-rrochayoc, Higospucro (en construcción), Taytawuasi. Por supuesto, hay otros como Hayoccari (llamado Wilka Wasi), y como esos muchos más.

¡Cuánto le debe el Perú a estos peruanos que han migrado a nuestra sierra! A los empresarios privados que están preser-vando el patrimonio nacional, poniendo en valor artesanías y reliquias, evitando así que se pierdan por la desidia de muchos o que salgan a un mercado negro o fuera

del país. Estos emprendedores visiona-rios están comprando en anticuarios, fe-rias y remates los objetos que luego llevan a los nuevos hoteles y casas de campo para decorar usando arte cuzqueño y colonial. Allí están las tallas de madera, coronaciones de pan de oro, bargueños tallados, petacas de cuero, tapices y al-fombras serranas de telar, con colores fuertes andinos, que dan la alegría que es evidente en la vestimenta de los lugare-ños. En este esfuerzo he visto el resurgir del arte de cerámicas vidriadas que solo algunos artistas de la zona pueden hacer, como es el caso de Lucho Sala. El colo-rido que he apreciado en las casas siem-pre es muy alegre, usando el rojo, fucsia, amarillo y morado, colores típicos serra-

nos que combinados con el cielo azul y nubes blancas, te transportan a la esencia misma del pueblo, al sentir de personas que nunca perdieron la alegría de vivir.

Restauración armoniosa

En una palpable muestra de amor a su tierra, algunas antiguas familias cuzque-ñas han recuperado propiedades que les fueron arrebatadas, comprando con pa-ciencia a parceleros y yanacochas. Así, han logrado con mucho cariño recopilar, adobe sobre adobe, los recuerdos de su niñez, lo cual da mayor valor al trabajo de restauración de sus casonas. Ejemplo de esto es la casa-hacienda Concha Wilca (que en español significa Hoyo Sagrado) en Yucay, que ha sido totalmente restau-rada y decorada con un gusto exquisito. El propietario se dedicó pacientemente a comprar arte y muebles coloniales, pintu-ras típicas de la escuela cuzqueña, platos de cerámica de transición y demás ador-

La casa hacienda Concha Wilca en Yucay, construida en el siglo XVI, es un ejemplo de restauración y decoración de gusto exquisito.

domésticas. Estas facilidades garantizan que las casas estén bien atendidas y mantenidas.

Todas son muy confortables, construidas manteniendo el estilo rural andino, con materiales de la zona: mucho adobe, madera rústica, techos con tejas serra-nas, columnas y tijerales de eucaliptos. La carpintería, mayormente de gran cali-dad, es en madera pumaquiro y aguano (madera de la zona); pisos de adoqui-nes, lajas y madera; la pintura de tinte vegetal es de colores alegres que se realzan con la luminosidad del cielo del Cuzco y con la misma técnica que usa-ban los lugareños de antaño.

Los arquitectos que han diseñado algu-nos de estos condominios viven en el Cuzco y saben cuáles son los materia-les que deben usarse y que resisten la inclemencia del frío y las lluvias. En algu-nos casos hay grandes ventanales para apreciar la vista majestuosa de los apus y ríos sonoros, y en otros optan por venta-nas chicas para preservar la casa del frío y mantenerla caliente. Usan mucha piedra con técnicas constructivas ancestrales pero con mejoras del siglo XXI y son muy cuidadosos en mantener el estilo serrano y los acabados de la zona, lo que hace que la visita se vuelva realmente un pla-

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Las casas son muy confortables, construidas manteniendo el estilo rural andino, con materiales de la zona, adobe, madera rústica, tejas serranas, columnas y tijerales de eucaliptos.

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espléndidos con techos altos en tijerales de madera, su gran chimenea revestida en fierro en el centro de la sala y con dos columnas talladas y bañadas en pan de oro la hacen singular. Sus baúles repuja-dos, su cerámica de transición, todo esto combinado con muebles franceses y al-fombras persas, la convierten en un lujo de casa-hacienda, muy bien lograda en la mezcla de estilos, a la par de una magnífi-ca vista al valle del Urubamba. ¡Cómo po-der describir o poner dentro de un estilo todo lo que he apreciado maravillada de tanta belleza y buen gusto! Lo he catalo-gado dentro del estilo country chic.

Lo clásico y elegante no pasa nunca de moda, por eso este estilo expresa una pasión desenfrenada por los elementos antiguos y por los pequeños detalles de-corativos. Es el estilo rústico nuevo, donde los materiales nobles y las fibras naturales ganan protagonismo vistiendo; donde se puede reciclar objetos antiguos familiares y de anticuarios; donde se usa mucha ce-rámica, fierro oxidado, tablas talladas y ma-dera descolorida con remaches. Todo esto lo he encontrado en la decoración andina.

El boom inmobiliario está extendiéndose a provincias, lo cual contribuye al flore-cimiento de estas ciudades. Primero se

comenzará por las haciendas, casonas y condominios, para luego llegar al pueblo y a la ciudad. Todos aquellos propietarios de lindas casas deben salir a apoyar y embellecer el pueblo donde viven, ayu-dar en la educación de los lugareños, ser ejemplos de civismo para que ellos también pinten sus casas, sus tiendas, sus mercados, sus talleres. Deben ense-ñarles a preservar la tradicional belleza de sus pueblos y que no compren mayólicas para sus fachadas, sino adobe pintado de colores alegres. Si cada uno de noso-tros pone un granito de arena para embe-llecerlos y decorarlos, estos pueblos ten-drán más turismo y desarrollo. Qué lindo será escuchar a la gente decir: “El pueblo es una joyita”, “es una belleza”. Hay mu-cho que hacer, tenemos el arte en las ma-nos y algo de buen gusto, podemos lo-grar grandes cosas. Este es el comienzo: enseñar al mundo todo lo maravilloso que tienen los Andes peruanos. Los hoteles y casonas, cada uno más lindo que el otro. Con gusto exquisito vienen a visitarnos en cantidades, es nuestra labor tener la casa lista para recibirlos.

nos que traen al presente el lugar que lo vio nacer. El comedor de la casa pintado en el azul colonial, la pared de platos pin-tados a mano y demás detalles de la ca-sona le dan gran elegancia y estilo.

Otro notable ejemplo es la casa-hacienda Huayoccari, una de las más antiguas del Valle Sagrado. Consta de dos edificacio-nes: la primera es de comienzos del siglo XX y la segunda fue adquirida por José Orihuela en los años cuarenta. Está deco-rada con una magnífica colección de arte prehispánico y arte colonial. Los espacios

Agradecimientos: Carlos Rey, Álvaro Ruíz de Somocurcio, Mónica Palacios, Mónica Rizo Patrón, Teresa Grau, Rodrigo Rey. Dirección de arte: Alejandra Llosa.